Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
MARTES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III
MARTES DE LA SEMANA III
Del propio del Tiempo. Salterio III
17 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. El Señor está cerca, venid adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LA PENA QUE LA TIERRA SOPORTABA
La pena que la tierra soportaba,
a causa del pecado, se ha trocado
en canto que brota jubiloso
en labios de María pronunciado.
El sí de las promesas ha llegado,
la alianza se cumple, poderosa,
el Verbo eterno de los cielos
con nuestra débil carne se desposa.
Misterio que sólo la fe alcanza,
María es nuevo templo de la gloria,
rocío matinal, nube que pasa,
luz nueva en presencia misteriosa.
A Dios sea la gloria eternamente,
al Hijo suyo amado Jesucristo,
que quiso nacer para nosotros
y darnos su Espíritu divino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Saldrá el Señor de su santuario, y vendrá a salvar a su pueblo.
Ant 2. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Cántico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4. 7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tenemos en Sión una ciudad fuerte: el Salvador ha puesto en ellas murallas y baluartes; abrid las puertas, que con nosotros está Dios. Aleluya.
Ant 3. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozca la tierra, Señor, tus caminos, todos los pueblos tu salvación.
LECTURA BREVE Is 11,1-3a
Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
V. Su gloria aparecerá sobre ti.
R. Amanecerá el Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 45, 1-13
> EL REY CIRO SALVADOR DE ISRAEL
Así dice el Señor a su ungido, Ciro, a quien lleva de la mano:
«Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán.
Yo iré delante de ti, allanándote los cerros; haré trizas las puertas de bronce, arrancaré los cerrojos de hierro, te daré los tesoros ocultos, los caudales escondidos. Así sabrás que yo soy el Señor, que te llamo por tu nombre, el Dios de Israel.
Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de oriente a occidente que no hay otro fuera de mí.
Yo soy el Señor y no hay otro: artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia: yo, el Señor, hago todo esto.
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; ábrase la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia: yo, el Señor, lo llevo a cabo.»
¡Ay del que pleitea con su artífice, como loza contra el alfarero! Acaso dice la arcilla al artesano: «¿Qué estás haciendo?», o: «¿Tu vasija no tiene asas?» ¡Ay del que le dice a su padre: «¿Qué has engendrado?», o a su madre: «¿Qué has dado a luz?»!
Así dice el Señor, el Santo de Israel, su artífice:
«¿Y vosotros vais a pedirme cuentas de mis hijos? ¿Me vais a dar instrucciones sobre la obra de mis manos? Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre; mis propias manos extendieron el cielo y doy órdenes a su entero ejército. Yo lo he suscitado para la victoria y allanaré todos sus caminos: él reconstruirá mi ciudad, libertará a mis deportados sin precio ni rescate», dice el Señor de los ejércitos.
RESPONSORIO Is 45, 8; cf. 16, 1
R. Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; * ábrase la tierra y brote la salvación.
V. Envía, Señor, al Cordero, soberano de toda la tierra, desde la Peña del desierto al monte Sión.
R. Abrase la tierra y brote la salvación.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san León Magno, papa
(Carta 31, 2-3: PL 54, 791-793)
> EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN
De nada nos serviría afirmar que nuestro Señor, el Hijo de la Virgen María, es hombre verdadero y perfecto si no creyésemos además que es hombre perteneciente a aquel linaje mencionado en el Evangelio.
Mateo, en efecto, dice: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; y sigue el orden de su generación humana hasta llegar a José, con quien estaba desposada la Madre del Señor.
Lucas, en cambio, siguiendo un orden inverso, se remonta al origen del género humano, para mostrar que el primer Adán y el nuevo Adán tienen una misma naturaleza.
