*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
Laudes - DOMINGO III DE ADVIENTO 2020
El
siguiente es el formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas
para el día, domingo, 13 de diciembre de 2020. .
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Al Rey
que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos
los unos a los otros, día tras día, mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno
De luz nueva se viste la tierra,
porque el Sol que del cielo ha venido
en el seno feliz de la Virgen
de su carne se ha revestido.
El amor hizo nuevas cosas,
el Espíritu ha descendido
y la sombra del que es poderoso
en la Virgen su luz ha encendido.
Ya la tierra reclama su fruto
y de bodas se anuncia alegría,
el Señor que en los cielos moraba
se hizo carne en la Virgen María.
Gloria a Dios, el Señor poderoso,
a su Hijo y Espíritu Santo,
que en su gracia y su amor nos bendijo
y a su reino nos ha destinado. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Vendrá el Señor y no tardará: iluminará lo escondido en las
tinieblas y se manifestará a todos los hombres. Aleluya.
Salmo 92
Gloria del Dios creador
Reina el
Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias (Ap
19,6.7)
El Señor
reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Antífona
2: Los montes y las colinas se abajarán, lo torcido se enderezará y
lo escabroso se igualará; ven, Señor, no tardes. Aleluya.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al
Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona
3: Salvaré a Sión y mostraré mi gloria en Jerusalén. Aleluya.
Salmo 148
Alabanza del Dios creador
Al que se
sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por
los siglos de los siglos. (Ap 5,13)
Alabad al
Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes;
Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,
rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,
montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra;
él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.
Lectura Breve Rm 13, 11-12
Ya es
hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que cuando abrazamos
la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos, pues, de las obras
de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
Responsorio Breve
V. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de venir al mundo.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al, Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Levantaos, alzad la cabeza.
R. Se acerca vuestra liberación.
Lecturas
Primera Lectura
Del libro del profeta Isaías 29, 13-24
ANUNCIO DEL JUICIO DEL SEÑOR
Esto dice el Señor: Por cuanto ese pueblo me ha alabado con su
boca, y me han honrado con sus labios, mientras que su corazón está lejos de
mí, y el temor que me tiene son preceptos enseñados por hombres, por eso he
aquí que yo sigo haciendo maravillas con ese pueblo, haciendo portentosas
maravillas; perderé la sabiduría de sus sabios, y eclipsaré el entendimiento de
sus entendidos.
Ay de los que se esconden del Señor para ocultar sus planes, y ejecutan sus
obras en las tinieblas, y dicen: «¿Quién nos ve, quién nos conoce?» ¡Qué error
el vuestro! ¿Es el alfarero como la arcilla, para que diga la obra a su hacedor:
«No me ha hecho», y la vasija diga de su alfarero: «No entiende el oficio?» ¿Acaso
no falta sólo un poco, para que el Líbano se convierta en vergel, y el vergel
se considere una selva? Oirán aquel día los sordos palabras de un libro, y
desde la tiniebla y desde la oscuridad los ojos de los ciegos las verán.
Los pobres volverán a alegrarse en el Señor, y los hombres más pobres en el
Santo de Israel se regocijarán. Porque se habrán terminado los tiranos, se
habrá acabado el hombre burlador, y serán exterminados todos los que desean el
mal; los que declaran culpable a otro con su palabra, y tienden lazos al que
juzga en la puerta, y desatienden al justo por una nonada.
Por tanto, así dice el Señor, Dios de la casa de Jacob, el que rescató a
Abraham: «No se avergonzará en adelante Jacob, ni en adelante su rostro
palidecerá; porque en viendo a sus hijos, las obras de mis manos, en medio de
él, santificarán mi Nombre.»
Santificarán al Santo de Jacob, y al Dios de Israel tendrán miedo. Los
descarriados alcanzarán inteligencia, y los murmuradores aprenderán doctrina.
