*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*Fiesta de la Cátedra de San Pedro*
Laudes -
LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 2021
Fiesta
La festividad de la
Cátedra de san Pedro se celebraba en Roma ya en el siglo IV, en este día, para
poner de manifiesto la unidad de la Iglesia, fundada en la persona del Apóstol.
LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO el día, lunes, 22 de febrero de
2021.
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de los
apóstoles.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno 1
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: El Señor dijo a Simón: «Ten ánimo, de hoy en
adelante vas a ser pescador de hombres.»
Salmo 62,
2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
«Bienaventurado eres tú, Simón Pedro.»
Dn
3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: El Señor dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves
del reino de los cielos.»
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Hch 15, 7b-9
Dios determinó que por mi boca escuchasen los gentiles la doctrina
del Evangelio y llegasen a la fe. Dios, que conoce los corazones, se ha
declarado en favor de ellos, al darles el Espíritu Santo, igual que a nosotros;
y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha
purificado sus corazones por la fe.
Responsorio Breve
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Señor, ¿a quién vamos a ir?
R. Tú tienes palabras de vida eterna.
Lecturas
Primera Lectura
De los Hechos de los apóstoles 11, 1-18
PEDRO NARRA LA CONVERSIÓN DE LOS GENTILES
Por aquellos días, los apóstoles y los hermanos que había en Judea
se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y,
cuando Pedro subió a Jerusalén, los convertidos del judaísmo discutían con él y
le reprochaban el que hubiese entrado en casa de hombres incircuncisos y hubiese
comido con ellos. Pedro, entonces, comenzó a exponerles punto por punto lo
sucedido: «Estaba yo haciendo oración en la ciudad de Joppe, cuando tuve en
éxtasis una visión: vi algo así como un mantel inmenso, suspendido por las
cuatro puntas, que iba bajando del cielo y llegaba hasta mí. Lo miré
atentamente y vi dentro de él cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y aves
del cielo. Y oí una voz que me decía: "Levántate, Pedro, mata y
come." Pero yo respondí: "De ninguna manera, Señor, pues jamás ha
entrado en mi boca nada profano ni impuro." De nuevo me habló la voz venida
del cielo: "Lo que Dios ha purificado no lo llames tú impuro." Se
repitió esto por tres veces y, finalmente, todo fue recogido de nuevo hacia el
cielo.
En aquel mismo momento, en la casa donde yo estaba, se presentaron tres hombres
que habían sido enviados en mi busca desde Cesárea. El Espíritu me mandó
acompañarlos sin vacilación alguna. Fueron también conmigo estos seis hermanos
y entramos todos en la casa del hombre que me había llamado. Él nos contó cómo
había visto un ángel que se presentó en su casa y le dijo: "Manda a buscar
en Joppe a Simón, que tiene el sobrenombre de Pedro. Él te dirá lo que tienes
que hacer para que tú y toda tu casa alcancéis la salvación.
Apenas había comenzado yo a hablar algunas palabras, cuando descendió sobre
ellos el Espíritu Santo, como había descendido sobre nosotros en un principio.
Entonces me acordé de aquellas palabras que dijo el Señor: "Juan bautizó
con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo." Así
pues, si Dios les había concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído
en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo, para oponerme a Dios?» Ante estas
palabras se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo: «Así, pues, Dios ha
concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.»
Lc 22, 32; Mt 16, 17b
R. Pedro, yo he rogado por ti, para que tu fe no
desfallezca; * y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
V. Esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi
Padre que está en los cielos.
R. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
Segunda Lectura
De los sermones de san León Magno, papa
(Sermón 4 en el aniversario de su consagración episcopal, 2-3: PL 54,149-151)
LA IGLESIA DE CRISTO SE LEVANTA SOBRE LA FIRMEZA DE LA FE DE PEDRO
De todos se elige a Pedro, a quien se pone al frente de la misión
universal de la Iglesia, de todos los apóstoles y de todos los Padres de la Iglesia;
y, aunque en el pueblo de Dios hay muchos sacerdotes y muchos pastores, a todos
los gobierna Pedro, aunque todos son regidos eminentemente por Cristo. La
bondad divina ha concedido a este hombre una excelsa y admirable participación
de su poder, y todo lo que tienen de común con Pedro los otros jerarcas, les es
concedido por medio de Pedro.
El Señor pregunta a sus apóstoles que es lo que los hombres opinan de él, y en
tanto coinciden sus respuestas en cuanto reflejan la ambigüedad de la
ignorancia humana.
Pero, cuando urge qué es lo que piensan los mismos discípulos, es el primero en
confesar al Señor aquel que es primero en la dignidad apostólica. A las
palabras de Pedro:
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, le responde el Señor: ¡Dichoso tú,
Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso,
sino mi Padre que está en el cielo.
