*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Beata Madre María de San José*
*Laudes - VIERNES V SEMANA DE PASCUA 2021*
Viernes,
7 de mayo de 2021.
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Verdaderamente
ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya
Salmodia
Primer
Salmo
Salmo
50: Misericordia, Dios mío
Ant: Acuérdate de mí, Señor, cuando llegues a tu reino. Aleluya.
Renovaos en la mente y en el
espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Ef 4,23-24)
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Acuérdate de mí, Señor, cuando llegues a tu reino. Aleluya.
Cántico
AT
Isaías
45,15-26: Que los pueblos todos se conviertan al Señor
Ant: Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el
Salvador. Aleluya.
Al nombre
de Jesús toda rodilla se doble (Flp 2,10)
Es
verdad: tú eres un Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,
se van avergonzados los fabricantes de ídolos;
mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
para que no se avergüencen ni se sonrojen nunca jamás.
Así dice el Señor, creador del cielo
-Él es Dios-,
Él modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor, y no hay otro»
No te hablé a escondidas,
en un país tenebroso,
no dije a la estirpe de Jacob:
«Buscadme en el vacío»
Yo soy el Señor que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
Reuníos, venid, acercaos juntos,
supervivientes de las naciones.
No discurren los que llevan su ídolo de madera
y rezan a un dios que no puede salvar.
Declarad, aducid pruebas,
que deliberen juntos:
¿Quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
-No hay otro Dios fuera de mí-.
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros,
confines de la tierra,
pues yo soy Dios, y no hay otro.
Yo juro por mi nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
«Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua»
dirán: «Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder»
A Él vendrán avergonzados
los que se enardecían contra él;
con el Señor triunfará y se gloriará
la estirpe de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el
Salvador. Aleluya.
Segundo
Salmo
Salmo
99: Alegría de los que entran en el templo
Ant: Servid al Señor con alegría. Aleluya.
El Señor
manda que los redimidos entonen un himno de victoria (S. Atanasio)
Aclama al
Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
Sabed que el Señor es Dios:
que Él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant: Servid al Señor con alegría. Aleluya.
Lectura Breve
Hch 5,
30-32
El Dios
de nuestros padres resucitó a Jesús, vosotros matasteis colgándole de un
madero. La diestra de Dios lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a
Israel la conversión, el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros
y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.
Responsorio Breve
V. El
Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya,
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. En
tu resurrección, oh Cristo. Aleluya.
R. El cielo y la tierra se alegran. Aleluya.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro
del Apocalipsis 22, 1-9
EL RÍO DEL
AGUA DE LA VIDA
Me mostró
el ángel el río del agua de la vida, brillante como el cristal, que brotaba del
trono de Dios y del Cordero en medio de la plaza de la ciudad. Y a un lado y al
otro lado del río se encuentra el árbol de la vida, que produce su fruto doce
veces, una cada mes, y las hojas del árbol sirven de medicina para las naciones.
Ya no se dará allí sentencia alguna ni maldición. El trono de Dios y del
Cordero estará allí, y los siervos de Dios le rendirán culto. Verán su rostro,
y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de
lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por
los siglos de los siglos.
Y me dijo el ángel: «Estas palabras son fidedignas y verdaderas. El Señor Dios,
inspirador de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo
que ha de suceder en breve: "Mirad que vendré pronto. Dichoso el que
guarde el contenido de la profecía escrita en este libro."»
Y yo, Juan, escuché y fui testigo ocular de estas cosas. Y, después que las hube
oído y visto, caí de hinojos para postrarme ante los pies del ángel que me las
había mostrado.
Pero él me dijo: «No hagas eso. Siervo soy como tú y como tus hermanos los profetas,
y como los que guardan las palabras de este libro. Es a Dios a quien hay que
adorar.»
Responsorio Ap 22, 5. 3
R. No
habrá más noche, porque el Señor Dios alumbrará sobre sus siervos, * y
reinarán por los siglos de los siglos. Aleluya.
V. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad santa, y
los siervos de Dios le rendirán culto.
