Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
DOMINGO DE LA SEMANA XX
De la Feria. Salterio IV
DOMINGO DE LA SEMANA XX
De la Feria. Salterio IV
18 de agosto
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis
labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Himno: ES LA PASCUA REAL, NO YA LA SOMBRA.
Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera pascua del Señor;
la sangre del pasado es solo un signo,
la mera imagen de la gran unción.
En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste.
Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y, desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo.
Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción.
Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gracias al Señor porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Ant 2. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aleluya. Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Ant 3. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Todo ser que alienta, alabe al Señor. Aleluya.
LECTURA BREVE 2Tm 2, 8. 11-13
Acuérdate de Cristo Jesús, del linaje de David, que vive resucitado de entre los muertos. Verdadera es la sentencia que dice: Si hemos muerto con él, viviremos también con él. Si tenemos constancia en el sufrir, reinaremos también con él; si rehusamos reconocerle, también él nos rechazará; si le somos infieles, él permanece fiel; no puede él desmentirse a sí mismo.
RESPONSORIO BREVE
V. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
V. Pregonando tus maravillas.
R. Invocando tu nombre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te damos gracias, ¡oh Dios!, invocando tu nombre.
PRIMERA LECTURA
Comienza la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 1-14
EL MISTERIO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los consagrados a Dios y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.
En Cristo hemos sido agraciados con la herencia, elegidos de antemano según el designio de aquel que todo lo ejecuta conforme a la decisión de su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria los que ya antes esperábamos en Cristo.
Y también vosotros -que habéis escuchado la verdad, la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados-, al abrazar la fe, habéis sido sellados con el sello del Espíritu Santo prometido, prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
RESPONSORIO Ef 1, 5-6b; Rm 5, 2
R. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos, por pura iniciativa suya, * para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
V. Por nuestro Señor Jesucristo hemos obtenido el acceso a esta gracia en que estamos.
R. Para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo
(Homilía 15, 6. 7: PG 57, 231-232)
SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO
Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: «El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo por cierto muy mal dispuesto.» Porque al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que todos los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás. En efecto, la mansedumbre, la moderación, la misericordia, la justicia son unas virtudes que no quedan limitadas al provecho propio del que las posee, sino que son como unas fuentes insignes que manan también en provecho de los demás. Lo mismo podemos afirmar de la pureza de corazón, del amor a la paz y a la verdad, ya que el que posee estas cualidades las hace redundar en utilidad de todos.
«No penséis -viene a decir- que el combate al que se os llama es de poca importancia y que la causa que se os encomienda es exigua: Vosotros sois la sal de la tierra.» ¿Significa esto que ellos restablecieron lo que estaba podrido? En modo alguno. De nada sirve echar sal a lo que ya está podrido. Su labor no fue ésta; lo que ellos hicieron fue echar sal y conservar, así, lo que el Señor había antes renovado y liberado de la fetidez, encomendándoselo después a ellos. Porque liberar de la fetidez del pecado fue obra del poder de Cristo; pero el no recaer en aquella fetidez era obra de la diligencia y esfuerzo de sus discípulos. ¿Te das cuenta de cómo va enseñando gradualmente que éstos son superiores a los profetas? No dice, en efecto, que hayan de ser maestros de Palestina, sino de todo el orbe.
«No os extrañe, pues -viene a decirles-, si, dejando ahora de lado a los demás, os hablo a vosotros solos y os enfrento a tan grandes peligros. Considerad a cuántas y cuán grandes ciudades, pueblos, naciones os he de enviar en calidad de maestros. Por esto no quiero que seáis vosotros solos prudentes, sino que hagáis también prudentes a los demás. Y muy grande ha de ser la prudencia de aquellos que son responsables de la salvación de los demás, y muy grande ha de ser su virtud, para que puedan comunicarla a los otros. Si no es así, ni tan siquiera podréis bastaros a vosotros mismos.
En efecto, si los otros han perdido el sabor, pueden recuperarlo por vuestro ministerio; pero si sois vosotros los que os tornáis insípidos, arrastraréis también a los demás con vuestra perdición. Por esto, cuanto más importante es el asunto que se os encomienda, más grande debe ser vuestra solicitud.» Y así, añade: Si la sal pierde su sabor, ¿con qué la vais a salar? No vale para otra cosa, sino para tirarla fuera y que la pise la gente.
