Abre, Señor, mi boca para
bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos,
perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para
que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado
en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
SÁBADO DE LA SEMANA X
De la Feria. Salterio II. I Vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
SÁBADO DE LA SEMANA X
De la Feria. Salterio II. I Vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.
15 de junio
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.
Himno: SEÑOR YO SÉ QUE EN LA MAÑANA PURA.
Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.
Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.
Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;
por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Ant 2. Dad gloria a nuestro Dios.
Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gloria a nuestro Dios.
Ant 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a
Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde.
RESPONSORIO BREVE
V. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.
Himno: SEÑOR YO SÉ QUE EN LA MAÑANA PURA.
Señor, yo sé que, en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa,
porque todo tuviera su figura.
Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos de la altura.
Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto,
y en la ribera sin temblor del río;
por eso yo te adoro, mudo y quieto,
y por eso, Señor, el dolor mío
para llegar hasta ti se hizo soneto. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Salmo 91 - ALABANZA A DIOS QUE CON SABIDURÍA Y JUSTICIA DIRIGE LA VIDA DE LOS HOMBRES.
Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo,
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad,
con arpas de diez cuerdas y laúdes
sobre arpegios de cítaras.
Tus acciones, Señor, son mi alegría,
y mi júbilo, las obras de tus manos.
¡Qué magníficas son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
El ignorante no los entiende
ni el necio se da cuenta.
Aunque germinen como hierba los malvados
y florezcan los malhechores,
serán destruidos para siempre.
Tú, en cambio, Señor,
eres excelso por los siglos.
Porque tus enemigos, Señor, perecerán,
los malhechores serán dispersados;
pero a mí me das la fuerza de un búfalo
y me unges con aceite nuevo.
Mis ojos no temerán a mis enemigos,
mis oídos escucharán su derrota.
El justo crecerá como una palmera
y se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
que en mi Roca no existe la maldad.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por la mañana proclamamos, Señor, tu misericordia y de noche tu fidelidad.
Ant 2. Dad gloria a nuestro Dios.
Cántico: BENEFICIOS DE DIOS PARA CON SU PUEBLO Dt 32, 1-12
Escuchad, cielos, y hablaré;
oye, tierra, los dichos de mi boca;
descienda como lluvia mi doctrina,
destile como rocío mi palabra;
como llovizna sobre la hierba,
como sereno sobre el césped;
voy a proclamar el nombre del Señor:
dad gloria a nuestro Dios.
Él es la Roca, sus obras son perfectas,
sus caminos son justos,
es un Dios fiel, sin maldad;
es justo y recto.
Hijos degenerados, se portaron mal con él,
generación malvada y pervertida.
¿Así le pagas al Señor,
pueblo necio e insensato?
¿no es él tu padre y tu creador,
el que te hizo y te constituyó?
Acuérdate de los días remotos,
considera las edades pretéritas,
pregunta a tu padre y te lo contará,
a tus ancianos y te lo dirán:
Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad,
y distribuía a los hijos de Adán,
trazando las fronteras de las naciones,
según el número de los hijos de Dios,
la porción del Señor fue su pueblo,
Jacob fue la parte de su heredad.
Lo encontró en una tierra desierta,
en una soledad poblada de aullidos:
lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Como el águila incita a su nidada,
revolando sobre los polluelos,
así extendió sus alas, los tomó
y los llevó sobre sus plumas.
El Señor solo los condujo
no hubo dioses extraños con él.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dad gloria a nuestro Dios.
Ant 3. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
Salmo 8 MAJESTAD DEL SEÑOR Y DIGNIDAD DEL HOMBRE.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.
De la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza contra tus enemigos,
para reprimir al adversario y al rebelde.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos;
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por las aguas.
Señor, dueño nuestro,
¡que admirable es tu nombre
en toda la tierra!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Qué admirable es tu nombre, Señor, en toda la tierra!
LECTURA BREVE Rm 12, 14-16a
Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir entre vosotros, sin apetecer grandezas; atraídos más bien por lo humilde.
