*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Beatas Mártires de Compiègne*
17 de julio
SABADO SEMANA III
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Del Señor es la tierra y cuanto la llena; venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CANTEMOS AL SEÑOR CON INDECIBLE GOZO.
Cantemos al Señor con indecible gozo,
él guarde la esperanza de nuestro corazón,
dejemos la inquietud posar entre sus manos,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Dichoso será aquel que siempre en él confía
en horas angustiosas de lucha y de aflicción,
confiad en el Señor si andáis atribulados,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Los justos saben bien que Dios siempre nos ama,
en penas y alegrías su paz fue su bastión,
la fuerza del Señor fue gloria en sus batallas,
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Envíanos, Señor, tu luz esplendorosa
si el alma se acongoja en noche y turbación,
qué luz, qué dulce paz en Dios el hombre encuentra;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor.
Recibe, Padre santo, el ruego y la alabanza,
que a ti, por Jesucristo y por el Consolador,
dirige en comunión tu amada y santa Iglesia;
abramos nuestro espíritu a su infinito amor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Salmo 118, 145-152 TE INVOCO DE TODO CORAZÓN
Te invoco de todo corazón;
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Ant 2. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6. 9-11
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.
Ant 3. La fidelidad del Señor dura por siempre.
Salmo 116 - INVITACIÓN UNIVERSAL A LA ALABANZA DIVINA.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos:
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La fidelidad del Señor dura por siempre.
LECTURA BREVE Flp 2, 14-15
Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, a fin de que seáis
irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta
generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo.
RESPONSORIO BREVE
V. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Mi heredad en el país de la vida.
R. Tú eres mi refugio.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A ti grito, Señor, tú eres mi refugio.
V. Tu
fidelidad, Señor, llega hasta las nubes.
R. Tus sentencias son como el océano inmenso.
PRIMERA LECTURA
Del segundo libro de Samuel 12, 1-25
ARREPENTIMIENTO Y PENITENCIA DE DAVID
En aquellos días, envió Dios el profeta Natán a David, y llegando a él le dijo:
«Había dos hombres en una ciudad, el uno era rico y el otro era pobre. El rico
tenía ovejas y bueyes en gran abundancia; el pobre no tenía más que una
corderilla, sólo una, pequeña, que había comprado. Ella iba creciendo con él y
sus hijos, comiendo su pan, bebiendo en su copa, durmiendo en su seno igual que
una hija. Vino un visitante al hombre rico, y dándole pena a éste tomar su
ganado lanar y vacuno para dar de comer a aquel hombre llegado a su casa, tomó
la ovejita del pobre, y la dio a comer al viajero llegado a su casa.»
David se encendió en gran cólera contra aquel hombre y dijo a Natán:
« ¡Vive el Señor!, que merece la muerte el hombre que tal hizo. Pagará cuatro
veces la oveja por haber hecho semejante cosa y por no haber tenido compasión.»
Entonces Natán dijo a David:
«Tú eres ese hombre. Así dice el Señor Dios de Israel: "Yo te he ungido
rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl. Te he dado la casa de tu
señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa de
Israel y de Judá; y si es poco, te añadiré todavía otras cosas. ¿Por qué has
menospreciado al Señor haciendo lo malo a sus ojos, matando a espada a Urías,
el hitita, tomando a su mujer por mujer tuya y matándolo por la espada de los
ammonitas? Pues bien, nunca se apartará la espada de tu casa, ya que me has
despreciado y has tomado la mujer de Urías, el hitita, para mujer tuya. Así
habla el Señor: Haré que de tu propia casa se alce el mal contra ti. Tomaré tus
mujeres ante tus ojos y se las daré a otro que se acostará con ellas a la luz
de este sol. Pues tú has obrado en oculto, pero yo cumpliré esta palabra ante
todo Israel y a la luz del sol." »
David dijo a Natán:
«He pecado contra el Señor.»
Respondió Natán a David:
«También el Señor perdona tu pecado; no morirás. Pero por haber ultrajado al
Señor con ese hecho, el hijo que te ha nacido morirá sin remedio.»
Y Natán se fue a su casa.
Hirió el Señor al niño que había dado a David la mujer de Urías y enfermó
gravemente. David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y en
casa pasaba la noche acostado en tierra. Los ancianos de su casa se esforzaban
por levantarlo del suelo, pero él se negó y no quiso comer con ellos. El
séptimo día murió el niño; los servidores de David temieron decirle que el niño
había muerto, porque se decían:
«Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le diremos
que el niño ha muerto? ¡Hará un desatino!»
Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió David que el
niño había muerto; y dijo David a sus servidores:
«¿Es que ha muerto el niño?»
Le respondieron:
«Sí, ha muerto.»
David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Fue
luego a la casa del Señor y se postró. Se volvió a su casa, pidió que le
trajesen de comer y comió. Sus servidores le dijeron:
«¿Qué es lo que haces? Cuando el niño aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora
que ha muerto te levantas y comes.»
Respondió:
«Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía: "¿Quién sabe si el
Señor tendrá compasión de mí, y el niño vivirá?" Pero ahora que ha muerto,
¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré donde él está, pero él no
volverá a mí.»
David consoló a Betsabé su mujer, fue a donde ella estaba y se acostó con ella;
ella dio a luz un hijo y lo llamó Salomón; el Señor lo amó, y envió al profeta
Natán que lo llamó Yedidías, «amado del Señor».
RESPONSORIO Oración de Manasés 9. 10. 12; Sal 50,
5. 6
R. Mis pecados han sido numerosos, como las arenas del mar; no soy
digno de mirar las alturas del cielo, a causa de la multitud de mis
iniquidades, pues he provocado tu ira; * cometí la maldad que
aborreces.
V. Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra
ti, contra ti solo pequé.
R. Cometí la maldad que aborreces.
SEGUNDA LECTURA
De los Tratados de san Zenón de Verona, obispo.
(Tratado 15, 2: PL 11, 441-443)
JOB ERA FIGURA DE CRISTO
Job, en cuanto nos es dado entender, hermanos muy amados, era figura de Cristo.
Tratemos de penetrar en la verdad mediante la comparación entre ambos. Job fue
declarado justo por Dios. Cristo es la misma justicia, de cuya fuente beben
todos los bienaventurados; de él, en efecto, se ha dicho: Los iluminará un sol
de justicia. Job fue llamado veraz. Pero la única verdad auténtica es el Señor,
el cual dice en el Evangelio: Yo soy el camino y la verdad. Job era rico. Pero,
¿quién hay más rico que el Señor? Todos los ricos son siervos suyos, a él
pertenece todo el orbe y toda la naturaleza, como afirma el salmo: Del Señor es
la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes. El diablo tentó
tres veces a Job. De manera semejante, como nos explican los Evangelios,
intentó por tres veces tentar al Señor. Job perdió sus bienes. También el
Señor, por amor a nosotros, se privó de sus bienes celestiales y se hizo pobre,
para enriquecernos a nosotros. El diablo, enfurecido, mató a los hijos de Job.
Con parecido furor, el pueblo farisaico mató a los profetas, hijos del Señor.
Job se vio manchado por la lepra. También el Señor, al asumir carne humana, se
vio manchado por la sordidez de los pecados de todo el género humano.
La mujer de Job quería inducirlo al pecado. También la sinagoga quería inducir
al Señor a seguir las tradiciones corrompidas de los ancianos. Job fue
insultado por sus amigos. También el Señor fue insultado por sus sacerdotes,
los que debían darle culto. Job estaba sentado en un estercolero lleno de
gusanos. También el Señor habitó en un verdadero estercolero, esto es, en el
cieno de este mundo y en medio de hombres agitados como gusanos por multitud de
crímenes y pasiones.
Job recobró la salud y la fortuna. También el Señor, al resucitar, otorgó a los
que creen en él no sólo la salud, sino la inmortalidad, y recobró el dominio de
toda la naturaleza, como él mismo atestigua cuando dice: Todas las cosas ha
puesto el Padre en mis manos. Job engendró nuevos hijos en sustitución de los
anteriores. También el Señor engendró a los santos apóstoles como hijos suyos,
después de los profetas. Job, lleno de felicidad, descansó por fin en paz. Y el
Señor permanece bendito para siempre, antes del tiempo y en el tiempo, y por
los siglos de los siglos.
RESPONSORIO Hb 12, 1-2; 2Co 6, 4-5
R. Corramos con firmeza y constancia la carrera para nosotros
preparada, * llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de
la fe.
V. Acreditémonos por nuestra mucha constancia en las tribulaciones,
necesidades y angustias, en los azotes y prisiones.
