*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Beda*
MARTES 25, SEMANA IV
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al Señor, al Dios grande, venid, adorémosle.
Himno: ESTÁTE, SEÑOR, CONMIGO.
Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.
Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.
Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto.
Ant 2. No nos desampares, Señor, para siempre.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No nos desampares, Señor, para siempre.
Ant 3. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te cantaré, Dios mío, un cántico nuevo.
LECTURA BREVE Is 55, 1
Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid,
comprad trigo, comed sin pagar: vino y leche de balde.
RESPONSORIO BREVE
V. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
V. Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.
R. Espero en tu palabra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Escucha mi voz, Señor; espero en tu palabra.
Lecturas
Primera Lectura
De la primera carta a los Corintios 15, 20-34
LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de
los que durmieron. Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por
un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán
mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango:
Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida. Luego, el fin, cuando
entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado,
Dominación y Potestad. Porque debe él reinar “hasta que ponga a todos sus
enemigos bajo sus pies”. El último enemigo en ser destruido será la muerte.
Porque “ha sometido todas las cosas bajo sus pies”. Más cuando diga que «todo está
sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las
cosas.
Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se
someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo
en todo. De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los
muertos no resucitan en manera alguna ¿por qué bautizarse por ellos? Y nosotros
mismos ¿por qué nos ponemos en peligro a todas horas? Cada día estoy a la
muerte ¡sí hermanos! gloria mía en Cristo Jesús Señor nuestro, que cada día
estoy en peligro de muerte. Si por motivos humanos luché en Éfeso contra las
bestias ¿qué provecho saqué? Si los muertos no resucitan, “comamos y bebamos,
que mañana moriremos”. No os engañéis: «Las malas compañías corrompen las buenas
costumbres.» Despertaos, como conviene, y no pequéis; que hay entre vosotros quienes
desconocen a Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.
Responsorio 1 Co 15, 25-26; cf. Ap
20, 13. 14
R. Cristo debe reinar hasta que Dios ponga todos sus enemigos
bajo sus pies. * El último enemigo aniquilado será la muerte.
V. Entonces la muerte y el hades devolverán los muertos, y la
muerte y el hades serán arrojados al lago de fuego.
R. El último enemigo aniquilado será la muerte.
Segunda Lectura
Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo
(Libro 10,1,1-2, 2; 5, 7: CSEL 33, 226-227. 230-231)
A TI, SEÑOR, ME MANIFIESTO TAL COMO SOY
Conózcate a ti, conocedor mío, conózcate a ti como tú me conoces.
Fuerza de mi alma, entra en ella y ajústala a ti, para que la tengas y poseas sin
mancha ni arruga. Ésta es mi esperanza, por eso hablo; y en esta esperanza me
gozo cuando rectamente me gozo. Las demás cosas de esta vida tanto menos se han
de llorar cuanto más se las llora, y tanto más se han de deplorar cuanto menos
se las deplora. He aquí que amaste la verdad, porque el que realiza la verdad
se acerca a la luz. Yo quiero obrar según ella, delante de ti por esta mi
confesión, y delante de muchos testigos por este mi escrito.
Y ciertamente, Señor, a cuyos ojos está siempre desnudo el abismo de la
conciencia humana, ¿qué podría haber oculto en mí, aunque yo no te lo quisiera
confesar? Lo que haría sería esconderte a ti de mí, no a mí de ti. Pero ahora,
que mi gemido es un testimonio de que tengo desagrado de mí, tú brillas y me
llenas de contento, y eres amado y deseado por mí, hasta el punto de llegar a
avergonzarme y desecharme a mí mismo y de elegirte sólo a ti, de manera que en
adelante no podré ya complacerme si no es en ti, ni podré serte grato si no es
por ti.
Como quiera, pues, que yo sea, Señor, manifiesto estoy ante ti. También he
dicho ya el fruto que produce en mí esta confesión, porque no la hago con
palabras y voces de carne, sino con palabras del alma y clamor de la mente, que
son las que tus oídos conocen.
