*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santo Domingo de la
Calzada*
12 de Mayo
TIEMPO PASCUAL
MIÉRCOLES
DE SEMANA VI
Propio del Tiempo. Salterio II
12 de mayo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Himno: GLORIOSA AURORA DE ESTE NUEVO DÍA
Gloriosa aurora de este nuevo día,
despierta en nuestras almas la alegría
de ver nuestro Señor glorificado,
vencidos ya la muerte y el pecado.
Jesús llena de luz el mundo entero;
de cuantos vivirán, él el primero
entró en la luz de eternas claridades,
glorioso ya sin fin de eternidades.
Torrente de alegría, salte y fluya
el grito jubiloso de aleluya,
los hombres y los pueblos lo repitan,
sus vidas en el Cristo resucitan.
Jesús, presente y vivo en tus hermanos,
acoge nuestras manos en tus manos,
conduce el caminar de nuestras vidas
por sendas de vivir ya redimidas.
Recibe, Padre santo, la alabanza
del pueblo que te aclama en la esperanza
de ser junto a tu Hijo eternamente
reunido por tu Espíritu clemente. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Te vio el mar, ¡oh Dios!, te vio el mar mientras guiabas a tu
pueblo por las aguas caudalosas. Aleluya.
Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.
Alzo mi voz a Dios gritando,
alzo mi voz a Dios para que me oiga.
En mi angustia te busco, Señor mío;
de noche extiendo las manos sin descanso,
y mi alma rehúsa el consuelo.
Cuando me acuerdo de Dios, gimo,
y meditando me siento desfallecer.
Sujetas los párpados de mis ojos,
y la agitación no me deja hablar.
Repaso los días antiguos,
recuerdo los años remotos;
de noche lo pienso en mis adentros,
y meditándolo me pregunto:
¿Es que el Señor nos rechaza para siempre
y ya no volverá a favorecernos?
¿Se ha agotado ya su misericordia,
se ha terminado para siempre su promesa?
¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,
o la cólera cierra sus entrañas?
Y me digo: ¡Qué pena la mía!
¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!
Recuerdo las proezas del Señor;
sí, recuerdo tus antiguos portentos,
medito todas tus obras
y considero tus hazañas.
Dios mío, tus caminos son santos:
¿qué dios es grande como nuestro Dios?
Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,
mostraste tu poder a los pueblos;
con tu brazo rescataste a tu pueblo,
a los hijos de Jacob y de José.
Te vio el mar, ¡oh Dios!,
te vio el mar y tembló,
las olas se estremecieron.
Las nubes descargaban sus aguas,
retumbaban los nubarrones,
tus saetas zigzagueaban.
Rodaba el fragor de tu trueno,
los relámpagos deslumbraban el orbe,
la tierra retembló estremecida.
Tú te abriste camino por las aguas,
un vado por las aguas caudalosas,
y no quedaba rastro de tus huellas:
mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,
por la mano de Moisés y de Aarón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te vio el mar, ¡oh Dios!, te vio el mar mientras guiabas a tu
pueblo por las aguas caudalosas. Aleluya.
Ant 2. El Señor da la muerte y la vida. Aleluya.
Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10
Mi corazón se regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
No hay santo como el Señor,
no hay roca como nuestro Dios.
No multipliquéis discursos altivos,
no echéis por la boca arrogancias,
porque el Señor es un Dios que sabe;
él es quien pesa las acciones.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos se marchita.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria;
pues del Señor son los pilares de la tierra,
y sobre ellos afianzó el orbe.
Él guarda los pasos de sus amigos,
mientras los malvados perecen en las tinieblas,
porque el hombre no triunfa por su fuerza.
El Señor desbarata a sus contrarios,
el Altísimo truena desde el cielo,
el Señor juzga hasta el confín de la tierra.
él da fuerza a su Rey,
exalta el poder de su Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor da la muerte y la vida. Aleluya.
Ant 3. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de
corazón. Aleluya.
Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
Delante de él avanza fuego
abrasando en torno a los enemigos;
sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de
corazón. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 6, 8-11
Si verdaderamente hemos muerto con Cristo, tenemos fe de que también viviremos
con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no
muere; la muerte no tiene ya poder sobre él. Su muerte fue un morir al pecado
de una vez para siempre, mas su vida es un vivir para Dios. Así también, considerad
vosotros que estáis muertos al pecado, pero que vivís para Dios en unión con
Cristo Jesús.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
V. Dios
resucitó a Cristo de entre los muertos. Aleluya.
R. Para que nuestra fe y esperanza se centren en Dios. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 2, 18-29
EL ANTICRISTO
Hijos míos, ésta es la hora última. Habéis oído decir que va a venir el
anticristo. Pues bien, ahora se han levantado muchos anticristos. Por eso conocemos
que ésta es la hora postrera. De entre nosotros han salido, pero no eran de los
nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían quedado con nosotros. Con
esto se da a conocer que no todos son de los nuestros. Vosotros, en cambio,
poseéis la unción que viene del Santo, y todos los sabéis.
Os escribo, no porque no conozcáis la verdad, sino porque la conocéis y porque
sabéis que ninguna mentira tiene su origen en la verdad. ¿Quién es el que
miente sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el anticristo, el que
niega al Padre y al Hijo. Quien niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien
reconoce al Hijo posee también al Padre.
Vosotros, en cambio, procurad manteneros en la doctrina que desde un principio
escuchasteis. Si en vosotros permanece la doctrina que oísteis desde el
principio, permaneceréis en el Hijo y en el Padre. Y ésta es la promesa que él
nos hizo: la vida eterna.
Os escribo la presente a propósito de los que intentan induciros al error. La
unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no tenéis necesidad
de que nadie os enseñe. Como su unción os instruye en todas las cosas (y es
verídica y no mentirosa) ,permaneced en él, tal como él os lo enseñó. Y ahora,
hijos míos, permaneced en él, para que, cuando se manifieste, cobremos plena
confianza y no nos apartemos de él, confundidos, en su advenimiento.
Si sabéis que él es justo, sabéis también que todo el que practica la justicia
ha nacido de él.
RESPONSORIO 1Jn 2, 27; Jl 2, 23
R. La unción que de Dios habéis recibido permanece en vosotros, * y
no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, sino que su unción os instruye en
todas las cosas. Aleluya.
V. Alegraos, gozaos en el Señor vuestro Dios, que os dará el maestro
de la santidad.
R. Y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe, sino que su unción
os instruye en todas las cosas. Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 1 Sobre la Ascensión, 2-4: PL 54, 395-396)
LOS DÍAS ENTRE LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Aquellos días, amadísimos hermanos, que transcurrieron entre la resurrección
del Señor y su ascensión no fueron infructuosos, sino que en ellos fueron
reafirmados grandes misterios y reveladas importantes verdades.
En el transcurso de estos días fue abolido el temor de la muerte funesta y
proclamada la inmortalidad, no sólo del alma, sino también del cuerpo. En estos
días, mediante el soplo del Señor, todos los apóstoles recibieron el Espíritu
Santo; en estos días le fue confiado al bienaventurado apóstol Pedro, por
encima de los demás, el cuidado del aprisco del Señor, después de que hubo
recibido las llaves del reino.
Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que
iban de camino y los reprendió por su resistencia en creer, a ellos, que estaban
temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda. Sus
corazones, por él iluminados, recibieron la llama de la fe y se convirtieron de
tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras. En la
fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron también
sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su
naturaleza glorificada.
Por tanto, amadísimos hermanos, durante todo este tiempo que media entre la
resurrección del Señor y su ascensión, la providencia de Dios se ocupó en
demostrar, insinuándose en los ojos y en el corazón de los suyos, que la
resurrección del Señor Jesucristo era tan real como su nacimiento, pasión y
muerte.
Por esto, los apóstoles y todos los discípulos, que estaban turbados por su
muerte en la cruz y dudaban de su resurrección, fueron fortalecidos de tal modo
por la evidencia de la verdad que, cuando el Señor subió al cielo, no sólo no
experimentaron tristeza alguna, sino que se llenaron de gran gozo.