R. Y reinarán por los siglos de los siglos. Aleluya.
Segunda Lectura
De los
sermones del beato Isaac, abad del monasterio de Stella
(Sermón 42: PL 194,1831-1832)
PRIMOGÉNITO
DE MUCHOS HERMANOS
Del mismo
modo que, en el hombre, cabeza y cuerpo forman un solo hombre, así el Hijo de
la Virgen y sus miembros constituyen también un solo hombre y un solo Hijo del hombre.
El Cristo íntegro y total, como se desprende de la Escritura, lo forman la
cabeza y el cuerpo. En efecto, todos los miembros juntos forman aquel único
cuerpo que, unido a su cabeza, es el único Hijo del hombre, quien, al ser
también Hijo de Dios, es el único Hijo de Dios y forma con Dios el Dios único.
Por ello el cuerpo íntegro con su cabeza es Hijo del hombre, Hijo de Dios y
Dios. Por eso se dice también: Padre, éste es mi deseo: que sean uno, como tú,
Padre, en mí y yo en ti.
Así, pues, de acuerdo con el significado de esta conocida afirmación de la
Escritura, no hay cuerpo sin cabeza, ni cabeza sin cuerpo, ni Cristo total,
cabeza y cuerpo, sin Dios.
Por tanto, todo ello con Dios forma un solo Dios. Pero el Hijo de Dios es Dios
por naturaleza, y él Hijo del hombre está unido a Dios personalmente; en cambio,
los miembros del cuerpo de su Hijo están unidos con él sólo místicamente. Por
esto los miembros fieles y espirituales de Cristo se pueden llamar de verdad lo
que es él mismo, es decir, Hijo de Dios y Dios. Pero lo que él es por
naturaleza, éstos lo son por comunicación, y lo que él es en plenitud, éstos lo
son por participación; finalmente, él es Hijo de Dios por generación y sus
miembros lo son por adopción, como está escrito: Habéis recibido un Espíritu de
hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba !» (Padre).
Y por este mismo Espíritu les da poder para ser hijos de Dios, para que,
instruidos por aquel que es el primogénito de muchos hermanos, puedan decir:
Padre nuestro, que estás en los cielos. Y en otro lugar afirma: Subo al Padre
mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.
Nosotros renacemos de la fuente bautismal como hijos de Dios y cuerpo suyo en virtud
de aquel mismo Espíritu del que nació el Hijo del hombre, como cabeza nuestra,
del seno de la Virgen. Y así como él nació sin pecado, del mismo modo nosotros
renacemos para remisión de todos los pecados.
Pues, así como cargó en su cuerpo de carne con todos los pecados del cuerpo
entero, y con ellos subió a la cruz, así también, mediante la gracia de la
regeneración, hizo que a su cuerpo místico no se le imputase pecado alguno,
como está escrito: Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito:
Este hombre, que es Cristo, es realmente dichoso, ya que, como Cristo —cabeza y
Dios, perdona el pecado, como Cristo— cabeza y hombre no necesita ni recibe
perdón alguno y, como cabeza de muchos, logra que no se nos apunte el delito.
Justo en sí mismo, se justifica a sí mismo. Único Salvador y único salvado,
sufrió en su cuerpo físico sobre el madero lo que limpia de su cuerpo místico
por el agua. Y continúa salvando de nuevo por el madero y el agua, como Cordero
de Dios que quita, que carga sobre sí, el pecado del mundo; sacerdote, sacrificio
y Dios, que, ofreciendo su propia persona a sí mismo, por sí mismo se
reconcilió consigo mismo, con el Padre y con el Espíritu Santo.
Responsorio Rm 12, 5; Col 2, 9-10; 1, 18
R. Siendo
muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, e individualmente somos miembros unos
de otros. * En su cuerpo glorificado habita toda la plenitud de la
divinidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él.
Aleluya.
V. Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia; él es el principio,
el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
R. En su cuerpo glorificado habita toda la plenitud de la
divinidad; e, incorporados a él, alcanzáis también vosotros esa plenitud en él.