Es decir: «Eres verdaderamente dichoso porque es mi Padre quien te lo ha
revelado»; la humana opinión no te ha inducido a error, sino que la revelación
del cielo te ha iluminado, y no ha sido nadie de carne y hueso, sino que te lo
ha enseñado aquel de quien soy el Hijo único.
Y añade: Ahora te digo yo, esto es: «Del mismo modo que mi Padre te ha revelado
mi divinidad, igualmente yo ahora te doy a conocer tu dignidad: Tú eres Pedro:
yo, que soy la piedra inviolable, la piedra angular que ha hecho de los dos
pueblos una sola cosa, yo, que soy el fundamento, fuera del cual nadie puede
edificar, te digo a ti, Pedro, que eres también piedra, porque serás
fortalecido por mi poder de tal forma que lo que me pertenece por propio poder
sea común a ambos por tu participación conmigo.»
Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la
derrotará. «Sobre esta fortaleza —quiere decir— construiré el templo eterno y
la sublimidad de mi Iglesia, que alcanzará el cielo y se levantará sobre la
firmeza de la fe de Pedro.»
El poder del infierno no podrá con esta profesión de fe ni la encadenarán los
lazos de la muerte, pues estas palabras son palabras de vida. Y, del mismo modo
que lleva al cielo a los confesores de la fe, igualmente arroja al infierno a
los que la niegan.
Por esto dice al bienaventurado Pedro: Te daré las llaves del reino de los
cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en
la tierra quedará desatado en el cielo.
La prerrogativa de este poder se comunica también a los otros apóstoles y se
transmite a todos los obispos da la Iglesia, pero no en vano se encomienda a
uno lo que se ordena a todos; de una forma especial se otorga esto a Pedro,
porque la figura de Pedro se pone al frente de los pastores de la Iglesia.
Responsorio Breve
R. Simón Pedro, antes que te llamara de tu nave, yo te conocía,
y te constituí como príncipe de mi pueblo; * yo
te he entregado las llaves del reino de los cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y
todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo te he entregado las llaves del reino de los cielos.
Lecturas
del La Cátedra del apóstol san Pedro
Lunes, 22 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (16,13-19)*
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a
sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías
o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te
digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder
del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo
que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Dijo el Señor a Simón Pedro: «Yo he rogado por ti, para que
tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.»
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos porque por
medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y
aclamémosle diciendo:
*El coro de los apóstoles te alaba,
Señor*.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de
tu cuerpo y de tu sangre: — en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa
de tu palabra: — por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se
acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia: —
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo
y la penitencia: — por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún
peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*Fiesta de la Cátedra de San Pedro*
La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la
raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el
que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o
sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su
diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II
recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el
singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar
y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium
petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a
todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas
humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad
eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de
culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades
de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".
La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al
papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año
875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue
utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta
que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.
Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años
que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días
de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha
sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que
fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período
de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión
apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes más antiguas eran del
siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una
cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en
procesión.
Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la
Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se
celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la
misa del Capítulo de San Pedro.
Vísperas
- LA CÁTEDRA DEL APÓSTOL SAN PEDRO 2021
Fiesta
Lunes, 22 de febrero de 2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Salmodia
Antífona 1: «Pedro, ¿me amas?» «Sí, Señor, tú sabes que
te amo.» «Apacienta mis ovejas.»
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona 2: Mientras Pedro estaba detenido en la cárcel,
la Iglesia oraba incesantemente por él.
Salmo 125
DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos".
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.
Antífona 3: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia.
Ef 1, 3-10
EL PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Lectura Breve
1 Pe 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su
gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos
ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia
incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza
de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el
momento final.
Responsorio Breve
V. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos la gloria del Señor.
Canto Evangélico
Antifona: Tú eres pastor de las ovejas, Príncipe de los apóstoles; a
ti te han sido entregadas las llaves del reino de los cielos.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Hermanos: Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, oremos al
Padre por su pueblo santo, diciendo:
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.
Padre santo, que quisiste que tu Hijo resucitado de entre los muertos se
manifestara en primer lugar a los apóstoles, — haz que también nosotros seamos
testigos de Cristo hasta los confines del mundo.
Padre santo, tú que enviaste a tu Hijo al mundo para dar la Buena Noticia a los
pobres, — haz que sepamos proclamar el Evangelio a todas las criaturas.
Tú que enviaste a tu Hijo a sembrar la semilla de la palabra, — haz que,
sembrando también tu palabra con nuestro esfuerzo, recojamos sus frutos con alegría.
Tú que enviaste a tu Hijo para que reconciliara el mundo contigo,
— haz que también nosotros cooperemos a la reconciliación de los hombres.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Tú que quisiste que tu Hijo resucitara el primero de entre los muertos, —
concede a todos los que son de Cristo resucitar con él, el día de su venida.
Oremos ahora al Padre, como Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios todopoderoso, no permitas que seamos perturbados por ningún
peligro, tú que nos has afianzado sobre la roca de la fe apostólica. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.