RESPONSORIO BREVE
V. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
V. Mi lengua recitará tu auxilio.
R. Cuando salmodie para ti.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te aclamarán mis labios, Señor, cuando salmodie para ti.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Josué 10, 1-14; 11, 15-17
EL PUEBLO DE DIOS TOMA POSESIÓN DE SU TIERRA
Habiéndose enterado Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y habían quedado incorporados a él, se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón:
«Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues han hecho las paces con Josué y con los israelitas.»
Se juntaron y se pusieron en marcha los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron a Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron decir a Josué al campamento de Guilgal:
«No dejes solos a tus siervos; sube aprisa hacia nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»
Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros esforzados. Y el Señor dijo a Josué:
«No los temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.»
Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.
El Señor los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón; los persiguió por el camino de la bajada de Bet-Jorón y los batió hasta Azecá y Maquedá. Mientras huían ante Israel por la pendiente de Bet-Jorón, el Señor lanzó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azecá, que hicieron morir a muchos. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.
El día que el Señor entregó al amorreo en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó:
«Detente, oh sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»
Y el sol se detuvo y la luna se esperó, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se detuvo en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera el Señor a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel.
Tal como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué, y Josué lo ejecutó: no dejó pasar una sola palabra de lo que el Señor había ordenado a Moisés. Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Negueb y de todo el país de Gosen, de la Tierra Baja, de la Arabá, de la montaña de Israel y de sus estribaciones.
Desde el monte Escueto que sube hacia Seír hasta Baal-Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón, apresó a todos sus reyes y los hirió de muerte.
RESPONSORIO Ez 34, 13. 15
R. Congregaré a mis ovejas de entre las naciones, las traeré a su tierra, * las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
V. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar.
R. Las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 1, 9-12: CSEL 64, 7. 9-10)
CANTAR SALMOS CON EL ESPÍRITU, PERO CANTARLOS TAMBIÉN CON LA MENTE
¿Qué cosa hay más agradable que los salmos? Como dice bellamente el mismo salmista: Alabad al Señor, que los salmos son buenos, nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. Y con razón: los salmos, en efecto, son la bendición del pueblo, la alabanza de Dios, el elogio de los fieles, el aplauso de todos, el lenguaje universal, la voz de la Iglesia, la profesión armoniosa de nuestra fe, la expresión de nuestra entrega total, el gozo de nuestra libertad, el clamor de nuestra alegría desbordante. Ellos calman nuestra ira, rechazan nuestras preocupaciones, nos consuelan en nuestras tristezas. De noche son un arma, de día una enseñanza; en el peligro son nuestra defensa, en las festividades nuestra alegría; ellos expresan la tranquilidad de nuestro espíritu, son prenda de paz y de concordia, son como la cítara que aúna en un solo canto las voces más diversas y dispares. Con los salmos celebramos el nacimiento del día, y con los salmos cantamos a su ocaso.
En los salmos rivalizan la belleza y la doctrina; son a la vez un canto que deleita y un texto que instruye. Cualquier sentimiento encuentra su eco en el libro de los salmos. Leo en ellos: Cántico para el amado, y me inflamo en santos deseos de amor; en ellos voy meditando el don de la revelación, el anuncio profético de la resurrección, los bienes prometidos; en ellos aprendo a evitar el pecado y a sentir arrepentimiento y vergüenza de los delitos cometidos.
¿Qué otra cosa es el salterio sino el instrumento espiritual con que el hombre inspirado hace resonar en la tierra la dulzura de las melodías celestiales, como quien pulsa la lira del Espíritu Santo? Unido a este Espíritu, el salmista hace subir a lo alto, de diversas maneras, el canto de la alabanza divina, con liras e instrumentos de cuerda, esto es, con los despojos muertos de otras diversas voces; porque nos enseña que primero debemos morir al pecado y luego, no antes, poner de manifiesto en este cuerpo las obras de las diversas virtudes, con las cuales pueda llegar hasta el Señor el obsequio de nuestra devoción.
