*LAS LAUDES. LA EPIFANÍA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Miércoles 6 de enero
LA EPIFANÍA DEL SEÑOR. (SOLEMNIDAD]
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que se nos ha manifestado,
venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ESTRELLA NUNCA VISTA SE APARECE
Estrella nunca vista se aparece
a los remotos magos orientales,
y, al juzgar de los fuegos celestiales,
otra lumbre mayor los esclarece.
Nacido sacro Rey se les ofrece,
con nuevas maravillas y señales,
para que reverentes y leales
la obediencia le den como merece.
Parten llevados de la luz y el fuego,
del fuego de su amor; luz que los guía
con claridad ardiente y soberana.
Subió al trono de Dios el pío ruego,
y, llenos de firmísima alegría,
vieron la luz de Dios por nube humana.
Gloria y loores por la eternidad
tribútense a la Santa Trinidad. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Los magos, abriendo sus cofres,
ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los
magos, abriendo sus cofres, ofrecieron al Señor oro, incienso y mirra. Aleluya.
Ant 2. Mares
y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios.
Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR -
Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Mares
y ríos, bendecid al Señor; manantiales, ensalzad con himnos a nuestro Dios.
Aleluya.
Ant 3. Llega
tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor alborea sobre ti y caminarán las
naciones a tu luz. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Llega
tu luz, Jerusalén, y la gloria del Señor alborea sobre ti y caminarán las
naciones a tu luz. Aleluya.
LECTURA BREVE Is 52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz,
que trae la dicha, que anuncia la salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu
Dios»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al
Señor, que vuelve a Sión. Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de
Jerusalén, porque el Señor consuela a su pueblo y ha rescatado a Jerusalén: el
Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los
confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Se postrarán ante él todos los reyes.
R. Se
postrarán ante él todos los reyes.
V. Todos
los pueblos le servirán.
R. Y
todos los reyes.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Se
postrarán ante él todos los reyes.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del profeta Isaías 60, 1-22
MANIFESTACIÓN DE LA GLORIA DEL SEÑOR SOBRE
JERUSALÉN
¡Levántate y resplandece, Jerusalén, pues llega tu luz y la gloria del Señor
alborea sobre ti! Mira: la oscuridad cubre la tierra y los pueblos están en
tinieblas.
Mas sobre ti amanece el Señor y su gloria sobre ti se manifiesta. Caminarán las
naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu alborada.
Levanta la vista y mira en torno: todos se reúnen y vienen a ti: tus hijos
llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.
Cuando esto veas, te pondrás radiante de alegría; se estremecerá y se
ensanchará tu corazón, pues se volcarán sobre ti los tesoros del mar, vendrán a
ti las riquezas de las naciones.
Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá.
Vendrán todos de Saba, cargados de oro e incienso y proclamando la gloria del
Señor.
Reunirán para ti los rebaños de Cadar, y los carneros de Nebayot estarán a tu
servicio; subirán a mi altar como víctimas gratas, y honraré mi noble casa.
¿Quiénes son esos que vuelan como nubes, como palomas al palomar? Son navíos
que acuden a mí, en primera línea las naves de Tarsis, para traer de lejanas
tierras a tus hijos, y con ellos su plata y su oro, por la fama del Señor tu
Dios, del Santo de Israel que así te honra.
Extranjeros reconstruirán tus murallas y sus reyes te servirán; si te herí en
mi cólera, en mi clemencia me he compadecido de ti.
Tus puertas estarán siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán: para
dejar entrar a ti las riquezas de las naciones traídas por sus reyes. El pueblo
y el rey que no se te sometan perecerán, sus naciones serán exterminadas.
Vendrá a ti el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para
adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estrado.
Los hijos de tus opresores vendrán a ti encorvados, y los que te despreciaban
se postrarán a tus pies; te llamarán Ciudad del Señor, Sión del Santo de
Israel. Estuviste abandonada, aborrecida y deshabitada, pero yo te haré el
orgullo de los siglos, la delicia de todas las edades.
