Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE ADVIENTO
DOMINGO DE LA SEMANA I
Del propio del Tiempo. Salterio I
1 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid,
adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: VEN, SEÑOR, NO TARDES
Ven, Señor, no tardes,
Ven, que te esperamos;
Ven, Señor, no tardes,
ven pronto, Señor.
El mundo muere de frío,
el alma perdió el calor,
los hombres no son hermanos
porque han matado al Amor.
Envuelto en noche sombría,
gime el mundo de pavor;
va en busca de una esperanza,
buscando tu fe, Señor.
Al mundo le falta vida
y le falta corazón;
le falta cielo en la tierra,
si no lo riega tu amor.
Rompa el cielo su silencio,
baje el rocío a la flor,
ven, Señor, no tardes tanto,
ven, Señor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Aquel día los montes destilarán dulzura y las
colinas manarán leche y miel. Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aquel día los
montes destilarán dulzura y las colinas manarán leche y miel. Aleluya.
Ant 2. Los montes y las
colinas aclamarán en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán,
porque viene el Señor y reinará eternamente. Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,
57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. Los montes y las
colinas aclamarán en presencia del Señor y los árboles del bosque aplaudirán,
porque viene el Señor y reinará eternamente. Aleluya.
Ant 3. Vendrá el gran
profeta y renovará Jerusalén. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Vendrá el gran
profeta y renovará Jerusalén. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 13, 11b-12
Ya es hora que despertéis del sueño, pues la salud está ahora más cerca que
cuando abrazamos la fe. La noche va pasando, el día está encima; desnudémonos,
pues, de las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz.
RESPONSORIO BREVE
V. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
V. Tú que has de
venir al mundo.
R. Ten piedad de
nosotros.
V. Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Cristo, Hijo de
Dios vivo, ten piedad de nosotros.
PRIMERA LECTURA
Comienza el libro del profeta Isaías 1, 1-18
REPRENSIÓN AL PUEBLO
Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén, en tiempos de
Ozías, Yotán, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.
Oíd cielos, escucha tierra, que habla el Señor: «Hijos he criado y elevado, y
ellos se han rebelado contra mí. Conoce el buey a su amo, y el asno el pesebre
del dueño; Israel no conoce, mi pueblo no recapacita.»
¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de culpas, raza de malvados, hijos
degenerados! Han abandonado al Señor, despreciado al Santo de Israel.
¿Dónde seguiros hiriendo, si acumuláis delitos? La cabeza es una llaga, el
corazón está agotado, de la planta del pie a la cabeza no hay en él parte sana:
llagas, cardenales, heridas recientes, no exprimidas ni vendadas ni aliviadas
con ungüento.
Vuestra tierra devastada, vuestras ciudades incendiadas, vuestros campos, ante
vosotros, los devoran extranjeros. Desolación como en la catástrofe de Sodoma.
Y Sión la capital ha quedado como cabaña de viñedo, como choza de melonar, como
ciudad sitiada. Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto,
seríamos como Sodoma, nos pareceríamos a Gomorra.
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra:
«¿Qué me importa el número de vuestros sacrificios? -dice el Señor-. Estoy
harto de holocaustos de carneros, de grasa de becerros; la sangre de toros,
corderos y chivos no me agrada. ¿Quién pide algo de vuestras manos cuando
pisáis mis atrios para venir a presentaros ante mí? No me traigáis más dones
vacíos, más incienso execrable. Novilunios, sábados, asambleas no los aguanto.
Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no
soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis
las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre.
Lavaos, purifícaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar
mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo, haced justicia al oprimido,
defended al huérfano, proteged a la viuda.
Entonces, venid, y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean
como la grana, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como escarlata,
quedarán blancos como lana.»
RESPONSORIO Is 1, 16. 18. 17
R. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones; *
aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la nieve.
V. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad lo que es justo.
R. Aunque vuestros pecados sean como la grana, blanquearán como la
nieve.
SEGUNDA LECTURA
De las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 15, 1-3: PG 33, 870-874)
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
Os anunciamos la venida de Cristo, y no sólo una, sino también una segunda que
será sin duda mucho más gloriosa que la primera. La primera se realizó en el
sufrimiento, la segunda traerá consigo la corona del reino.
Porque en nuestro Señor Jesucristo casi todo presenta una doble dimensión.
Doble fue su nacimiento: uno, de Dios, antes de todos los siglos; otro, de la
Virgen, en la plenitud de los tiempos. Doble su venida: una en la oscuridad y
calladamente, como lluvia sobre el césped; la segunda, en el esplendor de su
gloria, que se realizará en el futuro.
En la primera venida fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre; en la
segunda aparecerá vestido de luz. En la primera sufrió la cruz, pasando por
encima de su ignominia; en la segunda vendrá lleno de poder y de gloria,
rodeado de todos los ángeles.
Por lo tanto, no nos detengamos sólo en la primera venida, sino esperemos
ansiosamente la segunda. Y así como en la primera dijimos: Bendito el que viene
en nombre del Señor, en la segunda repetiremos lo mismo cuando, junto con los
ángeles, salgamos a su encuentro y lo aclamemos adorándolo y diciendo de nuevo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Vendrá el Salvador no para ser nuevamente juzgado, sino para convocar a juicio
a quienes lo juzgaron a él. El que la primera vez se calló mientras era juzgado
dirá entonces a los malvados que durante la crucifixión lo insultaron: Esto
hicisteis y callé.