Nos enseña, pues, el salmista que nuestro canto, nuestra salmodia, debe ser interior, como lo hacía Pablo, que dice: Orar con el espíritu, pero orar también con la mente; cantar salmos con el espíritu, pero cantarlos también con la mente; con estas palabras nos advierte que debemos orientar nuestra vida y nuestros actos a las cosas de arriba, para que así el deleite de lo agradable no excite las pasiones corporales, las cuales no liberan nuestra alma, sino que la aprisionan más aún; el salmista nos recuerda que en la salmodia encuentra el alma su redención: Tocaré para ti la cítara, Santo de Israel; te aclamarán mis labios, Señor, mi alma, que tú redimiste.
RESPONSORIO Sal 91, 2. 4
R. Es bueno dar gracias al Señor * y tocar para tu nombre, oh Altísimo.
V. Con arpas de diez cuerdas y laúdes sobre arpegios de cítaras.
R. Y tocar para tu nombre, oh Altísimo.
Del libro de Josué 10, 1-14; 11, 15-17
EL PUEBLO DE DIOS TOMA POSESIÓN DE SU TIERRA
Habiéndose enterado Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, de que Josué se había apoderado de Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey, y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y habían quedado incorporados a él, se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes. Entonces Adoni-Sédeq, rey de Jerusalén, mandó a decir a Hohán, rey de Hebrón, a Piram, rey de Yarmut, a Yafia, rey de Lakís, y a Debir, rey de Eglón:
«Venid en mi auxilio para que derrotemos a Gabaón, pues han hecho las paces con Josué y con los israelitas.»
Se juntaron y se pusieron en marcha los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron a Gabaón y la atacaron. Los gabaonitas mandaron decir a Josué al campamento de Guilgal:
«No dejes solos a tus siervos; sube aprisa hacia nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»
Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros esforzados. Y el Señor dijo a Josué:
«No los temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.»
Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.
El Señor los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón; los persiguió por el camino de la bajada de Bet-Jorón y los batió hasta Azecá y Maquedá. Mientras huían ante Israel por la pendiente de Bet-Jorón, el Señor lanzó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azecá, que hicieron morir a muchos. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que mataron los israelitas a filo de espada.
El día que el Señor entregó al amorreo en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó:
«Detente, oh sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayalón.»
Y el sol se detuvo y la luna se esperó, hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro del Justo? El sol se detuvo en medio del cielo y dejó de correr un día entero hacia su ocaso. No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera el Señor a la voz de un hombre. Es que el Señor combatía por Israel.
Tal como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué, y Josué lo ejecutó: no dejó pasar una sola palabra de lo que el Señor había ordenado a Moisés. Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Negueb y de todo el país de Gosen, de la Tierra Baja, de la Arabá, de la montaña de Israel y de sus estribaciones.
Desde el monte Escueto que sube hacia Seír hasta Baal-Gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón, apresó a todos sus reyes y los hirió de muerte.
RESPONSORIO Ez 34, 13. 15
R. Congregaré a mis ovejas de entre las naciones, las traeré a su tierra, * las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
V. Yo mismo apacentaré a mis ovejas y las llevaré a reposar.
R. Las apacentaré en los montes de Israel, en las cañadas y en los poblados del país.
SEGUNDA LECTURA
De los Comentarios de san Ambrosio, obispo, sobre los salmos.
