*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Policarpo, Obispo, Mártir (Memoria)*
23 de febrero de 2021
Laudes -
SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR 2021
Memoria
Policarpo, discípulo de los
apóstoles y obispo de Esmirna, dio hospedaje a Ignacio de Antioquía. Hizo un
viaje a Roma para tratar con el papa Aniceto la cuestión de la fiesta de la
Pascua. Sufrió el martirio hacia el año 155, siendo quemado vivo en el estadio
de la ciudad
SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR el día de mañana, martes, 23 de
febrero de 2021 .
Invitatorio
V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Venid, adoremos al Señor, rey de los
mártires.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
Este es el día del Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: Te alabarán mis labios, Señor, porque tu
gracia vale más que la vida.
Salmo 62,
2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga
por Dios todo el que rechaza las obras de las tinieblas.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Mártires del Señor, bendecid al Señor por los
siglos.
Dn
3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: «Al vencedor lo pondré de columna en mi
santuario», dice el Señor.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos
de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se alegran por su Rey, Cristo, el Señor.
(Hesiquio)
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
2 Co 1, 3-5
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo Padre de
misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas,
para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el
consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que
los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa
nuestro consuelo.
Responsorio Breve
V. El Señor es mi fuerza y m¡ energía.
R. El Señor es mi fuerza y m¡ energía.
V. Él es mi salvación.
R. Y mi energía.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor es mi fuerza y mi energía.
V. Me asaltaban angustias y aprietos.
R. Tus mandatos son mi delicia.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del Eclesiástico 51, 1-12
ACCIÓN DE GRACIAS A DIOS, QUE LIBRA A LOS SUYOS DE LA TRIBULACIÓN
Te alabo, mi Dios y salvador, te doy gracias, Dios de mi padre.
Contaré tu fama, refugio de mi vida, porque me has salvado de la muerte,
detuviste mi cuerpo ante la fosa, libraste mis pies de las garras del abismo,
me salvaste del látigo de la lengua calumniosa y de los labios que se
pervierten con la mentira, estuviste conmigo frente a mis rivales. Me
auxiliaste con tu gran misericordia; del lazo de los que acechan mi traspié,
del poder de los que me persiguen a muerte; me salvaste de múltiples peligros: del
cerco apretado de las llamas, del incendio de un fuego que no ardía, del
vientre de un océano sin agua, de labios mentirosos e insinceros, de las flechas
de una lengua traidora. Cuando estaba ya para morir y casi en lo profundo del
abismo, me volvía a todas partes, y nadie me auxiliaba, buscaba un protector, y
no lo había.
Recordé la compasión del
Señor y su misericordia eterna, que libra a los que se acogen a él y los
rescata de todo mal. Desde la tierra levanté la voz y grité desde las puertas
del abismo, invoqué al Señor: «Tú eres mi padre, tú eres mi fuerte salvador, no
me abandones en el peligro, a la hora del espanto y turbación: alabaré siempre
tu nombre y te llamaré en mi súplica.» El Señor escuchó mi voz y prestó oído a
mi súplica, me salvó de todo mal, me puso a salvo del peligro. Por eso doy
gracias, y alabo y bendigo el nombre del Señor.
Si 51, 2. Sal 30, 8
R. Cantaré tu fama, Señor. * Porque
has sido el refugio de mi vida.
V. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría, Señor.
R. Porque has sido el refugio de mi vida.
Segunda Lectura
De la carta de la Iglesia de Esmirna sobre el martirio de san
Policarpo
(Caps. 13, 2-5, 2: Funk 1, 297-299)
COMO UN SACRIFICIO ENJUNDIOSO Y AGRADABLE
Preparada la hoguera, Policarpo se quitó todos sus vestidos, se
desató el ceñidor e intentaba también descalzarse, cosa que antes no acostumbraba
a hacer, ya que todos los fieles competían entre sí por ser los primeros en
tocar su cuerpo; pues, debido a sus buenas costumbres, aun antes de alcanzar la
palma del martirio, estaba adornado con todas las virtudes.
Policarpo se encontraba en el lugar del tormento rodeado de todos los
instrumentos necesarios para quemar a un reo. Pero, cuando le quisieron sujetar
con los clavos, les dijo: «Dejadme así, pues quien me da fuerza para soportar
el fuego me concederá también permanecer inmóvil en medio de la hoguera sin la
sujeción de los clavos.» Por tanto, no le sujetaron con los clavos, sino que lo
ataron.