Porque, cuando soy malo, confesarte a ti no es otra cosa que tomar disgusto de
mí; y, cuando soy bueno, confesarte a ti no es otra cosa que no atribuirme eso
a mí, porque tú, Señor, bendices al justo; pero antes de ello haces justo al
impío. Así, pues, mi confesión en tu presencia, Dios mío, es a la vez callada y
clamorosa: callada en cuanto que se hace sin ruido de palabras, pero clamorosa
en cuanto al clamor con que clama el afecto.
Tú eres, Señor, el que me juzgas; porque, aunque ninguno de los hombres conoce
lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él, con
todo, hay algo en el hombre que ignora aun el mismo espíritu que habita dentro
de él; pero tú, Señor, conoces todas sus cosas, porque tú lo has hecho. También
yo, aunque en tu presencia me desprecie y me tenga por tierra y ceniza, sé algo
de ti que ignoro de mí.
Ciertamente ahora te vemos confusamente en un espejo, aún no cara a cara; y
así, mientras peregrino fuera de ti, me siento más presente a mí mismo que a
ti; y sé que no puedo de ningún modo violar el misterio que te envuelve; en
cambio, ignoro a qué tentaciones podré yo resistir y a cuáles no podré, estando
solamente mi esperanza en que eres fiel y no permitirás que seamos tentados más
de lo que podamos soportar, antes con la tentación das también el éxito, para
que podamos resistir.
Confiese, pues, yo lo que sé de mí; confiese también lo que de mí ignoro;
porque lo que sé de mí lo sé porque tú me iluminas, y lo que de mí ignoro no lo
sabré hasta tanto que mis tinieblas se conviertan en mediodía ante tu
presencia.
Responsorio Sal 138, 1. 2. 7
R. Señor, tú me sondeas y me conoces; * de
lejos penetras mis pensamientos.
V. ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu
mirada?
R. De lejos penetras mis pensamientos.
*Lecturas
de la 8ª Semana del Tiempo Ordinario Ciclo B*
Martes, 25 de mayo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Marcos (10,28-31)*
En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas,
o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba
ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e
hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna. Muchos
primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. De la mano de nuestros enemigos, líbranos, Señor.
PRECES
Dios nos otorga el gozo de poder alabarlo en este comienzo del
día, reavivando con ello nuestra esperanza. Invoquémosle, pues, diciendo:
Por el honor de tu nombre, escúchanos, Señor.
Dios y Padre de nuestro Salvador Jesucristo,
te damos gracias porque, por mediación de tu Hijo, nos has dado el conocimiento
y la inmortalidad.
Danos, Señor, un corazón humilde
para que vivamos sujetos unos a otros en el temor de Cristo.
Infunde tu Espíritu en nosotros, tus siervos,
para que nuestro amor fraterno sea sin fingimiento.
Tú que has dispuesto que el hombre dominara el mundo con su esfuerzo,
haz que nuestro trabajo te glorifique y santifique a nuestros hermanos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos muestra siempre su amor de Padre, velando amorosamente por
nosotros, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Aumenta, Señor, nuestra fe, para que esta alabanza que brota de
nuestro corazón vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Beda*
Historiador y Doctor de la
Iglesia, nacido en 672 ó 673 y muerto en 735. En el último capítulo de su gran
obra sobre la "Historia Eclesiástica del Pueblo Inglés", Beda nos
contó algo de su propia vida, prácticamente todo lo que sabemos de él. Sus
palabras, escritas en 731, cuando su muerte no estaba demasiado lejos, no sólo
muestran la sencillez y piedad características del hombre, sino que arrojan luz
sobre la composición de la obra por la cual se le recuerda mejor en todo el
mundo.
