*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Romualdo, abad*,
Memoria libre
Común de santos varones, para religiosos
Salterio: sábado de la tercera semana
Nació en Ravena, hacia la mitad del siglo X. Practicó la vida
eremítica y, durante varios años, recorrió diversos lugares en busca de la
soledad y fundando pequeños monasterios. Luchó denodadamente contra la
relajación de costumbres de los monjes de su tiempo, mientras se esforzaba en
adquirir la propia perfección. Murió hacia el año 1027.
*Laudes*
†
(Se hace la señal de la cruz sobre
los labios mientras se dice:)
V/. -Señor,
Ábreme los labios.
R/. -Y mi boca proclamará tu alabanza.
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
Ant: Venid,
adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.
o bien: Aclamemos
al Señor en esta celebración de san N.
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras dure este
«hoy» (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
-se repite la antífona
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
-se repite la antífona
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
-se repite la antífona
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
-se repite la antífona
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."»
-se repite la antífona
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Venid,
adoremos al Señor; aclamemos al Dios admirable en sus santos.
o bien: Aclamemos
al Señor en esta celebración de san N.
Himno
Cantemos nuestra fe y, al
confesarla,
unidas nuestras voces de creyentes,
pidamos al Señor que, al proclamarla,
inunde con su luz a nuestras mentes.
El gozo de creer sea alegría
de servir al Señor, y su Palabra
simiente en crecimiento día a día,
que al don de su verdad el mundo abra.
Clara es la fe y oscuro su camino
de gracia y libertad en puro encuentro,
si crees que Jesús es Dios que vino,
no está lejos de ti, sino muy dentro.
Legión es la asamblea de los santos,
que en el Señor Jesús puso confianza,
sus frutos de justicia fueron tantos
que vieron ya colmada su esperanza.
Demos gracias a Dios, que es nuestra roca,
sigamos a Jesús con entereza,
si nuestra fe vacila, si ella es poca,
su Espíritu de amor nos dará fuerza. Amén.
Primer Salmo
Salmo 118,145-152: XIX (Coph)
Ant: Tú,
Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.
Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.
Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Tú,
Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables.
Cántico AT
Sabiduría 9,1-6.9-11: Dame, Señor, la sabiduría
Ant: Mándame
tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos
Os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente...
ningún adversario vuestro (Lc 21,15)
Dios de los padres, y Señor de la
misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus criaturas,
y para regir el mundo con santidad y justicia,
y para administrar justicia con rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
Pues, aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
Mándala de tus santos cielos,
y de tu trono de gloria envíala,
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Mándame
tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos
Segundo Salmo
Salmo 116: Invitación universal a la alabanza divina
Ant: La fidelidad
del Señor dura por siempre.
Los gentiles alaban a Dios por su misericordia (cf. Rm 15,9)
Alabad al Señor, todas las
naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: La
fidelidad del Señor dura por siempre.
Lectura Bíblica
Rm 12,1-2
Os
exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos
como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y
no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente,
para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.
V/. Lleva en
el corazón la ley de su Dios.
R/. Lleva en
el corazón la ley de su Dios.
V/. Y sus
pasos no vacilan.
R/. La ley de
su Dios.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Lleva en
el corazón la ley de su Dios.
o bien:
Rm 12,1-2
Os
exhorto hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos
como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y
no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente,
para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.
V/. Los
justos se alegran en la presencia de Dios.
R/. Los
justos se alegran en la presencia de Dios.
V/. Rebosando
de alegría.
R/. En la
presencia de Dios.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. Los
justos se alegran en la presencia de Dios.
Lectura Bíblica
V/. Señor, tu fidelidad llega hasta las nubes.
R/. Tus sentencias son como el océano inmenso.
Perfidia de Dalila y muerte de
Sansón
Jc 16,4-6.16-31
En aquellos días, se enamoró Sansón de una mujer de Vallesorec,
llamada Dalila. Los príncipes filisteos fueron a visitarla y le dijeron:
«Sedúcelo y averigua en qué está su gran fuerza y cómo nos
apoderaríamos de él para sujetarlo y domarlo. Te daremos cada uno mil cien
siclos de plata.»
Dalila le dijo a Sansón:
«Anda, dime el secreto de tu gran fuerza, y cómo se te podría
sujetar y domar.»
