Musica Para el Alma

miércoles, 1 de abril de 2020

LAS LAUDES DEL JUEVES 2 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA


Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

TIEMPO DE CUARESMA
JUEVES DE LA SEMANA V
Propio del Tiempo. Salterio I

2 de abril

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)


V. 
Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. A Cristo el Señor que por nosotros fue tentado y por nosotros murió venid y adorémosle»

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A Cristo el Señor que por nosotros fue tentado y por nosotros murió venid y adorémosle»


Himno: PASTOR QUE CON TUS SILBOS AMOROSOS.

Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño:
tú, que hiciste cayado de ese leño
en que tiendes los brazos poderosos,

vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño
y la palabra de seguir te empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.

SALMODIA

Ant 1. 
Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Salmo 56 - ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO.

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios Altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Despertad, cítara y arpa; despertaré a la aurora.

Ant 2. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Cántico: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO Jr 31, 10-14

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con manjares sustanciosos,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Ant 3. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

Salmo 47 - HIMNO A LA GLORIA DE JERUSALÉN

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
su monte santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:

el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.

Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;

allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.

¡Oh Dios!, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, ¡oh Dios!, tu alabanza
llega al confín de la tierra;

tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.

Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,

para poder decirle a la próxima generación:
«Este es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

LECTURA BREVE   Hb 2, 9b-10

Vemos a Jesús coronado de gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.

PRIMERA LECTURA

Del libro de los Números 20, 1-13; 21, 4-9

LAS AGUAS DE MERIBÁ Y LA SERPIENTE DE BRONCE

En aquellos días, la comunidad entera de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin el mes primero, y el pueblo se instaló en Cadés. Allí murió María y allí la enterraron. Faltó agua al pueblo y se amotinaron contra Moisés y Aarón. El pueblo riñó con Moisés, diciendo:

«¡Ojalá hubiéramos muerto como nuestros hermanos, delante del Señor! ¿Por qué habéis traído a la comunidad del Señor a este desierto, para que muramos en él nosotros y nuestras bestias? ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto, para traernos a este sitio horrible, que no tiene grano, ni higueras, ni granados, ni agua para beber?»

Moisés y Aarón se apartaron de la comunidad y se dirigieron a la Tienda de Reunión, y delante de ella se postraron rostro en tierra. La gloria del Señor se les apareció, y el Señor dijo a Moisés:

«Toma el cayado, reúne a la asamblea, tú con tu hermano Aarón, y en presencia de ellos ordenad a la roca que dé agua. Sacarás agua de la roca para darles de beber a ellos y a sus bestias.»

Moisés tomó la vara de la presencia del Señor, como él se lo mandaba, y, habiendo convocado con Aarón a la comunidad delante de la roca, les dijo:

«Escuchad, rebeldes: ¿Creéis que podemos sacar agua de esta roca para vosotros?»

Moisés alzó la mano y golpeó la roca con el bastón dos veces, y brotó agua tan abundante que bebió toda la multitud y sus bestias. El Señor dijo luego a Moisés y a Aarón:

«Por no haber confiado en mí, por no haber reconocido mi santidad en presencia de los hijos de Israel, no haréis entrar a esta comunidad en la tierra que les voy a dar.»

(Éstas son las aguas de Meribá, donde los hijos de Israel protestaron contra el Señor y donde él les dio una prueba de su santidad.)

Partieron luego los israelíes de la montaña de Hor y se encaminaron hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo iba extenuado e impaciente, y habló contra Dios y contra Moisés:

«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y ya nos da náusea ese alimento tan mezquino.»

El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes venenosas que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:

«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; intercede ante el Señor para que aparte de nosotros las serpientes.»

Moisés intercedió ante el Señor por el pueblo, y el Señor le respondió:

«Haz una serpiente de bronce y colócala en una asta. Todo el que haya sido mordido y la mire sanará.»

Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en una asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

RESPONSORIO    Jn 3, 14-15. 17

R. Así como Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre, * para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
V. Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
R. Para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

SEGUNDA LECTURA

De la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo
(Núm. 9)

LA IGLESIA, SACRAMENTO VISIBLE DE LA UNIDAD SALUTÍFERA

Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande —oráculo del Señor—.

Pacto nuevo que estableció Cristo, es decir, el nuevo Testamento en su sangre, convocando un pueblo de entre los judíos y los gentiles, que se condensara en unidad no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera un nuevo pueblo de Dios.

Pues los que creen en Cristo -renacidos de germen no corruptible, sino incorruptible, por la palabra de Dios vivo, no de la carne, sino del agua y del Espíritu Santo- son hechos por fin linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios; aquellos que en otro tiempo no eran pueblo y son ahora pueblo de Dios.

