Laudes - DOMINGO IV DEL TIEMPO ORDINARIO 2019
El siguiente es el formulario que corresponde a
laudes de la liturgia de las horas para el domingo, 3 de febrero de 2019.
Invitatorio
Notas
- Si el Oficio ha de ser
rezado a solas, puede decirse la siguiente oración:
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
- El Invitatorio se dice como introducción a todo el conjunto de la
oración cotidiana; por ello se antepone o bien al Oficio de lectura o bien
a las Laudes, según se comience el día por una u otra acción litúrgica.
- Cuando se reza individualmente, basta con decir la antífona una
sola vez al inicio del salmo. Por lo tanto, no es necesario repetirla al
final de cada estrofa.
V. Señor, ábreme los
labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Pueblo del Señor, rebaño que él
guía, venid, adorémosle. Aleluya.
·
Salmo 94
·
Salmo 99
·
Salmo 66
·
Salmo 23
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona) Pueblo del Señor, rebaño que él guía, venid, adorémosle. Aleluya
Laudes
Notas
- Si Laudes es la primera celebración del día se empieza con el
versículo del Invitatorio:
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Luego puede decirse el salmo del Invitatorio, con su antífona, como se indica al comienzo, o, si se prefiere, omitido el salmo, se dice en seguida el himno. Si antes de Laudes se ha celebrado ya el Oficio de lectura, se comienza con la invocación mostrada en este formulario. - Además de los himnos que aparecen aquí, pueden usarse, sobre todo
en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente
aprobados.
Invocación
Himno
·
Himno 1
En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu,
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
tú silabeas el alba igual que una palabra;
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas;
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
salimos de la noche y estrenamos la aurora;
saludamos el gozo de la luz que nos llega
resucitada y resucitadora.
Tu mano acerca el fuego a la tierra sombría,
y el rostro de las cosas se alegra en tu presencia;
tú silabeas el alba igual que una palabra;
tú pronuncias el mar como sentencia.
Regresa, desde el sueño, el hombre a su memoria,
acude a su trabajo, madruga a sus dolores;
le confías la tierra, y a la tarde la encuentras
rica de pan y amarga de sudores.
Y tú te regocijas, oh Dios, y tú prolongas
en sus pequeñas manos tus manos poderosas;
y estáis de cuerpo entero los dos así creando,
los dos así velando por las cosas.
Bendita la mañana que trae la noticia
de tu presencia joven, en gloria y poderío,
la serena certeza con que el día proclama
que el sepulcro de Cristo está vacío! Amén.
Salmodia
Antífona 1: Dad gracias al
Señor, porque es eterna su misericordia. Aleluya.
Salmo 117
Himno
de acción de gracias después de la victoria
Jesús
es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido
en piedra angular. (Hch 4,11)
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
—Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
—Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
—Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina.
—Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Antífona 2: Aleluya. Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor. Aleluya.
Dn 3,52-57
Que
la creación entera alabe al Señor
¡Bendito
el Creador por siempre! (Rm 1,25)
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo;
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Antífona 3: Todo ser que
alienta alabe al Señor. Aleluya.
Salmo 150
Alabad
al Señor
Salmodiad
con el espíritu, salmodiad con toda vuestra mente, es decir, glorificad a Dios
con el cuerpo y con el alma. (Hesiquio)
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor.
Lectura
Breve
2Tm 2,8.11-13
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los
muertos, nacido del linaje de David. Es doctrina segura: Si morimos con él,
viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él
nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí
mismo.
Responsorio
Breve
R. Te damos gracias, oh
Dios, * Invocando tu nombre. Te damos gracias.
V. Contando tus maravillas. * Invocando tu nombre. Gloria al Padre. Te damos gracias.
V. Contando tus maravillas. * Invocando tu nombre. Gloria al Padre. Te damos gracias.
Primera Lectura
De la carta a los
Romanos 11, 25-36
TODO ISRAEL SERÁ
SALVO
No quisiera,
hermanos, que ignoraseis este misterio para que no os enorgullezcáis de
vosotros mismos: Una parte de Israel ha caído en la obstinación, hasta que la totalidad de
los gentiles entre en la Iglesia de Cristo.