Ligadas las manos a la espalda como si fuera una víctima insigne seleccionada
de entre el numeroso rebaño para el sacrificio, como ofrenda agradable a Dios,
mirando al cielo, dijo: «Señor, Dios todopoderoso, Padre de nuestro amado y bendito
Jesucristo, Hijo tuyo, por quien te hemos conocido; Dios de los ángeles, de los
arcángeles, de toda criatura y de todos los justos que viven en tu presencia:
te bendigo, porque en este día y en esta hora me has concedido ser contado
entre el número de tus mártires, participar del cáliz de Cristo y, por el
Espíritu Santo, ser destinado a la resurrección de la vida eterna en la incorruptibilidad
del alma y del cuerpo. ¡Ojalá que sea yo también contado entre el número de tus
santos como un sacrificio enjundioso y agradable, tal como lo dispusiste de antemano,
me lo diste a conocer y ahora lo cumples, oh Dios veraz e ignorante de la
mentira! Por esto te alabo, te bendigo y te glorifico en todas las cosas por
medio de tu Hijo amado Jesucristo, eterno y celestial Pontífice. Por él a ti,
en unión con él mismo y el Espíritu Santo, sea la gloria ahora y en el futuro,
por los siglos de los siglos. Amén.» Una vez que acabó su oración y hubo pronunciado
su «Amén», los verdugos encendieron el fuego.
Cuando la hoguera se inflamó, vimos un milagro; nosotros fuimos escogidos para contemplarlo,
con el fin de que lo narrásemos a la posteridad. El fuego tomó la forma de una
bóveda, como la vela de una nave henchida por el viento, rodeando el cuerpo del
mártir que, colocado en medio, no parecía un cuerpo que está abrasándose, sino
como un pan que está cociéndose, o como el oro o la plata que resplandecen en
la fundición. Finalmente, nos embriagó un olor exquisito, como si se estuviera
quemando incienso o algún otro preciado aroma.
Ap 2, 8-9. 10
R. Al ángel de la Iglesia de Esmirna escribe: «Esto dice el
primero y el último, el que estaba muerto y revivió: Conozco tu tribulación y
tu pobreza; aunque eres rico. * Mantente fiel hasta
la muerte y te daré la corona de la vida.»
V. No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a
algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados.
R. Mantente fiel hasta la muerte y te daré la corona de la
vida.
Martes, 23 de febrero de 2021
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (6,7-15)*
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan
que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre
sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro
Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre
perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Hace ochenta y seis años que sirvo a Cristo, y nunca he
recibido de él más que bienes; ¿cómo podría ahora maldecir a mi rey y salvador?
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Celebremos, amados hermanos, a Jesús, el testigo fiel, y al
recordar hoy a los santos mártires sacrificados a causa de la palabra de Dios,
aclamémosle diciendo:
*Nos has comprado, Señor, con tu
sangre*.
Por la intercesión de los santos mártires que entregaron libremente su vida
como testimonio de la fe, — concédenos, Señor, la verdadera libertad de
espíritu.
Por la intercesión de los santos mártires que proclamaron la fe hasta derramar
su sangre, — concédenos, Señor, la integridad y constancia de la fe.
Por la intercesión de los santos mártires que soportando la cruz siguieron tus
pasos, — concédenos, Señor, soportar con generosidad las contrariedades de la
vida.
Por la intercesión de los santos mártires que blanquearon su manto en la sangre
del Cordero, — concédenos, Señor, vencer las obras del mundo y de la carne.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Dirijamos ahora nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Dios de todas las criaturas, que te has dignado agregar a san
Policarpo, tu obispo, al número de tus mártires; concédenos, por su intercesión,
participar con él en la pasión de Cristo, y resucitar a la vida eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
*San Policarpo, Obispo, Mártir (Memoria)*
23 de febrero de 2021
San Policarpo era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y
fue a Roma a dialogar con el Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo
para unificar la fecha de fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los
de Europa. Y caminando por Roma se encontró con un hereje que negaba varias
verdades de la religión católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el
santo le respondió: ¡Si te conozco. Tu eres un hijo de Satanás!
Cuando San Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para
ser martirizado, San Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas.
Y por petición de San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia,
carta que según San Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos
cristianos.
El pueblo estaba reunido en el estadio y allá fue llevado
Policarpo para ser juzgado. El gobernador le dijo: "Declare que el César
es el Señor". Policarpo respondió: "Yo sólo reconozco como mi Señor a
Jesucristo, el Hijo de Dios". Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con
echar un poco de incienso ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y
salvará su vida. A lo cual San Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así:
"Ochenta y seis años llevo sirviendo a Jesucristo y Él nunca me ha fallado
en nada. ¿Cómo le voy yo a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de
Cristo".
El gobernador le grita: "Si no adora al César y sigue
adorando a Cristo lo condenaré a las llamas". Y el santo responde:
"Me amenazas con fuego que dura unos momentos y después se apaga. Yo lo
que quiero es no tener que ir nunca al fuego eterno que nunca se apaga".
En ese momento el pueblo empezó a gritar: ¡Este es el jefe de los
cristianos, el que prohíbe adorar a nuestros dioses. Que lo quemen! Y también
los judíos pedían que lo quemaran vivo. El gobernador les hizo caso y decretó
su pena de muerte, y todos aquellos enemigos de nuestra santa religión se
fueron a traer leña de los hornos y talleres para encender una hoguera y
quemarlo.
