*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Santo Toribio de Mogrovejo*
TIEMPO DE
CUARESMA
MARTES
DE LA SEMANA I
Propio del Tiempo. Salterio I
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Himno: EDIFICASTE UNA TORRE
Edificaste una torre
para tu huerta florida;
un lagar para tu vino
y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio uvas,
ni el lagar buena bebida:
sólo racimos amargos
y zumos de amarga tinta.
Edificaste una torre,
Señor, para tu guarida;
un huerto de dulces frutos,
una noria de aguas limpias,
un blanco silencio de horas
y un verde beso de brisas.
Y esta casa que es tu torre,
este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que es tu sangre
y esta herida que es tu herida
te dieron frutos amargos,
amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor, tu silencio,
rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca
cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce
con el vino de tu viña. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del
Señor.
Salmo 23 - ENTRADA SOLEMNE DE DIOS EN SU TEMPLO.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
El la fundó sobre los mares,
El la afianzó sobre los ríos.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Este es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
levantaos, puertas antiguas:
va a entrar el Rey de la gloria.
¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El hombre de manos inocentes y puro corazón subirá al monte del
Señor.
Ant 2. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Cántico: ESPERANZA DE ISRAEL EN BABILONIA Tb 13, 1-10
Bendito sea Dios, que vive eternamente,
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano.
Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro Padre por todos los siglos.
Él nos azota por nuestros delitos,
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones
por donde estáis dispersados.
Si volvéis a él de todo corazón
y con toda el alma,
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros
y no os ocultará su rostro.
Veréis lo que hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos.
Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder
a un pueblo pecador.
Convertíos, pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizá os mostrará benevolencia
y tendrá compasión.
Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo,
y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas
y alábenle sus elegidos en Jerusalén.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ensalzad con vuestras obras al rey de los siglos.
Ant 3. El Señor merece la alabanza de los buenos.
Salmo 32 - HIMNO AL PODER Y A LA PROVIDENCIA DE DIOS
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando vuestra música con aclamaciones:
que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales,
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos;
encierra en un odre las aguas marinas,
mete en un depósito el océano.
Tema al Señor la tierra entera,
tiemblen ante él los habitantes del orbe:
porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó, y surgió.
El Señor deshace los planes de las naciones,
frustra los proyectos de los pueblos;
pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
No vence el rey por su gran ejército,
no escapa el soldado por su mucha fuerza,
nada valen sus caballos para la victoria,
ni por su gran ejército se salva.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.
Nosotros esperamos en el Señor:
él es nuestro auxilio y escudo,
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor merece la alabanza de los buenos.
LECTURA BREVE Za 12, 10-11a
Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de
Jerusalén un espíritu de gracia y de oración. Me mirarán a mí, a quien
traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único y llorarán como se
llora al primogénito. Aquel día será grande el luto de Jerusalén.
Responsorio Breve
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Ahora es el tiempo propicio.
R. Ahora es el día de la salvación.
Lecturas
Primera Lectura
De la carta a los Hebreos 11, 20-31
LA FE DE LOS ANTIGUOS PADRES
Hermanos: Por la fe, puesta la mirada en el futuro, bendijo Isaac
a Jacob y Esaú. Por la fe bendijo Jacob, al morir, a los dos hijos de José, y
se inclinó, apoyándose en la extremidad de su báculo.
Por la fe José, al final de su vida, evocó el éxodo de los hijos de Israel, y
dio órdenes sobre lo que había de hacerse con sus huesos. Por la fe Moisés,
recién nacido, fue ocultado durante tres meses por sus padres, porque vieron
que era un niño encantador y no se dejaron amedrentar por el decreto del rey.
Por la fe Moisés, siendo ya adulto, rehusó ser llamado hijo de una hija del
Faraón, y prefirió sufrir males con el pueblo de Dios a disfrutar de las
ventajas pasajeras del pecado, y tuvo por mayor riqueza el oprobio de Cristo
que los tesoros de Egipto, pues tenía la mirada puesta en la recompensa.
Por la fe abandonó Egipto sin miedo a las iras del rey, y perseveró firme en su
propósito, como si contemplase al Invisible. Por la fe celebró la Pascua e hizo
la aspersión de la sangre, para que el ángel exterminador no tocase a los
primogénitos de Israel.
Por la fe atravesaron el mar Rojo, como si fuese tierra firme, mientras los
egipcios eran devorados por las aguas cuando intentaron pasar por él. Por la fe
cayeron las murallas de Jericó, después que los israelitas dieron vueltas en
derredor durante siete días. Por la fe Rahab, la meretriz, no pereció con los
incrédulos, por haber acogido amistosamente a los exploradores.
Responsorio Hb 11, 24-26ª
R. Por la fe Moisés, siendo ya adulto, rehusó ser llamado hijo
de una hija del Faraón, * y prefirió sufrir males con
el pueblo de Dios a disfrutar de las ventajas del pecado.
V. Tuvo por mayor riqueza el oprobio de Cristo que los tesoros
de Egipto.
