*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Néstor, Obispo de
Magido, Mártir*
26 de Febrero
Laudes -
VIERNES I SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la
liturgia de las horas para el día, viernes, 26 de febrero de 2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos a Cristo, el Señor, que por
nosotros fue tentado y por nosotros murió.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: Aceptarás los sacrificios, ofrendas y
holocaustos, sobre tu altar, Señor.
Salmo 50
Misericordia, Dios mío
Renovaos
en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana. (Ef
4,23-24)
Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Lectura Breve
Is 53,
11b-12
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes
de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre,
porque se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores;
él tomó sobre sí el pecado de las
multitudes e intercedió por los pecadores.
Responsorio Breve
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Convertíos al Señor, vuestro Dios.
R. Porque es compasivo y misericordioso.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del Deuteronomio 15, 1-18
REMISIÓN DE LAS DEUDAS
En aquellos días, Moisés dijo al pueblo estas palabras: «Cada
siete años harás la remisión. Así dice la ley sobre la remisión: "Todo acreedor
condonará la deuda del préstamo hecho a su prójimo; no apremiará a su prójimo,
porque ha sido proclamada la remisión del Señor." Podrás apremiar al
extranjero, pero lo que hayas prestado a tu hermano lo condonarás.
Es verdad que no habrá pobres entre los tuyos, porque te bendecirá el Señor, tu
Dios, en la tierra que el Señor, tu Dios, va a darte para que la poseas en
heredad, a condición de que obedezcas al Señor, tu Dios, poniendo por obra este
precepto que yo te mando hoy. El Señor, tu Dios, te bendecirá como te ha dicho:
tú prestarás a muchos pueblos y no pedirás prestado, dominarás a muchos pueblos
y no serás dominado.
Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una ciudad tuya, en esa tierra
tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni cierres la
mano a tu hermano pobre. Ábrele la mano y préstale a la medida de su necesidad.
Cuidado, no se te ocurra este pensamiento rastrero: "Está cerca el año
séptimo, año de remisión" y seas tacaño con tu hermano pobre y no le des
nada, porque apelará al Señor contra ti, y resultarás culpable. Dale, y no de
mala gana, pues por esa acción bendecirá el Señor, tu Dios, todas tus obras y
todas tus empresas. Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por eso yo te mando:
"Abre la mano a tu hermano, al pobre, al indigente de tu tierra."
Si se te vende tu hermano, hebreo o hebrea, te servirá seis años, y al séptimo
lo dejarás ir en libertad. Cuando lo dejes irse en libertad, no lo despidas con
las manos vacías: cárgalo de regalos de tu ganado, de tu era y tu lagar, y le
darás según te haya bendecido el Señor, tu Dios. Recuerda que fuiste esclavo en
Egipto y que el Señor, tu Dios, te redimió; por eso yo te impongo hoy esta ley.
Pero si él te dice: "No quiero marcharme, porque me he encariñado contigo
y con tu casa" —porque le iba bien contigo—, coge un punzón, clávale la
oreja a la puerta y será tu esclavo para siempre, y lo mismo harás con tu
esclava. No te parezca muy duro dejarlo irse en libertad; el haberte servido
seis años equivale al salario de un jornalero, y además el Señor, tu Dios,
bendecirá cuanto hagas.»
Responsorio Lc 6, 35. 36. 37-38
R. Amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar
nada a cambio; * sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre.
V. Perdonad y seréis perdonados, dad y se os dará.
R. Sed misericordiosos, como es misericordioso vuestro Padre.
Segunda Lectura
Del Espejo de caridad, del beato Aelredo, abad
(Libro 3, 5: PL 195, 582)
DEBEMOS PRACTICAR LA CARIDAD FRATERNA SEGÚN EL EJEMPLO DE CRISTO
Nada nos anima tanto al amor de los enemigos, en el que consiste
la perfección de la caridad fraterna, como la grata consideración de aquella
admirable paciencia con la que aquel que era el más bello de los hombres
entregó su atractivo rostro a las afrentas de los impíos, y sometió sus ojos,
cuya mirada rige todas las cosas, a ser velados por los inicuos; aquella
paciencia con la que presentó su espalda a la flagelación, y su cabeza, temible
para los principados y potestades, a la aspereza de las espinas; aquella
paciencia con la que se sometió a los oprobios y malos tratos, y con la que, en
fin, admitió pacientemente la cruz, los clavos, la lanza, la hiel y el vinagre,
sin dejar de mantenerse en todo momento suave, manso y tranquilo. En resumen,
como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no
abría la boca.
¿Habrá alguien que, al escuchar aquella frase admirable, llena de dulzura, de
caridad, de inmutable serenidad: Padre, perdónalos, no se apresure a abrazar
con toda su alma a sus enemigos? Padre —dijo—, perdónalos. ¿Quedaba algo más de
mansedumbre o de caridad que pudiera añadirse a esta petición? Sin embargo, se
lo añadió. Era poco interceder por los enemigos; quiso también excusarlos.
«Padre —dijo— perdónalos, porque no saben lo que hacen». Son, desde luego,
grandes pecadores, pero muy poco perspicaces; por tanto Padre, perdónalos.
Crucifican; pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran sabido,
nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos.
Piensan que se trata de un prevaricador de la ley, de alguien que se cree
presuntuosamente Dios, de un seductor del pueblo. Pero yo les había escondido
mi rostro y no pudieron conocer mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen. En consecuencia, para que el hombre se ame rectamente a
sí mismo, procure no dejarse corromper por ningún atractivo mundano. Y para no
sucumbir ante semejantes inclinaciones, trate de orientar todos sus afectos
hacia la suavidad de la naturaleza humana del Señor. Luego, para sentirse
serenado más perfecta y suavemente con los atractivos de la caridad fraterna,
trate de abrazar también a sus enemigos con un verdadero amor.