Te nutrirás con la leche de las naciones, con las riquezas de los reyes serás
alimentada; y sabrás que yo, el Señor, soy tu salvador, que el Héroe de Jacob
es tu redentor. En vez de bronce, te traeré oro; en vez de hierro, te traeré
plata; en vez de madera, bronce, y en vez de piedra, hierro; te daré por
magistrados la paz y por gobernantes la justicia.
No se oirá más hablar de violencias en tu tierra, ni de ruina o destrucción
dentro de tus fronteras. Pondrás a tus murallas el nombre de «Salvación» y a
tus puertas el de «Alabanza.»
Ya no será el sol tu luz en el día, ni te alumbrará en la noche la claridad de
la luna; porque el Señor será tu luz perenne, y tu Dios será tu esplendor.
Tu sol ya no se pondrá ni menguará tu luna, porque el Señor será tu luz eterna
y se habrán acabado los días de tu luto.
En tu pueblo todos serán justos y poseerán por siempre la tierra: es el brote
que yo he plantado, la obra de mis manos, para gloria mía.
El pequeño crecerá hasta mil y el menor se hará pueblo numeroso: yo, el Señor,
he hablado; cuando llegue el tiempo, me apresuraré a cumplirlo.
RESPONSORIO Is 60, 1. 3
R. Levántate
y resplandece, Jerusalén, pues llega tu luz * y la gloria del Señor alborea sobre ti.
V. Caminarán
las naciones a tu luz y los reyes al resplandor de tu alborada.
R. Y
la gloria del Señor alborea sobre ti.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 3 En la Epifanía del Señor, 1-3. 5: PL 54, 240-244)
EL SEÑOR DA A CONOCER SU SALVACIÓN EN TODO
EL ORBE DE LA TIERRA
La providencia misericordiosa de Dios, cuando dispuso socorrer en la plenitud
de los tiempos al mundo que perecía, determinó salvar a todos los hombres en
Cristo.
Ellos forman la incontable descendencia prometida en otro tiempo a Abraham,
descendencia que había de ser engendrada no según la carne, sino por la
fecundidad de la fe, y que por esto fue comparada a la multitud de las
estrellas, para que la esperanza del padre de todas las gentes tuviera por
objeto no una progenie terrena, sino celestial.
Entre, entre en la familia de los patriarcas la totalidad de los gentiles, y
reciban los hijos de la promesa la bendición de la descendencia de Abraham, a
la que han renunciado los hijos según la carne. En la persona de los tres magos
adoren todos los pueblos al Autor del universo; y sea Dios conocido no sólo en
Judea, sino en todo el orbe, a fin de que en todas partes su fama sea grande en
Israel.
Adoctrinados, amadísimos hermanos, por estos misterios de la gracia divina,
celebremos, llenos de gozo espiritual, el día de nuestras primicias y el
comienzo de la vocación de los gentiles, dando gracias a Dios misericordioso
que, como dice el Apóstol, nos ha hecho capaces de compartir la herencia del
pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha
trasladado al reino de su Hijo querido; porque, como había profetizado Isaías,
el pueblo de los gentiles que caminaba en tinieblas vio una grande luz; sobre
los que habitaban en tierra de sombras brilló un intenso resplandor. De ellos
dice el mismo profeta, dirigiéndose al Señor: Tú llamarás a un pueblo
desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti.
Éste es el día que Abraham contempló y saltó de gozo, al reconocer a los hijos
de su fe que habían de ser bendecidos en su descendencia, que es Cristo; y, al
contemplar de antemano que había de ser por su fe padre de todas las gentes,
dio gloria a Dios, plenamente convencido de que Dios, que lo había prometido,
tenía también poder para cumplirlo.
Éste es el día que cantó el salmista, cuando dijo: Todos los pueblos vendrán a
postrarse en tu presencia, Señor, bendecirán tu nombre; y también: El Señor da
a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia.