Para que no teman lanzarse al combate, al oír aquellas palabras: Cuando os insulten y persigan y propalen contra vosotros toda clase de calumnias, les dice de modo equivalente: «Si no estáis dispuestos a tales cosas, en vano habéis sido elegidos. Lo que hay que temer no es el mal que digan contra vosotros, sino la simulación de vuestra parte; entonces sí que perderíais vuestro sabor y-seríais pisoteados. Pero si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si después oís hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una vida de molicie.
Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarán, antes serán prueba de vuestra firmeza. Mas si, por temor a ellas, cedéis en la vehemencia conveniente, peor será vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de vosotros y todos os despreciarán; en esto consiste el ser pisoteado por la gente.»
A continuación, propone una comparación más elevada: Vosotros sois la luz del mundo. De nuevo se refiere al mundo, no a una sola nación ni a veinte ciudades, sino al orbe entero; luz que, como la sal de que ha hablado antes, hay que entenderla en sentido espiritual, luz más excelente que los rayos de este sol que nos ilumina. Habla primero de la sal, luego de la luz, para que entendamos el gran provecho que se sigue de una predicación austera, de unas enseñanzas tan exigentes. Esta predicación, en efecto, es como si nos atara, impidiendo nuestra dispersión, y nos abre los ojos al enseñarnos el camino de la virtud. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto del monte; ni se enciende una lámpara para meterla bajo el celemín. Con estas palabras, insiste el Señor en la perfección de vida que han de llevar sus discípulos y en la vigilancia que han de tener sobre su propia conducta, ya que ella está a la vista de todos, y el palenque en que se desarrolla su combate es el mundo entero.
RESPONSORIO Hch 1, 8; Mt 5, 16
R. Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros; * y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
V. Alumbre vuestra luz a los hombres para que, viendo vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre celestial.
R. Y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
Comienza la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 1-14
EL MISTERIO DE LA VOLUNTAD DE DIOS
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los consagrados a Dios y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra.
En Cristo hemos sido agraciados con la herencia, elegidos de antemano según el designio de aquel que todo lo ejecuta conforme a la decisión de su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria los que ya antes esperábamos en Cristo.
Y también vosotros -que habéis escuchado la verdad, la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados-, al abrazar la fe, habéis sido sellados con el sello del Espíritu Santo prometido, prenda de nuestra herencia, para la redención del pueblo que Dios adquirió para sí, para alabanza de su gloria.
RESPONSORIO Ef 1, 5-6b; Rm 5, 2
R. Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos, por pura iniciativa suya, * para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
V. Por nuestro Señor Jesucristo hemos obtenido el acceso a esta gracia en que estamos.
R. Para que la gloria de su gracia redunde en su alabanza.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Mateo
(Homilía 15, 6. 7: PG 57, 231-232)
SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO
Vosotros sois la sal de la tierra. Es como si les dijera: «El mensaje que se os comunica no va destinado a vosotros solos, sino que habéis de transmitirlo a todo el mundo. Porque no os envío a dos ciudades, ni a diez, ni a veinte; ni tan siquiera os envío a toda una nación, como en otro tiempo a los profetas, sino a la tierra, al mar y a todo el mundo, y a un mundo por cierto muy mal dispuesto.» Porque al decir: Vosotros sois la sal de la tierra, enseña que todos los hombres han perdido su sabor y están corrompidos por el pecado. Por ello exige sobre todo de sus discípulos aquellas virtudes que son más necesarias y útiles para el cuidado de los demás. En efecto, la mansedumbre, la moderación, la misericordia, la justicia son unas virtudes que no quedan limitadas al provecho propio del que las posee, sino que son como unas fuentes insignes que manan también en provecho de los demás. Lo mismo podemos afirmar de la pureza de corazón, del amor a la paz y a la verdad, ya que el que posee estas cualidades las hace redundar en utilidad de todos.