Y es que en realidad fue motivo de una inmensa e inefable alegría el hecho de
que la naturaleza humana, en presencia de una santa multitud, ascendiera por
encima de la dignidad de todas las creaturas celestiales, para ser elevada más
allá de todos los ángeles, por encima de los mismos arcángeles, sin que ningún
grado de elevación pudiera dar la medida de su exaltación, hasta ser recibida
junto al Padre, entronizada y asociada a la gloria de aquel con cuya naturaleza
divina se había unido en la persona del Hijo.
RESPONSORIO Jn 14, 2. 3. 16. 18
R. Voy a prepararos un lugar, pero volveré otra vez, * para
tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis también vosotros.
Aleluya.
V. Yo rogaré al Padre y él os dará otro Abogado que esté con vosotros
para siempre; no os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.
R. Para tomaros y llevaros conmigo, para que donde yo esté estéis
también vosotros. Aleluya.
*Lecturas
de la 6ª Semana del Tiempo Pascua Ciclo B*
Miércoles, 12 de mayo de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (16,12-15):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora;
cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.
Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os
comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de
lo mío y os lo anunciará».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Tendría aún muchas cosas que deciros, pero no estáis ahora en
disposición de entenderlas; cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a
la verdad completa. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tendría aún muchas cosas que deciros, pero no estáis ahora en
disposición de entenderlas; cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a
la verdad completa. Aleluya.
PRECES
Dirijámonos a Dios, que quiso manifestar a Jesús resucitado a los
apóstoles, y digámosle suplicantes:
Ilumínanos, Señor, con la claridad de tu Cristo.
Señor, fuente de toda luz, te aclamamos con acción de gracias en esta mañana,
porque nos has llamado a participar de tu luz admirable
y nos has querido dar la salvación.
Haz, Señor, que la fuerza del Espíritu Santo nos purifique y nos fortalezca,
para que con nuestro trabajo hagamos más humana la vida de los hombres.
Haz que nos entreguemos de tal modo al servicio de nuestros hermanos,
que logremos hacer de la familia humana una ofrenda agradable a tus ojos.
Llénanos, desde el principio de este nuevo día, de tu misericordia,
para que en toda nuestra jornada nos gocemos en tu alabanza.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro
maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, que, así como ahora celebramos en la fe la
gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo, así también merezcamos
regocijarnos con todos los santos, cuando vuelva él triunfalmente al fin de los
tiempos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santo Domingo de la
Calzada*
Nació en Viloria, Alava, en una humilde familia. Un día, mientras
pastoreaba sus ovejas a las orillas del Ebro, oyó la voz de Dios que le llamaba
a su servicio. Acudió al monasterio de San Millán de la Cogolla, pero no fue
admitido. Tampoco en Santa María de Valvanera, por lo que se decidió por la
vida eremítica. Y en los montes que rodean al San Lorenzo, pasó cinco años
dedicado a la oracion y penitencia.
En la Edad Media cobró gran auge—junto con Roma y Jerusalén— la
peregrinación a Santiago de Compostela, nuestro santo se convirtió en el buen
samaritano, el ángel protector de los romeros a Santiago, mejorar los caminos,
preparar albergues, movido únicamente por su deseo de ayudar a los peregrinos.
Construyó primero una ermita dedicada a Santa Maria desde la que exploraba el
horizonte para acudir en ayuda de cualquier prójimo en apuros, y más adelante,
un albergue, donde funge de albañil y enfermero. Luego busca recursos y levanta
el famoso puente sobre el Oja, que todavía subsiste, tras diez siglos, y años
más tarde tala montes y construye una calzada, que actualmente lleva su
apellido. Muchos al ver su esfuerzo y los frutos de su obra, deciden colaborar
con él, naciendo la ciudad de Santo Domingo de la Calzada.
San Juan de Ortega y Santo Domingo de Silos, que lo conocieron,
indicaron las múltiples obras de caridad llevadas a cabo durante más de sesenta
años por este benefactor insigne de la humanidad.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: HOY ROMPE LA CLAUSURA
Hoy rompe la clausura
del surco empedernido
el grano en él hundido
por nuestra mano dura;
y hoy da su flor primera
la rama sin pecado
del árbol mutilado
por nuestra mano fiera.