Responsorio Is 29, 18. 19; cf. Mt
11, 4. 5
R. En aquel día, podrán oír los sordos palabras de un libro, y
podrán verlas los ojos de los ciegos, libres de las tinieblas y de la
oscuridad. * Los pobres se regocijarán en el Santo de Israel.
V. Id a contar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos
ven, los cojos andan, los sordos oyen y la Buena Noticia es anunciada a los
pobres.
R. Los pobres se regocijarán en el Santo de Israel.
Segunda Lectura
De los sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 293, 3: PL 38,1328-1329)
JUAN ERA LA VOZ, CRISTO ES LA PALABRA
Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio
ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la
Palabra eterna.
Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido
vacío.
La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón.
Pero veamos cómo suceden las cosas en la misma edificación de nuestro corazón.
Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra presente en mi corazón;
pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que
está ya en el mío.
Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay
ya en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el sonido de la
voz hace llegar hasta ti el entendimiento de la palabra; y una vez que el
sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la
palabra que el sonido condujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber
abandonado el mío.
Cuando la palabra ha pasado a ti, ¿no te parece que es el mismo sonido el que
está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo que menguar? El sonido de la
voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta
alegría mía está colmada.
Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma.
¿Quieres ver cómo pasa la voz, mientras que la divinidad de la Palabra
permanece? ¿Qué ha sido del bautismo de Juan? Cumplió su misión y desapareció.
Ahora el que se frecuenta es el bautismo de Cristo. Todos nosotros creemos en
Cristo, esperamos la salvación en Cristo: esto es lo que la voz hizo sonar.
Y precisamente porque resulta difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron
a Juan por el Mesías. La voz fue confundida con la palabra: pero la voz se
reconoció a sí misma, para no ofender a la palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni
Elías, ni el Profeta.
Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres? respondió: Yo soy la voz que grita en el desierto:
¡Allanad el camino del Señor!. La voz que grita en el desierto, la voz que
rompe el silencio. Allanad el camino del Señor, como si dijera: «Yo resueno
para introducir la palabra en el corazón; pero ésta no se dignará venir a donde
yo trato de introducirla, si no le allanáis el camino».
¿Qué quiere decir: Allanad el camino, sino: «Suplicad debidamente»? ¿Qué
significa: Allanad el camino, sino: «Pensad con humildad»? Aprended del mismo
Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por el Mesías, y niega serlo; no se le
ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio.
Si hubiera dicho: «Yo soy el Mesías», ¿cómo no lo hubieran creído con la mayor facilidad,
si ya le tenían por tal antes de haberlo dicho? Pero no lo dijo: se reconoció a
sí mismo, no permitió que lo confundieran, se humilló a sí mismo.
Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que una
antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar.
Responsorio Jn 39, 30; 1, 27. 30;
Mc 1, 8
R. Es preciso que él crezca y que yo disminuya; el que viene
después de mí ya existía antes que yo, * y yo no soy digno de
desatar la correa de sus sandalias.
V. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con el
Espíritu Santo.
R. Y yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias.
Lecturas
del Domingo 3º de Adviento - Ciclo B
Domingo, 13 de diciembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (1,6-8.19-28):
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se
llamaba Juan.
7 Este vino para un testimonio, para dar
testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino quien debía dar
testimonio de la luz.
19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando
los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a
preguntarle: «¿Quién eres tú?»
20 El confesó, y no negó; confesó: «Yo no
soy el Cristo.»
21 Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú
Elías?» El dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues,
para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
23 Dijo él: «Yo soy = voz del que clama en
el desierto: Rectificad el camino del Señor, = como dijo el profeta Isaías.»
24 Los enviados eran fariseos.
25 Y le preguntaron: «¿Por qué, pues,
bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua,
pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis,
27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy
digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del
Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Habiéndose
enterado Juan en la cárcel de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a
que le preguntasen: «¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?»