Escribió así:
Y es así que, muy interesado en la historia eclesiástica de
Bretaña, especialmente en la raza de los ingleses, yo, Beda, sirviente de
Cristo y sacerdote del monasterio de los benditos apóstoles San Pedro y San
Pablo, el cual se encuentra en Wearmouth y Jarrow (en Northumbria), con la
ayuda del Señor he compuesto, cuanto he logrado recabar de documentos antiguos,
de las tradiciones de los ancianos y de mi propio conocimiento. Nací en el
territorio del monasterio ya mencionado, y a la edad de siete años fui dado,
por el interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino Biscop, y después
a Ceolfrid, para recibir educación. Desde entonces he permanecido toda mi vida
en dicho monasterio, dedicando todas mis penas al estudio de las Escrituras, a
observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la iglesia, siendo
siempre mi deleite el aprender, enseñar o escribir. A los diecinueve años, fui
admitido al diaconado, a los treinta al sacerdocio, ambas veces mediante las
manos del reverendísimo obispo Juan [san Juan de Beverley], y a las órdenes del
abad Ceolfrid. Desde el momento de mi admisión al sacerdocio hasta mis actuales
59 años me he esforzado por hacer breves notas sobre las sagradas Escrituras,
para uso propio y de mis hermanos, ya sea de las obras de los venerables Padres
de la Iglesia o de su significado e interpretación.
Después de esto, Beda inserta una lista de Indiculus, de sus
anteriores escritos y, finalmente, termina su gran obra con las siguientes
palabras:
Y os ruego, amoroso Jesús, que así como me habéis concedido la
gracia de tomar con deleite las palabras de vuestro conocimiento, me concedáis
misericordiosamente llegar a ti, la fuente de toda sabiduría, y permanecer para
siempre delante de vuestro rostro.
Es evidente, en la carta de Beda al obispo Egberto, que el
historiador visitaba ocasionalmente a sus amigos durante algunos días,
alejándose del monasterio de Jarrow; pero salvo esas raras excepciones, su vida
parece haber transcurrido como una pacífica ronda de estudios y oración dentro
de su propia comunidad. El cariño que ésta le tenía queda manifiesto en el
conmovedor relato de la última enfermedad y la muerte del santo, legada a
nosotros por Cuthbert, uno de sus discípulos. Su búsqueda del conocimiento no
fue interrumpida por su enfermedad y los hermanos le leían mientras él estaba
en cama, pero la lectura era reemplazada constantemente por las lágrimas.
"Puedo declarar con toda verdad," escribe Cuthbert sobre su amado
maestro, "que nunca vi con mis ojos, ni oí con mis oídos a nadie que
agradeciera tan incesantemente al Dios vivo. Incluso el día de su muerte (la
vigilia de la Ascensión de 735) el santo estaba ocupado dictando una traducción
del Evangelio de San Juan. Al atardecer, el muchacho Wilbert, que la estaba
escribiendo, le dijo: "Hay todavía una oración, querido maestro, que no
está escrita." Y cuando la hubo entregado, y el muchacho le dijo que
estaba terminada, "Habéis hablado con verdad…", contestó Beda,
"…está terminada. Tomad mi cabeza entre vuestras manos, pues es de gran
placer sentarme frente a cualquier lugar sagrado donde haya orado, así sentado
puedo llamar a mi Padre." Y así, sobre el suelo de su celda, cantando
"Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo", y el resto, exhaló
su último aliento.
El calificativo Venerabilis parece haber sido agregado al nombre
de Beda antes de haber transcurrido las dos generaciones posteriores a su
muerte. Por supuesto, no existe una autoridad anterior que corrobore la leyenda
repetida por Fuller acerca del “monje torpe” que al componer un epitafio sobre
Beda se quedó sin palabras para completar la frase Hac sunt in fossa Bedae…
ossa y a la mañana siguiente se encontró con que los ángeles habían llenado el
espacio con la palabra venerabilis. El calificativo es utilizado por Alcuin,
Amalarius y al parecer por Paulo el Diácono, y el importante Consejo de Aachen
de 835 lo describe como venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis
Beda. Este decreto se mencionaba especialmente en la petición que el Cardenal
Wiseman y los obispos ingleses enviaron a la Santa Sede en 1859, rogando que
Beda fuera declarado Doctor de la Iglesia. El tema ya había sido discutido
antes de la época de Benedicto XIV, pero no fue hasta el 13 de noviembre de
1899 que León XIII decretó que el 27 de mayo toda la Iglesia debía celebrar la
fiesta del Venerable Beda, con el título de Doctor Ecclesiae. Durante toda la
Edad Media se había celebrado en York y en el Norte de Inglaterra el culto
local al Santo Beda, pero la fiesta no era tan popular en el sur, donde se
seguía la Liturgia de Sarum.
