*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Felipe y Santiago, Apóstoles*
*Laudes - SAN FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES
2021*
Fiesta
Felipe, nacido en
Betsaida, primeramente fue discípulo de Juan Bautista y después siguió a
Cristo. Santiago, pariente del Señor, hijo de Alfeo, rigió la Iglesia de
Jerusalén; escribió una carta canónica; llevó una vida de gran mortificación y
convirtió a la fe a muchos judíos. Recibió la palma del martirio el año 62.
SAN
FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES el día, lunes, 3 de mayo de 2021. Otras
celebraciones del día: LUNES V
SEMANA DE PASCUA .
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén. Aleluya
Salmodia
Antífona
1: Señor, muéstranos al Padre, y eso nos bastará. Aleluya.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios,
tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona
2: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y ¿no me acabas de
conocer? Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre. Aleluya.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: No se aflija vuestro corazón: tened fe viva en Dios y tenedla
también en mí; en la casa de mi Padre hay muchas moradas. Aleluya.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al
Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Ef 2, 19-22
Ya no
sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y
miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los
apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo
el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado
al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para
ser morada de Dios por el Espíritu.
Responsorio Breve
V. Los
nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya, aleluya.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya,
aleluya.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra. Aleluya,
aleluya.
V. Contaron
las alabanzas del Señor y su poder.
R. Y las maravillas que realizó.
Lecturas
Primera Lectura
De la
primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 18 — 2, 5
LOS
APÓSTOLES PREDICAN LA CRUZ
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero
para los que están en vías de salvación —para nosotros— es fuerza de Dios. Dice
la Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de
los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el
sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del
mundo? Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció, por el camino
de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para
salvar a los creyentes.
Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles; pero, para los llamados —judíos o griegos—, un Mesías que es fuerza
de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los
hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Y si no, fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano,
ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del
mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo
ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del
mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo
que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en
Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría,
justicia, santificación y redención. Y así —como dice la Escritura— «el que se
gloríe, que se gloríe en el Señor.»
Por eso yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios,
no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me
precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté
a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con
persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para
que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de
Dios.
Mt 10, 18. 19-20
R. Cuando
os hagan comparecer ante gobernadores y reyes, no os preocupéis de lo que vais
a decir o de cómo lo diréis: * En su momento se os
sugerirá lo que tenéis que decir.
V. No seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro
Padre
Segunda Lectura
Del tratado
de Tertuliano, presbítero, sobre la prescripción de los herejes
(Caps. 20,1-9; 21, 3; 22, 8-10: CCL 1, 201-204)
LA
PREDICACIÓN APOSTÓLICA
Cristo
Jesús, nuestro Señor, durante su vida terrena, iba enseñando por sí mismo quién
era él, qué había sido desde siempre, cuál era el designio del Padre que él
realizaba en el mundo, cuál ha de ser la conducta del hombre para que sea
conforme a este mismo designio; y lo enseñaba unas veces abiertamente ante el
pueblo, otras aparte a sus discípulos, principalmente a los doce que había
elegido para que estuvieran junto a él, y a los que había destinado como
maestros de las naciones.
Y así, después de la defección de uno de ellos, cuando estaba para volver al Padre,
después de su resurrección, mandó a los otros once que fueran por el mundo a
adoctrinar a los hombres y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Los apóstoles —palabra que significa «enviados»—, después de haber elegido a
Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número
de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un
salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para
hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en
Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, después
fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma
fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera
que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias,
tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la
semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas
apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.
Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda
la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los
apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras
y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad
son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua
fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su
unidad en una misma tradición apostólica.
El único medio seguro de saber qué es lo que predicaron los apóstoles, es decir,
qué es lo que Cristo les reveló, es el recurso a las Iglesias fundadas por los
mismos apóstoles, las que ellos adoctrinaron de viva voz y, más tarde, por carta.
El Señor había dicho en cierta ocasión: Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora; pero añadió a continuación:
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena; con
estas palabras demostraba que nada habían de ignorar, ya que les prometía que
el Espíritu de la verdad les daría el conocimiento de la verdad plena. Y esta promesa
la cumplió, ya que sabemos por los Hechos de los apóstoles que el Espíritu
Santo bajó efectivamente sobre ellos.
Jn 12, 21-22; Rm 9, 26
R. Se
acercaron a Felipe algunos gentiles y le hicieron este ruego: «Señor, queremos
ver a Jesús.» * Felipe fue a decírselo a Andrés; y en seguida Andrés y
Felipe se lo dijeron a Jesús. Aleluya.
V. Ahí donde se dijo: «No sois mi pueblo», serán llamados
«hijos del Dios vivo».
R. Felipe fue a decírselo a Andrés; y en seguida Andrés y
Felipe se lo dijeron a Jesús. Aleluya.
Lecturas
del San Felipe y Santiago, apóstoles
Lunes, 3 de mayo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (14,6-14)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.
Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi
Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.»
Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?
Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al
Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os
digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus
obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las
obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago,
y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi
nombre, yo lo haré.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Felipe
se encontró con Natanael, y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien
escribieron Moisés en la ley y los profetas: a Jesús de Nazaret, el hijo de
José.» Aleluya.