Ver antífona alternativa
Benedictus
Lc 1, 68-79
El Mesías y
su precursor
+ Bendito
sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos a
Dios Padre, que nos concede la gracia de esperar la revelación de nuestro Señor
Jesucristo, y digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Santifica, Señor, todo nuestro ser, alma y cuerpo, — y guárdanos libres de
culpa hasta el día de la venida de tu Hijo.
Haz que durante este día caminemos en santidad, — y llevemos una vida justa y
religiosa.
Haz que nos revistamos de nuestro Señor Jesucristo, — y que nos llenemos del
Espíritu Santo.
Concédenos, Señor, que vivamos siempre preparados, — para el día de la
manifestación gloriosa de tu Hijo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Como nos enseñó el Salvador, nos atrevemos a decir: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Estás
viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu
Hijo, concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder
celebrarla con alegría desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - DOMINGO III DE ADVIENTO 2020
El
siguiente es el formulario que corresponde a vísperas de la liturgia de las
horas para el día de mañana, domingo, 13 de diciembre de 2020. .
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
Jesucristo, Palabra del Padre,
luz eterna de todo creyente:
ven y escucha la súplica ardiente,
ven, Señor, porque ya se hace tarde.
Cuando el mundo dormía en tinieblas,
en tu amor tú quisiste ayudarlo
y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
Ya madura la historia en promesas,
sólo anhela tu pronto regreso;
si el silencio madura la espera,
el amor no soporta el silencio.
Con María, la Iglesia te aguarda
con anhelos de esposa y de Madre,
y reúne a sus hijos en vela,
para juntos poder esperarte.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro
y a tu lado vivamos por siempre,
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
Salmodia
Antífona
1: Mirad: vendrá el Señor para sentarse con los príncipes en un trono
de gloria.
Salmo 109, 1-5.7
El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo
tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. (1Co
15,25)
Oráculo
del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Antífona
2: Destilen los montes alegría y los collados justicia, porque con
poder viene el Señor, luz del mundo.
Salmo 110
Grandes son las obras del Señor
Grandes y
maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente. (Ap 15,3)
Doy
gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.
Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.
Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles.
Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.
Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.
Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Antífona
3: Llevemos una vida honrada y religiosa, aguardando la dicha que
esperamos, la venida del Señor.
Cf. Ap 19,1-2.5-7
Las bodas del Cordero
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya.
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya.
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya.
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya.
Lectura Breve
Flp 4, 4-5
Estad
siempre alegres en el Señor. Otra vez os lo digo: Estad alegres. Que vuestra bondad
sea conocida de todos. El Señor está cerca.
Responsorio Breve
V. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Canto Evangélico
Antifona: «¿Eres
tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?» «Id a contar a Juan lo que
estáis viendo: los ciegos ven, los muertos resucitan y la Buena Noticia es
anunciada a los
pobres.» Aleluya.
Ver antífona alternativa
Magnificat
Lc 1, 46-55
Alegría del
alma en el Señor
Proclama
mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Oremos a
Jesucristo, nuestro redentor, que es camino, verdad y vida de los hombres, y
digámosle:
Ven, Señor, y quédate con nosotros.
Jesús, Hijo del Altísimo, anunciado por el ángel Gabriel a María Virgen,
— ven a reinar para siempre sobre tu pueblo.
Santo de Dios, ante cuya venida el Precursor saltó de gozo en el seno de
Isabel,
— ven y alegra al mundo con la gracia de la salvación.
Jesús, Salvador, cuyo nombre el ángel reveló a José,
— ven a salvar al pueblo de sus pecados.
Luz del mundo, a quien esperaban Simeón y todos los justos,
— ven a consolar a tu pueblo.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Sol naciente, de quien Zacarías profetizó que nos visitaría de lo alto,
— ven a iluminar a los que viven en tiniebla y en sombra de muerte.
Pidamos ahora con gran confianza la venida del reino de Dios, con las palabras
que Cristo
nos enseñó: Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre
nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Estás
viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu
Hijo,
concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla
con alegría
desbordante. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.