Aleluya.
*Lecturas
de la 5ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*
Viernes, 7 de mayo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (15,12-17)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a
vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a
conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he
destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os
améis unos a otros».
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Este
es mi mandamiento, que os améis unos a otros corno yo os he amado. Aleluya.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Dirijamos
nuestra oración a Dios Padre, que por la resurrección de Jesucristo nos ha dado
vida nueva, y digámosle:
*Ilumínanos, Señor, con la claridad de
Jesucristo*.
Señor, Padre clementísimo, tú que nos has revelado tu plan de salvación,
proyectado desde antes de la creación del mundo, y eres fiel en todas tus promesas,
— escucha con amor nuestras plegarias.
Purifícanos con tu verdad y encamina nuestros pasos por las sendas de la
santidad, — para que hagamos siempre el bien según tu agrado.
Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, — para que, libres de todo mal, nos
saciemos con los bienes de tu casa.
Tú que diste tu paz a los apóstoles, — concédela también a todos los hombres
del mundo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Porque deseamos que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Danos,
Señor, una plena vivencia del misterio pascual, para que la alegría que experimentamos
en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvación. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
*Beata Madre María de San José*
Primera Beata de Venezuela
La primera Beata venezolana:
Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la Madre María de San José. Hija de
Clemente Alvarado y Margarita Cardozo, nació en Choroní, un pueblo del Estado
Aragua, en Venezuela, el 25 de Abril de 1875.
*Biografía de la Beata Madre
María*
Desde su infancia llevó una vida cristiana ejemplar. A los cinco
años de edad se trasladó con su familia a vivir en la ciudad de Maracay,
capital del mismo Estado. A los trece, se consagró al Señor cuando en su
Primera Comunión el 8 de Diciembre de 1988, día de la Inmaculada Concepción de
María Santísima, le hace su voto de virginidad. De aquí y hasta su muerte
vivirá sólo para El, en pobreza y humilde sencillez.
En 1892, a los diecisiete años, le impusieron el santo escapulario
de la Virgen del Carmen. Luego en 1893, el sacerdote Justo Vicente López
Aveledo fundó la Sociedad de las Hijas de María y Laura pasa a formar parte de
ella, renovando así sus primeros votos de virginidad perpetua, también un día 8
de Diciembre.
De los 18 años en adelante, asesorada por su director espiritual
el Pbro. López Acevedo, comenzó a dedicarse al servicio de los más pobres. El
mismo Pbro. en 1893, fundó el Hospital San José, el primero de Maracay, en
beneficio de la clase desposeída y allí comenzó su labor.
Próxima a cumplir sus 24 años, Laura recibió del padre López la
dirección y administración del hospital. Fundó igualmente el padre López la
congregación religiosa de las Agustinas Recoletas en Venezuela entrando a
formar parte de ella y a cuya cabeza ingresa Laura Evangelista en 1903 como
Superiora de la comunidad, desde entonces se le llamó Madre María de San José.
Muchas fueron las obras hechas por esta congregación en el país,
dirigidas por la Madre María de San José, desde orfelinatos hasta asilos de
mendigos, casas maternas, hospitales, escuelas, albergues, y otras. Después de
una fructífera vida de sacrificio, caridad y ferviente amor por Jesús
Eucaristía, muere santamente la Madre María en Maracay el 2 de Abril de 1967, a
los 92 años de edad.
Sus exequias se efectuaron con emotivas honras fúnebres, luego de
permanecer sus restos tres días en capilla ardiente. Hoy, reposan en la Capilla
de las Hermanas Agustinas del Hogar "Inmaculada Concepción" de
Maracay donde transcurrió la mayor parte de su vida.
El proceso de su Beatificación comenzó en 1978. En 1982, ocurre la
curación de la hermana Teresa Silva inválida por penosa enfermedad a quien la
Madre le había profetizado su curación años antes. Este milagro, obtenido de la
misma Madre, fue aprobado por decreto papal de Juan Pablo II en 1993. En 1994,
es trasladado su cuerpo incorrupto al sarcófago de cristal para la veneración
de sus hijas espirituales y fieles. El día 7 de Mayo de 1995 se realizó la
ceremonia de su Beatificación. Los venezolanos nos sentimos realmente
orgullosos de nuestra primera Beata: María de San José y oramos por su pronta
Canonización.