(Salmo 1, 9-12: CSEL 64, 7. 9-10)
CANTAR SALMOS CON EL ESPÍRITU, PERO CANTARLOS TAMBIÉN CON LA MENTE
¿Qué cosa hay más agradable que los salmos? Como dice bellamente el mismo salmista: Alabad al Señor, que los salmos son buenos, nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. Y con razón: los salmos, en efecto, son la bendición del pueblo, la alabanza de Dios, el elogio de los fieles, el aplauso de todos, el lenguaje universal, la voz de la Iglesia, la profesión armoniosa de nuestra fe, la expresión de nuestra entrega total, el gozo de nuestra libertad, el clamor de nuestra alegría desbordante. Ellos calman nuestra ira, rechazan nuestras preocupaciones, nos consuelan en nuestras tristezas. De noche son un arma, de día una enseñanza; en el peligro son nuestra defensa, en las festividades nuestra alegría; ellos expresan la tranquilidad de nuestro espíritu, son prenda de paz y de concordia, son como la cítara que aúna en un solo canto las voces más diversas y dispares. Con los salmos celebramos el nacimiento del día, y con los salmos cantamos a su ocaso.
En los salmos rivalizan la belleza y la doctrina; son a la vez un canto que deleita y un texto que instruye. Cualquier sentimiento encuentra su eco en el libro de los salmos. Leo en ellos: Cántico para el amado, y me inflamo en santos deseos de amor; en ellos voy meditando el don de la revelación, el anuncio profético de la resurrección, los bienes prometidos; en ellos aprendo a evitar el pecado y a sentir arrepentimiento y vergüenza de los delitos cometidos.
¿Qué otra cosa es el salterio sino el instrumento espiritual con que el hombre inspirado hace resonar en la tierra la dulzura de las melodías celestiales, como quien pulsa la lira del Espíritu Santo? Unido a este Espíritu, el salmista hace subir a lo alto, de diversas maneras, el canto de la alabanza divina, con liras e instrumentos de cuerda, esto es, con los despojos muertos de otras diversas voces; porque nos enseña que primero debemos morir al pecado y luego, no antes, poner de manifiesto en este cuerpo las obras de las diversas virtudes, con las cuales pueda llegar hasta el Señor el obsequio de nuestra devoción.
Nos enseña, pues, el salmista que nuestro canto, nuestra salmodia, debe ser interior, como lo hacía Pablo, que dice: Orar con el espíritu, pero orar también con la mente; cantar salmos con el espíritu, pero cantarlos también con la mente; con estas palabras nos advierte que debemos orientar nuestra vida y nuestros actos a las cosas de arriba, para que así el deleite de lo agradable no excite las pasiones corporales, las cuales no liberan nuestra alma, sino que la aprisionan más aún; el salmista nos recuerda que en la salmodia encuentra el alma su redención: Tocaré para ti la cítara, Santo de Israel; te aclamarán mis labios, Señor, mi alma, que tú redimiste.
RESPONSORIO Sal 91, 2. 4
R. Es bueno dar gracias al Señor * y tocar para tu nombre, oh Altísimo.
V. Con arpas de diez cuerdas y laúdes sobre arpegios de cítaras.
R. Y tocar para tu nombre, oh Altísimo.
Sábado, 15
de junio de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,33-37):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor." Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor." Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir "sí" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Guía nuestros pasos, Dios de Israel, por el camino de la paz.
PRECES
Celebremos la sabiduría y la bondad de Cristo, que ha querido ser amado y servido en los hermanos, especialmente en los que sufren, y supliquémosle insistentemente diciendo:
Señor, acrecienta nuestro amor.
Al recordar esta mañana tu santa resurrección,
te pedimos, Señor, que extiendas los beneficios de tu redención a todos los hombres.
Que todo el día de hoy sepamos dar buen testimonio del nombre cristiano
y ofrezcamos nuestra jornada como un culto espiritual agradable al Padre.
Enséñanos, Señor, a descubrir tu imagen en todos los hombres
y a saberte servir a ti en cada uno de ellos.
Cristo, Señor nuestro, vid verdadera de la que nosotros somos sarmientos,
haz que permanezcamos en ti y demos fruto abundante para que con ello sea glorificado nuestro Padre que está en el cielo.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Con la confianza que nos da nuestra fe, acudamos ahora al Padre, diciendo como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una continua alabanza en tu honor, y ya que toda nuestra existencia es un don gratuito de tu liberalidad, haz que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Micaela significa: Dios es mi fuerza.