«No penséis -viene a decir- que el combate al que se os llama es de poca importancia y que la causa que se os encomienda es exigua: Vosotros sois la sal de la tierra.» ¿Significa esto que ellos restablecieron lo que estaba podrido? En modo alguno. De nada sirve echar sal a lo que ya está podrido. Su labor no fue ésta; lo que ellos hicieron fue echar sal y conservar, así, lo que el Señor había antes renovado y liberado de la fetidez, encomendándoselo después a ellos. Porque liberar de la fetidez del pecado fue obra del poder de Cristo; pero el no recaer en aquella fetidez era obra de la diligencia y esfuerzo de sus discípulos. ¿Te das cuenta de cómo va enseñando gradualmente que éstos son superiores a los profetas? No dice, en efecto, que hayan de ser maestros de Palestina, sino de todo el orbe.
«No os extrañe, pues -viene a decirles-, si, dejando ahora de lado a los demás, os hablo a vosotros solos y os enfrento a tan grandes peligros. Considerad a cuántas y cuán grandes ciudades, pueblos, naciones os he de enviar en calidad de maestros. Por esto no quiero que seáis vosotros solos prudentes, sino que hagáis también prudentes a los demás. Y muy grande ha de ser la prudencia de aquellos que son responsables de la salvación de los demás, y muy grande ha de ser su virtud, para que puedan comunicarla a los otros. Si no es así, ni tan siquiera podréis bastaros a vosotros mismos.
En efecto, si los otros han perdido el sabor, pueden recuperarlo por vuestro ministerio; pero si sois vosotros los que os tornáis insípidos, arrastraréis también a los demás con vuestra perdición. Por esto, cuanto más importante es el asunto que se os encomienda, más grande debe ser vuestra solicitud.» Y así, añade: Si la sal pierde su sabor, ¿con qué la vais a salar? No vale para otra cosa, sino para tirarla fuera y que la pise la gente.
Para que no teman lanzarse al combate, al oír aquellas palabras: Cuando os insulten y persigan y propalen contra vosotros toda clase de calumnias, les dice de modo equivalente: «Si no estáis dispuestos a tales cosas, en vano habéis sido elegidos. Lo que hay que temer no es el mal que digan contra vosotros, sino la simulación de vuestra parte; entonces sí que perderíais vuestro sabor y-seríais pisoteados. Pero si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si después oís hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una vida de molicie.
Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarán, antes serán prueba de vuestra firmeza. Mas si, por temor a ellas, cedéis en la vehemencia conveniente, peor será vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de vosotros y todos os despreciarán; en esto consiste el ser pisoteado por la gente.»
A continuación, propone una comparación más elevada: Vosotros sois la luz del mundo. De nuevo se refiere al mundo, no a una sola nación ni a veinte ciudades, sino al orbe entero; luz que, como la sal de que ha hablado antes, hay que entenderla en sentido espiritual, luz más excelente que los rayos de este sol que nos ilumina. Habla primero de la sal, luego de la luz, para que entendamos el gran provecho que se sigue de una predicación austera, de unas enseñanzas tan exigentes. Esta predicación, en efecto, es como si nos atara, impidiendo nuestra dispersión, y nos abre los ojos al enseñarnos el camino de la virtud. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto del monte; ni se enciende una lámpara para meterla bajo el celemín. Con estas palabras, insiste el Señor en la perfección de vida que han de llevar sus discípulos y en la vigilancia que han de tener sobre su propia conducta, ya que ella está a la vista de todos, y el palenque en que se desarrolla su combate es el mundo entero.
RESPONSORIO Hch 1, 8; Mt 5, 16
R. Recibiréis la fortaleza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros; * y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
V. Alumbre vuestra luz a los hombres para que, viendo vuestras buenas obras, den gloria a vuestro Padre celestial.
R. Y seréis mis testigos hasta los últimos confines de la tierra.
Domingo, 18
de agosto de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,49-53):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!
¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Jesús quiso recibir el bautismo del sufrimiento y beber el cáliz de la pasión.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús quiso recibir el bautismo del sufrimiento y beber el cáliz de la pasión.
PRECES
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta; invoquémosle, pues, diciendo:
Te bendecimos y en ti confiamos, Señor.
Te alabamos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
haz que te sirvamos con santidad y justicia.
