Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XX
Del común de los pastores: para un santo papa. Salterio IV.
MIÉRCOLES DE LA SEMANA XX
Del común de los pastores: para un santo papa. Salterio IV.
21 de agosto
SAN PIO X, papa. (MEMORIA)
Nació en la aldea de Riese, situada en la región véneta, el año
1835. Primero ejerció santamente como presbítero; más tarde fue obispo de
Mantua y luego patriarca de Venecia. El Año 1903 fue elegido papa. Adoptó como
lema de su pontificado: «Instaurare omnia in Christo», consigna por la que
trabajó intensamente con sencillez de espíritu, pobreza y fortaleza, dando así
un nuevo incremento a la vida de la Iglesia. Tuvo que luchar también contra los
errores doctrinales que en ella se infiltraban. Murió el día 20 de agosto del
año 1914.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10--62, 5
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Hb 13,7-9a
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Venid, adoremos a Cristo, Pastor supremo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: CRISTO, CABEZA, REY DE LOS PASTORES.
Cristo, cabeza, rey de los pastores,
el pueblo entero, madrugando a fiesta,
canta a la gloria de tu sacerdote
himnos sagrados.
Con abundancia de sagrado crisma,
la unción profunda de tu Santo Espíritu
lo armó guerrero y lo nombró en la Iglesia
jefe del pueblo.
El fue pastor y forma del rebaño,
luz para el ciego, báculo del pobre,
padre común, presencia providente,
todo de todos.
Tú que coronas sus merecimientos,
danos la gracia de imitar su vida,
y al fin, sumisos a su magisterio,
danos su gloria. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Salmo 107 - ALABANZA AL SEÑOR Y PETICIÓN DE AUXILIO.
Dios mío, mi corazón está firme,
para tí cantaré y tocaré, gloria mía.
Despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria;
para que se salven tus predilectos,
que tu mano salvadora nos responda.
Dios habló en su santuario:
«Triunfante ocuparé Siquén,
parcelaré el valle de Sucot;
mío es Galaad, mío Manasés,
Efraín es yelmo de mi cabeza,
Judá es mi cetro;
Moab, una jofaina para lavarme,
sobre Edom echo mi sandalia,
sobre Filistea canto victoria.»
Pero ¿quién me guiará a la plaza fuerte,
quién me conducirá a Edom,
si tú, ¡oh Dios!, nos has rechazado
y no sales ya con nuestras tropas?
Auxílianos contra el enemigo,
que la ayuda del hombre es inútil;
con Dios haremos proezas,
El pisoteará a nuestros enemigos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Ant 2. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Cántico: ALEGRIA DEL PROFETA ANTE LA NUEVA JERUSALÉN Is 61, 10--62, 5
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como a un novio que se pone la corona,
o a una novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos.
Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que despunte la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada»;
ni a tu tierra, «Devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra, «Desposada»,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor me ha revestido de justicia y santidad.
Ant 3. Alabaré al Señor mientras viva.
Salmo 145 - FELICIDAD DE LOS QUE ESPERAN EN DIOS.
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos;
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Alabaré al Señor mientras viva.
LECTURA BREVE Hb 13,7-9a
Acordaos de aquellos superiores vuestros que os expusieron la palabra de Dios: reflexionando sobre el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo hoy que ayer, y para siempre. No os dejéis extraviar por doctrinas llamativas y extrañas.
RESPONSORIO BREVE
V. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
V. Ni de día ni de noche dejarán de anunciar el nombre del Señor.
R. He colocado centinelas.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sobre tus murallas, Jerusalén, he colocado centinelas.
PRIMERA LECTURA
De la carta a los Efesios 2, 11-22
LOS GENTILES, RECONCILIADOS CON LOS JUDÍOS Y CON DIOS
Hermanos: Acordaos de que, en otro tiempo, vosotros, gentiles por vuestra carne sin circuncidar, tratados de incircuncisos por quienes a sí mismos se decían circuncisos debido a una operación practicada en la carne, estabais entonces lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al odio.
Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz a los que estabais lejos y a los que estábamos cerca, porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
Por tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 14. 16. 18. 13
R. Cristo es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él anunció la buena nueva de la paz a los que estabais lejos y a los que estábamos cerca, * porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
V. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
R. Porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución apostólica Divino afflátu del papa san Pío décimo
(AAS 3 [1911], 633-635)
LA VOZ DE LA IGLESIA QUE RESUENA DULCEMENTE
Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las Sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre, y que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por nuestro antecesor Urbano octavo como «hija de la himnodia que se canta asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo. Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo.»