Esta mujer heroica que nació en Madrid España en 1809, tuvo que
pasar por situaciones verdaderamente amargas, antes de llegar a la santidad.
Era todavía muy joven cuando murió su madre. Su padre murió también
inesperadamente. Su hermano Luis pereció en un accidente al caerse de un
caballo, y su hermanita Engracia fue llevada imprudentemente por una niñera a
ver la escena del ahorcamiento de un criminal y la jovencita al ver esta escena
se enloqueció. Le quedaba una hermana, Manuela, pero esta tuvo que salir al
destierro porque los enemigos políticos de su esposo se apoderaron del
gobierno.
Recibió una educación muy seria. Empieza un noviazgo, y después de
tres años de amistad muy armoniosa, y muy santa con su novio, este de un
momento a otro se aleja, porque sus familiares se lo han ordenado así. Entonces
las lenguas maledicientes se dedican a hablar mal de Micaela. Ella en su
autobiografía añade: "En vez de hablar de esto con mis amistades, lo que
hacíamos era llevar cuenta de los rezos que hacíamos, y ver quién había rezado
más".
Su hermano fue nombrado embajador en París, y después en Bruselas
(Micaela era de familia de alta clase social española). Ella tuvo que
acompañarlo y entonces empezó una vida muy especial: madrugar muchísimo para
alcanzar a hacer sus prácticas de piedad, ir a la Santa Misa, comulgar y
aprovechar la mañana para hacer sus obras de caridad. De mediodía en adelante
asistir a banquetes diplomáticos, bailes, funciones de teatro, salir de paseo a
caballo, rodeada de gente de la aristocracia y mostrarse siempre alegre y
sonriente a pesar de los dolores continuos de estómago a causa de una especie
de cáncer que parecía devorarle el vientre.
Ante tantísimos peligros para su virtud, lo que conservaba en
gracia de Dios a la joven y elegante Micaela era su comunión diaria, las
mortificaciones que hacía y el haber encontrado un santo director espiritual,
el Padre Carasa. Una de sus mortificaciones consistía en que cuando iba a
funciones de teatro (donde la gente se presenta muy deshonestamente vestida)
ella se colocaba unos anteojos que por más que esforzara la vista no le dejaban
ver lo que pasaba en el escenario.
Mientras por las tardes y noches tenía que estar en las labores
mundanas de la diplomacia, por las mañanas estaba visitando pobres, enfermos e
iglesias muy necesitadas y dejando en todas partes copiosas limosnas (su
familia era muy adinerada). Nadie podía imaginar al verla tan elegante en las
fiestas sociales, que esa mañana la había pasado visitando casuchas y ayudando
a gentes abandonadas.
Al volver a España la invitaron en Burdeos a una reunión en la
casa del Cónsul. Allí la esperaba el Sr. Arzobispo para pedirle que hiciera de
mediadora frente a unas monjitas que engañadas por un jansenista (los
jansenistas son herejes que dicen que quien no es santo no puede recibir ningún
sacramento) se habían rebelado contra el arzobispo. Micaela, aprovechando su
admirable simpatía que le hacía ganarse a las gentes, se fue al convento y
obtuvo que las religiosas hicieran unos días de Ejercicios Espirituales, y al
final de esos Retiros, las monjitas, presididas por nuestra santa, hicieron la
paz con el Sr. Arzobispo.
El Padre Carasa le recomendó que al volver a Madrid se
entrevistara con una dama muy santa llamada María Ignacia Rico. Así lo hizo y
entonces aquella caritativa mujer la llevó al hospital San Juan de Dios, donde
estaban las mujeres de mala vida que caían enfermas. La santa afirma que
"allí sufren el olfato, la vista, el tacto, los oídos" y que
"todos los sentimientos tienen allí ocasión para padecer". Micaela ni
siquiera sabía que existía esa clase de mujeres y nunca se había imaginado que
los hombres dieran un trato tan injusto y cruel a esas pobres criaturas,
después de haberlas corrompido.