Hoy triunfa el buen Cordero
que, en esta tierra impía,
se dio con alegría
por el rebaño entero;
y hoy junta su extraviada
majada y la conduce
al sitio en que reluce
la luz resucitada.
Hoy surge, viva y fuerte,
segura y vencedora,
la Vida que hasta ahora
yacía en honda muerte;
y hoy alza del olvido
sin fondo y de la nada
al alma rescatada
y al mundo redimido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No se turbe vuestro corazón; tan sólo creed en mí. Aleluya.
Salmo 61 - DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.
Sólo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre
todos juntos, para derribarlo
como a una pared que cede
o a una tapia ruinosa?
Sólo piensan en derribarme de mi altura,
y se complacen en la mentira:
con la boca bendicen,
con el corazón maldicen.
Descansa sólo en Dios, alma mía,
porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.
De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme,
Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón,
que Dios es nuestro refugio.
Los hombres no son más que un soplo,
los nobles son apariencia:
todos juntos en la balanza subirían
más leves que un soplo.
No confiéis en la opresión,
no pongáis ilusiones en el robo;
y aunque crezcan vuestras riquezas,
no les deis el corazón.
Dios ha dicho una cosa,
y dos cosas que he escuchado:
«Que Dios tiene el poder
y el Señor tiene la gracia;
que tú pagas a cada uno
según sus obras.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No se turbe vuestro corazón; tan sólo creed en mí. Aleluya.
Ant 2. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que se alegren por tu
salvación. Aleluya.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que se alegren por tu
salvación. Aleluya.
Ant 3. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza.
Aleluya.
Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER
RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Su resplandor eclipsa el cielo, la tierra se llena de su alabanza.
Aleluya.
LECTURA BREVE Hb 7, 24-27
Jesús, como permanece para siempre, tiene un sacerdocio eterno. De aquí que tiene
poder para llevar a la salvación definitiva a cuantos por él se vayan acercando
a Dios, porque vive para siempre para interceder por ellos. Y tal era
precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, sin maldad, sin mancha,
excluido del número de los pecadores y exaltado más alto que los cielos. No
tiene necesidad, como los sumos sacerdotes, de ofrecer víctimas cada día,
primero por sus propios pecados y luego por los del pueblo. Esto lo hizo una
vez por todas, ofreciéndose a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Espíritu me glorificará, porque tomará de lo que es mío para
dároslo a conocer. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu me glorificará, porque tomará de lo que es mío para
dároslo a conocer. Aleluya.
PRECES
Imploremos a Dios Padre, que por la resurrección de su Hijo de
entre los muertos nos ha abierto el camino de la vida eterna, y digámosle:
Por la victoria de Cristo, salva, Señor, a tus redimidos.
Dios de nuestros padres, que has glorificado a tu Hijo Jesús, resucitándolo de
entre los muertos,
convierte nuestros corazones, para que vivamos la nueva vida de tu Hijo
resucitado.
Tú que nos has devuelto al Pastor y guardián de nuestras vidas, cuando éramos
ovejas descarriadas,
consérvanos en fidelidad a tu Evangelio, bajo la guía de los obispos de tu
Iglesia.
Tú que elegiste a los primeros discípulos de tu Hijo de entre el pueblo de
Israel,
revela a los hijos de este pueblo el cumplimiento de las promesas que hiciste a
sus padres.
Acuérdate, Señor, de los huérfanos, de las viudas, de los esposos que viven
separados y de todos nuestros hermanos abandonados,
y no permitas que vivan en la soledad los que fueron reconciliados por la
muerte de tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que llamaste a ti a Esteban, el cual confesó que Jesús estaba a tu derecha,
recibe a nuestros hermanos difuntos que esperaron tu venida en la fe y en el
amor.
Digamos ahora todos juntos la oración que nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Concédenos, Señor, que, así como ahora celebramos en la fe la
gloriosa resurrección de tu Hijo Jesucristo, así también merezcamos
regocijarnos con todos los santos, cuando vuelva él triunfalmente al fin de los
tiempos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.