Los salmos tienen, además, una eficacia especial para suscitar en las almas el deseo de todas las virtudes. En efecto, «si bien es verdad que todas las partes de la Escritura, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, están inspiradas por Dios y son útiles para instruir, según está escrito, sin embargo, el libro de los salmos, como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros.» Estas palabras son también de san Atanasio, quien añade asimismo: «A mi modo de ver, los salmos vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí mismos y sus diversos sentimientos, y con esta sensación los recitan.» San Agustín dice en el libro de sus Confesiones: «¡Cuánto lloré con tus himnos y cánticos, conmovido intensamente por las voces de tu Iglesia que resonaba dulcemente! A medida que aquellas voces se infiltraban en mis oídos, la verdad se iba haciendo más clara en mi interior y me sentía inflamado en sentimientos de piedad, y corrían las lágrimas, que me hacían mucho bien.»
En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o aquellos lamentos del alma que llora sus pecados? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad»?
RESPONSORIO 1Ts 2, 4. 3
R. Así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, * no buscando agradar a los hombres, sino a Dios.
V. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño.
R. No buscando agradar a los hombres, sino a Dios.
De la carta a los Efesios 2, 11-22
LOS GENTILES, RECONCILIADOS CON LOS JUDÍOS Y CON DIOS
Hermanos: Acordaos de que, en otro tiempo, vosotros, gentiles por vuestra carne sin circuncidar, tratados de incircuncisos por quienes a sí mismos se decían circuncisos debido a una operación practicada en la carne, estabais entonces lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a las alianzas de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear en él un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte en él al odio.
Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz a los que estabais lejos y a los que estábamos cerca, porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
Por tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios por el Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 14. 16. 18. 13
R. Cristo es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su cuerpo el muro que los separaba: el odio. Él anunció la buena nueva de la paz a los que estabais lejos y a los que estábamos cerca, * porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
V. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos.
R. Porque por medio de él tenemos unos y otros acceso al Padre en un solo Espíritu.
SEGUNDA LECTURA
De la Constitución apostólica Divino afflátu del papa san Pío décimo
(AAS 3 [1911], 633-635)
LA VOZ DE LA IGLESIA QUE RESUENA DULCEMENTE
Es un hecho demostrado que los salmos, compuestos por inspiración divina, cuya colección forma parte de las Sagradas Escrituras, ya desde los orígenes de la Iglesia sirvieron admirablemente para fomentar la piedad de los fieles, que ofrecían continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el tributo de los labios que van bendiciendo su nombre, y que además, por una costumbre heredada del antiguo Testamento, alcanzaron un lugar importante en la sagrada liturgia y en el Oficio divino. De ahí nació lo que san Basilio llama «la voz de la Iglesia», y la salmodia, calificada por nuestro antecesor Urbano octavo como «hija de la himnodia que se canta asiduamente ante el trono de Dios y del Cordero», y que, según el dicho de san Atanasio, enseña, sobre todo a las personas dedicadas al culto divino, «cómo hay que alabar a Dios y cuáles son las palabras más adecuadas» para ensalzarlo. Con relación a este tema, dice bellamente san Agustín: «Para que el hombre alabara dignamente a Dios, Dios se alabó a sí mismo; y, porque se dignó alabarse, por esto el hombre halló el modo de alabarlo.»
Los salmos tienen, además, una eficacia especial para suscitar en las almas el deseo de todas las virtudes. En efecto, «si bien es verdad que todas las partes de la Escritura, tanto del antiguo como del nuevo Testamento, están inspiradas por Dios y son útiles para instruir, según está escrito, sin embargo, el libro de los salmos, como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros.» Estas palabras son también de san Atanasio, quien añade asimismo: «A mi modo de ver, los salmos vienen a ser como un espejo, en el que quienes salmodian se contemplan a sí mismos y sus diversos sentimientos, y con esta sensación los recitan.» San Agustín dice en el libro de sus Confesiones: «¡Cuánto lloré con tus himnos y cánticos, conmovido intensamente por las voces de tu Iglesia que resonaba dulcemente! A medida que aquellas voces se infiltraban en mis oídos, la verdad se iba haciendo más clara en mi interior y me sentía inflamado en sentimientos de piedad, y corrían las lágrimas, que me hacían mucho bien.»