El Hijo de Dios, en su omnipotencia, hubiera podido manifestarse, para instruir y justificar a los hombres, como se había manifestado a los patriarcas y profetas, es decir, bajo diversas apariencias humanas, como, por ejemplo, cuando entabló una lucha o mantuvo una conversación, o cuando no rechazó la hospitalidad que le ofrecían y tomó el alimento que le presentaban. Todas estas figuras eran como profecía y anuncio misterioso de aquel hombre que debía asumir, de la descendencia de esos mismos patriarcas, una verdadera naturaleza humana.
Pero todas estas figuras no podían realizar aquel misterio de nuestra reconciliación prefijado antes de los tiempos, porque el Espíritu Santo no había descendido aún sobre la Virgen ni el poder del Altísimo la había aún cubierto con su sombra; solamente cuando la Sabiduría eterna, edificándose una casa en el seno purísimo de la Virgen, se hizo hombre pudo tener cumplimiento este admirable designio; y, uniéndose la naturaleza humana y la divina en una sola persona, el Creador del tiempo nació en el tiempo, y aquel por quien fueron hechas todas las cosas empezó a contarse entre las creaturas.
Pues si el nuevo hombre, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado, no hubiera llevado sobre sí nuestros pecados, si el que es consustancial al Padre no se hubiera dignado ser consustancial a una madre y si -libre de todo pecado- no hubiera unido a sí nuestra naturaleza, la cautividad humana continuaría sujeta al yugo del demonio; y tampoco podríamos gloriarnos de la victoria del Vencedor si ésta hubiera sido obtenida en una naturaleza distinta a la nuestra.
El sacramento de la regeneración nos ha hecho partícipes de estos admirables misterios, por cuanto el mismo Espíritu, por cuya virtud fue Cristo engendrado, ha hecho que también nosotros volvamos a nacer con un nuevo nacimiento espiritual.
Por eso el evangelista dice, refiriéndose a los creyentes: Ellos traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
RESPONSORIO Cf. Is 11, 10; Lc 1, 32
R. Mirad: la raíz de Jesé descenderá como salvación de los pueblos y la buscarán los gentiles; * y su nombre será glorioso.
V. El Señor le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob para siempre.
R. y su nombre será glorioso.
Del libro del profeta Isaías 45, 1-13
> EL REY CIRO SALVADOR DE ISRAEL
Así dice el Señor a su ungido, Ciro, a quien lleva de la mano:
«Doblegaré ante él las naciones, desceñiré las cinturas de los reyes, abriré ante él las puertas, los batientes no se le cerrarán.
Yo iré delante de ti, allanándote los cerros; haré trizas las puertas de bronce, arrancaré los cerrojos de hierro, te daré los tesoros ocultos, los caudales escondidos. Así sabrás que yo soy el Señor, que te llamo por tu nombre, el Dios de Israel.
Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios. Te pongo la insignia, aunque no me conoces, para que sepan de oriente a occidente que no hay otro fuera de mí.
Yo soy el Señor y no hay otro: artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia: yo, el Señor, hago todo esto.
Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; ábrase la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia: yo, el Señor, lo llevo a cabo.»
¡Ay del que pleitea con su artífice, como loza contra el alfarero! Acaso dice la arcilla al artesano: «¿Qué estás haciendo?», o: «¿Tu vasija no tiene asas?» ¡Ay del que le dice a su padre: «¿Qué has engendrado?», o a su madre: «¿Qué has dado a luz?»!
Así dice el Señor, el Santo de Israel, su artífice:
«¿Y vosotros vais a pedirme cuentas de mis hijos? ¿Me vais a dar instrucciones sobre la obra de mis manos? Yo hice la tierra y creé sobre ella al hombre; mis propias manos extendieron el cielo y doy órdenes a su entero ejército. Yo lo he suscitado para la victoria y allanaré todos sus caminos: él reconstruirá mi ciudad, libertará a mis deportados sin precio ni rescate», dice el Señor de los ejércitos.
RESPONSORIO Is 45, 8; cf. 16, 1
R. Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo; * ábrase la tierra y brote la salvación.