En aquel tiempo vino para cumplir un designio de amor, enseñando y persuadiendo
a los hombres con dulzura; pero al final de los tiempos -lo quieran o no-
necesariamente tendrán que someterse a su reinado.
De estas dos venidas habla el profeta Malaquías: Pronto entrará en el santuario
el Señor a quien vosotros buscáis. Esto lo dice de su primera venida.
Y de la otra dice: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: he aquí que
viene -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su
venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será como un fuego de fundidor,
como lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata.
Pablo, en su carta a Tito, nos habla también de las dos venidas con estas
palabras: Dios ha hecho aparecer a la vista de todos los hombres la gracia que
nos trae la salud; y nos enseña a vivir con sensatez, justicia y religiosidad
en esta vida, desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, y aguardando
la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador
nuestro, Jesucristo. Mira cómo nos muestra la primera venida, por la cual da
gracias, y la segunda, que esperamos.
Por eso la fe que hemos recibido por tradición nos enseña a creer en aquel que
subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y de nuevo vendrá con
gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, por tanto, nuestro Señor Jesucristo desde el cielo, vendrá glorioso en
el último día. Y entonces será la consumación de este mundo, y este mundo, que
fue creado al principio, será totalmente renovado.
RESPONSORIO Cf. Sal 48, 3; 79, 2; 23, 7. 9
R. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de Dios y una niebla que
cubre toda la tierra. * Id a su encuentro y preguntadle: * «Dinos si tú eres el
que esperamos, * el que ha de reinar en el pueblo de Israel.»
V. Plebeyos y nobles, ricos y pobres,
R. Id a su encuentro y preguntadle:
V. Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como a un rebaño:
R. Dinos si tú eres el que esperamos.
V. ¡Portones!, alzad los dinteles, levantaos, puertas antiguas: va a
entrar el Rey de la gloria.
R. El que ha de reinar en el pueblo de Israel.
V. He aquí que veo venir a lo lejos el poder de Dios y una niebla que
cubre toda la tierra. * Id a su encuentro y preguntadle: * «Dinos si tú eres el
que esperamos, * el que ha de reinar en el pueblo de Israel.»
Evangelio
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24,37-44.
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y
las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando
menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá
cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo
llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la
llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el
ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis
viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María; no
temas, concebirás en tu seno al Hijo de Dios. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1,
68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Espíritu Santo
descenderá sobre ti, María; no temas, concebirás en tu seno al Hijo de Dios.
Aleluya.
PRECES
Oremos a Dios Padre, que nos concede la gracia de
esperar la revelación de nuestro Señor Jesucristo, y digámosle confiados:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Santifica, Señor, todo nuestro ser, alma y cuerpo,
y guárdanos libres de culpa hasta el día de la venida de tu Hijo.
Haz que durante este día caminemos en santidad
y llevemos una vida justa y religiosa.
Haz que nos revistamos de nuestro Señor Jesucristo
y que nos llenemos del Espíritu Santo.
Concédenos, Señor, que vivamos siempre preparados
para el día de la manifestación gloriosa de tu Hijo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Como nos enseñó el Salvador, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, despierta en tus fieles el deseo de
prepararse a la venida de Cristo por la práctica de las buenas obras, para que,
colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino celestial. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos
lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Carlos de Foucauld (Hermano Carlos de Jesús) nace en Francia, en
Estrasburgo, el 15 de septiembre 1858. Huérfano a los 6 años, creció con su
hermana Maria, bajo los cuidados de su abuelo, orientándose hacia la carrera
militar.
Adolescente, pierde la fe. Conocido por su gusto de la vida fácil
él revela, no obstante una voluntad fuerte y constante en las dificultades.
Emprende una peligrosa exploración a Marruecos (1883- 1884). El testimonio de
fe de los Musulmanes despierta en él un cuestionamiento sobre Dios: «Dios mío,
si existes, haz que te conozca ».
Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y
cariñosa de su familia profundamente cristiana, y comienza una búsqueda. Guiado
por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre 1886.Tiene
28 años. «Enseguida que comprendí que existía un Dios, comprendí que no podía
hacer otra cosa que de vivir sólo para El».
Durante una peregrinación a Tierra Santa descubre su vocación:
seguir Jesús en su vida de Nazareth. Pasa 7 años en la Trapa, primero N.S. de
las Nieves, después Akbes, en Syria. Enseguida después, él vive solo en la
oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.
Ordenado sacerdote a los 43 años (1901) parte al Sahara, primero
Beni-Abbes, después Tamanrasset en medio de los Tuaregs del Hoggar. Quiere ir
al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados».Quiere que
cada uno de los que lo visiten lo consideren como un hermano, «el hermano
universal». El quiere «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto
de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vive. «Yo quisiera ser
lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces
será el Maestro...”?».
En el atardecer del 1° de Diciembre 1916, fue matado por una banda
que rodeó la casa.
Siempre soñó compartir su vocación con otros: después de haber
escrito varia reglas religiosas; pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser
vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de
Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades
religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.