Vuélvete hacia nosotros, Señor, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
para que en toda ocasión te demos gracias.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos tus promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Alberto Hurtado Cruchaga
18 de Agosto
18 de Agosto
Nació el 22 de enero de 1901, en Viña del Mar,
Chile, en el seno de una familia cristiana. Sus padres, Alberto Hurtado y Ana
Cruchaga vivían en un campo cercano a la localidad de Casablanca. En el fundo
Los Perales de Tapihue, Alberto pasó sus primeros años de vida. Pero cuando
tenía cuatro años, su padre falleció.
Su madre quedó sola, a cargo de Alberto y de su
hermano Miguel. La venta del fundo se hizo necesaria junto con el traslado a
Santiago.
Acogidos por sus familiares, Alberto, Miguel y doña
Ana, iniciaron una nueva etapa de sus vidas en la capital.
En 1909 ingresó al Colegio San Ignacio, en donde
destacó por ser buen compañero, entusiasta y alegre. Fue en este lugar donde
comenzó a manifestarse su vocación, esas ganas de ayudar a los otros estando al
servicio de Cristo.
Sin embargo, aunque sabía que por sobre todas las
cosas quería ser sacerdote, la difícil situación económica de su madre le hacía
imposible cumplir su sueño de entrar a la Compañía de Jesús. Por eso, una vez
finalizado el colegio entró a estudiar Leyes en la Pontificia Universidad
Católica de Chile. Para ayudar a su familia trabajaba en las tardes y en las
pocas horas que le quedaban libres se lo dedicaba a la Parroquia Virgen de
Andacollo.
Su vocación sacerdotal seguía presente, aunque los
años pasaban, él no perdía la esperanza. Finalmente sus rezos fueron escuchados
y en 1923 pudo cumplir su sueño e ingresar al noviciado. Luego de varios años
de estudios, fue ordenado sacerdote en Bélgica, en 1933.
Volvió a Chile en 1936. De inmediato se puso a
trabajar como profesor del Colegio San Ignacio, aquí niños y jóvenes buscaban
su compañía y orientación. Su inmenso arrastre entre los jóvenes sobrepaso los
límites del colegio. Fue llamado entonces como asesor de la Acción Católica Juvenil.
Con sus jóvenes colaboradores recorrió la patria inflamando los corazones
juveniles con el deseo de luchar por la gloria de Cristo.
Jesús lo llamaba. En cada lugar el Padre Alberto
Hurtado veía la cara de Cristo en los pobres. Había tantos que necesitaban
techo, abrigo y comida. Para ellos fundó el Hogar de Cristo en 1944.
Sin tiempo para desfallecer siempre tenía un nuevo
proyecto entre sus manos. Una nueva casa de acogida para los niños, talleres de
enseñanza, más camas para las hospederías, eran algunas de las miles de ideas
que rondaban en su cabeza. Pese a la incomprensión de muchos, siempre
encontraba la fuerza para seguir sirviendo a Cristo.
Su obra se multiplicó con su trabajo en la Ación
Católica, en la Acción Sindical de Chile y en la Revista Mensaje. Pese a la
cantidad de tareas impuestas, nunca dejó de realizar Dirección Espiritual. Con
su mejor sonrisa recibía y escuchaba a sus "patroncitos".
Tenía 51 años cuando le diagnosticaron cáncer. Pese
a los fuertes dolores de su enfermedad, siguió trabajando por Cristo desde su
pieza en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Hasta el final se
mantuvo alegre y contento, siempre dando una palabra de esperanza y apoyo a
quien lo visitaba.
El 18 de agosto de 1952 el Padre Alberto Hurtado
Cruchaga dejó este mundo, partiendo al encuentro con Cristo. Su esfuerzo, su
lucha, su alegría y su intenso amor por Jesús dieron frutos. El 16 de octubre
de 1994, Su Santidad Juan Pablo II beatificó al Padre Hurtado. Fue canonizado
el 23 de octubre de 2005 por el Papa Benedicto XVI.
En la mención dedicada a la vida del padre Hurtado
durante la Misa de canonización de cinco nuevos santos, el Papa hizo notar como
“el programa de vida de San Alberto Hurtado” fue la síntesis de: “Amarás a Dios
con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”.
Beato Martín Martínez Pascual
18 de Agosto
18 de Agosto
“Hermano, siervo de Dios, practica… la religión” (cf. 1 Tim 6,11).