V. Envía, Señor, al Cordero, soberano de toda la tierra, desde la Peña del desierto al monte Sión.
R. Abrase la tierra y brote la salvación.
SEGUNDA LECTURA
De las Cartas de san León Magno, papa
(Carta 31, 2-3: PL 54, 791-793)
> EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN
De nada nos serviría afirmar que nuestro Señor, el Hijo de la Virgen María, es hombre verdadero y perfecto si no creyésemos además que es hombre perteneciente a aquel linaje mencionado en el Evangelio.
Mateo, en efecto, dice: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; y sigue el orden de su generación humana hasta llegar a José, con quien estaba desposada la Madre del Señor.
Lucas, en cambio, siguiendo un orden inverso, se remonta al origen del género humano, para mostrar que el primer Adán y el nuevo Adán tienen una misma naturaleza.
El Hijo de Dios, en su omnipotencia, hubiera podido manifestarse, para instruir y justificar a los hombres, como se había manifestado a los patriarcas y profetas, es decir, bajo diversas apariencias humanas, como, por ejemplo, cuando entabló una lucha o mantuvo una conversación, o cuando no rechazó la hospitalidad que le ofrecían y tomó el alimento que le presentaban. Todas estas figuras eran como profecía y anuncio misterioso de aquel hombre que debía asumir, de la descendencia de esos mismos patriarcas, una verdadera naturaleza humana.
Pero todas estas figuras no podían realizar aquel misterio de nuestra reconciliación prefijado antes de los tiempos, porque el Espíritu Santo no había descendido aún sobre la Virgen ni el poder del Altísimo la había aún cubierto con su sombra; solamente cuando la Sabiduría eterna, edificándose una casa en el seno purísimo de la Virgen, se hizo hombre pudo tener cumplimiento este admirable designio; y, uniéndose la naturaleza humana y la divina en una sola persona, el Creador del tiempo nació en el tiempo, y aquel por quien fueron hechas todas las cosas empezó a contarse entre las creaturas.
Pues si el nuevo hombre, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado, no hubiera llevado sobre sí nuestros pecados, si el que es consustancial al Padre no se hubiera dignado ser consustancial a una madre y si -libre de todo pecado- no hubiera unido a sí nuestra naturaleza, la cautividad humana continuaría sujeta al yugo del demonio; y tampoco podríamos gloriarnos de la victoria del Vencedor si ésta hubiera sido obtenida en una naturaleza distinta a la nuestra.
El sacramento de la regeneración nos ha hecho partícipes de estos admirables misterios, por cuanto el mismo Espíritu, por cuya virtud fue Cristo engendrado, ha hecho que también nosotros volvamos a nacer con un nuevo nacimiento espiritual.
Por eso el evangelista dice, refiriéndose a los creyentes: Ellos traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios.
RESPONSORIO Cf. Is 11, 10; Lc 1, 32
R. Mirad: la raíz de Jesé descenderá como salvación de los pueblos y la buscarán los gentiles; * y su nombre será glorioso.
V. El Señor le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob para siempre.
R. y su nombre será glorioso.
Martes, 17
de diciembre de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,1-17):
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
Palabra del Señor
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aran, Aran engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Cristo, catorce.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Entended que el reino de Dios está ya cerca; os aseguro que no tardará.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Entended que el reino de Dios está ya cerca; os aseguro que no tardará.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que trazó desde antiguo un plan de salvación para su pueblo, y digámosle:
Guarda a tu pueblo, Señor.
Oh Dios, que prometiste a tu pueblo un vástago que haría justicia,
vela por la santidad de tu Iglesia.
Inclina, oh Dios, el corazón de los hombres a tu palabra
y afianza la santidad de tus fieles.
Por tu Espíritu consérvanos en el amor,
para que podamos recibir la misericordia de tu Hijo que se acerca.