En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o aquellos lamentos del alma que llora sus pecados? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad»?
RESPONSORIO 1Ts 2, 4. 3
R. Así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, * no buscando agradar a los hombres, sino a Dios.
V. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño.
R. No buscando agradar a los hombres, sino a Dios.
Miércoles,
21 de agosto de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,1-16a):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre quien habla por vosotros.
PRECES
Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:
Apacienta a tu pueblo, Señor.
Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,
haz que, por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.
Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,
no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.
Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,
haz que nunca falten en tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.
Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,
haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que, para defender la fe católica e instaurar todas las cosas en Cristo, colmaste al papa san Pío décimo de sabiduría divina y de fortaleza apostólica, concédenos que, dóciles a sus instrucciones y ejemplos, consigamos la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de
Treviso y obtuvo una beca de la Diócesis de Treviso para estudiar en el
seminario de Padua, donde terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los
clásicos con honores. Fue ordenado sacerdote en 1858, y durante nueve años fue
capellán de Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del párroco,
puesto que éste ya era anciano e inválido. Buscó perfeccionar su conocimiento
de la teología a través de un estudio asiduo de Santo Tomás y el derecho canónico;
al mismo tiempo estableció una escuela nocturna para la educación de los
adultos, y siendo él mismo un ferviente predicador, constantemente era invitado
a ejercer este ministerio en otros pueblos.
En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante
municipio de la Diócesis de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la
ampliación y mantenimiento del hospital con sus propios medios, en congruencia
con su habitual generosidad hacia los pobres; especialmente se distinguió por
su abnegación durante una epidemia de cólera que afectó a la región. Mostró una
gran solicitud por la instrucción religiosa de los adultos. En 1875 creó un
reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios cargos, entre ellos, el de
director espiritual y rector del seminario, examinador del clero y vicario
general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas públicas
recibieran instrucción religiosa. En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli, fue
elegido vicario capitular. El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de
Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de
Noviembre. Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del
clero en el seminario, donde, por varios años, enseñó teología dogmática y,
durante un año, teología moral. Deseaba seguir el método y la teología de Santo
Tomás, y a muchos de los estudiantes más pobres les regaló copias de la “Summa
Theologica”; a la vez, cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los
seminaristas. La administración temporal de la sede le impuso grandes
sacrificios. En 1887 celebró un sínodo diocesano. Mediante su asistencia en el
confesionario, dio ejemplo de celo pastoral. La Organización Católica de
Italia, conocida entonces como la “Opera dei Congressi”, encontró en él a un
celoso propagandista desde su ministerio en Salzano. En el consistorio secreto
celebrado en Junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San
Bernardo de las Termas; y en el consistorio público, tres días más tarde, fue
preconizado Patriarca de Venecia, conservando mientras tanto el título de
Administrador Apostólico de Mantua. El Cardenal Sarto fue obligado a esperar
dieciocho meses, antes de tomar posesión de su nueva diócesis, debido a que el
gobierno italiano se negaba a otorgar el exequatur, reclamando que el derecho
de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. Este asunto fue
tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de
represalia, rehusó extender el exequatur a los otros obispos que fueron
nombrados durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a
treinta. Finalmente, el ministro Crispi, habiendo regresado al poder, y la
Santa Sede, habiendo elevado la misión de Eritrea a la categoría de Prefectura
Apostólica en atención a los Capuchinos Italianos, motivaron al Gobierno a
retractarse de su posición original. Esta oposición no fue causada por ninguna
objeción contra la persona de Sarto. En Venecia el cardenal encontró un estado
de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua. También allí puso gran
atención en el seminario, donde logró establecer la facultad de derecho
canónico. En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto
Gregoriano y fue gran benefactor de Lorenzo Perosi; favoreció el trabajo social,
especialmente los bancos en las parroquias rurales; se dio cuenta de los
peligros que entrañaban ciertas doctrinas y conductas de algunos
Cristiano-Demócratas y se opuso enérgicamente a ellas. El Congreso Eucarístico
Internacional de 1897, en el centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la
bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la capilla
conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda
impresión en él y en su gente. A la muerte de León XIII, los cardenales se
reunieron en cónclave y, después de varias votaciones, Giuseppe Sarto fue
elegido el 4 de Agosto al obtener 55 de 60 votos posibles. Su coronación tuvo
lugar el siguiente Domingo, 9 de Agosto de 1903.