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos
gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por medio de los apóstoles
nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
*El coro de los apóstoles te alaba,
Señor*.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre: — en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra: — por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se
acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia: —
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia: — por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor,
Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la fiesta de los santos
apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, participar en la
muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a contemplar en el
cielo el esplendor de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
*San Felipe y Santiago, Apóstoles*
San Felipe era originario de
Betsaida de Galilea. San Juan habla de él varias veces en el Evangelio. Narra
que el Señor Jesús llamó a Felipe al día siguiente de las vocaciones de San
Pedro y San Andrés. De los Evangelios se deduce que el Santo respondió al
llamado del Señor. Escritores de la Iglesia primitiva y Eusebio, historiador de
la Iglesia, afirman que San Felipe predicó el Evangelio en Frigia y murió en
Hierápolis. Papías, obispo de este lugar, supo por las hijas del apóstol, que a
Felipe se le atribuía el milagro de la resurrección de un muerto.
A Santiago se le llama "el
Menor" para diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue
martirizado poco después de la muerte de Cristo).
*Biografía de San Felipe y
Santiago, Apóstoles*
El evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se
llamaba Alfeo y que era familiar de Nuestro Señor. Es llamado "el hermano
de Jesús", no porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino
un solo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman
"hermanos" a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos
y sobrinos (y probablemente Santiago era "primo" de Jesús, hijo de
alguna hermana de la Sma. Virgen). En la S. Biblia se lee que Abraham llamaba
"hermano" a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se le lee también
que Jacob llamaba "hermano" a Laban, pero Laban era tío de Jacob. Así
que el decir que alguno era "hermano" de Jesús no significa que María
tuvo más hijos, sino que estos llamados "hermanos", eran simplemente
familiares: primos, etc.
San Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado
fue a Santiago. Y el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la
Iglesia de Jerusalén era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban "el
obispo de Jerusalén"). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a
Jerusalén después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a
ninguno de los otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San Pedro fue
liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban
los discípulos y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y a los
demás", que había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17).
Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se
dirigió antes que todo "a visitar a Santiago, y allí en casa de él se
reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén" (Hech. 21,15). San
Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma: "Santiago es, junto
con Juan y Pedro, una de las columnas principales de la Iglesia". (Por
todo esto se deduce que era muy venerado entre los cristianos).
Cuando los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer
Concilio o reunión de todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago
el que redactó la carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).
Hegesipo, historiador del siglo II dice: "Santiago era
llamado ‘El Santo’. La gente estaba segura de que nunca había cometido un
pecado grave. Jamás comía carne, ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo
arrodillado rezando en el templo, que al fin se le hicieron callos en las
rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios y pidiendo perdón al Señor por
los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El que intercede por el
pueblo’". Muchísimos judíos creyeron en Jesús, movidos por las palabras y
el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de
los judíos, un día de gran fiesta y de mucha concurrencia le dijeron: "Te
rogamos que ya que el pueblo siente por ti grande admiración, te presentes ante
la multitud y les digas que Jesús no es el Mesías o Redentor". Y Santiago
se presentó ante el gentío y les dijo: "Jesús es el enviado de Dios para
salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las nubes,
sentado a la derecha de Dios". Al oír esto, los jefes de los sacerdotes se
llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los judíos
se van a hacer seguidores de Jesús". Y lo llevaron a la parte más alta del
templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe
sino que rezaba de rodillas diciendo: "Padre Dios, te ruego que los
perdones porque no saben lo que hacen".
El historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le
llegaron grandes castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado
el hombre más santo de su tiempo.
Este apóstol redactó uno de los escritos más agradables y
provechosos de la S. Biblia. La que se llama "Carta de Santiago". Es
un mensaje hermoso y sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de
leerla. Se encuentra al final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes
como estas: "Si alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su
lengua, se equivoca y su religión es vana". "Oh ricos: si no
comparten con el pobre sus riquezas, prepárense a grandes castigos del
cielo". "Si alguno está triste, que rece. Si alguno se enferma, que
llamen a los presbíteros y lo unjan con aceite santo, y esa oración le
aprovechará mucho al enfermo" (de aquí sacó la Iglesia la costumbre de
hacer la Unción de los enfermos). La frase más famosa de la Carta de Santiago
es esta: "La fe sin obras, está muerta".
*Vísperas - SAN FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES
2021*
Fiesta
Felipe, nacido en
Betsaida, primeramente fue discípulo de Juan Bautista y después siguió a
Cristo. Santiago, pariente del Señor, hijo de Alfeo, rigió la Iglesia de
Jerusalén; escribió una carta canónica; llevó una vida de gran mortificación y
convirtió a la fe a muchos judíos. Recibió la palma del martirio el año 62.
SAN
FELIPE Y SANTIAGO, APÓSTOLES el día, lunes, 3 de mayo de 2021. Otras
celebraciones del día: LUNES V
SEMANA DE PASCUA .
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.
Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.
Pascua sagrada,
¡oh noche bautismal!
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.
Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.
Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.
Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.
Salmodia
Antífona
1: Felipe, el que me ve ve también a mi Padre. Aleluya.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe,
aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona
2: Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo
conocéis y lo habéis visto. Aleluya.
Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA
Cuando el
Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona
3: Si me amáis, guardaréis mis mandatos. Aleluya.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito
sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Lectura Breve
Ef 4, 11-13
Cristo ha
constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función
de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que
lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al
hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Responsorio Breve
V. Contad
a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor. Aleluya, aleluya.
Canto Evangélico
Antifona: Si
permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y
lo conseguiréis. Aleluya.
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Hermanos:
Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al Padre por
su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se manifestara
en primer lugar a los apóstoles, — haz que también nosotros seamos testigos de
Cristo hasta los confines del mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres, — haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra, — haz que,
sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus frutos con
alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos, —
concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Señor,
Dios nuestro, que nos alegras todos los años con la fiesta de los santos
apóstoles Felipe y Santiago, concédenos, por su intercesión, participar en la
muerte y resurrección de tu Hijo, para que merezcamos llegar a contemplar en el
cielo el esplendor de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.