La influencia de Beda entre los eruditos ingleses y extranjeros
fue muy grande, y probablemente habría sido mayor si los monasterios del norte
no hubieran sido devastados por las invasiones Danesas menos de un siglo
después de la muerte de Beda. En innumerables formas, pero especialmente por su
moderación, amabilidad y gran visión, Beda se distingue entre sus
contemporáneos. En lo referente a erudición, indudablemente fue el hombre más
sabio de su tiempo. Una característica muy notable, observada por Plummer (I,
p. xxiii), es su sentido de propiedad literaria, una particularidad
extraordinaria en esa época. Él mismo anotaba escrupulosamente en sus escritos
los pasajes que había tomado prestados de otros e incluso rogaba a los copistas
de sus obras que conservaran las referencias, una recomendación a la que ellos
pusieron muy poca atención. A pesar de lo elevado de su cultura, Beda aclara
repetidamente que sus estudios están subordinados a la interpretación de las
Escrituras. En su "De Schematibus" lo dice así: "Las Sagradas
Escrituras están sobre todos los demás libros, no sólo por su autoridad Divina,
o por su utilidad pues son una guía hacia la vida eterna, sino también por su
antigüedad y su forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor tributo
al genio de Beda es que con una convicción tan desprovista de compromiso y tan
sincera de que la sabiduría humana es inferior, haya podido adquirir tanta
cultura verdadera. Aunque el Latín fue para él una lengua todavía viva, y
aunque no parece haber volteado conscientemente hacia la Era de Augusto de la
Literatura Romana que preservaba modelos más puros de estilo literario que la
época de Fortunato o San Agustín, ya sea por genio natural o por el contacto
con los clásicos, Beda es extraordinario por la relativa pureza de su lenguaje
y también por su lucidez y sobriedad, especialmente en temas de crítica
histórica. En todos estos aspectos presenta un marcado contraste con san
Aldhelm quien se aproxima más al tipo Celta.
*VÍSPERAS*
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: TÚ QUE ERES CRISTO, EL ESPLENDOR Y EL DÍA.
Tú que eres, Cristo, el esplendor y el día,
y de la noche ahuyentas las tinieblas,
Luz de Luz que a tus fieles
cual luz te manifiestas,
te pedimos, Señor, humildemente
esta noche que estés de centinela,
en ti hallemos reposo
y la paz nos concedas.
Si se entregan al sueño nuestros ojos,
en ti vigile el corazón alerta,
y rogamos tus hijos,
Señor, que nos protejas.
Defensor nuestro, míranos, rechaza
al enemigo cruel que nos acecha
y, a quienes redimiste
con tu sangre, gobierna.
A ti, Cristo, Señor del universo,
y a ti, Padre, alabanza dondequiera,
y al Amor, por los siglos
loores. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.
Ant 2. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Col 3, 16
Que la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos
unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dadle
gracias de todo corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
RESPONSORIO BREVE
V. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V. De alegría perpetua a tu derecha.
R. En tu presencia, Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Haz, Señor, obras grandes por nosotros, porque tú eres poderoso y
tu nombre es santo.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:
Señor, escúchanos.
Cristo, fortaleza nuestra, concede a todos tus fieles, a quienes has llamado a
la luz de tu verdad,
que tengan siempre fidelidad y constancia.
Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.
Tú que con cinco panes saciaste a la multitud,
enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.
Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del
bienestar de su nación,
sino que piensen también en los otros pueblos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Cuando vengas en tu día a ser glorificado en los santos,
da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.
Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús, y oremos
al Padre diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te
pedimos que nuestras palabras concuerden siempre con los sentimientos de
nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.