En su primera Encíclica, deseando revelar hasta
cierto punto su programa de trabajo, mencionó el que sería el lema de su
pontificado: “instaurare omnia in Christo” (Ef 1,10). En consecuencia, su mayor
atención giró siempre sobre la defensa de los intereses de la Iglesia. Pero
ante todo, sus esfuerzos también se dirigieron a promover la piedad entre los
fieles, y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, y, si era
posible, hacerla diariamente (Decr. S. Congr. Concil., 20 de Diciembre, 1905),
dispensando a los enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la
Sagrada Comunión dos veces al mes, o incluso más (Decr. S. Congr. Rit., 7 de
Diciembre, 1906). Finalmente, mediante el Decreto “Quam Singulari” (15 de
Agosto, 1910), recomendó que la Primera Comunión en los niños no se demorara
demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la discreción. Fue por
deseo suyo que el Congreso Eucarístico de 1905 se celebró en Roma, mientras que
aumentó la solemnidad de los congresos Eucarísticos posteriores mediante el
envío de cardenales legados. El quincuagésimo aniversario de la proclamación
del dogma de la Inmaculada Concepción fue una ocasión que supo aprovechar para
impulsar la devoción a María (Encíclica “Ad illum diem”, Febrero 2,1904); y el
Congreso Mariano junto con la coronación de la imagen de la Inmaculada
Concepción en el coro de la Basílica de San Pedro fueron una digna culminación
de la solemnidad. Fuera como simple capellán, como obispo, y como patriarca,
Giuseppe Sarto fue siempre un promotor de la música sacra; como Papa publicó,
el 22 de Noviembre de 1903, un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias,
y, al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en
todas partes, mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo
de fuente del Vaticano bajo la supervisión de una comisión especial. En la
Encíclica “Acerbo nimis” (Abril 15, 1905), planteó la necesidad de que la
instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que también fuera
dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en
lo referente a escuelas adecuadas para la impartición de la instrucción
religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de universidades.
Promovió la publicación de un nuevo catecismo para la Diócesis de Roma.
Como obispo, su principal preocupación había sido
la formación del clero, y de acuerdo con este propósito, una Encíclica dirigida
al Episcopado Italiano (Julio 28, 1906) hacía énfasis en la necesidad de tener
mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los
obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba
cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia que era una amenaza
para la disciplina eclesiástica. En beneficio de los seminarios italianos,
ordenó que fueran visitados regularmente por los obispos, y promulgó un nuevo
programa de estudios que había estado en uso en el Seminario Romano. Por otra
parte, como las diócesis del Centro y Sur de Italia eran tan pequeñas que sus seminarios
respectivos no podían prosperar, Pío X estableció el seminario regional, que es
común para las sedes de una región dada; en consecuencia, muchos seminarios,
pequeños y deficientes, fueron cerrados.
Para una mayor eficacia en la asistencia a las almas,
a través de un Decreto de la Sagrada Congregación del Consistorio (Agosto 20,
1910), promulgó instrucciones concernientes a la remoción de párrocos como un
acto administrativo, cuando tal procedimiento requería de graves circunstancias
que podían no constituir una causa canónica para la destitución. Con motivo de
la celebración del jubileo de su ordenación sacerdotal, dirigió una carta llena
de afecto y prudentes consejos a todo el clero. Por un Decreto reciente
(Noviembre 18, 1910), el clero había sido impedido de tomar parte en la
administración temporal de organizaciones sociales, lo cual era causa frecuente
de graves dificultades.