Y, como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo,
Sansón, ya desesperado, le dijo su secreto:
«Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado
a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo, perderé la fuerza, me quedaré
débil y seré como uno cualquiera.»
Dalila se dio cuenta de que le había dicho su secreto, y mandó
llamar a los príncipes filisteos:
«Venid ahora, que me ha dicho su secreto.»
Los príncipes fueron allá, con el dinero. Dalila dejó que Sansón
se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó las siete
guedejas de la cabeza de Sansón, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza
desapareció. Dalila gritó:
«¡Sansón, los filisteos!»
El despertó y se dijo:
«Saldré como otras veces y me los sacudiré de encima», sin saber
que el Señor lo había abandonado.
Los filisteos lo agarraron, le vaciaron los ojos y lo bajaron a
Gaza; lo ataron con cadenas y lo tenían moliendo grano en la cárcel. Pero el
pelo de la cabeza le empezó a crecer después de cortado.
Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete
en honor de su dios Dagón y hacer fiesta. Cantaban:
«Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro enemigo.»
Cuando ya estaban alegres, dijeron:
«Sacad a Sansón, que nos divierta.»
Sacaron a Sansón de la cárcel, y bailaba en su presencia. Luego lo
plantaron entre las columnas. La gente, al verlo, alabó a su dios:
«Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro enemigo, que
asolaba nuestros campos y aumentaba nuestros muertos.»
Sansón rogó al lazarillo:
«Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio, para
apoyarme en ellas.»
La sala estaba repleta de hombres y mujeres; estaban allí todos
los príncipes filisteos, y en la galería había unos tres mil trescientos
hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón. Él gritó al Señor:
«¡Señor, acuérdate de mí! Dame la fuerza, al menos esta vez, para
poder vengar en los filisteos, de un sólo golpe, la pérdida de los ojos.»
Palpó las dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, la
derecha sobre una y la izquierda sobre la otra, y al grito de: «¡A morir con
los filisteos!», abrió los brazos con fuerza, y el edificio se derrumbó sobre
los príncipes y sobre la gente que estaba allí. Los que mató Sansón al morir
fueron más que los que mató en vida.
Luego bajaron sus parientes y toda su familia, recogieron el
cadáver y lo llevaron a enterrar entre Sorá y Estaol, en la sepultura de su
padre Manoj. Sansón había gobernado a Israel veinte años.
R/. Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin
piedad, tú que eres mi roca y mi baluarte.
V/. Acuérdate de mí, dame la fuerza.
R/. Tú que eres mi roca y mi baluarte.
Se negó a sí mismo para seguir a
Cristo
San Pedro Damiani, obispo
Vida de san Romualdo (caps. 31 y
69: PL144,982-983.1005-1006)
Romualdo vivió tres años en la ciudad de Parenzo; durante el
primero, construyó un monasterio y puso en él una comunidad con su abad; los
otros dos, vivió recluido en él. Allí la bondad divina lo elevó a tan alto
grado de perfección que, inspirado por el Espíritu Santo, predijo algunos
sucesos futuros y llegó a la penetración de muchos misterios ocultos del
antiguo y del nuevo Testamento.
Con frecuencia, era arrebatado a un grado tan elevado de
contemplación que, deshecho todo él en lágrimas, abrasado por el ardor inefable
del amor divino, exclamaba:
«Amado Jesús, mi dulce miel, deseo inefable, dulzura de los
santos, encanto de los ángeles».
Y, otras cosas semejantes. Nosotros somos incapaces de expresar
con palabras humanas todo lo que él profería, movido por el gozo del Espíritu
Santo.
Dondequiera que aquel santo varón se decidía a habitar, ante todo
hacía en su celda un oratorio con su altar, y luego se encerraba allí,
impidiendo toda entrada.
Después de haber vivido así en varios lugares, dándose cuenta de
que ya se acercaba su fin, volvió definitivamente al monasterio que había
construido en Val de Castro y allí, en espera cierta de su muerte cercana, se
hizo edificar una celda con su oratorio, con el fin de recluirse en ella y
guardar silencio hasta la muerte.