Haz que nos mantengamos firmes, Dios de clemencia,
hasta el día de la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de Dios, con las palabras que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Señor Dios, creador y restaurador de la naturaleza humana, que quisiste que tu Hijo, la Palabra eterna, se encarnara en el seno de la siempre Virgen María, atiende a nuestras súplicas y haz que tu Hijo unigénito, que ha tomado nuestra naturaleza humana, se digne hacernos participantes de su naturaleza divina y nos transforme así plenamente en hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San
Lazaro
17 de Diciembre
17 de Diciembre
Lázaro
es un nombre significativo en el idioma de Israel. Quiere decir: "Dios es
mi auxilio". El santo de hoy se ha hecho universalmente famoso porque tuvo
la dicha de recibir uno de los milagros más impresionantes de Jesucristo: su
resurrección, después de llevar cuatro días enterrado.
Lázaro era el jefe de un hogar donde Jesús se sentía
verdaderamente amado. A casa de Lázaro llegaba el Redentor como a la propia
casa, y esto era muy importante para Cristo, porque él no tenía casa propia. Él
no tenía ni siquiera una piedra para recostar la cabeza (Lc. 9, 58). En casa de
Lázaro había tres personas que amaban a Nuestro Salvador como un padre
amabilísimo, como el mejor amigo del mundo. La casa de Betania es amable para
todos los cristianos del universo porque nos recuerda el sitio donde Jesús
encontraba descanso y cariño, después de las tensiones y oposiciones de su
agitado apostolado.
En la tumba de un gran benefactor escribieron esta frase:
"Para los pies fatigados tuvo siempre listo un descanso en su hogar".
Esto se puede decir de San Lázaro y de sus dos hermanas, Martha y María.
La resurrección de Lázaro es una de las historias más interesantes
que se han escrito. Es un famoso milagro que llena de admiración.
Un día se enferma Lázaro y sus dos hermanas envían con urgencia un
mensajero a un sitio lejano donde se encuentra Jesús. Solamente le lleva este
mensaje: "Aquél a quien Tú amas, está enfermo". Bellísimo modo de
decir con pocas palabras muchas cosas. Si lo amas, estamos seguros de que
vendrás, y si vienes, se librará de la muerte.
Y sucedió que Jesús no llegó y el enfermo seguía agravándose cada
día más y más. Las dos hermanas se asoman a la orilla del camino y... Jesús no
aparece. Sigue la enfermedad más grave cada día y los médicos dicen que la
muerte ya va a llegar. Mandan a los amigos a que se asomen a las colinas
cercanas y atisben a lo lejos, pero Jesús no se ve venir. Y al fin el pobre
Lázaro se muere. Pasan dos y tres días y el amigo Jesús no llega. De Jerusalén
vienen muchos amigos al entierro porque Lázaro y sus hermanas gozan de gran
estimación entre la gente, pero en el entierro falta el mejor de los amigos:
Jesús. Él que es uno de esos amigos que siempre están presentes cuando los
demás necesitan de su ayuda, ¿por qué no habrá llegado en esta ocasión?
Al fin al cuarto día llega Jesús. Pero ya es demasiado tarde. Las
dos hermanas salen a encontrarlo llorando: -"Oh, ¡si hubieras estado aquí!
¡Si hubieras oído cómo te llamaba Lázaro! Sólo una palabra tenía en sus labios:
‘Jesús’. No tenía otra palabra en su boca. Te llamaba en su agonía. ¡Deseaba
tanto verte! Oh Señor: sí hubieras estado aquí no se habría muerto nuestro
hermano".
Jesús responde: - "Yo soy la resurrección y la Vida. Los que
creen en Mí, no morirán para siempre". Y al verlas llorar se estremeció y
se conmovió. Verdaderamente de Él se puede repetir lo que decía el poeta:
"en cada pena que sufra el corazón, el Varón de Dolores lo sigue acompañando".