R. Llevando los ojos fijos en Jesús, caudillo y consumador de la fe.
*Lecturas del Sábado de la 15ª semana del Tiempo Ordinario*
Sábado, 17 de julio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (12,14-21)*
14 Pero los fariseos, en cuanto
salieron, se confabularon contra él para ver cómo eliminarle.
15 Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le
siguieron muchos y los curó a todos.
16 Y les mandó enérgicamente que no le
descubrieran;
17 para que se cumpliera el oráculo del
profeta Isaías:
18 = He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi
Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre él, y anunciará
el juicio a las naciones. =
19 = No disputará ni gritará, ni oirá nadie
en las plazas su voz. =
20 = La caña cascada no la quebrará, ni
apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: =
21 = en su nombre pondrán las naciones su
esperanza. =
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ilumina, Señor, a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
PRECES
Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor
colocó por encima de todas las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Contempla, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre
y ejemplo;
santifícanos por su intercesión.
Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y
fuera siempre fidelísima hija tuya,
por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y
discípulos de tu Hijo.
Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.
Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de
alegría con la resurrección de tu Hijo,
por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra
esperanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestras súplicas con la oración que el mismo Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios misericordioso, fuente y origen de nuestra salvación, haz
que, mientras dure nuestra vida aquí en la tierra, te alabemos constantemente y
podamos así participar un día en la alabanza eterna del cielo. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Beatas Mártires de Compiègne*
La fiesta de Nuestra Señora del
Carmen de 1794, celebrada en una horrible cárcel de París, tuvo augurios de
sangre y de gloria para las monjas carmelitas descalzas del monasterio de
Compiègne. Al día siguiente, las dieciséis hijas de Santa Teresa, novicia incluida,
iban a ser conducidas a la guillotina por el crimen de ser católicas,
“fanáticas” en el lenguaje revolucionario.
Hacía siglo y medio que las
carmelitas descalzas de Amiens habían fundado en Compiègne, una ciudad de Oise.
La fundación data de 1641, cuando hacía 37 años que había llegado a Francia
para iniciar la reforma la Beata Ana de San Bartolomé con Ana de Jesús y otras
cuatro monjas españolas.
Al estallar la revolución (1789),
las monjas rehusaron despojarse de su hábito carmelita, y cuando los disturbios
fueron aumentando, entre junio y septiembre de 1792, siguiendo una inspiración
que tuvo la priora Beata Teresa de San Agustín, todas se ofrecieron al Señor en
holocausto para aplacar la cólera de Dios y para que la paz divina, traída al
mundo por su amado Hijo, fuese devuelta a la Iglesia y al Estado. El acto de
consagración, emitido incluso por dos religiosas ancianas que al principio se
habían asustado ante el solo pensamiento de la guillotina, se convirtió en
ofrecimiento diario hasta el día del martirio, dos años después.
La Asamblea Nacional
Constituyente había hecho público un decreto por el que se exigía que los
religiosos fueran considerados como funcionarios del Estado. Deberían prestar
juramento a la Constitución y sus bienes serían confiscados. Era el año 1790.
Miembros del Directorio del distrito de Compiègne, cumpliendo órdenes, se
presentaron el 4 de agosto de aquel año en el monasterio a hacer inventario de
las posesiones de la comunidad. Las monjas tuvieron que dejar sus hábitos y
abandonar su casa. Cinco días después, obedeciendo los consejos de las
autoridades, firmaron el juramento de Libertad-Igualdad. Los religiosos que se
negaban a firmarlo eran deportados.
Después fueron separadas.
Hicieron cuatro grupos y vivían en distintos domicilios, pero continuaron
practicando la oración y entregándose a la penitencia como antes.
La regularidad y el orden de su
vida, que reproducía todo lo posible en tales circunstancias la vida y horario
conventuales, fueron notados por los jacobinos de la ciudad. En ello
encontraron motivo suficiente para denunciarlas al Comité de Salud Pública,
cosa que hicieron sin pérdida de tiempo.
El régimen del terror estaba
oficialmente establecido en Francia y había llegado en aquellos momentos al más
alto nivel imaginable. El rey había sido ejecutado y el Tribunal Revolucionario
trabajaba sin descanso enviando cientos de ciudadanos sospechosos a la muerte.
La denuncia de las carmelitas
decía que, pese a la prohibición, seguían viviendo en comunidad, que celebraban
reuniones sospechosas y mantenían correspondencia criminal con fanáticos de
París.
