Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE CUARESMA
MIÉRCOLES DE LA SEMANA I
Del Propio del Tiempo. Salterio I
MIÉRCOLES DE LA SEMANA I
Del Propio del Tiempo. Salterio I
4 de marzo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CUANDO VUELTO HACIA TI DE MI PECADO.
Cuando vuelto hacia ti de mi pecado
iba pensando en confesar sincero
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado;
cuando pobre volvime a ti humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando, temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.
Sentí mis labios por tu amor sellados
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.
Llenóse el alma en luces matutinas,
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo 35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS.
El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.
Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.
Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.
Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.
Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Ant 2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19
¡Alabad a mi Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant 3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Salmo 46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
El nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
El nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
LECTURA BREVE Dt 7, 6. 8-9
El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CUANDO VUELTO HACIA TI DE MI PECADO.
Cuando vuelto hacia ti de mi pecado
iba pensando en confesar sincero
el dolor desgarrado y verdadero
del delito de haberte abandonado;
cuando pobre volvime a ti humillado,
me ofrecí como inmundo pordiosero;
cuando, temiendo tu mirar severo,
bajé los ojos, me sentí abrazado.
Sentí mis labios por tu amor sellados
y ahogarse entre tus lágrimas divinas
la triste confesión de mis pecados.
Llenóse el alma en luces matutinas,
y, viendo ya mis males perdonados,
quise para mi frente tus espinas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Salmo 35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS.
El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.
Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.
Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.
Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.
Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
Ant 2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19
¡Alabad a mi Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.
Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.
Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste y existió;
enviaste tu aliento y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.
Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.
Ant 3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Salmo 46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
El nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
El nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
LECTURA BREVE Dt 7, 6. 8-9
El Señor, tu Dios, te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por el amor que os tiene y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así conocerás que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero, el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor, por mil generaciones, con los que lo aman y guardan sus preceptos.
RESPONSORIO BREVE
V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con su plumaje.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 10, 21 -- 11, 10
PLAGA DE LAS TINIEBLAS Y ANUNCIO DE LA MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS
El Señor dijo a Moisés:
«Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el país de Egipto una oscuridad palpable.»
Moisés extendió la mano hacia el cielo, y una densa oscuridad cubrió el país de Egipto durante tres días. No se veían los egipcios unos a otros, ni se movieron de su sitio durante tres días, mientras que todos los hijos de Israel tenían luz en sus poblados. El Faraón llamó a Moisés y le dijo:
«Id a ofrecer culto al Señor. También los niños pueden ir con vosotros, pero dejad las ovejas y las vacas.»
Respondió Moisés:
«Tienes que dejarnos llevar víctimas para los sacrificios que hemos de ofrecer al Señor, nuestro Dios. También el ganado tiene que venir con nosotros, sin quedar ni una res, pues de ello tenemos que ofrecer al Señor, nuestro Dios, y no sabemos qué hemos de ofrecer al Señor hasta que lleguemos allá.» Pero el Señor permitió que el Faraón se empeñara en no dejarlos marchar. El Faraón, pues, le dijo:
«Sal de mi presencia, y cuidado con volver a presentarte. Si te vuelvo a ver, morirás inmediatamente.»
Respondió Moisés:
«Tú lo has dicho: no volveré a ver tu rostro. Pues esto dice el Señor: "A media noche pasaré yo a través de Egipto: morirán todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del Faraón que se sienta en el trono, hasta el primogénito de la sierva que atiende al molino, y todos los primogénitos del ganado. Y se oirá un gran clamor por todo Egipto como nunca lo ha habido ni lo habrá. Mientras que a los hijos de Israel ni un perro les ladrará, ni a los hombres ni a las bestias; para que sepáis que el Señor distingue entre Egipto e Israel." Entonces todos estos ministros tuyos acudirán a mí y, postrados ante mí, me pedirán: "Sal con el pueblo que te sigue." Y yo entonces saldré.»
Y, lleno de ira, salió Moisés de la presencia del Faraón. El Señor había dicho a Moisés:
«El Faraón no os hará caso, y así se multiplicarán mis prodigios en Egipto.»