Aquel espectáculo del hospital fue para Micaela como una
revelación del cielo. Y cuando supo no sólo la situación horrorosa de esas
pobres muchachas enfermas en el hospital, sino la espantosa vida que les
esperaba cuando salieran de allí, pensó que era absolutamente necesario hacer
algo concreto para ayudarlas. Y con su amiga María Ignacia consiguieron una
casita para llevar allí las muchachas en peligro para preservarlas, y a las que
ya habían sido víctimas, para redimirlas y salvarlas.
Y sucedió entonces que alrededor de Micaela hubo una verdadera
tormenta de incomprensiones y abandonos aun de sus mejores amistades. Ahora se
cumplía la antigua frase de San Ignacio: "El mundo no tiene oídos para
poder escuchar tan grande estruendo". ¿A quién se le iba a ocurrir que una
mujer de la más alta clase social, emparentada con las familias más ricas y
famosas de la capital, se fuera a dedicar a cuidar prostitutas o mujeres de
mala vida? Todas sus antiguas amistades se negaron a ayudarle, y ya ni la
reconocían como amiga.
Y luego sucedió lo que ninguno había esperado: Micaela dejó su
casa elegante en un barrio rico y se fue a vivir con unas pobres mujeres de
mala vida en una casucha miserable, para poder transformarlas en personas
honradas y santas.
Al Sr. Arzobispo le llevan cuentos y calumnias y entonces él envía
a un sacerdote para que saque de la Casa de Micaela el Santísimo Sacramento.
Cuando el sacerdote llega, la santa se dedica a orar por él, y éste, después de
rezar unos minutos de rodillas, cambia de parecer y se va sin llevarse el
Santísimo Sacramento.
Le llega un director espiritual demasiado rígido que el prohibe
hacer caso a los mensajes interiores que Dios le da. Una voz le dice:
"Micaela, se va a incendiar la sacristía", pero ella no puede hacer
caso a esto, y tiene que dejar que suceda. Otra voz le dice: "Le echaron
veneno a la comida", pero como el director le prohibió hacer caso a esas
voces empieza a comer. Sólo que al sentir el sabor tan desagradable de aquel
alimento, se dice: "Aunque fuera sin voces, yo no me comería esto por lo
asqueroso", y se detiene. Pero alcanza a enfermarse bastante.
Afortunadamente, en vez de ese equivocado director le llega un santo de primera
clase, a dirigirla, es San Antonio María Claret, y bajo su dirección sí puede
progresar grandemente en santidad.
Son las diez de la mañana y no hay con qué hacer desayuno para
tantas jóvenes. Llega un misionero de Filipinas y la santa le cuenta su
terrible situación. El misionero le entrega una moneda de oro que le han
regalado. Corren a comprar alimentos, y las muchachas exclaman: - ¡La superiora
nos estaba haciendo una broma diciendo que no había comida! ¡Miren qué abundante
comida nos tenía por ahí guardada!.
Cuenta Micaela en su autobiografía: "N.N. es una muchacha que
me ha hecho muchos robos y me ha inventado cuentos horrendos. Pero yo la sigo
tratando con gran cariño, como si fuera mi mejor amiga". Más adelante añade:
"Las gentes me viven inventando mil cosas malas que nunca he hecho y ni
siquiera he pensado… pero bendito sea Dios que de lo malo que sí he hecho no
saben nada!".
Un día va a una casa de citas a rescatar a una muchacha a la cual
tiene allá obligada. La insultan, le lanzan piedras, le dicen todas las
vulgaridades que nunca había escuchado, pero ella sigue sonriendo como si
estuviera recibiendo honores, sale por entre esa multitud infernal, llevándose
a la muchacha y salvándola para siempre.
La reina de España que la aprecia mucho la invita al palacio para
pedirle unos consejos. Entonces Micaela que en otros tiempos era una de las
mujeres más elegantemente vestidas de la capital, se va allá con vestidos
viejos y desteñidos. Las damas de la corte se burlan de ella y ni siquiera le
contestan el saludo, pero ella sale de aquel palacio muy contenta, porque pudo
practicar la virtud de la humildad.