R. Y prefirió sufrir males con el pueblo de Dios a disfrutar de
las ventajas del pecado.
Segunda Lectura
De los sermones de san León Magno, papa (Sermón 8 sobre la pasión
del Señor, 6-8: PL 54, 340-342)
LA CRUZ DE CRISTO, FUENTE DE TODAS LAS BENDICIONES Y ORIGEN DE TODAS
LAS GRACIAS
Que nuestra alma, iluminada por el Espíritu de verdad, reciba con
puro y libre corazón la gloria de la cruz, que irradia por cielo y tierra, y
trate de penetrar interiormente lo que el Señor quiso significar cuando, hablando
de la pasión cercana, dijo: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo
del hombre. Y más adelante: Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? Padre,
líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica
a tu Hijo. Y como se oyera la voz del Padre, que decía desde el cielo: Lo he glorificado
y volveré a glorificarlo, dijo Jesús a los que lo rodeaban: Esta voz no ha
venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el
Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la
tierra atraeré a todos hacia mí.
¡Oh admirable poder de la cruz! ¡Oh inefable gloria de la pasión! En ella
podemos admirar el tribunal del Señor, el juicio del mundo y el poder del
Crucificado.
Atrajiste a todos hacia ti, Señor, porque la devoción de todas las naciones de
la tierra puede celebrar ahora, con sacramentos eficaces y de significado
claro, lo que antes sólo podía celebrarse en el templo de Jerusalén y
únicamente por medio de símbolos y figuras.
Ahora, efectivamente, brilla con mayor esplendor el orden de los levitas, es
mayor la grandeza de los sacerdotes, más santa la unción de los pontífices,
porque tu cruz es ahora fuente de todas las bendiciones y origen de todas las gracias:
por ella, los creyentes encuentran fuerza en la debilidad, gloria en el
oprobio, vida en la misma muerte. Ahora al cesar la multiplicidad de los
sacrificios carnales, la sola ofrenda de tu cuerpo y sangre lleva a realidad
todos los antiguos sacrificios, porque tú eres el verdadero Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo; de esta forma, en ti encuentran su plenitud
todas las antiguas figuras, y así como un solo sacrificio suple todas las antiguas
víctimas, así un solo reino congrega a todos los hombres.
Confesemos, pues, amadísimos, lo que el bienaventurado maestro de los gentiles,
el apóstol Pablo, confesó con gloriosa voz, diciendo: Podéis fiaros y aceptar
sin reserva lo que os digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores.
Aquí radica la maravillosa misericordia de Dios para con nosotros: en que
Cristo no murió por los justos ni por los santos, sino por los pecadores y por
los impíos; y, como la naturaleza divina no podía sufrir el suplicio de la
muerte, tomó de nosotros, al nacer, lo que pudiera ofrecer por nosotros.
Efectivamente, en tiempos antiguos, Dios amenazaba ya a nuestra muerte con el
poder de su muerte, profetizando por medio de Óseas: Oh muerte, yo seré tu
muerte; yo seré tu ruina, infierno. En efecto, si Cristo, al morir, tuvo que
acatar la ley del sepulcro, al resucitar, en cambio, la derogó, hasta tal punto
que echó por tierra la perpetuidad de la muerte y la convirtió de eterna en
temporal, ya que si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la
vida.
Responsorio Col 2, 14-15; Jn 8, 28
R. Cristo canceló la nota de cargo de nuestra deuda, que contenía
cláusulas desfavorables contra nosotros, la arrancó de en medio y la clavó en
la cruz. * Con esto despojó a los Principados y Potestades, y los
expuso a la vista de todos, incorporándolos a su cortejo triunfal.
V. Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces
sabréis que «Yo soy».
R. Con esto despojó a los Principados y Potestades, y los
expuso a la vista de todos, incorporándolos a su cortejo triunfal.
Martes, 23 de marzo de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (8,21-30)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no
podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban:
«¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir
vosotros”?».
Y él les dijo:
«Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este
mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros
pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían:
«¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó:
«Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas
cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo
lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús:
«Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no
hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me
envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le
agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. “Cuando levantéis en
alto al Hijo del hombre, entonces sabréis que “Yo soy”, dice el Señor.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. “Cuando levantéis en
alto al Hijo del hombre, entonces sabréis que “Yo soy”, dice el Señor.
PRECES
Bendigamos a Cristo, pan vivo bajado del cielo, y digámosle:
*Cristo, pan de las almas y salvación de los hombres, fortalece
nuestra debilidad*.
Señor, sacia nuestra hambre en el banquete de tu eucaristía
y danos participar plenamente de los bienes de tu sacrificio pascual.
Concédenos, Maestro bueno, escuchar tu palabra con corazón noble
y haz que perseveremos hasta dar fruto.
Que con nuestro trabajo, Señor, cooperemos contigo para mejorar el mundo,
para que así, por la acción de tu Iglesia, reine en él la paz.
