*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*San Vicente de
Zaragoza, Mártir*
VIERENES SEMANA II
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es bueno, bendecid su nombre.
Himno: TE DOY GRACIAS SEÑOR.
Te doy gracias, Señor.
¡Tanto estabas enojado conmigo!
Tú eres un Dios de amor,
y ahora soy tu amigo,
te busco a cada instante y te persigo.
Eres tú mi consuelo,
tú eres el Dios que salva y da la vida;
eres todo el anhelo
de esta alma que va herida,
ansiándote sin tasa ni medida.
En mi tierra desierta,
tú de la salvación eres la fuente;
eres el agua cierta
que se vuelve torrente,
y el corazón arrasa dulcemente.
¡Quiero escuchar tu canto!
¡Que tu Palabra abrase mi basura
con alegría y llanto!
¡Que mi vida futura
espejo sea sin fin de tu hermosura! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Ef 2,13-16
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los
que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos,
judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los
separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo
las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos
pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al
odio.
RESPONSORIO BREVE
V. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Desde el cielo me enviará la salvación.
R. El Dios que hace tanto por mí.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Invoco al Dios Altísimo, al Dios que hace tanto por mí.
V. Mis ojos
se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Romanos 7, 1-13
NO TUVE CONCIENCIA DEL PECADO SINO POR LA LEY
¿No sabéis, hermanos —hablo a quienes conocen la ley—, que la ley obliga al
hombre sólo durante el tiempo de su vida? Así, por ejemplo, la mujer casada
está sometida por la ley al marido, mientras éste vive; pero, si muere él, ella
queda libre de la ley que la sometía al marido.
Por consiguiente, será tenida por adúltera, si se une a otro hombre en vida del
marido; pero, muerto el marido, queda ella libre de la ley; y no será adúltera
en el caso de unirse a otro hombre.
Del mismo modo, hermanos, también vosotros habéis muerto a la ley por vuestra
unión al cuerpo de Cristo. Así podéis pertenecer a otro, a aquel que fue
resucitado de entre los muertos, para que demos fruto según Dios.
De hecho, cuando vivíamos nuestra vida de orden puramente natural, las pasiones
pecaminosas, instigadas por la ley, actuaban en nuestros miembros y daban
frutos de muerte; pero ahora nos hemos desprendido de la ley, muriendo para
aquello en que estábamos presos; sirvamos, pues, a Dios en la novedad del
espíritu y no en la vejez de la letra.
Pero, vamos a ver, ¿se sigue de esto que la ley es pecado? ¡De ninguna manera!
Pero, sin embargo, yo no tuve conciencia del pecado sino por la ley; y no
hubiese tenido conciencia de la codicia, por ejemplo, si la ley no dijese: «No
codiciarás.» Y el pecado, instigado por este precepto, obró en mí toda clase de
concupiscencias. Sin la ley, el pecado es cosa muerta. Un tiempo vivía yo sin
estar sometido a la ley; sobreviniendo luego el precepto, tomó vida el pecado,
y yo incurrí en muerte; me encontré con que el precepto, que debía llevarme a
la vida, me había llevado a la muerte.
En efecto, el pecado, instigado por el precepto, me sedujo; y por él me dio la
muerte.
En resumen, quedamos en que la ley es santa y el precepto santo, justo y bueno.
Pero, ¿voy a sacar en conclusión que lo que era bueno llegó a ser muerte para
mí? Nada de eso. Sino que el pecado, para mostrarse verdaderamente tal,
sirviéndose de lo que era bueno, me causó la muerte. Así el pecado, al servirse
del precepto, aumentó su malicia sobre toda medida.
RESPONSORIO 7, 6; 5, 5b
R. Nos hemos desprendido de la ley, muriendo para aquello en que
estábamos presos; * sirvamos a Dios en la novedad del espíritu y no en la vejez
de la letra.
V. El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que se nos ha dado.
R. Sirvamos a Dios en la novedad del espíritu y no en la vejez de la
letra.
SEGUNDA LECTURA
De los Capítulos de Diadoco de Foticé, obispo, Sobre la perfección
espiritual
(Capítulos 12. 13. 14: PG 65, 1171-1172)
HAY QUE AMAR SOLAMENTE A DIOS
El que se ama a sí mismo no puede amar a Dios; en cambio, el que, movido por la
superior excelencia de las riquezas del amor a Dios, deja de amarse a sí mismo
ama a Dios. Y como consecuencia ya no busca nunca su propia gloria, sino más
bien la gloria de Dios. El que se ama a sí mismo busca su propia gloria, pero
el que ama a Dios desea la gloria de su Hacedor.