Y Jesús se echó a llorar. Porque nuestro Redentor es perfectamente
humano, y ante la muerte de un ser querido, hasta el más fuerte de los hombres
tiene que echarse a llorar. Dichoso tú Lázaro, que fuiste tan amado de Jesús
que con tu muerte lo hiciste llorar.
Los judíos que estaban allí en gran número, pronunciaron una
exclamación que se ha divulgado por todos los países para causar admiración y
emoción: "¡Miren cuánto lo amaba!".
¡Lázaro: yo te mando: sal fuera! Es una de las más poderosas
frases salidas de los labios de Jesús. Un muerto con cuatro días de enterrado,
maloliente y en descomposición, que recobra la vida y sale totalmente sano del
sepulcro, por una sola frase del Salvador. ¡Que milagrazo de primera clase! Con
razón se alarmaron los fariseos y Sumos sacerdotes diciendo: "Si este
hombre sigue haciendo milagros como éste, todo el pueblo se irá con Él".
Cómo nos deben brillar los ojos al ver lo poderoso que es Nuestro
jefe, Cristo. ¡Cómo deberían llenarse de sonrisas nuestros labios al recordar
lo grande y amable que es el gran amigo Jesús!. Sin tocar siquiera el cadáver.
Sin masajes, sin remedios, con sólo su palabra resucita a un muerto de 4 días
de enterrado.
¡Que se reúnan todos los médicos de la tierra a ver si son capaces
de resucitar a un piojo muerto!
Beata Matilde del Sagrado Corazón
Téllez Robles
17 de Diciembre
17 de Diciembre
Matilde Téllez Robles nace en Robledillo de la Vera (Cáceres -
España) el 30 de mayo de 1841, en un día de plenitud primaveral inundado por la
luz de la solemnidad litúrgica de Pentecostés. Recibe las aguas bautismales en
la iglesia parroquial al día siguiente de su nacimiento. Era la segunda de los
cuatro hijos de Félix Téllez Gómez y de su esposa Basilea Robles Ruiz. En
noviembre de 1841, el padre, por su profesión de notario, se establece con su
familia en Béjar (Salamanca), ciudad notable por su industria textil.
En esta ciudad va creciendo la pequeña Matilde; recibe una
formación cultural básica, propia de su clase social media, y una esmerada
formación religiosa, iniciada en el ambiente profundamente cristiano de su
hogar. Guiada por su madre, ya desde pequeña comienza a amar intensamente al
Señor y a ejercitarse en la práctica de la oración y en las virtudes, con una
tierna devoción a la Virgen y una gran compasión por los necesitados y los
pecadores.
Todavía muy joven, cuando todo en la vida le sonríe, Matilde hace
su opción radical y definitiva por Cristo, decidiendo entregarse de lleno a Él
y a buscar corazones que le amen.
Su madre la apoyará siempre en este empeño, pero su padre, que
ambiciona un porvenir halagüeño para su hija en el matrimonio, la obliga a
alternar en la vida de sociedad, limitándole además el tiempo que pasa en la
iglesia. Ella, obediente, se adorna y alterna luciendo su gracia juvenil. Pero
aún así, su inclinación por las cosas de Dios es manifiesta, y, al fin, D.
Félix, vencido por la constancia de su hija, la deja en libertad para que siga
el camino por ella elegido.
Matilde continúa intensificando su vida espiritual; su devoción a
la Virgen la lleva a una profunda intimidad con Jesús Eucaristía, a quien ama
apasionadamente. Aun «¡en medio del invierno ardía al acercarme a un
sagrario!», nos dice en sus escritos.
A los 23 años es elegida presidenta de la asociación de Hijas de
María, recién establecida en Béjar, y poco después la nombran enfermera
investigadora de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Ella, en su ardiente
deseo de ganar corazones para Jesús, exclama ante el sagrario: «¡Mi dueño,
Jesús amante! El mundo está lleno de necesidades. Todos tienen corazón. Yo voy
por los que pueda. Yo te los traeré».