Haciendo referencia a estas palabras del Evangelio, se dirigía San Juan Pablo
II al grupo de sacerdotes mártires de la Hermandad de Sacerdotes Operarios
Diocesanos que fueron beatificados el 1 de octubre de 1995. Estas palabras
encajan a la perfección con el carisma fundado por el Beato Manuel Domingo y
Sol, que se encargaba precisamente de esto: formar a futuros sacerdotes y
catequizar a todos los necesitados.
Infancia
En el pueblo de Valdealgorfa, provincia de Teruel, nació el día 11
de noviembre de 1910 el niño Martín Martínez Pascual. Sus padres eran un
matrimonio muy trabajador y cristiano. Dº Martín Martínez Callao era un
conocido carpintero de la localidad y Doña Francisca Pascual Amposta era ama de
casa. El matrimonio se esforzó en inculcar muchos y buenos valores a sus tres
hijos, los educaron en la Fe cristiana desde una religiosidad sencilla. Al día
siguiente de nacer, lo bautizaron en la majestuosa iglesia de Nuestra Señora de
la Natividad. Le pusieron el nombre de Martín en honor a su padre.
Como todos los niños en su infancia, era travieso y alegre, le
gustaba pasar largas jornadas de juegos con sus amigos, llevaba siempre la
iniciativa. En el año 1919, cuando contaba con nueve años de edad, ayudaba como
monaguillo en el convento que las Hermanas Clarisas tenían cerca de su casa;
con estas religiosas le unió hasta su muerte un gran cariño. Aquí se sintió muy
atraído por la adoración al Santísimo Sacramento. Le llamó especialmente la
atención cómo estas religiosas se arrodillaban y pasaban largas horas de
recogida oración delante de la custodia o el sagrario, adorando a Jesús
Sacramentado. Este hecho con toda probabilidad fue el que influyó a la hora de
encauzar su vida por el sacerdocio, ya que desde muy joven dijo a sus padres
que quería ser sacerdote. Uno de sus amigos de infancia recuerda al Beato
Martín de esta forma: “De chico era muy bueno y muy piadoso. Animaba a los
demás chicos a ser buenos y rezaba con ellos”, Martín “era un santito”.
Vocación
Como ya hemos dicho, el joven Martín sintió muy pronto la llamada
al sacerdocio, casi con toda la seguridad podamos decir que esta vocación
maduró día tras día en este convento de las Clarisas. Sus padres tenían mucho
interés en que el joven fuese Guardia civil, era una carrera con bastantes
salidas en aquella época, aparte de que estaba bien vista por la sociedad.
Martín era buen estudiante y sus padres estaban convencidos de que no le
supondría mucho esfuerzo sacar esta carrera, pero él dijo que no, que sería
sacerdote, y así se lo hizo saber al párroco, Dº Mariano Portolés Piquer. Este
sacerdote fue muy querido en Valdealgorfa por encargase de cuidar y dirigir las
vocaciones religiosas que surgían en este pueblo- que eran muchas –, a todos
los seminaristas y novicias daba muy buenos consejos que acompañarían a éstos a
lo largo de sus vidas. Algunos vecinos y compañeros del Beato declararon que la
vocación del Beato Martín podría venir del ejemplo de Dº Mariano, ya que era un
sacerdote modelo que suscitó muchas vocaciones gracias sus virtudes.
Con inmensa alegría marchó desde su pueblo natal hasta el
Seminario menor de Belchite (Zaragoza).
En los primeros años no destacó del resto de seminaristas, era un
seminarista más, aplicado en los estudios y obediente en lo que le encargaban
sus superiores. En el tiempo libre que tenía con los demás seminaristas no dejó
a un lado sus travesuras, le gustaba gastar pequeñas bromas. Esto cambió de
alguna forma cuando empezó a estudiar la materia de filosofía, a partir de
entonces se esforzó mucho por alcanzar la perfección en todo aquello que
emprendía. No podemos confundir su cambio con una especie de misticismo, todo
lo contrario, él siguió esforzándose con la misma sencillez y naturalidad de
siempre, aunque sí que es cierto que en esto tuvo que ver mucho “Historia de un
alma”, libro de Santa Teresita de Niño Jesús (durante ese tiempo, el Beato
Martín leyó este libro). La alegría que desbordaba por donde pasaba todos la
recuerdan como una de sus mayores virtudes, era una alegría natural que
cautivaba a todos con los que trataba.