Hicieron un gran montón de leña y colocaron sobre él a Policarpo.
Los verdugos querían amarrarlo a un palo con cadenas pero él les dijo:
"Por favor: déjenme así, que el Señor me concederá valora para soportar
este tormento sin tratar de alejarme de él". Entonces lo único que
hicieron fue atarle las manos por detrás.
Policarpo, elevando los ojos hacia el cielo, oró así en alta voz:
"Señor Dios, Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo: yo te
bendigo porque me has permitido llegar a esta situación y me concedes la gracia
de formar parte del grupo de tus mártires, y me das el gran honor de poder
participar del cáliz de amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que tomar antes
de llegar a su resurrección gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido entre
el grupo de los que sacrifican su vida por Ti y haz que este sacrificio te sea
totalmente agradable. Yo te alabo y te bendigo Padre Celestial por tu santísimo
Hijo Jesucristo a quien sea dada la gloria junto al Espíritu Santo, por los
siglos de los siglos".
"Tan pronto terminó Policarpo de rezar su oración, prendieron
fuego a la leña, y entonces sucedió un milagro ante nuestros ojos y a la vista
de todos los que estábamos allí presentes (sigue diciendo la carta escrita por
los testigos que presenciaron su martirio): las llamas, haciendo una gran
circunferencia, rodearon al cuerpo del mártir, y el cuerpo de Policarpo ya no
parecía un cuerpo humano quemado sino un hermoso pan tostado, o un pedazo de
oro sacado de un horno ardiente. Y todos los alrededores se llenaron de un
agradabilísimo olor como de un fino incienso. Los verdugos recibieron la orden
de atravesar el corazón del mártir con un lanzazo, y en ese momento vimos salir
volando desde allí hacia lo alto una blanquísima paloma, y al brotar la sangre
del corazón del santo, en seguida la hoguera se apagó".
"Los judíos y paganos le pidieron al jefe de la guardia que
destruyeran e hicieran desaparecer el cuerpo del mártir, y el militar lo mandó
quemar, pero nosotros alcanzamos a recoger algunos de sus huesos y los
veneramos como un tesoro más valioso que las más ricas joyas, y los llevamos al
sitio donde nos reunimos para orar".
El día de su martirio fue el 23 de febrero del año 155. Esta
carta, escrita en el propio tiempo en que sucedió el martirio, es una narración
verdaderamente hermosa y provechosa.
Vísperas -
SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR 2021
Memoria
Policarpo, discípulo de
los apóstoles y obispo de Esmirna, dio hospedaje a Ignacio de Antioquía. Hizo
un viaje a Roma para tratar con el papa Aniceto la cuestión de la fiesta de la
Pascua. Sufrió el martirio hacia el año 155, siendo quemado vivo en el estadio
de la ciudad
SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR el día, martes, 23 de febrero de
2021.
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.
Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.
Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.
Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!
¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Salmodia
Antífona 1: El que quiera seguirme, que se niegue a sí
mismo, cargue con su cruz y se venga conmigo.
Salmo 114
ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
"Señor, salva mi vida".
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Antífona 2: A quien me sirva, mi Padre del cielo lo
premiará.
Salmo 115
ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO
Tenía fe, aún cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos".
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
Antífona 3: El que pierda su vida por mí la encontrará
para siempre.
Cántico Ap
4, 11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Lectura Breve
1 Pe 4, 13-14
Queridos hermanos: Estad alegres cuando compartís los
padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de
gozo. Si os ultrajan por el nombre de Cristo, dichosos vosotros: porque el
Espíritu de la gloria, el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Responsorio Breve
V. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
V. Nos refinaste como refinan la plata.
R. Pero nos has dado respiro.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oh Dios, nos pusiste a prueba, pero nos has dado respiro.
Canto Evangélico
Antifona: Señor Dios todopoderoso: te bendigo porque me has hecho
digno de ser agregado al número de los mártires y me has concedido tener parte
en el cáliz de tu Ungido.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
A la misma hora en que el Rey de los mártires ofreció su vida, en
la última cena, y la entregó en la cruz, démosle gracias, diciendo: Te
glorificamos, Señor.
Porque nos amaste hasta el extremo, Salkvador nuestro, principio y origen de
todo martirio: Te glorificamos, Señor.
Porque no cesas de llamar a los pecadores arrepentidos, para los premios de tu
reino: Te glorificamos, Señor.
Porque has dado a la Iglesia, como sacrificio, a sangre de la alianza nueva y
eterna para el perdón de los pecados: Te glorificamos, Señor.
Porque, con tu gracia, nos has dado perseverancia en la fe, durante el día que
ahora
termina: Te glorificamos, Señor.
Porque has asociado a tu muerte a nuestros hermanos difuntos.
Te glorificamos, Señor.
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Dios de todas las criaturas, que te has dignado agregar a san
Policarpo, tu obispo, al número de tus mártires; concédenos, por su
intercesión, participar con él en la pasión de Cristo, y resucitar a la vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.