Lecturas de la 23º Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Jueves, 10 de septiembre de 2020
Primera lectura
Lectura de
la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (8,1b-7.11-13):
El conocimiento engríe, lo constructivo es el amor. Quien se figura haber
terminado de conocer algo, aún no ha empezado a conocer como es debido. En
cambio, al que ama a Dios, Dios lo reconoce. Vengamos a eso de comer de lo
sacrificado. Sabemos que en el mundo real un ídolo no es nada, y que Dios no
hay más que uno; pues, aunque hay los llamados dioses en el cielo y en la
tierra –y son numerosos los dioses y numerosos los señores–, para nosotros no
hay más que un Dios, el Padre, de quien procede el universo y a quien estamos
destinados nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien existe el universo
y por quien existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen ese conocimiento:
algunos, acostumbrados a la idolatría hasta hace poco, comen pensando que la
carne está consagrada al ídolo y, como su conciencia está insegura, se mancha.
Así, tu conocimiento llevará al desastre al inseguro, a un hermano por quien
Cristo murió. Al pecar de esa manera contra los hermanos, turbando su
conciencia insegura, pecáis contra Cristo. Por eso, si por cuestión de alimento
peligra un hermano mío, nunca volveré a comer carne, para no ponerlo en
peligro.
Palabra de Dios
Salmo
Sal
138,1-3.13-14ab.23-24
R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras. R/.
R/. Guíame, Señor, por el camino eterno
Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno. R/.
R/. Guíame,
Señor, por el camino eterno
Jueves, 10
de septiembre de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (6,27-38):
27 «Pero yo os digo a los que me
escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,
28 bendecid a los que os maldigan, rogad por
los que os difamen.
29 Al que te hiera en una mejilla,
preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la
túnica.
30 A todo el que te pida, da, y al que tome
lo tuyo, no se lo reclames.
31 Y lo que queráis que os hagan los
hombres, hacédselo vosotros igualmente.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito
tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman.
33 Si hacéis bien a los que os lo hacen a
vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
34 Si prestáis a aquellos de quienes
esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los
pecadores para recibir lo correspondiente.
35 Más bien, amad a vuestros enemigos; haced
el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande,
y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los
perversos.
36 «Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo.
37 No juzguéis y no seréis juzgados, no
condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
38 Dad y se os dará; una medida buena,
apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque
con la medida con que midáis se os medirá.»
Palabra del Señor
(Pero yo
os digo a los que me escucháis)
*El
Señor con esta lectura no me viene a imponer nada, comienza diciéndome al que
me escucha, yo tengo dos opciones puedo escuchar para aprender y poner en
práctica o también puedo escuchar y no prestar atención como decimos (me entró
por un oído y me salió por el otro). El Señor de una manera muy especial quiere
decirme el significado de la palabra amar: Amar es “Hacer el bien sin esperar
nada a cambio” Dicen las Sagradas Escritura: El Señor pasó por la tierra
haciendo el bien, no dice que paso por la tierra amando. Amar es hacer el bien.
La buena noticia para mi es que el Señor me hace una invitación para hacer bien
el bien. Es como decir que el Señor quiere que yo me parezca lo más posible a
él, que camine como el, que piense como el, para que al final yo pueda decir no
soy yo quien vive en mí, es cristo quien vive en mi*.
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.