Moisés y Aarón habían hecho toda clase de prodigios en presencia del Faraón, pero el Señor permitió que el Faraón se empeñara en no dejar salir a los israelitas de su tierra. El Señor había dicho a Moisés:
«Todavía tengo que enviar una plaga al Faraón y a su país. Después os dejará marchar de aquí, es decir, él mismo os apremiará a salir. Habla a todo el pueblo: "Que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina utensilios de oro y plata."»
El Señor hizo que el pueblo se ganase el favor de los egipcios; y también Moisés era muy estimado en Egipto por los ministros del Faraón y por el pueblo.
RESPONSORIO Sb 18, 4; 17, 20; 18, 1
R. Bien merecían verse privados de luz los que tuvieron encerrados en prisión a tus hijos, * los cuales habían de dar al mundo la luz imperecedera de la ley.
V. Sobre los egipcios se extendía una espesa noche, mientras tus santos disfrutaban de espléndida luz.
R. Los cuales habían de dar al mundo la luz imperecedera de la ley.
SEGUNDA LECTURA
De las Demostraciones de Afraates, obispo
(Demostración 11, Sobre la circuncisión, 11-12: PS 1, 498-503
LA CIRCUNCISIÓN DEL CORAZÓN
La ley y la alianza antiguas fueron totalmente cambiadas. Primeramente, el pacto con Adán fue sustituido por el de Noé; más tarde, el concertado con Abraham fue reformado por el de Moisés. Mas como la alianza mosaica no fue observada, al llegar la plenitud de los tiempos vino la nueva alianza, ésta ya definitiva. En efecto, el pacto con Adán se basaba en el mandato de no comer del árbol de la vida; el de Noé en el arco iris; el de Abraham, elegido por su fe, en la circuncisión, como sello característico de su descendencia; el de Moisés en el cordero pascual, propiciación para el pueblo.
Todas estas alianzas eran diversas entre sí. Ahora bien, la circuncisión grata a los ojos de aquel de quien procedían todas estas alianzas es la que dice Jeremías: Circuncidad el prepucio de vuestros corazones. Pues si el pacto concertado por Dios con Abraham fue firme, también éste es firme e inmutable, y ninguna ley se le puede añadir, ya venga de los que están fuera de la ley, ya de los que están sometidos a la ley.
Dios, en efecto, dio a Moisés la ley con todas sus observancias y preceptos, mas, como ellos no la observaron, anuló la ley y sus preceptos; prometió que había de establecer una nueva alianza, la cual afirmó que sería distinta de la primera, por más que él mismo sea el autor de ambas. Y ésta es la alianza que prometió darnos: Todos me conocerán, desde el pequeño al grande. Y en esta alianza ya no existe la circuncisión carnal como signo de pertenencia a su pueblo.
Sabemos con certeza, queridos hermanos, que Dios impuso, en las diversas generaciones, unas leyes, que estuvieron en vigor hasta que él quiso y que más tarde quedaron anuladas, tal como dice el Apóstol, a saber, que el reino de Dios subsistió antiguamente en multitud de semejanzas, según las diversas épocas.
Ahora bien, nuestro Dios es veraz y sus preceptos son fidelísimos; por esto cada una de las alianzas fue en su tiempo firme y verdadera, y los circuncisos de corazón viven y son de nuevo circuncidados en el verdadero Jordán, que es el bautismo para el perdón de los pecados. Jesús, hijo de Nun, o sea Josué, circuncidó al pueblo por segunda vez con un cuchillo de piedra, cuando él y su pueblo atravesaron el Jordán; Jesús, nuestro salvador, circuncida por segunda vez, con la circuncisión del corazón, a todos los que creen en él y reciben el baño bautismal, los cuales son circuncidados con la espada, que es la palabra de Dios, más tajante que espada de dos filos.
Jesús, hijo de Nun, introdujo al pueblo en la tierra prometida; Jesús, nuestro salvador, ha prometido la tierra de la vida a todos los que atraviesen el verdadero Jordán, crean y sean circuncidados en su corazón.
