Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
VIERNES DE LA SEMANA II
VIERNES DE LA SEMANA II
24 de enero
SAN FRANCISCO DE SALES, obispo y
doctor de la Iglesia. (MEMORIA)
Nació en Saboya el año 1567. Una vez ordenado sacerdote, trabajó
intensamente por la restauración católica en su patria. Nombrado obispo de
Ginebra, actuó como un verdadero pastor para con los clérigos y fieles,
adoctrinándolos en la fe con sus escritos y con sus obras, convirtiéndose en un
ejemplo para todos. Murió en Lyon el 28 de Diciembre de 1622, pero fue el día
24 de enero del año siguiente cuando se realizó su sepultura definitiva en
Annecy.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.
Para vosotros, el misterio del Padre;
con vosotros, la luz del Verbo;
en vosotros, la llama del Amor
que es fuego.
¡Hontanares de Dios!,
¡hombres del Evangelio!,
¡humildes inteligencias luminosas!,
¡grandes hombres de barro tierno!
El mundo tiene hambre de infinito
y sed de cielo;
las criaturas nos atan a lo efímero
y nos vamos perdiendo en el tiempo.
Para nosotros,
el misterio que aprendisteis del Padre;
con nosotros, la luz que os dio el Verbo;
en nosotros, el Amor ingénito.
¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!
dadnos una vida y un anhelo,
la angustia por la verdad,
por el error el miedo.
Dadnos una vida de rodillas
ante el misterio,
una visión de este mundo de muerte
y una esperanza de cielo.
Padre, te pedimos para la Iglesia
la ciencia de estos maestros. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias, Señor.
Ant 2. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Cántico: JUICIO DE DIOS - Ha 3, 2-4. 13a. 15-19
¡Señor, he oído tu fama,
me ha impresionado tu obra!
En medio de los años, realízala;
en medio de los años, manifiéstala;
en el terremoto acuérdate de la misericordia.
El Señor viene de Temán;
el Santo, del monte Farán:
su resplandor eclipsa el cielo,
la tierra se llena de su alabanza;
su brillo es como el día,
su mano destella velando su poder.
Sales a salvar a tu pueblo,
a salvar a tu ungido;
pisas el mar con tus caballos,
revolviendo las aguas del océano.
Lo escuché y temblaron mis entrañas,
al oírlo se estremecieron mis labios;
me entró un escalofrío por los huesos,
vacilaban mis piernas al andar.
Tranquilo espero el día de la angustia
que sobreviene al pueblo que nos oprime.
Aunque la higuera no echa yemas
y las viñas no tienen fruto,
aunque el olivo olvida su aceituna
y los campos no dan cosechas,
aunque se acaban las ovejas del redil
y no quedan vacas en el establo,
yo exultaré con el Señor,
me gloriaré en Dios mi salvador.
El Señor soberano es mi fuerza,
él me da piernas de gacela
y me hace caminar por las alturas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En Tu juicio, Señor, acuérdate de la misericordia.
Ant 3. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;
hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Glorifica al Señor, Jerusalén.
LECTURA BREVE Sb 7, 13-14
Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.
RESPONSORIO BREVE
V. El pueblo cuenta su sabiduría.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
V. La asamblea pregona su alabanza.
R. Cuenta su sabiduría.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El pueblo cuenta su sabiduría.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 16, 1-16
NACIMIENTO DE ISMAEL
En aquellos días, Saray, la mujer de Abram, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia, llamada Hagar. Y Saray dijo a Abram:
«El Señor no me deja tener hijos, llégate a mi sierva a ver si por ella tengo hijos.»
Abram aceptó la propuesta. A los diez años de habitar Abram en Canaán, Saray, la mujer de Abram, tomó a Hagar, la esclava egipcia, y se la dio a Abram, su marido, como esposa. Él se llegó a Hagar, y ella concibió. Y, al verse encinta, le perdió el respeto a su señora. Entonces Saray dijo a Abram:
«Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros dos.»
Abram dijo a Saray:
«En tu poder está tu esclava, trátala como te parezca.» Saray la maltrató, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo:
«Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?»
Ella respondió:
«Vengo huyendo de mi señora.» El ángel del Señor le dijo:
«Vuelve a tu señora y sométete a su poder.» Y el ángel del Señor añadió:
«Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.»
Y el ángel del Señor concluyó:
«Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Será un potro salvaje: su mano irá contra todos, y la de todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.»
Hagar invocó el nombre del Señor, que le había hablado:
«Tú eres Dios que me ve.» Pues decía:
«¿No he visto aquí al que me ve?»