Conjugando la contemplación con la acción, Matilde se lanza por
largos años a una intensa actividad apostólica con niñas y jóvenes, pobres y
enfermos; trabaja con las Hijas de María, da catequesis, atiende la escuela
dominical, prepara para el matrimonio cristiano y acompaña a jóvenes
vocacionadas; recorre alegre la ciudad en todas las direcciones para llevar
consuelo y ayuda a cualquier enfermo o necesitado, «visitando a su amante Jesús
en la persona de sus pobres».
Siempre contemplativa en la acción, la Eucaristía es su fuerza, el
sagrario su refugio durante prolongadas horas de oración, y la Virgen su guía,
su maestra y compañera inseparable.
Desde joven siente la llamada a la vida religiosa y ya entonces
recibe ante el sagrario la inspiración de fundar un Instituto religioso. Así se
lo comunica al Papa Pío IX en carta del 4 de mayo de 1874.
Pero su padre vuelve a probar a su hija impidiéndole realizar su
vocación, a causa del clima político anticlerical de aquella época en España.
Matilde entre tanto sufre en silencio, ora y espera, alentada por
su director espiritual, D. Manuel de la Oliva, sacerdote filipense, hasta que
por fin su padre le concede la ansiada autorización.
Ella exulta de gozo en acción de gracias a Dios y rápidamente lo
prepara todo para iniciar la fundación con siete jóvenes de las hijas de María,
que se han comprometido a seguirla en la vida religiosa.
El 19 de marzo de 1875, solemnidad de San José, deben reunirse
todas para la celebración eucarística en la Parroquia de Santa María y desde
allí marchar a la casa preparada para iniciar la vida religiosa. Pero de las
siete jóvenes comprometidas sólo una se presenta: María Briz. Ante esta gran
prueba, Matilde no se desalienta. Fortalecidas con el pan de la Eucaristía,
ella y su única compañera se dirigen gozosas, con heroica intrepidez, a la
«casita de Nazaret», como Matilde la denomina.
En esta casa tratan de imitar a la Sagrada Familia de Nazaret,
viviendo con mucho amor y alegría en recogimiento y oración, en humildad y
pobreza, sin contar con nada y plenamente confiadas en la Providencia. En la
casa no tienen todavía sagrario, pero las acompaña una imagen de la Virgen ante
la que oran y a quien se lo consultan todo.
Pocos días después, conjugando siempre la contemplación y la
acción, reciben un grupo de niñas huérfanas en casa, dan clase a niñas pobres y
atienden a los enfermos en sus domicilios. Su testimonio evangélico va
atrayendo a algunas jóvenes a unirse a ellas, a pesar de las críticas de
quienes consideran la fundación como una locura.
El 23 de abril de 1876, el obispo de Plasencia, D. Pedro Casas y
Souto, autoriza provisionalmente la Obra con el título de «Amantes de Jesús e
Hijas de María Inmaculada»; y el 20 de enero de 1878 Matilde y María visten el
hábito religioso en Plasencia.
A últimos de marzo de 1879 la comunidad se traslada de Béjar a Don
Benito (Badajoz), donde instalan el noviciado, acogen niñas huérfanas, ponen
clase diaria y dominical, atienden a los enfermos en sus casas y ayudan a los
pobres.
En la comunidad se respira el espíritu de Nazaret y toda la vida
de la casa gira en torno al sagrario, ante el cual, turnándose, las Hermanas
pasan varias horas todos los días. También la Virgen recibe un culto especial.
El 19 de marzo de 1884, el mismo obispo erige canónicamente la
Obra como Instituto religioso de derecho diocesano, y el 29 de junio, la
Fundadora con otras Hermanas emiten la profesión religiosa.
Al año siguiente se declara una terrible epidemia de cólera en la
ciudad. La M. Matilde y todas las Hermanas se entregan heroicamente al cuidado
amoroso de los apestados, despertando gran admiración en el pueblo su exquisita
caridad evangélica. Muere contagiada Sor María Briz, y la Madre abre en su
memoria un Hospital para los pobres.