En efecto, es propio del alma que siente el amor a Dios buscar siempre y en
todas sus obras la gloria de Dios y deleitarse en su propia sumisión a él, ya
que la gloria conviene a la magnificencia de Dios; al hombre, en cambio, le
conviene la humildad, la cual nos hace entrar a formar parte de la familia de
Dios. Si de tal modo obramos, poniendo nuestra alegría en la gloria del Señor,
no nos cansaremos de repetir, a ejemplo de Juan Bautista: Es preciso que él
crezca y que yo disminuya.
Sé de cierta persona que, aunque se lamentaba de no amar a Dios como ella
hubiera querido, sin embargo lo amaba de tal manera que el mayor deseo de su
alma consistía en que Dios fuera glorificado en ella y que ella fuese tenida en
nada. El que así piensa no se deja impresionar por las palabras de alabanza,
pues sabe lo que es en realidad; al contrario, por su gran amor a la humildad,
no piensa en su propia dignidad, aunque fuese el caso que sirviese a Dios en
calidad de sacerdote; su deseo de amar a Dios hace que se vaya olvidando poco a
poco de su dignidad y que extinga en las profundidades de su amor a Dios, por
el espíritu de humildad, la jactancia que su dignidad pudiese ocasionar, de
modo que llega a considerarse siempre a sí mismo como un siervo inútil, sin
pensar para nada en su dignidad, por su amor a la humildad. Lo mismo debemos
hacer también nosotros, rehuyendo todo honor y toda gloria, movidos por la
superior excelencia de las riquezas del amor a Dios, que nos ha amado de
verdad.
Dios conoce a los que lo aman sinceramente, porque cada cual lo ama según la
capacidad de amor que hay en su interior. Por tanto, el que así obra desea con
ardor que la luz de este conocimiento divino penetre hasta lo más íntimo de su
ser, llegando a olvidarse de sí mismo, transformado todo él por el amor.
El que es así transformado vive y no vive; pues, mientras vive en su cuerpo, el
amor lo mantiene en un continuo peregrinar hacia Dios; su corazón, encendido en
el ardiente fuego del amor, está unido a Dios por la llama del deseo y su amor
a Dios le hace olvidarse completamente del amor a sí mismo, pues, como dice el
Apóstol, si nos hemos portado como faltos de juicio, ha sido por Dios; si ahora
somos razonables, es por vuestro bien.
RESPONSORIO Jn 3, 16; 1Jn 4, 10
R. Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo único, * para
que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
V. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó.
R. Para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida
eterna.
Viernes, 22 de enero de 2021
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Marcos (3,13-19):
13 Subió al monte y llamó a los que él
quiso; y vinieron donde él.
14 Instituyó Doce, para que estuvieran con
él, y para enviarlos a predicar
15 con poder de expulsar los demonios.
16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el
nombre de Pedro;
17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el
hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del
trueno;
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo,
Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo
19 y Judas Iscariote, el mismo que le
entregó.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
+Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el
sol que nace de lo alto.
PRECES
Adoremos a Cristo, que se ofreció a Dios como sacrificio sin
mancha para purificar nuestras conciencias de las obras muertas, y digámosle
con fe:
En tu voluntad, Señor, encontramos nuestra paz.
Tú que nos has dado la luz del nuevo día,
concédenos también caminar durante sus horas por sendas de vida nueva.
Tú que todo lo has creado con tu poder y con tu providencia lo conservas,
ayúdanos a descubrirte presente en todas tus creaturas.
Tú que has sellado con tu sangre una alianza nueva y eterna,
haz que, obedeciendo siempre tus mandatos, permanezcamos fieles a esa alianza.
Tú que colgado en la cruz quisiste que de tu costado manara sangre y agua,
purifica con esta agua nuestros pecados y alegra con este manantial a la ciudad
de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que Dios nos ha adoptado como hijos, oremos al Padre como nos enseñó
Jesucristo:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que del mismo
modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina así también
las podamos cantar plenamente en la asamblea de tus santos por toda la
eternidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
*San Vicente de
Zaragoza, Mártir*
San Vicente es uno de los tres grandes diáconos que dieron su vida
por Cristo. Junto con Lorenzo y Esteban Corona, Laurel y Victoria forma el más
insigne triunvirato. Este mártir celebrado por toda la Cristiandad, encontró su
panegirista en San Agustín, San León Magno y San Ambrosio.
Vicente descendía de una familia consular de Huesca, y su madre,
según algunos, era hermana del mártir San Lorenzo. Estudió la carrera
eclesiástica en Zaragoza, al lado del obispo Valero, quien por su falta de
facilidad de expresión, lo nombró primer díacono para suplirle en la sagrada
cátedra.
Paralelamente, el emperador Dioclesiano había decratado una de las
más crueles persecusiones contra la Iglesia, y que fue aplicado por Daciano en
España. Las cárceles, que estaban reservadas antes para los delincuentes
comunes, pronto se llenaron de obispos, presbíteros y diáconos. Al pasar
Daciano por Barcelona, sacrifica a San Cucufate y a la niña Santa Eulalia.