Una mujer mala le inventa tremendas calumnias. El obispo llama a
nuestra santa y le lanza el regaño más espantoso. El Padre Director Espiritual,
P. Carasa, le niega hasta el saludo. Micaela no se defiende. Ella recuerda lo
que decía San Francisco de Sales: "Dios sabe qué tanta cantidad de buena
fama necesito, y El me concederá la suficiente buena fama para que pueda seguir
trabajando por las almas". Después saben que todo lo que habían dicho eran
calumnias, y le piden excusas. Ella mientras tanto no había perdido la alegría
ni la paz.
El 6 de enero de 1859, con siete compañeras funda la Comunidad de
Hermanas Adoratrices del Santísimo Sacramento, dedicadas a adorar a Cristo
Jesús en la Eucaristía y a trabajar por preservar a las muchachas en peligro, y
a redimir a las pobres que ya cayeron en los vicios y en la impureza.
Su comunidad se extendió por Barcelona, Valencia y Burgos y ahora
tiene 1,750 religiosas en el mundo en 178 casas.
Ella escribiendo a sus religiosas les decía: "Difícil
encontrar otra fundadora de comunidad que haya sido más acusada, más calumniada
y más regañada que yo. Mis acciones las juzgan de la peor manera posible".
Pero también podía repetir las palabras de San Pablo: "Poco me interesa lo
que las gentes están diciendo de mí. Mi juez es Dios".
En sus casas mandaba colocar esta bella frase, un mensaje de Dios
a sus religiosas para que no se desanimaran en la pobreza y en las
dificultades: "MI PROVIDENCIA Y TU FE, MANTENDRAN LA CASA EN PIE".
La Madre Micaela había estado socorriendo a los enfermos en la
peste de tifo negro en los años 1834, 1855 y 1856, y había logrado no
contagiarse. Pero en el año 1856 al saber que en Valencia había estallado la
terrible peste del tifo, se fue allí a socorrer a los apestados. Y se contagió
de la mortal enfermedad.
Al padre confesor le dijo: "Padre, esta es mi última
enfermedad". Y en verdad que fue la última y la más dolorosa. Calambres
casi continuos. Dolores agudísimos. El médico declaró: "Nunca había visto
a una persona sufrir tanto y con tan grande paciencia y heroísmo".
El 24 de agosto de 1856, a las 12, abrió los ojos, los elevó hacia
el cielo y murió. La enterraron sin ninguna solemnidad en una fosa ordinaria en
el cementerio.
Pero Dios la glorificó haciendo milagros por su intercesión y hoy
sus religiosas siguen salvando del pecado y de la perdición a miles de jóvenes
en todo el mundo.
El culto a estos tres santos se remonta a tiempos muy antiguos;
sus nombres aparecen en el llamado martirologio de San Jerónimo o
Hieronymianum. Dieron su vida por la fe en la provincia romana de Lucania, en
el sur de Italia.
La veneración a San Vito se extendió tanto por Alemania, que su
nombre se incluyó entre los Catorce Santos Protectores y se le consideró como
patrono especial de los epilépticos y de los afectados por esa enfermedad
nerviosa llamada ‘Baile de San Vito’, tal vez por eso se le tiene también por
protector de los bailarines y actores. Asimismo, se le invocaba contra el
peligro de las tormentas, contra el exceso de sueño, mordeduras de serpientes y
contra todo daño que las bestias pueden hacer a los hombres. A menudo se le
representa acompañado de alguna fiera.
San Vito, Modesto y Crescencia, a los que se le atribuían poderes
sobrenaturales, murieron por negarse rotundamente a rendir sacrificio a los
dioses. Fueron sometidos a diversas torturas de las que salieron ilesos. Los
mártires murieron en Lucania, agotados por sus sufrimientos.