Dichosos, pues, los que han sido circuncidados en el corazón y han renacido de las aguas de la segunda circuncisión; éstos recibirán la herencia junto con Abraham, guía fidedigno y padre de todos, ya que su fe le fue reputada como justicia.
RESPONSORIO Hb 8, 8. 10; cf. 2Co 3, 3
R. Yo concertaré una nueva alianza con la casa de Israel, imprimiendo mi ley en sus mentes. * La escribiré en sus corazones, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.
V. Les daré mi ley, no en tablas de piedra, sino en tablas que son sus corazones de carne.
R. La escribiré en sus corazones, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.
Del libro del Éxodo 10, 21 -- 11, 10
PLAGA DE LAS TINIEBLAS Y ANUNCIO DE LA MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS
El Señor dijo a Moisés:
«Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el país de Egipto una oscuridad palpable.»
Moisés extendió la mano hacia el cielo, y una densa oscuridad cubrió el país de Egipto durante tres días. No se veían los egipcios unos a otros, ni se movieron de su sitio durante tres días, mientras que todos los hijos de Israel tenían luz en sus poblados. El Faraón llamó a Moisés y le dijo:
«Id a ofrecer culto al Señor. También los niños pueden ir con vosotros, pero dejad las ovejas y las vacas.»
Respondió Moisés:
«Tienes que dejarnos llevar víctimas para los sacrificios que hemos de ofrecer al Señor, nuestro Dios. También el ganado tiene que venir con nosotros, sin quedar ni una res, pues de ello tenemos que ofrecer al Señor, nuestro Dios, y no sabemos qué hemos de ofrecer al Señor hasta que lleguemos allá.» Pero el Señor permitió que el Faraón se empeñara en no dejarlos marchar. El Faraón, pues, le dijo:
«Sal de mi presencia, y cuidado con volver a presentarte. Si te vuelvo a ver, morirás inmediatamente.»
Respondió Moisés:
«Tú lo has dicho: no volveré a ver tu rostro. Pues esto dice el Señor: "A media noche pasaré yo a través de Egipto: morirán todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del Faraón que se sienta en el trono, hasta el primogénito de la sierva que atiende al molino, y todos los primogénitos del ganado. Y se oirá un gran clamor por todo Egipto como nunca lo ha habido ni lo habrá. Mientras que a los hijos de Israel ni un perro les ladrará, ni a los hombres ni a las bestias; para que sepáis que el Señor distingue entre Egipto e Israel." Entonces todos estos ministros tuyos acudirán a mí y, postrados ante mí, me pedirán: "Sal con el pueblo que te sigue." Y yo entonces saldré.»
Y, lleno de ira, salió Moisés de la presencia del Faraón. El Señor había dicho a Moisés:
«El Faraón no os hará caso, y así se multiplicarán mis prodigios en Egipto.»
Moisés y Aarón habían hecho toda clase de prodigios en presencia del Faraón, pero el Señor permitió que el Faraón se empeñara en no dejar salir a los israelitas de su tierra. El Señor había dicho a Moisés:
«Todavía tengo que enviar una plaga al Faraón y a su país. Después os dejará marchar de aquí, es decir, él mismo os apremiará a salir. Habla a todo el pueblo: "Que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina utensilios de oro y plata."»
El Señor hizo que el pueblo se ganase el favor de los egipcios; y también Moisés era muy estimado en Egipto por los ministros del Faraón y por el pueblo.
RESPONSORIO Sb 18, 4; 17, 20; 18, 1
R. Bien merecían verse privados de luz los que tuvieron encerrados en prisión a tus hijos, * los cuales habían de dar al mundo la luz imperecedera de la ley.