En esta última etapa del Seminario de Belchite dejó muy buen
recuerdo en todos los seminaristas menores. Estos jóvenes lo recuerdan como un
hermano mayor muy alegre y simpático, encargado de hacer de mediador en los
roces de caracteres que surgían entre ellos. A parte también lo recuerdan por
su amor al Santísimo Sacramento, a la Inmaculada Concepción, a San José y a
Santa Teresita del Niño Jesús. Sin ni tan siquiera él saberlo, empujaba con su
devoto ejemplo a hacer lo mismo a los jóvenes seminaristas, en concreto a
visitar al Santísimo y pasar largas jornadas adorándolo. Dº Martín Fuster,
paisano suyo y entonces seminarista, lo recuerda de esta manera: “En el
Seminario, sobre todo los últimos años, fue ejemplar. En vacaciones era seminarista
modelo y apóstol entre nosotros, los seminaristas más pequeños. Ya entonces
gozaba de fama, no solamente de bueno, sino de santo”.
En el año 1932 ya estaba cerca el fin de su carrera y con ello
pronto sería ordenado sacerdote. El día 12 de noviembre, un día después de
haber cumplido veintidós años, recibió la tonsura, un día después los
ministerios de ostiario y lector, pocos días más tarde los de exorcista y
acólito.
Sacerdote de la Hermandad de los Sacerdotes Operarios Diocesanos
Desde que el Beato Martín leyó los libros de Santa Teresita del
Niño Jesús deseaba ser misionero, a medida que pasaba el tiempo está más
convencido de serlo. No encontró facilidades para cumplir este deseo, él quería
cumplirlo de inmediato y esto conllevaba una serie de “burocracias” que se
resolverían a largo plazo, y no a corto plazo como era su deseo.
En el año 1934 solicitó entrar en la Hermandad de Sacerdotes
Operarios Diocesanos, instituto fundado por el Beato Manuel Domingo y Sol. El
Director General de la Hermandad era Dº Pedro Ruiz de los Paños (beato y
mártir), fue él quien dirigió la solicitud de admisión al arzobispo de
Zaragoza, quien finalmente lo admitió. Según él mismo Beato Martín contó en una
ocasión, ingresó en la Hermandad de los Sacerdotes Operarios con el celo de
preparara sacerdotes santos con espíritu apostólico que llevaran el mensaje del
Evangelio por todas partes del mundo. Estaba convencido de que siendo él mismo
un santo dentro de la Hermandad, surgirían vocaciones de misioneros santos en
todos los seminarios de este instituto. En cambio, su familia no mostraba mucho
agrado por la idea de que ingresara en la Hermandad, pensaban que en una
parroquia de la diócesis podría estar más comunicado con los padres, que ya
eran mayores. Finalmente, vieron con buenos ojos su reciente ingreso.
En 1934, marcha para Tortosa (Tarragona) donde la Hermandad tenía
sus principales casas y seminarios. Aquí se prepara con mucha humildad,
alegría, confianza e intensa oración para su ordenación. El 4 de noviembre de
1934 fue ordenado subdiácono, el 10 de febrero de 1935 fue ordenado diácono y
el 15 de junio de 1935 recibió la ordenación sacerdotal en Tortosa. Cantó la
primera misa en la casa de Probación y después marchó hasta su pueblo,
Valdealgorfa, para celebrar su segunda misa. Era el día del Corpus Christi y
por la tarde sacó al Santísimo Sacramento en procesión por el pueblo.
Formador de sacerdotes en Murcia y última prueba: el martirio
En el curso que comprendía entre los años 1935-36, el Beato Martín
fue destinado al colegio de vocaciones de San José en Murcia como formador y
también como profesor de latín en el seminario Mayor de San Fulgencio. Era su
primer destino como sacerdote y lo desempeñó poniendo todas sus fuerzas e
ilusión. En este año su trabajo hizo una gran reforma, fue muy valorado y reconocido
por superiores y alumnos. Muchos de sus alumnos dirían: “De no haber sido
mártir, habría llegado a ser Santo de todas formas”.