Ese pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación y, habiendo conseguido un nombre que está sobre todo nombre, reina ahora gloriosamente en los cielos.

Poseen los que forman este pueblo la dignidad y libertad de los hijos de Dios, y en sus corazones habita el Espíritu Santo como en un templo.

Tienen por ley el mandato de amar como el mismo Cristo nos amó.

Tiene, últimamente, este pueblo como fin la dilatación del reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que sea consumado por él mismo al fin de los tiempos, cuando se manifieste Cristo, nuestra vida, y la creación misma se vea liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Aquel pueblo mesiánico, por tanto, aunque de momento no contenga a todos los hombres y muchas veces aparezca como una pequeña grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano.
Constituido por Cristo en orden a la comunión de vida, de caridad y de verdad, es empleado también por él como instrumento de la redención universal y es enviado a todo el mundo como luz del mundo y sal de la tierra.

Así como el pueblo de Israel según la carne, cuando peregrinaba por el desierto, fue llamado ya alguna vez Iglesia de Dios, así el nuevo Israel, que va avanzando en este mundo hacia la ciudad futura y permanente, es llamado también Iglesia de Cristo, porque él la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y la proveyó de medios aptos para una unión visible y social.

La congregación de todos los creyentes, que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de la unidad y de la paz, es la Iglesia convocada y constituida por Dios para que sea sacramento visible de esta unidad salutífera para todos y cada uno.

RESPONSORIO    1Pe 2, 9. 10; Sal 32, 12

R. Vosotros sois pueblo adquirido por Dios; * vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios; vosotros que estabais excluidos de la misericordia sois ahora objeto de la misericordia de Dios.
V. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.
R. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios; vosotros que estabais excluidos de la misericordia sois ahora objeto de la misericordia de Dios.

Jueves, 2 de abril de 2020
Evangelio Y Reflexión
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,51-59):

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».
Los judíos le dijeron:
«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Jesús contestó:
«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron:
«No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?».
Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Palabra del Señor


CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. 
Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: «El que procede de Dios da oídos a las palabras de Dios. Por eso no las escucháis vosotros, porque no sois de Dios.»

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Decía Jesús a los judíos y a los príncipes de los sacerdotes: «El que procede de Dios da oídos a las palabras de Dios. Por eso no las escucháis vosotros, porque no sois de Dios.»

PRECES

Glorifiquemos a Cristo, nuestro Señor, que resplandece como luz del mundo para que siguiéndolo no caminemos en tinieblas, sino que tengamos la luz de la vida, y digámosle:

*Que tu palabra, Señor, sea luz para nuestros pasos*.

Cristo, amigo de los hombres, haz que sepamos progresar hoy en tu imitación,
para que lo que perdimos por culpa del primer Adán lo recuperemos en el segundo.

Que tu palabra sea siempre luz en nuestro sendero,
para que, realizando siempre la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas en ti.

Enséñanos, Señor, a trabajar por el bien de todos los hombres,
para que así, por nuestra acción, la Iglesia ilumine a toda la sociedad humana.

Que por nuestra sincera conversión crezcamos en tu amistad
y expiemos las faltas cometidas contra tu bondad y tu sabiduría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

Padre nuestro...

ORACION

Señor, atiende a nuestras súplicas y concédenos tu protección, ya que hemos puesto toda nuestra esperanza en tu misericordia; purifícanos de toda mancha de pecado y haz que nos mantengamos en una vida santa, para que lleguemos a recibir la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN

V. 
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Fundador de la Orden de los Mínimos; nació en 1416, en Paula, en Calabria, Italia; murió el 2 de abril de 1507, en Plessis, Francia. Sus padres fueron admirables por la santidad de sus vidas. No habiendo podido tener hijos durante algunos años después de casados, recurrieron a la oración, especialmente encomendándose a la intercesión de San Francisco de Asís. Eventualmente les nacieron tres hijos, el mayor de los cuales fue Francisco. Cuando estaba aún en la cuna sufrió de una hinchazón que le hacía peligrar la vista de uno de sus ojos. Sus padres de nuevo se encomendaron a San Francisco de Asís, e hicieron un voto de que su hijo pasaría un año entero con el “pequeño habito” de San Francisco en uno de los conventos de su orden, una práctica común en la Edad Media. El niño se curó inmediatamente. Francisco mostró señales de una extraordinaria santidad desde muy tierna edad, y a la edad de trece años, siendo exhortado por una visión de un fraile franciscano, entró a un convento de la Orden Franciscana para cumplir con el voto hecho por sus padres. Ahí produjo gran edificación por su amor a la oración y mortificación, su profunda humildad y su pronta obediencia. Al completar el año se fue con sus padres en un peregrinaje hacia Asís, Roma y otros lugares de devoción. Al regresar a Paula, eligió un lugar retirado en la propiedad de su padre, y ahí vivió en aislamiento; pero después encontró una morada más aislada en una cueva a la orilla del mar. Ahí permaneció solo como por unos seis años entregándose a la oración y a la mortificación.
En 1435 dos compañeros se le unieron en su retiro, y para darles alojamiento mandó a construir tres celdas y una capilla: de esta manera se originó la nueva orden. El número de sus discípulos aumentó gradualmente, cerca de 1454, con el permiso de Pirro, Arzobispo de Cosenza, Francisco construyó un monasterio grande y una iglesia. La construcción del monasterio fue la ocasión de una gran explosión de entusiasmo y devoción de parte de la gente hacia Francisco: hasta los nobles cargaban piedras y se unían al trabajo. Su devoción aumentó debido a los múltiples milagros que el santo (v. Comunión de los Santos) obró en respuesta a sus oraciones. La regla de vida adoptada por Francisco y sus religiosos era una de extraordinaria severidad. Ellos guardaban una abstinencia perpetua y vivían en extrema pobreza, pero la humildad era la señal distintiva de la orden. Trataban de vivir en anonimato y escondidos del mundo. Para expresar este carácter que el quería que sus discípulos cultivaran, Francisco eventualmente obtuvo de la Santa Sede que ellos deberían llamarse Mínimos, los más pequeños de todos los religiosos. En 1474 Sixto IV le dio permiso de escribir una regla para su comunidad, y de asumir el titulo de los Ermitaños de San Francisco: esta regla fue formalmente aprobada por Alejandro VI, quien, sin embargo, les cambió el nombre por el de Mínimos. Después de la aprobación de la orden, Francisco fundó varios nuevos monasterios en Calabria y Sicilia. También estableció conventos para monjas, y una tercer orden para laicos, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís
El tenía un extraordinario don de profecía: así predijo la captura de Otranto por los turcos en el 1480, y su subsiguiente recuperación por el rey de Nápoles. También fue dotado con el discernimiento de conciencias. Él no hacía acepción de personas de cualquier rango o posición. Reprendió al Rey de Nápoles por su mal proceder y como consecuencia sufrió mucha persecución. Cuando Luis XI estaba en su lecho de muerte envió una delegación a Calabria para rogarle al santo que lo visitara. Francisco se negó a ir ni podían convencerlo hasta que el Papa le ordenó ir. Entonces él fue donde el rey a Plessis-les-Tours y permaneció con él hasta su muerte. Carlos VIII, el sucesor de Luis, admiraba mucho al santo y durante su reinado lo mantuvo cerca de la corte y lo consultaba frecuentemente. Este rey construyó un monasterio para los Mínimos en Plessis y otro en Roma en la Colina Pinciano. El concepto que Carlos VIII tenía del santo fue compartido por Luis XII, quien le sucedió al trono en el 1498. Francisco estaba deseoso por regresar a Italia, pero el rey no se lo permitía, ya que no deseaba perder sus consejos y orientaciones. Los últimos tres meses de su vida estuvo en pleno aislamiento, preparándose para la muerte. Reunió a su comunidad a su alrededor el Jueves Santo y los exhortó especialmente a tener mutua caridad entre ellos y a mantener el rigor de su vida y en particular la abstinencia perpetua. Al día siguiente, Viernes Santo, los reunió de nuevo, les dio sus últimas instrucciones y nombró un vicario general. Luego recibió los últimos sacramentos, pidió que se le leyera la Pasión Según San Juan, y durante dicha lectura, su alma pasó a la eternidad. León X lo canonizó (v. beatificación y canonización) en el 1019. En el 1562 los hugonotes descerrajaron su tumba y encontraron su cuerpo incorrupto. Lo arrastraron y lo quemaron, pero algunos de sus huesos fueron preservados por los católicos y puestos en relicarios en diversas iglesias de su orden. La Orden de los Mínimos no parece haber sido muy extensa en ningún momento, pero tenía casas en muchos países. La regla definitiva fue aprobada en 1506 por Julio II, quien también aprobó una regla para las monjas de la orden. La fiesta de San Francisco de Paula se celebra en la Iglesia universal el 2 de abril, el día en que murió.