V. Sobre los egipcios se extendía una espesa noche, mientras tus santos disfrutaban de espléndida luz.
R. Los cuales habían de dar al mundo la luz imperecedera de la ley.
SEGUNDA LECTURA
De las Demostraciones de Afraates, obispo
(Demostración 11, Sobre la circuncisión, 11-12: PS 1, 498-503
LA CIRCUNCISIÓN DEL CORAZÓN
La ley y la alianza antiguas fueron totalmente cambiadas. Primeramente, el pacto con Adán fue sustituido por el de Noé; más tarde, el concertado con Abraham fue reformado por el de Moisés. Mas como la alianza mosaica no fue observada, al llegar la plenitud de los tiempos vino la nueva alianza, ésta ya definitiva. En efecto, el pacto con Adán se basaba en el mandato de no comer del árbol de la vida; el de Noé en el arco iris; el de Abraham, elegido por su fe, en la circuncisión, como sello característico de su descendencia; el de Moisés en el cordero pascual, propiciación para el pueblo.
Todas estas alianzas eran diversas entre sí. Ahora bien, la circuncisión grata a los ojos de aquel de quien procedían todas estas alianzas es la que dice Jeremías: Circuncidad el prepucio de vuestros corazones. Pues si el pacto concertado por Dios con Abraham fue firme, también éste es firme e inmutable, y ninguna ley se le puede añadir, ya venga de los que están fuera de la ley, ya de los que están sometidos a la ley.
Dios, en efecto, dio a Moisés la ley con todas sus observancias y preceptos, mas, como ellos no la observaron, anuló la ley y sus preceptos; prometió que había de establecer una nueva alianza, la cual afirmó que sería distinta de la primera, por más que él mismo sea el autor de ambas. Y ésta es la alianza que prometió darnos: Todos me conocerán, desde el pequeño al grande. Y en esta alianza ya no existe la circuncisión carnal como signo de pertenencia a su pueblo.
Sabemos con certeza, queridos hermanos, que Dios impuso, en las diversas generaciones, unas leyes, que estuvieron en vigor hasta que él quiso y que más tarde quedaron anuladas, tal como dice el Apóstol, a saber, que el reino de Dios subsistió antiguamente en multitud de semejanzas, según las diversas épocas.
Ahora bien, nuestro Dios es veraz y sus preceptos son fidelísimos; por esto cada una de las alianzas fue en su tiempo firme y verdadera, y los circuncisos de corazón viven y son de nuevo circuncidados en el verdadero Jordán, que es el bautismo para el perdón de los pecados. Jesús, hijo de Nun, o sea Josué, circuncidó al pueblo por segunda vez con un cuchillo de piedra, cuando él y su pueblo atravesaron el Jordán; Jesús, nuestro salvador, circuncida por segunda vez, con la circuncisión del corazón, a todos los que creen en él y reciben el baño bautismal, los cuales son circuncidados con la espada, que es la palabra de Dios, más tajante que espada de dos filos.
Jesús, hijo de Nun, introdujo al pueblo en la tierra prometida; Jesús, nuestro salvador, ha prometido la tierra de la vida a todos los que atraviesen el verdadero Jordán, crean y sean circuncidados en su corazón.
Dichosos, pues, los que han sido circuncidados en el corazón y han renacido de las aguas de la segunda circuncisión; éstos recibirán la herencia junto con Abraham, guía fidedigno y padre de todos, ya que su fe le fue reputada como justicia.
RESPONSORIO Hb 8, 8. 10; cf. 2Co 3, 3
R. Yo concertaré una nueva alianza con la casa de Israel, imprimiendo mi ley en sus mentes. * La escribiré en sus corazones, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.
V. Les daré mi ley, no en tablas de piedra, sino en tablas que son sus corazones de carne.
R. La escribiré en sus corazones, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo.
Miércoles,
4 de marzo de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):
EN aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Esta raza es una raza perversa: pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Esta raza es una raza perversa: pide una señal, pero no se le dará otra señal que la de Jonás.
PRECES
Bendigamos al Autor de nuestra salvación, que ha querido renovar en sí mismo todas las cosas, y digámosle:
*Renuévanos, Señor, por tu Espíritu Santo*.
Señor, tú que nos has prometido un cielo nuevo y una tierra nueva, renuévanos sin cesar por tu Espíritu Santo,
para que lleguemos a gozar eternamente de ti en la nueva Jerusalén.
Que trabajemos, Señor, para que el mundo se impregne de tu Espíritu
y se logre así más eficazmente la justicia, el amor y la paz universal.
