Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA VI
Propio de la Fiesta. I Vísperas del Domingo VII del Tiempo Ordinario.
SÁBADO DE LA SEMANA VI
Propio de la Fiesta. I Vísperas del Domingo VII del Tiempo Ordinario.
22 de febrero
LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO, APÓSTOL. (FIESTA)
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TÚ, CEFAS, ERES PEDRO Y ERES ROCA
Tú, Cefas, eres Pedro y eres roca,
eres maestro fiel y gobernante
de la barca divina en que viajamos
de esta sombra a la aurora rutilante.
Eres piedra angular en que se basa
el templo espiritual del Dios viviente;
tu humilde llanto canceló la culpa
de tu culpable labio irreverente.
Demos gracias al Padre y a su Hijo,
y al Espíritu, fuego sempiterno,
porque la Iglesia no será vencida
por la fuerza terrible del infierno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor dijo a Simón: «Ten ánimo, de hoy en adelante vas a ser pescador de hombres.»
SALMO 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor dijo a Simón: «Ten ánimo, de hoy en adelante vas a ser pescador de hombres.»
Ant 2. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón Pedro.»
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88.56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón Pedro.»
Ant 3. El Señor dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves del reino de los cielos.»
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves del reino de los cielos.»
LECTURA BREVE Hch 15, 7b-9
Dios determinó que por mi boca escuchasen los gentiles la doctrina del Evangelio y llegasen a la fe. Dios, que conoce los corazones, se ha declarado en favor de ellos, al darles el Espíritu Santo, igual que a nosotros; y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los apóstoles.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: TÚ, CEFAS, ERES PEDRO Y ERES ROCA
Tú, Cefas, eres Pedro y eres roca,
eres maestro fiel y gobernante
de la barca divina en que viajamos
de esta sombra a la aurora rutilante.
Eres piedra angular en que se basa
el templo espiritual del Dios viviente;
tu humilde llanto canceló la culpa
de tu culpable labio irreverente.
Demos gracias al Padre y a su Hijo,
y al Espíritu, fuego sempiterno,
porque la Iglesia no será vencida
por la fuerza terrible del infierno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor dijo a Simón: «Ten ánimo, de hoy en adelante vas a ser pescador de hombres.»
SALMO 62 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor dijo a Simón: «Ten ánimo, de hoy en adelante vas a ser pescador de hombres.»
Ant 2. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón Pedro.»
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88.56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» «Bienaventurado eres tú, Simón Pedro.»
Ant 3. El Señor dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves del reino de los cielos.»
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor dijo a Pedro: «Yo te daré las llaves del reino de los cielos.»
LECTURA BREVE Hch 15, 7b-9
Dios determinó que por mi boca escuchasen los gentiles la doctrina del Evangelio y llegasen a la fe. Dios, que conoce los corazones, se ha declarado en favor de ellos, al darles el Espíritu Santo, igual que a nosotros; y no ha establecido diferencia alguna entre ellos y nosotros, pues ha purificado sus corazones por la fe.
RESPONSORIO BREVE
V. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
V. Harán memorable tu nombre, Señor.
R. Sobre toda la tierra.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los nombrarás príncipes sobre toda la tierra.
PRIMERA LECTURA
De los Hechos de los apóstoles 11, 1-18
PEDRO NARRA LA CONVERSIÓN DE LOS GENTILES
Por aquellos días, los apóstoles y los hermanos que había en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y, cuando Pedro subió a Jerusalén, los convertidos del judaísmo discutían con él y le reprochaban el que hubiese entrado en casa de hombres incircuncisos y hubiese comido con ellos.
Pedro, entonces, comenzó a exponerles punto por punto lo sucedido:
«Estaba yo haciendo oración en la ciudad de Joppe, cuando tuve en éxtasis una visión: vi algo así como un mantel inmenso, suspendido por las cuatro puntas, que iba bajando del cielo y llegaba hasta mí. Lo miré atentamente y vi dentro de él cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y aves del cielo. Y oí una voz que me decía:
"Levántate, Pedro, mata y come." Pero yo respondí: "De ninguna manera, Señor, pues jamás ha entrado en mi boca nada profano ni impuro." De nuevo me habló la voz venida del cielo: "Lo que Dios ha purificado no lo llames tú impuro." Se repitió esto por tres veces y, finalmente, todo fue recogido de nuevo hacia el cielo.
En aquel mismo momento, en la casa donde yo estaba, se presentaron tres hombres que habían sido enviados en mi busca desde Cesarea. El Espíritu me mandó acompañarlos sin vacilación alguna. Fueron también conmigo estos seis hermanos y entramos todos en la casa del hombre que me había llamado. Él nos contó cómo había visto un ángel que se presentó en su casa y le dijo: "Manda a buscar en Joppe a Simón, que tiene el sobrenombre de Pedro. El te dirá lo que tienes que hacer para que tú y toda tu casa alcancéis la salvación."
