*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE
CUARESMA
VIERNES SANTO DE LA
PASIÓN DEL SEÑOR
Del Propio.
2 de abril 2021
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos redimió con
su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, Hijo de Dios, que nos redimió con
su sangre preciosa, venid, adorémosle.
Himno: BRAZOS RÍGIDOS Y YERTOS
Brazos rígidos y yertos,
por dos garfios traspasados,
que aquí estáis, por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.
Cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo
y muriendo bendecirte.
Que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu ciencia y tu luz;
que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte
por todos nosotros.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios no perdonó a su propio Hijo, sino que lo
entregó a la muerte por todos nosotros.
Ant 2. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de
nuestros pecados con su sangre.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesucristo nos ama y nos ha lavado de
nuestros pecados con su sangre.
Ant 3. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa
resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al
mundo entero.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa
resurrección alabamos y glorificamos; por el madero ha venido la alegría al
mundo entero.
LECTURA BREVE Is 52, 13-15
Mirad: mi siervo tendrá éxito, será enaltecido y ensalzado sobremanera. Y, así
como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni
parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se
admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán
algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Jeremías 16, 1-15
SOLEDAD DEL PROFETA
En aquellos días, recibí esta palabra del Señor:
«No te cases, no tengas hijos ni hijas en este lugar. Porque así dice el Señor
a los hijos e hijas nacidos en este lugar, a las madres que los dieron a luz, a
los padres que los engendraron en esta tierra: "Morirán de muerte cruel,
no serán llorados ni sepultados, serán como estiércol sobre el campo, acabarán
a espada y de hambre, sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las
bestias de la tierra."»
Así dice el Señor:
«No entres en casa donde haya luto, no vayas al duelo, no les des el pésame,
porque retiro de este pueblo —oráculo del Señor— mi paz, misericordia y
compasión. Morirán en esta tierra grandes y pequeños, no serán sepultados ni
llorados, ni por ellos se harán incisiones o se raparán el pelo; no asistirán
al banquete fúnebre para darle el pésame por el difunto, ni les darán la copa
del consuelo por su padre o su madre. No entres en la casa donde se celebra un
banquete para comer y beber con los comensales; porque así dice el Señor de los
ejércitos, Dios de Israel: "Yo haré cesar en este lugar, en vuestros días,
ante vosotros, la voz alegre, la voz gozosa, la voz del novio, la voz de la
novia."
Cuando anuncies a este pueblo todas estas palabras, te preguntarán: "¿Por
qué ha pronunciado el Señor contra nosotros tan terribles amenazas? ¿Qué
delitos o pecados hemos cometido contra el Señor, nuestro Dios?", y tú les
responderás: "Porque vuestros padres me abandonaron —oráculo del Señor—,
siguieron a dioses extranjeros, sirviéndolos y adorándolos. A mí me abandonaron
y no guardaron mi ley. Pero vosotros sois peores que vuestros padres, cada cual
sigue la maldad de su corazón obstinado, sin escucharme a mí. Os arrojaré de
esta tierra a un país desconocido de vosotros y de vuestros padres: allí
serviréis a dioses extranjeros, día y noche, porque no os haré gracia."
Pero llegarán días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: "Vive el
Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino más bien: "Vive el
Señor, que nos sacó del país del norte, de todos los países por donde nos
dispersó." Y los haré volver a su tierra, la que di a sus padres.»
RESPONSORIO Cf. Is 53, 7. 12
R. Fue conducido como oveja al matadero, fue
maltratado y se humilló, enmudecía y no abría la boca; fue entregado a la
muerte, * para dar la vida a su pueblo.
V. Se entregó a sí mismo a la muerte y fue
contado entre los malhechores.
R. Para dar la vida a su pueblo.
SEGUNDA LECTURA
De las Catequesis de san Juan Crisóstomo, obispo
(Catequesis 3, 13-19: SC 50, 174-177)
EL VALOR DE LA SANGRE DE CRISTO
¿Deseas conocer el valor de la sangre de Cristo? Remontémonos a las figuras que
la profetizaron y recordemos los antiguos relatos de Egipto.
Inmolad -dice Moisés- un cordero de un año; tomad su sangre y rociad las dos
jambas y el dintel de la casa. «¿Qué dices, Moisés? La sangre de un cordero
irracional ¿puede salvar a los hombres dotados de razón?» «Sin duda -responde
Moisés-: no porque se trate de sangre, sino porque en esta sangre se contiene
una profecía de la sangre del Señor.»