En 1889 comienza la expansión del Instituto, con una fundación en
Cáceres, y continúa en los años siguientes con otras fundaciones en Trujillo,
Béjar, Villanueva de Córdoba, Almendralejo, Los Santos de Maimona y Villaverde
de Burguillos. De cada una de ellas se podría escribir una hermosa historia de
amor; amor apasionado a Jesús Eucaristía, amor a María, amor al hermano
necesitado: enfermos, pobres, niñas huérfanas, etc. Siempre con total
desinterés económico, pero la Providencia nunca falla.
No faltan las pruebas y dificultades de toda clase, pero no
importa: Matilde con Jesús ¡siempre adelante!, siempre haciendo vida el lema
que ha dado a su Instituto: «Oración, acción, sacrificio»; siempre sacando
fuerza de sus prolongados tiempos de oración ante el sagrario y de la mano de
María.
De su fuerte experiencia eucarística brota su ardor evangelizador
y la ardiente caridad que todos admiran. «¡Sea toda la vida un acto de amor!»,
repite a sus Hermanas. Y así lo ven en ella: es una vida llena de Dios, en
continua oración y volcada a la vez en los hermanos. Multiplica sus atenciones
maternales con las nuevas comunidades, es la animadora de la Obra, la Regla
viviente. Su sencillez, su prudencia, su bondad e inalterable alegría atraen a
todos. Pobres y ricos se acercan confiados a ella, pues para todos tiene una
atención, un consejo y una sonrisa.
Aunque sólo cuenta con 61 años, su organismo está ya muy agotado,
a causa de los sufrimientos, del intenso trabajo, de las enfermedades, y
presiente gozosa que se acerca la hora de su unión definitiva con el Señor. En
efecto, al salir temprano de viaje, el 15 de diciembre de 1902, sufre un fuerte
ataque de apoplejía, y en las primeras horas del día 17, rodeada de sus hijas,
en medio de una gran paz, vuela a la casa del Padre.
Todo el pueblo, principalmente los pobres, la lloran como a una
madre, proclamando a la vez su gran caridad y sus muchas virtudes.
El 23 de abril de 2002, el Papa Juan Pablo II reconocía
oficialmente las Virtudes Heroicas de la Sierva de Dios Matilde Téllez, y al
año siguiente, el 12 de abril, se promulgaba el Decreto sobre el milagro obrado
por su intercesión, dando así el paso decisivo a su Beatificación: el 21 de
marzo de 2004.
El Instituto de la Madre Matilde, fiel a la herencia recibida de
su fundadora, continúa viviendo su carisma, que tiene como centro la Eucaristía
y a María como Madre y Maestra, para que Ella forme su corazón para el Evangelio
y las guíe hacia la Eucaristía. Según consta en las Constituciones actuales, de
la Eucaristía nace en ellas una viva respuesta de amor a Jesucristo y, en Él y
con Él, a todo el mundo, llevando la buena nueva del amor del Padre, con
preferencia y de una manera integral, a los pobres, a los pequeños y a los que
sufren.
Actualmente las Hijas de María Madre de la Iglesia (así se llaman
desde 1965) realizan su labor evangelizadora en España, Portugal, Italia,
Venezuela, Colombia, Perú y Méjico, a través de: hogares - internados como
acogida a la niñez y juventud marginada; escuelas y colegios abiertos a todas
las familias sin exclusiones; comunidades sanitarias dedicadas a la atención de
enfermos, ancianos desatendidos, transeúntes, alcohólicos, etc., comunidades
orantes, casas de acogida, y comunidades de Pastoral rural y de colaboración en
Parroquias.
Todas las Hermanas del Instituto piden a su Fundadora que las
ayude a hacer, como ella, de su vida un continuo acto de amor y una «eucaristía
perenne», para la mayor gloria de Dios y la salvación del mundo.