Enséñanos, Señor, a corregir nuestra pereza y nuestra desidia
y a poner nuestro corazón en los bienes eternos.
Líbranos del mal
y presérvanos de la fascinación de la vanidad que oscurece la mente y oculta el bien.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Digamos al Padre, unidos a Jesús, la oración que él nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, mira complacido a tu pueblo, que con fervor desea entregarse a una vida santa, y, ya que con sus privaciones se esfuerza por dominar el cuerpo, que la práctica de las buenas obras transforme su alma. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Llamado por los polacos como "el pacificador", fue el
tercero de los trece hijos de Casimiro IV, rey de Polonia y de Isabel de
Austria. Muy devoto desde la infancia, Casimiro se consagró a la oración y
penitencia, rechazando toda blandura consigo mismo. Casimiro vivía siempre en
la presencia de Dios y era tranquilo, alegre y simpático a todos. Su amor a
Dios se traducía en amor a los pobres, que son miembros de Cristo.
Por obediencia a su padre, Casimiro tuvo que partir a la frontera
con Hungría, como cabeza de ejército para defender a los nobles de ese país de
su antiguo y tirano rey, sin embargo no tuvo mucho éxito y ante el temor de
iniciar una nueva e injusta guerra, el santo prefirió entregarse nuevamente al
estudio y la oración y renegar de tomar las armas, pese a los ruegos de su padre
y de los nobles. Asimismo, en la corte se habló de casarlo con la hija del
emperador Federico III, pero Casimiro no quiso ni pensar en renunciar al
celibato que se había impuesto. Las austeridades que practicaba agravaron la
enfermedad de los pulmones que padecía y Casimiro murió en 1484, cuando no
tenía sino 23 años de edad.
Originario de Gambellara (Vicenza), lugar en el que nació el 11 de
enero de 1803 de Pedro y Francisca Bellame, Juan Antonio Farina recibió la
primera formación bajo la tutela de su tío paterno, un santo sacerdote que fue
para él un verdadero maestro del espíritu además de su preceptor, ya que
todavía no existían las escuelas públicas en los pueblos pequeños. A los quince
años entró en el seminario diocesano de Vicenza donde asistió a todos los
cursos distinguiéndose por su bondad y una particular aptitud para el estudio.
A los 21 años, mientras todavía asistía a los cursos de Teología, fue destinado
a la enseñanza en el mismo seminario, revelando así sus marcados dotes como
educador.
El 14 de enero de 1827 recibió la ordenación sacerdotal y poco
después obtuvo el diploma que lo habilitaba a la enseñanza en las escuelas de
primaria. En los primeros años de su ministerio se ocupó de varios encargos: la
enseñanza en el seminario durante 18 años, la capellanía en la parroquia de S.
Pedro en Vicenza por 10 años y la participación en distintas instituciones
culturales, espirituales y caritativas de la ciudad, entre las cuales la
dirección de la escuela pública primaria y superior.
En 1831 dio inicio a la primera escuela popular femenina y en 1836
fundó las Hermanas Maestras de S. Dorotea Hijas de los Sagrados Corazones, un
instituto de «maestras de auténtica vocación, consagradas al Señor y dedicadas
totalmente a la educación de las niñas pobres». Poco después, quiso también que
sus religiosas se dedicasen a las hijas de familias acomodadas, a las
sordomudas y a las ciegas; más tarde las envió a la asistencia de los enfermos
y de los ancianos en los hospitales, en los asilos y en sus domicilios. El 1 de
marzo de 1839 obtuvo el decreto de alabanza del Papa Gregorio XVI; la Regla por
él redactada permaneció en vigor hasta 1905, año en que el Instituto fue
aprobado por el Papa Pío X, quien había sido ordenado sacerdote por el obispo
Farina.