Por eso, aquel pozo se llama «Pozo del que vive y me ve» y está entre Cadés y Bared.
Hagar dio un hijo a Abram, y Abram llamó Ismael al hijo que le había dado Hagar. Abram tenía ochenta y seis años cuando Hagar le engendró a Ismael
RESPONSORIO Cf. Gn 17, 20. 21; 21, 13
R. El Señor dijo a Abraham: «Bendeciré a Ismael, lo haré fecundo, lo haré crecer en extremo; * pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara.»
V. También al hijo de la criada lo convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo.
R. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara.
SEGUNDA LECTURA
De la introducción a la vida devota, de san Francisco de Sales, obispo
(Parte 1, cap. 3)
LA DEVOCIÓN SE HA DE EJERCITAR DE DIVERSAS MANERAS
En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación.
La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno.
Dime, te ruego, mi Filotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado o inadmisible?
Y, con todo, esta equivocación absurda es de lo más frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción.
La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece.
Del mismo modo que algunas piedras preciosas bañadas en miel se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin perder su propio color, así también el que a su propia vocación junta la devoción se hace más agradable a Dios y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección.
Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes, de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa no puede ser ejercida en estos oficios y estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar.
Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.
RESPONSORIO Ef 4, 32-5, 1; Mt 11, 29
R. Sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también Dios os ha perdonado en Cristo; * sed imitadores de Dios, como hijos amados que sois.
V. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
R. Sed imitadores de Dios, como hijos amados que sois.
Del libro del Génesis 16, 1-16
NACIMIENTO DE ISMAEL
En aquellos días, Saray, la mujer de Abram, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia, llamada Hagar. Y Saray dijo a Abram:
«El Señor no me deja tener hijos, llégate a mi sierva a ver si por ella tengo hijos.»
Abram aceptó la propuesta. A los diez años de habitar Abram en Canaán, Saray, la mujer de Abram, tomó a Hagar, la esclava egipcia, y se la dio a Abram, su marido, como esposa. Él se llegó a Hagar, y ella concibió. Y, al verse encinta, le perdió el respeto a su señora. Entonces Saray dijo a Abram:
«Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros dos.»
Abram dijo a Saray:
«En tu poder está tu esclava, trátala como te parezca.» Saray la maltrató, y ella se escapó. El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino de Sur, y le dijo:
«Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?»
Ella respondió:
«Vengo huyendo de mi señora.» El ángel del Señor le dijo:
«Vuelve a tu señora y sométete a su poder.» Y el ángel del Señor añadió:
«Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.»
Y el ángel del Señor concluyó:
«Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Será un potro salvaje: su mano irá contra todos, y la de todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.»
Hagar invocó el nombre del Señor, que le había hablado:
«Tú eres Dios que me ve.» Pues decía:
«¿No he visto aquí al que me ve?»
Por eso, aquel pozo se llama «Pozo del que vive y me ve» y está entre Cadés y Bared.
Hagar dio un hijo a Abram, y Abram llamó Ismael al hijo que le había dado Hagar. Abram tenía ochenta y seis años cuando Hagar le engendró a Ismael
RESPONSORIO Cf. Gn 17, 20. 21; 21, 13
R. El Señor dijo a Abraham: «Bendeciré a Ismael, lo haré fecundo, lo haré crecer en extremo; * pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara.»
V. También al hijo de la criada lo convertiré en un gran pueblo, pues es descendiente tuyo.
R. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara.
SEGUNDA LECTURA
De la introducción a la vida devota, de san Francisco de Sales, obispo
(Parte 1, cap. 3)
LA DEVOCIÓN SE HA DE EJERCITAR DE DIVERSAS MANERAS
En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación.
La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno.
Dime, te ruego, mi Filotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado o inadmisible?
Y, con todo, esta equivocación absurda es de lo más frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción.
La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece.
Del mismo modo que algunas piedras preciosas bañadas en miel se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin perder su propio color, así también el que a su propia vocación junta la devoción se hace más agradable a Dios y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección.
Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes, de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa no puede ser ejercida en estos oficios y estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar.
Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.
RESPONSORIO Ef 4, 32-5, 1; Mt 11, 29
R. Sed bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también Dios os ha perdonado en Cristo; * sed imitadores de Dios, como hijos amados que sois.
V. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
R. Sed imitadores de Dios, como hijos amados que sois.
Viernes, 24
de enero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,13-19):
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Los sabios brillarán con esplendor de cielo, y los que enseñan la justicia a las multitudes serán como estrellas por toda la eternidad.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios nuestro, que quisiste que el obispo san Francisco de Sales se hiciera todo para todos, para ganarlos a todos, haz que, iluminados por su ejemplo, también nosotros sepamos manifestar la dulzura de tu amor en el servicio de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Francisco de Sales, Obispo de Ginebra
24 de Enero
24 de Enero
Las condiciones religiosas de los habitantes del Chablais, en la
costa sur del lago de Ginebra, eran deplorables debido a los constantes ataques
de los ejércitos protestantes, y el duque de Saboya rogó al Obispo Claudio de
Granier que mandase algunos misioneros a evangelizar de nuevo la región. El
Obispo envió a un sacerdote de Thonon, capital del Chablais; pero sus intentos
fracasaron. El enviado tuvo que retirarse muy pronto. Entonces el Obispo
presentó el asunto a la consideración de su capítulo, sin ocultar sus
dificultades y peligros. De todos los presentes, Francisco fue quien mejor
comprendió la gravedad del problema, y se ofreció a desempeñar ese duro
trabajo.
Francisco tuvo que emprender el viaje, sin la bendición de su
padre quien consideraba esto una locura, el 14 de septiembre de 1594, día de La
Santa Cruz. Partió a pie, acompañado solamente por su primo, el canónigo Luis
de Sales, a la reconquista del Chablais.
El gobernador de la provincia se había hecho fuerte con un piquete
de soldados en el castillo de Allinges, donde los dos misioneros se las
ingeniaron para pasar las noches a fin de evitar sorpresas desagradables. En
Thonon quedaban apenas unos 20 católicos, a quienes el miedo impedía profesar
abiertamente sus creencias. Francisco entró en contacto con ellos y los exhortó
a perseverar valientemente. Los misioneros predicaban todos los días en Thonon,
y poco a poco, fueron extendiendo sus fuerzas a las regiones circundantes.
El camino al castillo de Allinges, que estaban obligados a
recorrer, ofrecía muchas dificultades y, particularmente en invierno, resultaba
peligroso. Una noche, Francisco fue atacado por los lobos y tuvo que trepar a
un árbol y permanecer ahí en vela para escapar con vida. A la mañana siguiente,
unos campesinos le encontraron en tan lastimoso estado que, de no haberle
transportado a su casa para darle de comer y hacerle entrar en calor, el santo
habría muerto seguramente. Los buenos campesinos eran calvinistas. Francisco
les dio las gracias en términos tan llenos de caridad, que se hizo amigo de
ellos y muy pronto los convirtió al catolicismo.
San Francisco hacía todos los intentos para tocar los corazones y
las mentes del pueblo. Con ese objeto, empezó a escribir una serie de panfletos
en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba la de los calvinistas.
Aquellos escritos, redactados en plena batalla, que el santo hacía copiar a
mano por los fieles, para distribuirlos, formarían más tarde el volumen de las
"controversias". Los originales se conservan todavía en el convento
de la Visitación de Annecy. Aquí empezó la carrera de escritor de San Francisco
de Sales, que a este trabajo añadía el cuidado espiritual de los soldados de la
guarnición del castillo de Allinges, que eran católicos de nombre y formaban
una tropa ignorante y disoluta.
Poco a poco el auditorio de sus sermones en Thonon fue más
numeroso, al tiempo que los panfletos hacían efecto en el pueblo. Por otra
parte, aquellas gentes sencillas admiraban la paciencia del santo en las
dificultades y persecuciones, y le otorgaban sus simpatías. El número de
conversiones empezó a aumentar y llegó a formarse una corriente continua de
apostatas que volvían a reconciliarse con la Iglesia.
Cuando el Obispo Granier fue a visitar la misión, 3 o 4 años más
tarde, los frutos de la abnegación y celo de San Francisco de Sales eran
visibles.
Francisco de Sales, Obispo:
Monseñor de Granier, quien siempre había visto en Francisco un
posible coadjutor y sucesor, pensó que había llegado el momento de poner en
obra sus proyectos. El santo se negó a aceptar, al principio, pero finalmente
se rindió a las súplicas de su Obispo, sometiéndose a lo que consideraba como
una manifestación de la voluntad de Dios. Al poco tiempo, le atacó una grave
enfermedad que lo puso entre la vida y la muerte. Al restablecerse fue a Roma,
donde el Papa Clemente VIII, que había oído muchas alabanzas sobre la virtud y
las cualidades del joven sacerdote decano, pidió que se sometiese a un examen
en su presencia. El día señalado se reunieron muchos teólogos y sabios.