Una vez construido este lugar de receso, en el cual quiso él
recluirse inmediatamente, su cuerpo empezó a experimentar unas molestias
progresivas y una creciente debilidad, producida más por la decrepitud de sus
muchos años que por enfermedad alguna.
Un día, esta debilidad comenzó a hacerse sentir con más fuerza y
sus molestias alcanzaron un grado alarmante. Cuando el sol ya se ponía, mandó a
los dos hermanos que estaban junto a él que salieran fuera, que cerraran tras
sí la puerta de la celda y que volvieran a la madrugada para celebrar con él el
Oficio matutino.
Ellos salieron como de mala gana, intranquilos porque presentían
su fin, y no se fueron en seguida a descansar sino que, preocupados por el
temor de que muriera su maestro, se quedaron a escondidas cerca de la celda, en
observación de aquel talento de tan valioso precio. Después de algún rato, su
interés les indujo a escuchar atentamente y, al no percibir ningún movimiento
de su cuerpo ni sonido alguno de su voz, seguros ya de lo que había sucedido,
empujan la puerta, entran precipitadamente encienden una luz y encuentran el
santo cadáver que yacía boca arriba, después que su alma había sido arrebatada
al cielo. Aquella perla preciosa yacía entonces como despreciada, pero en
realidad destinada en adelante a ser guardada con todos los honores en el
erario del Rey supremo.
R/. Te ha bendecido en todas tus empresas, te ha atendido en el viaje
por ese inmenso desierto. El Señor, tu Dios, ha estado contigo.
V/. Te ha educado, como un padre educa a su hijo.
R/. El Señor, tu Dios, ha estado contigo.
*Lecturas
de la 11ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Sábado, 19 de junio de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,24-34)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Nadie puede estar al servicio de
dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se
dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al
dinero. Por eso os digo: No estéis agobiados por la vida, pensando qué vais a
comer o beber, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale
más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros:
ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial
los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza
de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis
por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan.
Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.
Pues, si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno,
Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis
agobiados, pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a
vestir. Los gentiles se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo
que tenéis necesidad de todo eso. Sobre todo buscad el reino de Dios y su
justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el
mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus
disgustos.»
Palabra del Señor
Cántico Evangélico
Ant: «El que
cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre»,
dice el Señor.
o bien: Mi
porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Bendito sea el Señor, Dios de
Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: «El que
cumple la voluntad de mi Padre, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre»,
dice el Señor.
o bien: Mi
porción es el Señor; bueno es el Señor para el alma que lo busca.
Preces
Adoremos,
hermanos a Cristo, el Dios santo y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con
santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémoslo, diciendo:
*Tú solo eres santo, Señor*
·
- Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en
el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
· - Señor
Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar en caminos de santidad.
· - Señor
Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
· - Señor
Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
· - Señor
Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que en la gloria contemplemos tu rostro.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Concluyamos nuestras súplicas con
la oración que el mismo Señor nos enseñó:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Oh Dios,
que has renovado en tu Iglesia la vida eremítica por medio del abad san
Romualdo, haz que, negándonos a nosotros mismos para seguir a Cristo,
merezcamos llegar felizmente al reino de los cielos. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
*San Romualdo, abad*
Aunque creció como un joven
mundano, esclavo de sus pasiones, algunas veces aspiró a ideales más elevados.
La muerte de un pariente suyo a manos de su propio padre durante un duelo, hizo
que el joven escapase horrorizado, y se internase en un monasterio cercano,
donde permaneció por tres años en la más absoluta austeridad y fervor.
Luego, el santo permaneció por
años en compañía de un santo ermitaño, quien veló por la total conversión y
formación de San Romualdo, de manera que éste pudiese predicar con ardor y
corazón a Jesús. Justamente, el anuncio del evanglio fue uno de sus más grande
sueños, y contando con el permiso del Papa, decidió partir a Hugría para
iniciar su misión evangelizadora. Sin embargo, una terrible enfermedad impidió
su viaje, y San Romualdo, que siempre estuvo atento a las señales de Dios, se
dio cuenta que el Padre Celestial no lo quería para esa misión.
Por treinta años, el santo fundó
numerosas ermitas y monasterio por toda Italia. El monaterio más famosos del
santo es el de Camáldoli, fundado por él alrededor del año 1012, y donde impuso
reglas aún más severas que la de San Benito, dando inicio a una nueva
congregación llamada Camaldulense, en la cual unió la vida cenbítica con la
eremítica.