En 1850 fue nombrado obispo de Treviso y recibió la consagración
episcopal el 19 de enero de 1851. En esta diócesis desarrolló una variada
actividad apostólica: en seguida inició la visita pastoral y organizó en todas
las parroquias asociaciones para la ayuda material y espiritual de los pobres,
incluso llegó a ser llamado «el obispo de los pobres». Propagó la práctica de
los Ejercicios espirituales y la asistencia a los sacerdotes pobres y enfermos;
cuidó la formación doctrinal y cultural del clero y de los fieles, y la
instrucción y catequesis de los jóvenes. Los diez años de su episcopado en
Treviso fueron marcados por el sufrimiento debido a cuestiones jurídicas con el
Cabildo de la Catedral; esta situación condicionó la realización de su programa
pastoral obstaculizando varias iniciativas y llegando a impedir la celebración
del Sínodo diocesano.
El 18 de junio de 1860 fue trasladado a la sede episcopal de
Vicenza, donde puso en acto un amplio programa de renovación y desarrolló una
importante obra pastoral orientada a la formación cultural y espiritual del
clero y de los fieles, a la catequesis de los niños, a la reforma de los
estudios y de la disciplina en el seminario. Convocó el Sínodo diocesano, que
no había sido celebrado desde el 1689; en su visita pastoral a veces recorría
kilómetros a pie o a lomos de una mula para poder llegar a los pueblos de
montaña que no habían visto nunca un obispo. Instituyó numerosas
confraternidades para socorrer a los pobres y sacerdotes ancianos y para la
predicación de Ejercicios espirituales al pueblo; propagó una profunda devoción
al Sagrado Corazón de Jesús, a la Virgen María y a la Eucaristía. Entre
diciembre de 1869 y junio de 1870 participó al Concilio Vaticano I, donde hacía
parte de los que sostenían la definición de la infalibilidad pontificia.
Los últimos años de su vida fueron señalados con públicos
reconocimientos por su labor apostólica y su caridad, pero también con fuertes
sufrimientos e injustas acusaciones frente a las cuales él reaccionó con el
silencio, la paz interior y el perdón, en fidelidad a su propia conciencia y a
la regla suprema de la «salvación de las almas». Después de una primera grave
enfermedad en 1886, sus fuerzas físicas se fueron debilitando gradualmente
hasta el momento en que un ataque de apoplejía lo llevó a la muerte el 4 de
marzo de 1888.
Su mensaje de santidad
Juan Antonio Farina fue un pastor solícito que no conoció la
mediocridad y caminó constantemente hacia las cumbres de la santidad. Sostenido
por su celo sacerdotal educaba la juventud, animaba la vida cristiana y se
dedicaba a formar sacerdotes misericordiosos y orantes, como él mismo
demostraba con su vida.
La virtud que más llama la atención en él es la caridad heroica,
era conocido como «el hombre de la caridad». Los pobres, los infelices, los
abandonados, los que padecían todo género de sufrimientos eran el objeto de su
ternura y de sus cuidados; siendo obispo se ofreció como voluntario para
asistir espiritualmente y corporalmente a los enfermos en el hospital,
arrastrando con su ejemplo a sus sacerdotes. La suya era una caridad
inteligente, previsora; como verdadero educador comprendió el rol de la escuela
en la reforma de la sociedad, la necesidad de colaboración entre la escuela y
la familia, la importancia de la preparación del personal docente. Concibió la
educación orientada a la formación integral de la persona humana, a la práctica
religiosa y a la caridad fraterna. Su lema era: «La verdadera ciencia consiste
en la educación del corazón, es decir, en el práctico temor de Dios».
Después de su muerte la fama de santidad empezó a propagarse en
los ambientes eclesiásticos y civiles; en 1897 se comenzó a recurrir a su
intercesión para obtener gracias y favores del Cielo. En 1978 una religiosa
ecuatoriana, Sor Inés Torres Córdova, afectada por un grave tumor con
metástasis, fue sanada milagrosamente después de haber invocado la intercesión
del Padre Fundador junto con otras Hermanas.
Este obispo de la caridad, que vivió en una difícil situación
histórica de la iglesia italiana del siglo XIX, tiene un auténtico valor de
actualidad y posee aún hoy día la fecundidad espiritual de las personas “de
proa” en la Iglesia y para la Iglesia del tercer milenio.