El mismo Sumo Pontífice, así como Baronio, Bernardino, el cardenal
Federico Borromeo (primo del santo) y otros, interrogaron al santo sobre 35
puntos difíciles de teología. San Francisco respondió con sencillez y modestia,
pero sin ocultar su ciencia. El Papa confirmó su nombramiento de coadjutor de
Ginebra, y Francisco volvió a su diócesis, a trabajar con mayor ahínco y
energía que nunca.
En 1602 fue a París donde le invitaron a predicar en la capilla
real, que pronto resultó pequeña para la tal multitud que acudía a oír la
palabra del santo, tan sencilla, tan conmovedora y tan valiente. Enrique IV
concibió una gran estima por el coadjutor de Ginebra y trató en vano de
retenerle en Francia.
A la muerte de Claudio de Granier, acaecida en el otoño de 1602,
Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en
Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a
sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción.
Con su abundante correspondencia alentó y guió a innumerables
personas que necesitaban de su ayuda. Entre los que dirigía espiritualmente,
Santa Juana de Chantal ocupa un lugar especial. San Francisco la conoció en
1604, cuando predicaba un sermón de cuaresma en Dijón. La fundación de la
Congregación de la Visitación, en 1610, fue el resultado del encuentro de los
dos santos.
En 1610, Francisco de Sales tuvo la pena de perder a su madre (su
padre había muerto años antes). El santo escribió más tarde a Santa Juana de
Chantal: "Mi corazón estaba desgarrado y lloré por mi buena madre como
nunca había llorado desde que soy sacerdote". San Francisco habría de
sobrevivir por nueve años a su madre, nueve años de inagotable trabajo.
En 1622, el duque de Saboya, que iba a ver a Luis XIII en Aviñón,
invitó al santo a reunirse con él en aquella ciudad. Movido por el deseo de
abogar por la parte francesa de su diócesis, el obispo aceptó al punto la
invitación, aunque arriesgaba su débil salud un viaje tan largo, en pleno
invierno.
Parece que el santo presentía que su fin se acercaba. Antes de
partir de Annecy puso en orden todos sus asuntos y emprendió el viaje como si
no tuviera esperanza de volver a ver a su grey. En Aviñón hizo todo lo posible
por llevar su acostumbrada vida de austeridad; pero las multitudes se apiñaban
para verle y todas las comunidades religiosas querían que el santo obispo les
predicara.
En el viaje de regreso, San Francisco se detuvo en Lyon,
hospedándose en la casita del jardinero del convento de la Visitación. Aunque
estaba muy fatigado, pasó un mes entero atendiendo a las religiosas. Una de
ellas le rogó que le dijese qué virtud debía practicar especialmente; el santo
escribió en una hoja de papel, con grandes letras: "Humildad".
Durante el Adviento y la Navidad, bajo los rigores de un crudo
invierno, prosiguió su viaje, predicando y administrando los sacramentos a todo
el que se lo pidiera. El día de San Juan le sobrevino una parálisis; pero
recuperó la palabra y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó
las penosas curaciones que se le administraron con la intención de prolongarle
la vida, pero que no hicieron más que acortársela.
En su lecho repetía: "Puse toda mi esperanza en el Señor, y
me oyó y escuchó mis súplicas y me sacó del foso de la miseria y del pantano de
la iniquidad".
En el último momento, apretando la mano de uno de los que le
asistían solícitamente murmuró: "Empieza a anochecer y el día se va
alejando".
Su última palabra fue el nombre de "Jesús". Y mientras
los circundantes recitaban de rodillas las Letanías de los agonizantes, San
Francisco de Sales expiró dulcemente, a los 56 años de edad, el 28 de diciembre
de 1622, fiesta de los Santos Inocentes. Había sido obispo por 21 años.
El día 29 de diciembre la ciudad entera de Lyon fue desfilando por
la humilde casita donde había muerto el querido santo. Y era tanto el deseo de
la gente de besarle las manos y los pies, que los médicos no lograban llevarse
el cadáver para hacerle la autopsia.
San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el
1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.
En el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros
famosos del santo: "Las controversias"(contra los protestantes); La
Introducción a la Vida Devota" (o Filotea) y El Tratado del Amor de Dios
(o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son verdaderos tesoros de
sabiduría, declaró a San Francisco de Sales "Doctor de la Iglesia",
siendo llamado "El Doctor de la amabilidad".