Convenía presentar pruebas, y con
ese objeto se efectuó un minucioso registro en los domicilios de los cuatro
grupos. El Comité encontró diversos objetos que fueron considerados de gran
interés y altamente comprometedores. A saber: cartas de sacerdotes en las que
se trataba bien de novenas, de escapularios, bien de dirección espiritual.
También se halló un retrato de Luis XVI e imágenes del Sagrado Corazón. Todo
ello era suficiente para demostrar la culpabilidad de las monjas. El Comité,
pues, redactó un informe en el que explicaba cómo, “considerando que las
ciudadanas religiosas, burlando las leyes, vivían en comunidad”, que su
correspondencia era testimonio de que tramaban en secreto el restablecimiento
de la Monarquía y la desaparición de la República, las mandaba detener y
encerrar en prisión.
El 22 de junio de 1794 eran
recluidas en el monasterio de la Visitación, que se había convertido en cárcel.
Allí esperaron la decisión final que sobre su suerte tomaría el Comité de Salud
Pública asesorado por el Comité local. Entonces acordaron retractarse del
juramento prestado antes, “prefiriendo
mil veces la muerte mejor que ser culpables de un juramento así”. Esta
resolución las llenó de serenidad. Cada día aumentaba el peligro, pero ellas se
sentían más fuertes. Continuaban dedicadas a orar y, gracias a estar en
prisión, podían hacerlo juntas, como cuando estaban en su convento. Ya no se
veían obligadas a ocultarse y ello les procuraba un gran alivio.
Transcurridos unos días,
justamente el 12 de julio, el Comité de Salud Pública dio órdenes para que
fueran trasladadas a París. El cumplimiento de tales órdenes fue exigido en
términos que no admitían demora. No hubo tiempo para que las hermanas tomaran
su ligera colación ni cambiaran su ropa, que estaba mojada porque habían estado
lavando. Las hicieron montar en dos carretas de paja y les ataron las manos a
la espalda. Escoltadas por un grupo de soldados salieron para la capital. Su
destino era la famosa prisión de la Conserjería, antesala de la guillotina y
abarrotada de sacerdotes y laicos cristianos igualmente condenados.
Nadie ayudó a las monjas a
descender de los carros al final del viaje. A pesar de sus ligaduras y de la
fatiga causada por el incómodo transporte, fueron bajando solas. Una de las
hermanas, sin embargo, enferma y octogenaria, Carlota de la Resurrección,
impedida por las ataduras y la edad, no sabia cómo llegar al suelo. Los
conductores de las carretas, impacientados, la cogieron y la arrojaron
violentamente sobre el pavimento. Era una de las religiosas que dos años antes
había sentido miedo ante el pensamiento de una muerte en el patíbulo y había
dudado antes de ofrecerse en sacrificio. Pero en este momento era ya valiente
y, levantándose maltrecha, como pudo, dijo a los que la habían maltratado:
“Créanme, no les guardo ningún
rencor. Al contrario, les agradezco que no me hayan matado porque, si hubiera
muerto, habría perdido la oportunidad de pasar la gloria y la dicha del
martirio”.
Como si nada hubiese ocurrido, en
la Conserjería prosiguieron su vida de oración prescrita por la regla. No se
dejaban perturbar por los acontecimientos. Testigos dignos de crédito
declararon que se las podía oír todos los días, a las dos de la mañana, recitar
sus oficios.
Su última fiesta fue la del 16 de
julio, Nuestra Señora del Carmen. La celebraron con el mayor entusiasmo, sin
que por un instante su comportamiento denotase la menor preocupación. Por la tarde
recibieron un aviso para que compareciesen al día siguiente ante el Tribunal
Revolucionario. La noticia no les impidió cantar, sobre la música de La
Marsellesa, unos versos improvisados en los que expresaban al mismo tiempo fe
en su victoria, temor y confianza, y que se conservan en el convento de
Compiègne.
Ante el Tribunal escucharon cómo
el acusador público, Fouquier-Tinville, las atacaba durísimamente: “Aunque
separadas en diferentes casas, formaban conciliábulos contrarrevolucionarios en
los que intervenían ellas y otras personas. Vivían bajo la obediencia de una
superiora y, en cuanto a sus principios y sus votos, sus cartas y sus escritos
son suficiente testimonio”.