Sabemos que estas predicciones empezaron a cumplirse desde que la estrella hizo
salir de su lejano país a los tres magos, para que conocieran y adoraran al Rey
de cielo y tierra. Su docilidad es para nosotros un ejemplo que nos exhorta a
todos a que sigamos, según nuestra capacidad, las invitaciones de la gracia,
que nos lleva a Cristo.
Todos, amadísimos hermanos, debéis emularos en este empeño, a fin de que
brilléis como hijos de la luz en el reino de Dios, al cual se llega por la
integridad de la fe y por las buenas obras; por nuestro Señor Jesucristo, que
vive y reina con Dios Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Amén.
RESPONSORIO
R. Éste
es el día glorioso en que se manifestó a las naciones el Salvador del mundo, al
cual anunciaron los profetas y adoraron los ángeles. * Los magos, al ver su estrella, se
llenaron de júbilo y acudieron a ofrecerle dones.
V. Ha
amanecido para nosotros un día sagrado: venid, naciones, a adorar al Señor.
R. Los
magos, al ver su estrella, se llenaron de júbilo y acudieron a ofrecerle dones.
Miércoles,
6 de enero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,1-12):
Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos
de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: « ¿Dónde está el Rey de los
judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a
adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a
los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que
nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
“Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las
poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo
Israel”». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran
el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis,
avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella
que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de
donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría.
Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas
lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso
y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se
retiraron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Hoy la Iglesia se ha unido a su
celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo ha lavado los pecados de ella,
los magos acuden con regalos a las bodas del Rey y los invitados se alegran por
el agua convertida en vino. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy
la Iglesia se ha unido a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo ha
lavado los pecados de ella, los magos acuden con regalos a las bodas del Rey y
los invitados se alegran por el agua convertida en vino. Aleluya.
PRECES
Veneremos a nuestro Salvador, adorado
hoy por los magos, y aclamémoslo con alegría, diciendo:
Luz de luz, ilumina nuestro día.
Cristo Jesús, que te manifestaste revestido de nuestra frágil carne humana,
santifícanos por la palabra de Dios y por la oración.
Cristo Jesús, santificado por el Espíritu,
líbranos de todo error.
Cristo Jesús, mostrado a los ángeles,
danos a gustar, ya en la tierra, de los bienes de tu reino.
Cristo Jesús, proclamado a los gentiles,
ilumina el corazón de todos los hombres con la luz del Espíritu Santo.
Cristo Jesús, en quien el mundo ha creído,
aumenta la fe en todos los creyentes.
Cristo Jesús, que has subido a la gloria,
enciende en nosotros el deseo de tu reino.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que manifestaste a tu Hijo en
este día a todas las naciones por medio de una estrella, concédenos, a los que
ya te conocemos por la fe, llegar a contemplar, cara a cara, la hermosura
infinita de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
6 de enero
LA EPIFANIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Es una fiesta destinada a celebrar la revelación de Jesucristo a
unos Magos, los cuales fueron a adorar al niño recién nacido. Para fortalecer
su fe, Dios hizo brillar una estrella, y ésta los guió hasta el sitio en donde
se hallaba el Salvador. Los Magos penetraron en el pobre albergue, más lleno de
gloria que todos los palacios del mundo, donde encontraron al Niño con su
Madre.
Le adoraron y entregaron sus corazones. Estaba ahí, como un
recién nacido, sin palabra y totalmente dependiente de su Madre, su poder
estaba oculto y su único milagro era la humildad. Los Magos ofrecieron al Niño:
oro, como símbolo de su dignidad real, incienso, como confesión de su divinidad
y la mirra como símbolo de que se había hecho hombre para redimir al mundo. La
festividad merece respeto y reverencia, ya que fuimos llamados a la fe y
adoración del verdadero Dios, en la persona de los Magos.