Si hoy, pues, el enemigo, en lugar de ver las puertas rociadas con sangre
simbólica, ve brillar en los labios de los fieles, puertas de los templos de
Cristo, la sangre del verdadero Cordero, huirá todavía más lejos.
¿Deseas descubrir aún por otro medio el valor de esta sangre? Mira de dónde
brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma cruz y su fuente fue el
costado del Señor. Pues muerto ya el Señor, dice el Evangelio, uno de los
soldados se acercó con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió agua
y sangre: agua, como símbolo del bautismo; sangre, como figura de la
eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del
templo santo, y yo encuentro el tesoro escondido y me alegro con la riqueza
hallada. Esto fue lo que ocurrió con el cordero: los judíos sacrificaron el
cordero, y yo recibo el fruto del sacrificio.
Del costado salió sangre y agua. No quiero, amado oyente, que pases con
indiferencia ante tan gran misterio, pues me falta explicarte aún otra
interpretación mística. He dicho que esta agua y esta sangre eran símbolos del
bautismo y de la eucaristía. Pues bien, con estos dos sacramentos se edifica la
Iglesia: cón el agua de la regeneración y con la renovación del Espíritu Santo,
es decir, con el bautismo y la eucaristía, que han brotado, ambos, del costado.
Del costado de Jesús se formó, pues, la Iglesia, como del costado de Adán fue
formada Eva.
Por esta misma razón, afirma san Pablo: Somos miembros de su cuerpo, formados
de sus huesos, aludiendo con ello al costado de Cristo. Pues del mismo modo que
Dios formó a la mujer del costado de Adán, de igual manera Jesucristo nos dio
el agua y la sangre salidas de su costado, para edificar la Iglesia. Y de la
misma manera que entonces Dios tomó la costilla de Adán, mientras éste dormía,
así también nos dio el agua y la sangre después que Cristo hubo muerto.
Mirad de qué manera Cristo se ha unido a su esposa, considerad con qué alimento
la nutre. Con un mismo alimento hemos nacido y nos alimentamos. De la misma
manera que la mujer se siente impulsada por su misma naturaleza a alimentar con
su propia sangre y con su leche a aquel a quien ha dado a luz, así también
Cristo alimenta siempre con su sangre a aquellos a quienes él mismo ha hecho
renacer.
RESPONSORIO 1Pe 1, 18-19; Ef 2, 18; 1Jn 1, 7
R. Os rescataron, no con bienes efímeros, con
oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni
mancha. * Por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.
V. La sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos
purifica de todo pecado.
R. Por medio de él tenemos acceso al Padre en un
solo Espíritu.
Evangelio
Pasión de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1–19,42):
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente
Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el
traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus
discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos
sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús,
sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy.»
C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: «Yo soy»,
retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno.»
C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos»
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me
diste.» Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado
del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco.
Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a
beber?»
C. La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo
ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo
sacerdote aquel año; era Caifás el que había dado a los judíos este consejo:
«Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otro discípulo
seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con
Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la
puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la
portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a
Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?»
C. Él dijo:
S. «No lo soy.»
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y
se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo
sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le
contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la
sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a
escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de
qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo.»
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaban allí le dio una bofetada a
Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?»
C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como
se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en
pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy.»
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le
cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo con él en el huerto?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. Llevaron a Jesús de casa
de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para
no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera,
adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.»
C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley.»
C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie.»
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a
morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí;
¿qué has hecho?»
C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia
habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es
de aquí.»
C. Pilato le dijo:
S. «Conque, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo:
para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por
Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Volvieron a gritar:
S. «A ése no, a Barrabás.»
C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó
azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la
cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le
decían:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna
culpa.»
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color
púrpura. Pilato les dijo:
S. «Aquí lo tenéis.»
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «¡Crucifícalo, crucíficalo!»
C. Pilato les dijo:
S «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él.»
C. Los judíos le contestaron:
S «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha
declarado Hijo de Dios.»
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en
el pretorio, dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?»
C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad
para crucificarte?»
C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo
alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor.»
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está
contra el César.»
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el
tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata).
Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a
los judíos:
S. «Aquí tenéis a vuestro rey.»
C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?»
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César.»
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él,
cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se
dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y
en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en
él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos.» Leyeron el
letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús,
y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de
los judíos dijeron a Pilato:
S. «No, escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho:
Soy el rey de los judíos."»
C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está.»
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro
partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin
costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca.»
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi
túnica». Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre,
la hermana de María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al
discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre.»
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto,
sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la
Escritura dijo:
+ «Tengo sed.»
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en
vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo:
+ «Está cumplido.»