Cuando llega a Zaragoza, manda detener al obispo y a su diácono, Valero y Vicente,
y trasladarlos a Valencia.
Allí se celebró el primer interrogatorio. Vicente responde por los
dos, intrépido y con palabra ardiente. Daciano se irrita, manda al destierro a
Valero, y Vicente es sometido a la tortura del potro. Su cuerpo es desgarrado
con uñas metálicas. Mientras lo torturaban, el juez intimaba al mártir a la
abjuración. Vicente rechazaba indignado tales ofrecimientos. Daciano,
desconcertado y humillado ante aquella actitud, le ofrece el perdón si le
entrega los libros sagrados. Pero la valentía del mártir es inexpugnable.
Exasperado de nuevo el Prefecto, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo
sobre un lecho de hierro incandescente. Nada puede quebrantar la fortaleza del
mártir que, recordando a su paisano San Lorenzo, sufre el tormento sin quejarse
y bromeando entre las llamas. Lo arrojan entonces a un calabozo siniestro,
oscuro y fétido "un lugar más negro que las mismas tinieblas", dice
Prudencio. Luego presenta el poeta un coro de ángeles que vienen a consolar al
mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de flores, y alegran las
tinieblas con sus armonías. Hasta el carcelero, conmovido, se convierte y
confiesa a Cristo. Daciano manda curar al mártir para someterlo de nuevo a los
tormentos. Los cristianos se aprestan a curarlo. Pero apenas colocado en
mullido lecho, queda defraudado el tirano pues el espíritu vencedor de Vicente
vuela al paraíso. Era el mes de enero del 304.
Ordena Daciano mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar. Pero más
piadosas las olas, lo devuelven a tierra para proclamar ante el mundo el
triunfo de Vicente el Invicto. Su culto se extendió mucho por toda la
cristiandad.
VIERENES SEMANA II
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: OH CRISTO, TÚ NO TIENES.
Oh Cristo, tú no tienes
la lóbrega mirada de la muerte;
tus ojos no se cierran:
son agua limpia donde puedo verme.
Oh Cristo, tú no puedes
cicatrizar la llaga del costado:
un corazón tras ella
noches y días me estará esperando.
Oh Cristo, tú conoces
la intimidad oculta de mi vida;
tú sabes mis secretos:
te los voy confesando día a día.
Oh Cristo, tú aleteas
con los brazos unidos al madero;
¡oh valor que convida
a levantarse puro sobre el suelo!
Oh Cristo, tú sonríes
cuando te hieren sordas las espinas;
si mi cabeza hierve,
haz, Señor, que te mire y te sonría.
Oh Cristo, tú que esperas
mi último beso darte ante la tumba,
también mi joven beso
descansa en ti de la incesante lucha. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Salmo 114 - ACCIÓN DE GRACIAS
Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida.»
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas me salvó.
Alma mía, recobra tu calma,
que el Señor fue bueno contigo:
arrancó mi vida de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Arranca, Señor, mi vida de la muerte, mis pies de la caída.
Ant 2. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Ant 3. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4
Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Justos y verdaderos son tus caminos, ¡oh Rey de los siglos!
LECTURA BREVE 1Co 2, 7-10a
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria, que no conoció ninguno de los
príncipes de este siglo; pues si la hubieran conocido, nunca hubieran
crucificado al Señor de la gloria. Pero, según está escrito: «Ni el ojo vio, ni
el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los
que le aman.» Pero a nosotros nos lo ha revelado por su Espíritu.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
V. Muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
R. Para llevarnos a Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo murió por nuestros pecados, para llevarnos a Dios.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
+Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Acuérdate, Señor, de tu misericordia como lo habías prometido a
nuestros padres.
PRECES
Bendigamos ahora al Señor Jesús, que en su vida mortal escuchó
siempre con bondad las súplicas de los que acudían a él y enjugaba con amor las
lágrimas de los que lloraban, y digámosle también nosotros:
Señor, ten piedad.
Señor Jesucristo, tú que consolaste a los tristes y desconsolados, pon ahora
tus ojos en los sufrimientos de los pobres
y consuela a los deprimidos.
Escucha los gemidos de los agonizantes
y envíales tus ángeles para que los consuelen y conforten.
Que los emigrantes sientan el consuelo de tu amor en el destierro, que puedan
regresar a su patria
y que un día alcancen también la patria eterna.
Que los pecadores escuchando tu voz se conviertan,
y encuentren en tu Iglesia el perdón y la paz.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Perdona las faltas de los que han muerto
y dales la plenitud de tu salvación.
Con el gozo que nos da el saber que somos hijos de Dios, digamos con plena
confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que con el escándalo de la cruz has manifestado de
una manera admirable tu sabiduría escondida, concédenos contemplar, con tal
plenitud de fe, la gloria de la pasión de tu Hijo, que encontremos siempre
nuestra gloria en su cruz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.