Apenas había comenzado yo a hablar algunas palabras, cuando descendió sobre ellos el Espíritu Santo, como había descendido sobre nosotros en un principio. Entonces me acordé de aquellas palabras que dijo el Señor: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo." Así pues, si Dios les había concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo, para oponerme a Dios?» Ante estas palabras se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo:
«Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.»
RESPONSORIO Lc 22, 32; Mt 16, 17b
R. Pedro, yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; * y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
V. Esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
R. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 4 En el aniversario de su entronización, 2-3: PL 54, 149-151)
LA IGLESIA DE CRISTO SE APOYA EN LA FIRMEZA DE LA FE DE PEDRO
De entre todo el mundo, sólo Pedro es elegido para ser puesto al frente de la multitud de los llamados, de todos los apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia; pues, aunque en el pueblo de Dios son muchos los sacerdotes, muchos los pastores, a todos los rige Pedro, bajo el Supremo gobierno de Cristo. Dios, amadísimos hermanos, se dignó conceder a este hombre una grande y admirable participación en su poder; y todo aquello que quiso que los demás jefes del pueblo tuvieran en común con él se lo otorgó a través de él.
El Señor pregunta a los apóstoles qué piensa la gente acerca de él, y su respuesta concuerda en cuanto que expresa la desorientación de la ignorancia de los hombres.
Pero tan pronto como interroga a sus discípulos sobre la convicción que ellos tienen, el primero entre ellos en dignidad es el primero también en confesar al Señor. Cuando Pedro hubo dicho a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, Jesús le respondió: Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Es decir: «Bienaventurado eres, porque mi Padre te ha instruido; no has sido engañado por las opiniones terrenas, sino que te ha iluminado la inspiración celestial; ni la carne ni la sangre te han proporcionado el conocimiento de mi persona, sino aquel de quien soy el Hijo único.»
Y yo -añade- te digo; esto es: «Así como mi Padre te ha revelado mi divinidad, así quiero yo a mi vez darte a conocer tu propia dignidad: Tú eres Pedro», esto es: Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera del cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud has adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación, los poderes que yo tengo en propiedad.»
Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no la derrotarán. «Sobre esta piedra firme -quiere decir- edificaré un templo eterno, y la alta mole de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la firmeza de esta fe.»
Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vínculos de la muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que las niegan.
Por esto dice Jesús al bienaventurado Pedro: Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
Verdad es que este poder fue comunicado también a los demás apóstoles y que este decreto constitutivo concierne igualmente a todos los que rigen la Iglesia; pero, al confiar semejante prerrogativa, no sin razón se dirige el Señor a uno solo, aunque hable para todos, la autoridad queda confiada de un modo singular a Pedro porque él es constituido cabeza de todos los pastores de la Iglesia.
RESPONSORIO
R. Simón Pedro, antes que te llamara de tu nave, yo te conocía, y te constituí como príncipe de mi pueblo; * yo te he entregado las llaves del reino de los cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo te he entregado las llaves del reino de los cielos.
De los Hechos de los apóstoles 11, 1-18
PEDRO NARRA LA CONVERSIÓN DE LOS GENTILES
Por aquellos días, los apóstoles y los hermanos que había en Judea se enteraron de que también los paganos habían recibido la palabra de Dios. Y, cuando Pedro subió a Jerusalén, los convertidos del judaísmo discutían con él y le reprochaban el que hubiese entrado en casa de hombres incircuncisos y hubiese comido con ellos.
Pedro, entonces, comenzó a exponerles punto por punto lo sucedido:
«Estaba yo haciendo oración en la ciudad de Joppe, cuando tuve en éxtasis una visión: vi algo así como un mantel inmenso, suspendido por las cuatro puntas, que iba bajando del cielo y llegaba hasta mí. Lo miré atentamente y vi dentro de él cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y aves del cielo. Y oí una voz que me decía:
"Levántate, Pedro, mata y come." Pero yo respondí: "De ninguna manera, Señor, pues jamás ha entrado en mi boca nada profano ni impuro." De nuevo me habló la voz venida del cielo: "Lo que Dios ha purificado no lo llames tú impuro." Se repitió esto por tres veces y, finalmente, todo fue recogido de nuevo hacia el cielo.
En aquel mismo momento, en la casa donde yo estaba, se presentaron tres hombres que habían sido enviados en mi busca desde Cesarea. El Espíritu me mandó acompañarlos sin vacilación alguna. Fueron también conmigo estos seis hermanos y entramos todos en la casa del hombre que me había llamado. Él nos contó cómo había visto un ángel que se presentó en su casa y le dijo: "Manda a buscar en Joppe a Simón, que tiene el sobrenombre de Pedro. El te dirá lo que tienes que hacer para que tú y toda tu casa alcancéis la salvación."