En 1936 el ambiente político ya empezaba a preocupar al joven Dº
Martín, no obstante, no se vino abajo por nada de lo que se veía y oía en la
ciudad, mostraba siempre su confianza en la Providencia. Si por algo se
preocupaba era por los jóvenes seminaristas, por si perdían la vocación en
estos difíciles momentos. El 26 de junio de 1936 marchó para Tortosa a unos
ejercicios espirituales, donde muchos de los sacerdotes de la Hermandad
asistían (de los treinta asistentes a dichos ejercicios, murieron mártires
veintidós). Terminados los ejercicios se dirigió a su pueblo natal, ese mismo
día unos milicianos de otra localidad venían con órdenes estrictas de
persecución a Valdealgorfa. Por esta razón celebró su última misa en público,
comulgaron todas las monjas y los sacerdotes concelebrantes con el mayor
recogimiento.
Desde este mismo día no le quedó otra opción que vivir oculto y vestir
como laico. Estando oculto en la casa de sus padres, los milicianos fueron a
buscarlo en varias ocasiones y él huía saltando tapias de una casa a otra,
llevando encima el Santísimo Sacramento por si tenía ocasión de visitar por la
noche a algún enfermo o moribundo. Después de deambular de casa en casa de sus
buenos vecinos, marchó a ocultarse en una cueva a las afueras del pueblo. Aquí
permaneció más de veinte días, que fueron su particular Viacrucis. Jesús
Sacramentado, que lo acompañaba en esas horas amargas, era su fortaleza,
intensificaba la oración y rezaba sin descanso, estaba seguro de que le quedaba
poco tiempo para morir mártir.
El día 18 de agosto el comité emitió un bando para que se
presentaran todos los sacerdotes del pueblo, al no acudir el Beato Martín,
arrestaron a su padre con la amenaza de matarlo. Unos vecinos le hicieron
llegar la noticia a la cueva donde se ocultaba y de inmediato corrió sin
descanso para llegar al pueblo. Muchos vecinos se lo cruzaron y aseguraban que
estaba alegre y sin muestras de miedo. Un miliciano amigo de la familia se
acercó y le dijo que a él y a su padre no les pasaría nada, pero Martín le dijo
al miliciano que les perdonaba a todos, a continuación le dio un abrazo para
sus familiares y le aseguró que perdonaría a sus asesinos. Al poco tiempo fue
detenido por confesar que era “Martín Martínez, sacerdote como los demás
detenidos”. Sólo permaneció unos minutos encarcelado junto los demás sacerdotes
del pueblo, en estos pocos minutos le dio tiempo a compartir las sagradas
formas que llevaba ocultas, así pudieron comulgar todos. Seguidamente los
montaron en un camión y pasaron a recoger a un grupo de seglares que tenían
presos en una ermita, al subir éstos al camión, el Beato Martín dijo en voz
alta: “¡Qué lástima no haber sabido yo esto, porque hubieran participado
también éstos del banquete celestial!”.
En el momento final, los milicianos le dijeron que si quería decir
sus últimas palabras, muy sereno dijo: “Yo no quiero sino daros mi bendición y
que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Acto seguido le
ordenaron que se volviera de espaldas, y se dirigió a los milicianos diciendo:
“Moriré de frente porque no he hecho ningún mal”. Al empezar los disparos
gritó: “¡Viva Cristo Rey!” y se abrazó al joven Martín Fuster, que apenas había
cumplido un mes desde que cantara su primera misa. Esto fue una prueba más de
su protección, cariño y unión por las jóvenes vocaciones sacerdotales. Tenía
veinticinco años y como vemos en la foto que abre el artículo murió alegre,
sereno y amando a la Iglesia.
Beatificación
Después de reconocerse el martirio de este grupo de nueve
Sacerdotes Operarios Diocesanos, encabezado por el Beato Pedro Ruiz de los
Paños, fueron beatificados por San Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995, junto
a varios grupos de otros mártires del siglo XX de España. Estos nueve mártires
no recibieron juntos el martirio, tampoco el mismo día, ni siquiera en la misma
ciudad, pero la H.S.O.D unificó las causas. Actualmente los restos de parte de ellos
descansan en el templo de la reparación de Tortosa.