Fueron sometidas a un
interrogatorio muy breve y, sin que se llamara a declarar a un solo testigo, el
Tribunal condenó a muerte a las dieciséis carmelitas, culpables de organizar
reuniones y conciliábulos contrarrevolucionarios, de sostener correspondencia
con fanáticos y de guardar escritos que atentaban contra la libertad. Una de
las monjas, sor Enriqueta de la Providencia, preguntó al presidente qué
entendía por la palabra “fanático” que figuraba en el texto del juicio, y la
respuesta fue:
“Entiendo por esa palabra su
apego a esas creencias pueriles, sus tontas prácticas de religión”.
Era su amor a Dios , su fidelidad
a los votos y a la religión lo que las hacía merecedoras de la pena capital.
Una hora después subían en las
carretas que las conducirían a la plaza del Trono derrocado, hoy plaza de la
Nación. En el trayecto la gente las miraba pasar demostrando diversidad de
sentimientos, unos las injuriaban, otros las admiraban. Ellas iban tranquilas;
todo lo que se movía a su alrededor les era indiferente. Cantaron el Miserere y
luego el Salve, Regina. Al pie ya de la guillotina entonaron el Te Deum, canto
de acción de gracias, y, terminado éste, el Veni Creator. Por último, hicieron
renovación de sus promesas del bautismo y de sus votos de religión.
Una joven novicia, sor Constanza,
se arrodilló delante de la priora, con la naturalidad con que lo hubiera hecho
en el convento y le pidió su bendición y que le concediera permiso para morir.
Luego, cantando el salmo Laudate Dominum omnes gentes, subió decidida los
escalones de la guillotina. Una tras otra, todas las carmelitas repitieron la
escena. Una a una recibieron la bendición de la madre Teresa de San Agustín
antes de ser guillotinadas. Al final, después de haber visto caer a todas sus
hijas, la madre priora entregó, con igual generosidad que ellas, su vida al
Señor, poniendo su cabeza en las manos del verdugo. Así realizó lo que ella
solía decir: “El amor saldrá siempre victorioso. Cuando se ama todo se puede”.
Era el día 17 de julio de 1.794
por la tarde.
Prevaleció un silencio absoluto
durante todo el tiempo en que los ejecutores seguían el procedimiento. Las
cabezas y los cuerpos de las mártires fueron enterrados en un pozo de arena
profundo de casi nueve metros cuadrados en el cementerio parisino de Picpus.
Como este pozo de arena fue el receptáculo de los cuerpos de 1298 víctimas de
la Revolución, parece no haber muchas esperanzas de recuperar sus reliquias.
Una placa de mármol con el nombre de las mártires y la fecha de su muerte
figura sobre la fosa y en ella hay grabada una frase latina que dice: Beati qui
in Domino moriuntur. Felices los que mueren en el Señor.
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Desead la paz a Jerusalén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desead la paz a Jerusalén.
Ant 2. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Desde la aurora hasta la noche mi alma aguarda al Señor.
Ant 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la
tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Pe 1, 19-21
Tenemos confirmada la palabra profética, a la que hacéis bien en prestar
atención, como a lámpara que brilla en lugar oscuro, hasta que despunte el día
y salga el lucero de la mañana en vuestro corazón. Ante todo habéis de saber
que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; pues nunca
fue proferida alguna por voluntad humana, sino que, llevados del Espíritu
Santo, hablaron los hombres de parte de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
V. Su gloria se eleva sobre los cielos.
R. Alabado sea el nombre del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del
Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Abriré mis labios para hablar en parábolas; declararé cosas que
han estado ocultas desde la creación del mundo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y
digámosle:
Míranos y escúchanos, Señor.
Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, tú que nos purificaste con tu
sangre
no permitas que olvidemos nunca tus beneficios.
Haz que aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean siempre fieles y celosos dispensadores de los misterios del reino.
Rey de la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las
naciones
para que cuiden con interés de los pobres y postergados.
Sé ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su
raza, color, condición social, lengua o religión
y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
A los que han muerto en tu amor dales también parte en tu felicidad
con María y con todos tus santos.
Porque Jesús ha resucitado, todos somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a
decir:
Padre nuestro...
ORACION
Mira con misericordia a estos tus hijos, Señor, y multiplica tu
gracia sobre nosotros, para que, fervorosos en la fe, la esperanza y el amor,
perseveremos en el fiel cumplimiento de tus mandamientos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.