Y para que este fuego divino no se debilite ante las injurias, considere siempre
con los ojos de la mente la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.
Responsorio Is 53, 12; Lc 23, 34
R. Se entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los
malhechores; * él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió
por los pecadores.
V. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.»
R. Él tomó sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió
por los pecadores.
Viernes, 26 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,20-26)*
20 «Porque os digo que, si vuestra
justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el
Reino de los Cielos.
21 «Habéis oído que se dijo a los
antepasados: = No matarás; = y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22 Pues yo os digo: Todo aquel que se
encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su
hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame
"renegado", será reo de la gehenna de fuego.
23 Si, pues, al presentar tú ofrenda en el
altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24 deja tu ofrenda allí, delante del altar,
y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu
ofrenda.
25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario
mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez
y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta
que no hayas pagado el último céntimo.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Si vuestra virtud no es superior a la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino
de los cielos.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz nos dio
la vida, y digámosle con fe:
*Tú que por nosotros moriste,
escúchanos, Señor*.
Maestro y Salvador nuestro, tú que nos revelaste con tu palabra el designio de
Dios y nos renovaste con tu gloriosa pasión, — no permitas que nuestros días
transcurran entre vicios y pecados.
Que sepamos, Señor, mortificarnos hoy al tomar los manjares del cuerpo, — para
ayudar con nuestra abstinencia a los hambrientos y necesitados.
Que vivamos santamente este día de penitencia cuaresmal, — y lo consagremos a
tu servicio mediante obras de misericordia.
Sana, Señor, nuestras voluntades rebeldes, — y llénanos de tu gracia y de tus
dones.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Que tu pueblo, Señor, como preparación a las fiestas de Pascua se
entregue a las penitencias cuaresmales, y que nuestra austeridad comunitaria
sirva para la renovación espiritual de tus fieles. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*San Néstor, Obispo de
Magido, Mártir*
26 de Febrero
Polio, gobernador de Panfilia y Frigia durante el reinado de Decio,
trató de ganarse el favor del emperador, aplicando cruelmente su edito de
persecución contra los cristianos. Néstor, obispo de Magido, gozaba de gran
estima entre los cristianos y los paganos, y comprendió que era necesario
buscar sitios de refugio para sus fieles. Rehusando a ser oculto, el Obispo
esperó tranquilamente su hora de martirio, y cuando se encontraba en oración,
oficiales de la justicia fueron en su búsqueda.
Luego de un extenso interrogatorio y amenazas de tortura, el
Obispo fue enviado ante el gobernador, en Perga. El gobernador trató de
convencer al santo –primero con halagos y luego con amenazas- de que renegara
de la religión cristiana, pero Néstor se mantuvo firme en el Señor, siendo
enviado al potro, donde el verdugo le desgarraba la piel de los costados con el
garfio. Ante la firme negativa del santo de adorar a los paganos, el gobernador
lo condenó a morir en la cruz, donde el santo todavía tuvo fuerzas para alentar
y exhortar a los cristianos que le rodeaban. Su muerte fue un verdadero triunfo
porque cuando el Obispo expiró sus últimas palabras, tanto cristianos como
paganos se arrodillaron a orar y alabar a Jesús.
Vísperas
- VIERNES I SEMANA DE CUARESMA 2021
El siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la
liturgia de las horas para el día, viernes, 26 de febrero de 2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Salmodia
Antífona 1: Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Salmo 40
Oración de un enfermo
Uno de
vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo. (Mc 14,18)
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere, y se acaba su apellido.»
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y, cuando sale afuera, la dice.
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.
Antífona 2: El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Salmo 45
Dios, refugio y fortaleza de su
pueblo
Le pondrá
por nombre Emmanuel, que significa «Dios-con-nosotros». (Mt 1,23)
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Antífona 3: Vendrán todas las naciones y se postrarán en
tu acatamiento, Señor.
Ap 15,3-4
Himno de adoración
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Lectura Breve
St 5, 16. 19-20
Confesaos mutuamente vuestros pecados y rogad unos por otros, para
alcanzar vuestra curación, pues la oración ferviente del justo tiene gran eficacia.
Hermanos, si alguno de entre vosotros se, desvía de la verdad y otro logra
convertirlo, sepa que quien convierte un pecador de su camino equivocado
salvará su alma de la muerte y cubrirá la multitud de sus pecados.
Responsorio Breve
V. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y, al Espíritu Santo.
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
Canto Evangélico
Antifona: Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que un hermano
tuyo tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu
hermano; vuelve luego
y presenta tu ofrenda,
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos a Jesús, el Señor, que santificó por su propia sangre al
pueblo, y digámosle:
Compadécete, Señor, de tu pueblo.
Redentor nuestro, por tu pasión, concede a tus fieles la fuerza necesaria para
mortificar sus cuerpos, ayúdalos en su lucha contra el mal y fortalece su
esperanza, — para que se dispongan a celebrar santamente tu resurrección.
Haz que los cristianos cumplan con su misión profética anunciando al mundo tu
Evangelio, — y dando testimonio de él por su fe, esperanza y caridad.
Conforta, Señor, a los que están tristes, — y otórganos a nosotros el poder consolar
a nuestros hermanos.
Haz, que tus fieles aprendan a participar en tu pasión con sus propios
sufrimientos, — para que sus vidas manifiesten tu salvación a los hombres.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú, que eres autor de la vida, acuérdate de los difuntos,
— y dales parte en tu gloriosa resurrección.
Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre, diciendo:
Padre
nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Que tu pueblo, Señor, como preparación a las fiestas de Pascua se
entregue a las
penitencias cuaresmales, y que nuestra austeridad comunitaria sirva para la
renovación
espiritual de tus fieles. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.