Apenas había comenzado yo a hablar algunas palabras, cuando descendió sobre ellos el Espíritu Santo, como había descendido sobre nosotros en un principio. Entonces me acordé de aquellas palabras que dijo el Señor: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo." Así pues, si Dios les había concedido el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo, para oponerme a Dios?» Ante estas palabras se tranquilizaron y glorificaron a Dios, diciendo:
«Así, pues, Dios ha concedido también a los demás pueblos la conversión que conduce a la vida.»
RESPONSORIO Lc 22, 32; Mt 16, 17b
R. Pedro, yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; * y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
V. Esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
R. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 4 En el aniversario de su entronización, 2-3: PL 54, 149-151)
LA IGLESIA DE CRISTO SE APOYA EN LA FIRMEZA DE LA FE DE PEDRO
De entre todo el mundo, sólo Pedro es elegido para ser puesto al frente de la multitud de los llamados, de todos los apóstoles, de todos los Padres de la Iglesia; pues, aunque en el pueblo de Dios son muchos los sacerdotes, muchos los pastores, a todos los rige Pedro, bajo el Supremo gobierno de Cristo. Dios, amadísimos hermanos, se dignó conceder a este hombre una grande y admirable participación en su poder; y todo aquello que quiso que los demás jefes del pueblo tuvieran en común con él se lo otorgó a través de él.
El Señor pregunta a los apóstoles qué piensa la gente acerca de él, y su respuesta concuerda en cuanto que expresa la desorientación de la ignorancia de los hombres.
Pero tan pronto como interroga a sus discípulos sobre la convicción que ellos tienen, el primero entre ellos en dignidad es el primero también en confesar al Señor. Cuando Pedro hubo dicho a Jesús: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, Jesús le respondió: Bienaventurado eres tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Es decir: «Bienaventurado eres, porque mi Padre te ha instruido; no has sido engañado por las opiniones terrenas, sino que te ha iluminado la inspiración celestial; ni la carne ni la sangre te han proporcionado el conocimiento de mi persona, sino aquel de quien soy el Hijo único.»
Y yo -añade- te digo; esto es: «Así como mi Padre te ha revelado mi divinidad, así quiero yo a mi vez darte a conocer tu propia dignidad: Tú eres Pedro», esto es: Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera del cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud has adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación, los poderes que yo tengo en propiedad.»
Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no la derrotarán. «Sobre esta piedra firme -quiere decir- edificaré un templo eterno, y la alta mole de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la firmeza de esta fe.»
Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vínculos de la muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas introducen en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que las niegan.
Por esto dice Jesús al bienaventurado Pedro: Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
Verdad es que este poder fue comunicado también a los demás apóstoles y que este decreto constitutivo concierne igualmente a todos los que rigen la Iglesia; pero, al confiar semejante prerrogativa, no sin razón se dirige el Señor a uno solo, aunque hable para todos, la autoridad queda confiada de un modo singular a Pedro porque él es constituido cabeza de todos los pastores de la Iglesia.
RESPONSORIO
R. Simón Pedro, antes que te llamara de tu nave, yo te conocía, y te constituí como príncipe de mi pueblo; * yo te he entregado las llaves del reino de los cielos.
V. Todo lo que atares sobre la tierra será atado en el cielo, y todo lo que desatares sobre la tierra será desatado en el cielo.
R. Yo te he entregado las llaves del reino de los cielos.
Sábado, 22
de febrero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Dijo el Señor a Simón Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dijo el Señor a Simón Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.»
PRECES
Demos gracias a nuestro Padre que está en los cielos, porque por medio de los apóstoles nos ha dado parte en la herencia de los elegidos, y aclamémosle diciendo:
El coro de los apóstoles te alaba, Señor.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado la mesa de tu cuerpo y de tu sangre:
en ella encontramos nuestra fuerza y nuestra vida.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has preparado la mesa de tu palabra:
por ella crecemos en el conocimiento de la verdad y se acrecienta nuestro gozo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles has fundado tu Iglesia:
por ella nos edificas en la unidad de tu pueblo.
Te alabamos, Señor, porque por medio de los apóstoles nos has dado el bautismo y la penitencia:
por ellos nos purificas de todas nuestras culpas.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración con la plegaria que Jesús enseñó a los apóstoles:
Padre nuestro...
ORACION
No permitas, Señor, que ninguna desorientación llegue a perturbar nunca la fe de la Iglesia, que tú quisiste estuviera cimentada sobre la roca sólida de la confesión del apóstol san Pedro. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Fiesta de la Cátedra
de San Pedro
22 de Febrero
22 de Febrero
La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la
raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el
que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o
sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su
diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II
recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el
singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar
y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium
petrinum', ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a
todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas
humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad
eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de
culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades
de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".
La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al
papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año
875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue
utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta
que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.
Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años
que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días
de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha
sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que
fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período
de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión
apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes más antiguas eran del
siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una
cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en
procesión.
Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la
Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se
celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la
misa del Capítulo de San Pedro.