Reconocemos, Señor, que hemos pecado;
perdona nuestras faltas por tu gran misericordia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, acudamos ahora al Padre de todos:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, mira con amor a tu pueblo, que trata de purificar su
espíritu en estos días cuaresmales con la moderación en el uso de las cosas
terrenas, y haz que esta sobriedad alimente en él el deseo de poseerte. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*Santo Toribio de Mogrovejo*
Nació en Mayorga, España, en
1538.
Los datos acerca de este
Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen
asombro y maravilla.
Los historiadores dicen que Santo
Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las
gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él
que era sumamente parecido en sus actuaciones a San Carlo Borromeo, el famoso
Arzobispo de Milán.
Biografía
de Santo Toribio de Mogrovejo
Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente
del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus
grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo
de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a
aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.
El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle
todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran
confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a
recibirlas.
En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. Su arquidiócesis
tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte
de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda
clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros
cuadrados.
Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas
sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba
en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían
muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para
excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. El
arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar
fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los
reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.
Las medidas enérgicas que tomó contra los abusos que se cometían,
le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía
todo por amor a Dios, exclamando, "Al único que es necesario siempre tener
contento es a Nuestro Señor".
Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima.
En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco
años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a
pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas
terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del
más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos
miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran
los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los
enfermos.
Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de
visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera
visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el
idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la
mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales
comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos,
bautizando y confirmando.
Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los
acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.
Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando
a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que
nunca habían visto un hombre blanco.
Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había
administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.
Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de
batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de
rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.
Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de
América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del
comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el
clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis
vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras
veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por
Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre
vigilante para hacerlas cumplir.
Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya
estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el
momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna.
El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro
tiempo".
Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los
religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el
número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él
llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.
Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que
poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó:
"Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se
lleve la ropa que tengo para cambiarme".
Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a
los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud
llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la
cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.
El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de
los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los
indígenas.
Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió
a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia
de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo
verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a
encontrarme con Jesucristo".
Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el
salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz:
iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del
Señor".
Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo
30: "En tus manos encomiendo mi espíritu".
Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte,
todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.
Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su
intercesión. Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la
confirmación a tres santos: Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano y San
Martín de Porres.
El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.
Y toda América del Sur espera que este gran santo e infatigable
apóstol, quizás el más grande obispo que ha vivido en este continente, siga
rogando para que nuestra santa religión se mantenga fervorosa y creciente en
todos estos países.
En el Perú, se celebra litúrgicamente su fiesta el 27 de abril.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: NO ME PESA, SEÑOR, HABER FALTADO.
No me pesa, Señor, haber faltado
por el eterno mal que he merecido,
ni me pesa tampoco haber perdido
el cielo como pena a mi pecado.
Pésame haber tus voces despreciado
y tus justos mandatos infringido,
porque con mis errores he ofendido
tu corazón, Señor, por mí llagado.
Llorar quiero mis culpas humillado,
y buscar a mis males dulce olvido
en la herida de amor de tu costado.
Quiero tu amor pagar, agradecido,
amándote cual siempre me has amado
y viviendo contigo arrepentido. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor da la victoria a su Ungido.
Salmo 19 - ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY.
Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión;
que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.
Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.
Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.
Ant 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Salmo 20, 2-8. 14 - ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY.
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia;
porque el rey confía en el Señor,
y con la gracia del Altísimo no fracasará.
Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.
Ant 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
Dios.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro
Dios.
LECTURA BREVE St 2, 14. 17. 18b
Hermanos, ¿qué provecho saca uno con decir: «Yo tengo fe», si no tiene obras?
¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe, si no va acompañada de las obras, está
muerta en su soledad. Pruébame tu fe sin obras que yo por mis obras te probaré
mi fe.
RESPONSORIO BREVE
V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y
ora a tu Padre.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y
ora a tu Padre.
PRECES
A Cristo, el Señor, que nos mandó velar y orar a fin de no
sucumbir en la tentación, digámosle confiadamente:
Señor, escucha y ten piedad.
Señor, tú que prometiste estar presente cuando tus discípulos se reúnen en tu
nombre para orar,
haz que oremos siempre unidos a ti en el Espíritu Santo, a fin de que tu reino
llegue a todos los hombres.
Purifica de todo pecado a la Iglesia penitente
y haz que viva siempre en la esperanza y el gozo del Espíritu Santo.
Amigo del hombre, haz que estemos siempre atentos, como tú nos mandaste, al bien
del prójimo,
para que la luz de tu amor brille a través de nosotros ante todos los hombres.
Rey pacífico, haz que tu paz reine en el mundo
y que nosotros trabajemos sin cesar para conseguirla.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que has muerto para que nosotros tengamos vida,
da la vida eterna a los que han muerto.
Terminemos nuestra oración diciendo juntos las palabras del Señor y pidiendo al
Padre que nos libre de todo mal:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, mira con amor a tu pueblo, que trata de purificar su
espíritu en estos días cuaresmales con la moderación en el uso de las cosas
terrenas, y haz que esta sobriedad alimente en él el deseo de poseerte. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.