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Los judíos entonces, como era
el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el
sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les
quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las
piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al
llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino
que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió
sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él
sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que
se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la
Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» Después de esto, José de
Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió
a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él
fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a
verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se
acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo
crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado
todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro
estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero indicando el motivo de su
condenación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fijaron encima de su cabeza un letrero
indicando el motivo de su condenación: «Éste es Jesús, el rey de los judíos.»
PRECES
Adoremos a nuestro Redentor, que por nosotros y por todos los
hombres quiso morir y ser sepultado para resucitar de entre los muertos, y
supliquémosle, diciendo:
*Señor, ten piedad de nosotros*.
Señor y Maestro nuestro, que por nosotros te sometiste incluso a la muerte,
enséñanos a someternos siempre a la voluntad del Padre.
Tú que siendo nuestra vida quisiste morir en la cruz para destruir la muerte y
todo su poder,
haz que contigo sepamos morir también al pecado y resucitemos contigo a vida
nueva.
Rey nuestro, que como un gusano fuiste el desprecio del pueblo y la vergüenza
de la gente,
haz que tu Iglesia no se acobarde ante la humillación, sino que como tú
proclame en toda circunstancia el honor del Padre.
Salvador de todos los hombres, que diste tu vida por los hermanos,
enséñanos a amarnos mutuamente con un amor semejante al tuyo.
Tú que al ser elevado en la cruz atrajiste hacia ti a todos los hombres,
reúne en tu reino a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar
al Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo
nuestro Señor aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios
enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: BRAZOS RÍGIDOS Y YERTOS
Brazos rígidos y yertos,
por dos garfios traspasados,
que aquí estáis, por mis pecados,
para recibirme abiertos,
para esperarme clavados.
Cuerpo llagado de amores,
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo
y muriendo bendecirte.
Que no ame la poquedad
de cosas que van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu ciencia y tu luz;
que vaya, en fin, por la vida
como tú estás en la cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Escuchad, pueblos todos, y mirad mi dolor.
Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Vale mucho a los ojos del Señor
la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escuchad, pueblos todos, y mirad mi dolor.
Ant 2. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de
mí está yerto.
Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA
Señor, escucha mi oración;
tú que eres fiel, atiende a mi súplica;
tú que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
empuja mi vida al sepulcro,
me confina a las tinieblas
como a los muertos ya olvidados.
mi aliento desfallece,
mi corazón dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti;
indícame el camino que he de seguir,
pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
que me refugio en ti.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi aliento desfallece, mi corazón dentro de
mí está yerto.
Ant 3. Jesús, después de haber probado el vinagre,
exclamó: «Todo está cumplido»; e, inclinando la cabeza, expiró.
Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2,
6-11
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús, después de haber probado el vinagre,
exclamó: «Todo está cumplido»; e, inclinando la cabeza, expiró.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus
huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando le
insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al
contrario, se ponía en manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros
pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
RESPONSORIO BREVE
En lugar del responsorio breve se dice la siguiente antífona:
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Siendo enemigos, hemos sido reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Siendo enemigos, hemos sido reconciliados con
Dios por la muerte de su Hijo.
PRECES
Hoy es laudable usar como preces de Vísperas la oración universal que se
propone para este día en el Misal. Pero, si se prefiere, también pueden usarse
las preces que se proponen a continuación, o bien puede hacerse un momento de
oración en silencio después de anunciar cada una de las intenciones de la
oración universal del Misal, antes mencionada.
Al conmemorar la muerte de nuestro Señor Jesucristo, de la que
brotó la vida del mundo, oremos a Dios Padre, diciendo:
Por la muerte de tu Hijo, escúchanos, Señor.
Mantén, Señor, la unidad de la Iglesia.
Protege al papa Francisco.
Santifica por tu Espíritu a los obispos, presbíteros,
diáconos y a todo tu pueblo santo.
Acrecienta la fe y la sabiduría de los catecúmenos.
Congrega a los cristianos en la unidad.
Haz que Israel llegue a conseguir en plenitud la redención.
Ilumina con tu gracia a los que no creen en Cristo.
Haz que los ateos lleguen a descubrir tu amor a través de las obras de la
creación.
Guía los pensamientos y decisiones de los gobernantes.
Concede tu consuelo a los que se sienten tristes.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Da tu perdón pleno a los difuntos.
A continuación se reza el
Padre nuestro...
ORACION
Mira, Señor, con bondad a tu familia santa, por la cual Jesucristo
nuestro Señor aceptó el tormento de la cruz, entregándose a sus propios
enemigos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.