Pero por sobre todas las cosas, la principal
preocupación del Papa era la pureza de la fe. En varias ocasiones, como en la
Encíclica con respecto al centenario de San Gregorio Magno, Pío X resaltaba los
peligros de ciertos métodos teológicos nuevos, los cuales, basándose en el
Agnosticismo y el Immanentismo, por fuerza suprimían la doctrina de la fe de
sus enseñanzas de una verdad objetiva, absoluta e inmutable, y más aun cuando
estos métodos se asociaban con una crítica subversiva de las Sagradas
Escrituras y de los orígenes del Cristianismo. Por esta razón, en 1907, publicó
el Decreto “Lamentabili” (llamado también el Syllabus de Pío X), en el que
sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de
estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la doctrina de
Jesús y los Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el dogma, los
sacramentos, la primacía del Obispo de Roma. Inmediatamente después de eso, el
8 de Septiembre de 1907, apareció la famosa Encíclica “Pascendi”, que exponía y
condenaba el sistema del Modernismo. Este documento hace énfasis sobre el
peligro del Modernismo en relación con la filosofía, apologética, exégesis,
historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa
innovación y la fe tradicional; y, finalmente, establece reglas por las cuales
combatir eficazmente las perniciosas doctrinas en cuestión. Entre las medidas
sugeridas cabe señalar el establecimiento de un cuerpo oficial de “censores” de
libros y la creación de un “Comité de Vigilancia”. Posteriormente, mediante el
Motu Proprio “Sacrorum Antistitum”, Pío X llamó la atención en los interdictos
de la Encíclica y las disposiciones que habían sido establecidas previamente
bajo el pontificado de León XIII sobre la predicación, y sancionó que todos
aquellos que ejercieran el sagrado ministerio o quienes enseñaran en institutos
eclesiásticos, así como canónigos, superiores del clero regular, y aquellos que
servían en oficinas eclesiásticas, deberían tomar un juramento en el que se
comprometían a rechazar los errores que eran denunciados en la Encíclica o en
el Decreto “Lamentabili”. Pío X retomó este asunto vital en otras ocasiones,
especialmente en las Encíclicas que fueron escritas en conmemoración de San
Anselmo (Abril 21, 1909) y de San Carlos Borromeo (Junio 23, 1910), en la
segunda de las cuales el Modernismo Reformista fue especialmente condenado.
Como el estudio de la Biblia es, a la vez, el área más importante y más
peligrosa de la teología, Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para
esos estudios, que les diera la garantía inmediata de una ortodoxia
incuestionable y un valor científico; en consecuencia, y con el apoyo de todo
el mundo católico, se estableció el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, bajo
la dirección de los jesuitas.
Una necesidad sentida durante mucho fue la de
codificar la Ley Canónica, y con la intención de llevarla a cabo, el 19 de
Marzo de 1904, Pío X creó una congregación especial de cardenales, de la que
Gasparri, convertido en cardenal, sería el secretario. Las más eminentes
autoridades en derecho canónico de todo el mundo, colaboraron en la formación del
nuevo código, algunas de cuyas prescripciones ya habían sido publicadas, como
por ejemplo, las modificaciones a la ley del Concilio de Trento en lo referente
a los matrimonios secretos, las nuevas reglas para las relaciones diocesanas y
para las visitas episcopales ad limina, y la nueva organización de la Curia
Romana (Constitución “Sapienti Consilio”, Junio 29, 1908). Anteriormente, las
Congregaciones para las Reliquias e Indulgencias y de Disciplina habían sido
suprimidas, mientras que la Secretaría de Asuntos Menores había sido unida a la
Secretaría de Estado. La característica del nuevo reglamento es la completa
separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las
funciones de algunos departamentos habían sido determinadas con mayor precisión
y sus trabajos más equilibrados. Las oficinas de la Curia se dividieron en
Tribunales (3), Congregaciones (11), y Oficinas (5). Con respecto a los
primeros, el Tribunal de Signatura (constituido exclusivamente por cardenales)
y el de la Rota fueron revividos; al Tribunal de la Penitenciaría le fueron
dejados únicamente los casos del fuero interno (conciencia). Las Congregaciones
permanecieron casi como estaban al principio, con la excepción de que una
sección especial fue agregada al Santo Oficio de la Inquisición para las
indulgencias; la Congregación de Obispos y Regulares recibió el nombre de
Congregación de Religiosos y tendría que tratar únicamente los asuntos de las
congregaciones religiosas, mientras los asuntos del clero secular serían
derivados a la Congregación del Consistorio o a la del Concilio; de este último
fueron retirados los casos matrimoniales, los cuales serían ahora enviados a
los tribunales o a la recientemente creada Congregación de los Sacramentos. La
Congregación del Consistorio aumentó grandemente su importancia debido a que
tendría que decidir sobre cuestiones que eran competencia de las otras
Congregaciones. La Congregación de Propaganda perd