Martes, 5 de mayo de 2020
Evangelio
Lectura del
evangelio según san Juan (10,22-30):
22 Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno.
22 Se celebró por entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno.
23 Jesús se paseaba por el Templo, en el
pórtico de Salomón.
24 Le rodearon los judíos, y le decían: « ¿Hasta
cuándo vas tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.»
25 Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho,
pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan
testimonio de mí;
26 pero vosotros no creéis porque no sois de
mis ovejas.
27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las
conozco y ellas mi siguen.
28 Yo les doy vida eterna y no perecerán
jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.
29 El Padre, que me las ha dado, es más
grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre.
30 Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
(«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco»).
*Esta palabra me cuestiona interiormente ¿Cómo es mi
forma de escuchar la voz del Señor? ¿Entiendo lo que el Señor me dice? Yo tengo
hijo y he tenido personas bajo mis órdenes, y me doy cuenta que no he sido un buen
pastor. Porque me cuesta mucho escuchar, para poder decir bien las cosas, y si
no escucho bien es imposible que pueda hablarle bien, entonces comienzo a
pelear y a decir improperio, porque no me entienden es que les hablo en un
idioma extraño. Pero la culpa no es de ellos es que a mí me cuesta mucho
escuchar lo que el Señor está tratando de decirme, y como no entiendo siempre
trato de hacer lo que yo creo o lo que yo entiendo o lo que a mí me parece,
(hay caso, en que un niño es mudo, porque no pude escuchar los sonido,
para luego poder repetirlo). La buena noticia es que el Señor quiere que yo
primero escuche*
*El
que desea y quiere amar, con el corazón según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.