Luego de permanecer algunos años
en Camáldole, el santo retornó a sus viajes apostólicos. Pero la muerte lo
sorprendió mientras estaba visitando la región de Val-di-Castro, falleciendo el
19 de junio de 1027.
Otros Santos que se celebran hoy:
Diosdado, obispo; Gervasio, Protasio, Andrés, Gaudencio, Culmacio, Ursicinio,
Zósimo, Bruno, Bonifacio, Lamberto, mártires; Nazario, patriarca.
*Vísperas*
Inicio
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. -Dios
mío, ven en mi auxilio.
R/. -Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya
Himno
No sé de dónde brota la tristeza
que tengo.
Mi dolor se arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo, por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el cauce.
Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes
cómo soy; tú levantas esta carne que es mía;
tú, esta luz que sonrosa las alas de las aves;
tú, esta noble tristeza que llaman alegría.
Tú me diste la gracia para vivir contigo;
tú me diste las nubes como el amor humano;
y, al principio del tiempo, tú me ofreciste el trigo,
con la primera alondra que nació de tu mano.
Con el último rezo de un niño que se duerme
y, con la voz nublada de sueño y de pureza,
se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
hacia ti, y en tus manos desmayar mi cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
Primer Salmo
Salmo 121: La ciudad santa de Jerusalén
Ant: Desead la
paz a Jerusalén.
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén
del cielo (Hb 12,22)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Desead la
paz a Jerusalén.
Segundo Salmo
Salmo 129: Desde lo hondo, a ti grito, Señor
Ant: Desde la
aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor.
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21)
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Desde la
aurora hasta la noche, mi alma aguarda al Señor.
Cántico NT
Filipenses 2,6-11: Cristo, Siervo de Dios, en su misterio
pascual
Ant: Al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Cristo, a pesar de su condición
divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Al nombre
de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Lectura Bíblica
2P 1,19-21
Esto nos
confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención,
como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y
el lucero nazca en vuestros corazones. Ante todo, tened presente que ninguna
predicción de la Escritura está a merced de interpretaciones personales; porque
ninguna predicción antigua aconteció por designio humano; hombres como eran,
hablaron de parte de Dios, movidos por el Espíritu Santo.
V/. De la
salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R/. De la
salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
V/. Su gloria
sobre los cielos.
R/. Alabado
sea el nombre del Señor.
V/. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/. De la
salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
Cántico Evangélico
Ant: Se
levantó un fuerte huracán, y Jesús estaba dormido. Los discípulos lo despertaron,
diciéndole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se comienza a recitar)
Proclama mi alma la grandeza del
Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Se
levantó un fuerte huracán, y Jesús estaba dormido. Los discípulos lo
despertaron, diciéndole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»
Preces
Invoquemos
a Cristo, alegría de cuantos se refugian en él, y digámosle:
Míranos y escúchanos, Señor
·
- Testigo fiel y primogénito de entre los muertos, que nos has
librado de nuestros pecados por tu sangre,
no permitas que olvidemos nunca tus beneficios
· - Haz que
aquellos a quienes elegiste como ministros de tu Evangelio
sean siempre fieles y celosos administradores de los misterios del reino
· - Rey de
la paz, concede abundantemente tu Espíritu a los que gobiernan las naciones,
para que atiendan con interés a los pobres y postergados.
· - Sé
ayuda para cuantos son víctimas de cualquier segregación por causa de su raza,
color, condición social, lengua o religión
y haz que todos reconozcan su dignidad y respeten sus derechos
· - A los
que han muerto en tu amor, dales también parte en tu felicidad,
con María y todos tus santos
Se pueden añadir algunas
intenciones libres.
Porque Jesús ha resucitado, todos
somos hijos de Dios; por eso nos atrevemos a decir:
Padre
nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;
venga a
nosotros tu reino;
hágase tu
voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona
nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos
dejes caer en la tentación,
y
líbranos del mal.
Final
Concédenos
vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás
dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
Si el que preside no es un
ministro ordenado, o en el rezo individual:
†
(Se hace la señal de la cruz
mientras se dice:)
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.