Desde 1967 numerosas personas visitan diariamente el sepulcro de
nuestra Madre María, en actitud de súplicas o de acción de gracias por
continuos favores recibidos. Su fama de santidad trascendió las fronteras de la
patria, lo que motivó la apertura del proceso de Beatificación por parte de las
Hermanas con la asesoría del P. Eugenio Ayape (Agustino Recoleto). Se comienza
entonces con la investigación y recopilación de datos, documentos y testimonios
y en la publicación de varias obras de carácter histórico, más un boletín
trimestral informativo. Desde el año 1982 el P. Romualdo Rodrigo se constituye
Postulador de la Causa de Beatificación y Canonización de nuestra Madre
fundadora, la cual se inicia en Maracay el 9 de Octubre de 1983 en celebración
Eucarística presidida en la Catedral Mons. Feliciano Gonzalez, quien la declara
SIERVA DE DIOS. Dicho proceso Diocesano queda clausurado el 13 de julio de
1986, trasladando toda la documentación a Roma, donde es estudiada por
Consultores, Teólogos, Cardenales y Obispos con positivos resultados. El 7 de
mayo del 1992, el Santo Padre promulga el decreto sobre la Heroicidad de las
virtudes, por el cual nuestra Madre María recibe el título de VENERABLE, para
continuar con el estudio del Milagro de curación de la Hna. Teresa Silva,
atribuido a la intercesión de nuestra fundadora, el cual fue aprobado por
unanimidad y fue presentado ante el Papa Juan Pablo II, quien a su vez lo
aprueba formalmente mediante el decreto del 23 de diciembre de 1993. Como
requisito para la Beatificación, se exhumaron los restos mortales de la
VENERABLE María de San José, el 19 de enero de 1994, hallándose su cuerpo
intacto. Es Beatificada por S.S. Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro en Roma
el 7 de Mayo de 1995, constituyéndola así PRIMERA BEATA DE VENEZUELA.
*Vísperas - VIERNES V SEMANA DE PASCUA 2021*
Viernes,
7 de mayo de 2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.
Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.
Pascua sagrada,
¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.
Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.
Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.
Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.
Salmodia
Antífona
1: Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.
Salmo 40
Oración de un enfermo
Uno de vosotros
me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14,18)
Dichoso
el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Antífona
2: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.
Salmo 45
Dios, refugio y fortaleza de su pueblo
Le pondrá
por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». (Mt 1,23)
Dios es
nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Antífona
3: Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.
Ap 15,3-4
Himno de adoración
Grandes y
maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Lectura Breve
Hb 5, 8-10
Cristo,
aunque era Hijo de Dios, aprendió por experiencia, en sus padecimientos, la obediencia,
y, habiendo así llegado hasta la plena consumación, se convirtió en causa de salvación
para todos los que lo obedecen, proclamado por Dios sumo sacerdote «según el
rito de Melquisedec».
Responsorio Breve
V. Los
discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
Canto Evangélico
Antifona: Nadie
tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Aleluya.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Invoquemos
a Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:
Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por los ministros de tu Iglesia: que, al distribuir entre
sus hermanos el
pan de vida,
— encuentren también ellos en el pan que distribuyen su alimento y fortaleza.
Te pedimos por todo el pueblo cristiano: que viva, Señor como pide la vocación
a que ha
sido convocado,
— y se esfuerce por mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
Te pedimos por los que rigen los destinos de las naciones: que cumplan su
misión con espíritu de justicia y con amor, — para que haya paz y concordia
entre los pueblos.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Señor, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos,
— y que nuestros hermanos difuntos, a quienes encomendamos a tu bondad, se
alegren
también en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Danos,
Señor, una plena vivencia del misterio pascual, para que la alegría que experimentamos
en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvación. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.