Entonces, todo Israel será salvo. Dice a este propósito la Escritura: «Llegará de Sión el
salvador, para desarraigar de Jacob la malicia. Y ésta será mi alianza con ellos concertada,
cuando yo venga a destruir sus culpas.»
Por lo que se refiere al Evangelio, ellos, los judíos, son enemigos suyos en beneficio
vuestro; pero, si miramos la elección divina, son amados de Dios en atención a sus
patriarcas; que en Dios no cabe arrepentimiento de los dones que otorga y de la
convocación que hace. Así como vosotros negasteis un tiempo obediencia a Dios, y ahora,
por la desobediencia de ellos, habéis alcanzado misericordia, del mismo modo, ellos han
negado ahora obediencia a Dios en provecho de la misericordia a vosotros concedida, para
que, a su vez, alcancen también misericordia. Dios encerró a todos los hombres en la
desobediencia, a fin de hacer misericordia con todos.
¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus
juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor?
¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es
origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
vosotros mismos: Una parte de Israel ha caído en la obstinación, hasta que la totalidad de
los gentiles entre en la Iglesia de Cristo.
Entonces, todo Israel será salvo. Dice a este propósito la Escritura: «Llegará de Sión el
salvador, para desarraigar de Jacob la malicia. Y ésta será mi alianza con ellos concertada,
cuando yo venga a destruir sus culpas.»
Por lo que se refiere al Evangelio, ellos, los judíos, son enemigos suyos en beneficio
vuestro; pero, si miramos la elección divina, son amados de Dios en atención a sus
patriarcas; que en Dios no cabe arrepentimiento de los dones que otorga y de la
convocación que hace. Así como vosotros negasteis un tiempo obediencia a Dios, y ahora,
por la desobediencia de ellos, habéis alcanzado misericordia, del mismo modo, ellos han
negado ahora obediencia a Dios en provecho de la misericordia a vosotros concedida, para
que, a su vez, alcancen también misericordia. Dios encerró a todos los hombres en la
desobediencia, a fin de hacer misericordia con todos.
¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus
juicios y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor?
¿Quién ha sido su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es
origen, camino y término de todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Responsorio Rm 11, 33; cf. Sal 88, 3
R. ¡Qué
abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! * ¡Qué
insondables son sus
juicios y qué irrastreables sus caminos!
V. Cimentado está por siempre su amor, asentada más que el cielo su lealtad.
R. ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos!
juicios y qué irrastreables sus caminos!
V. Cimentado está por siempre su amor, asentada más que el cielo su lealtad.
R. ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos!
Segunda Lectura
De la carta de san
Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Esmirniotas
(Caps.1-4, 1: Funk 1, 235-237)
(Caps.1-4, 1: Funk 1, 235-237)
CRISTO NOS HA
LLAMADO A SU REINO Y GLORIA
Ignacio, por
sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre
y del amado Jesucristo establecida en Esmirna de Asia, la que ha alcanzado toda clase de
dones por la misericordia de Dios, la que está colmada de fe y de caridad y a la cual no
falta gracia alguna, la que es amadísima de Dios y portadora de santidad: mi más cordial
saludo en espíritu irreprochable y en la palabra de Dios.
Doy gracias a Jesucristo Dios, por haberos otorgado tan gran sabiduría; he podido ver,
en efecto, cómo os mantenéis estables e inconmovibles en vuestra fe, como si estuvierais
clavados en cuerpo y alma a la cruz del Señor Jesucristo, y cómo os mantenéis firmes en
la caridad por la sangre de Cristo, creyendo con fe plena y firme en nuestro Señor, el cual
procede verdaderamente de la estirpe de David, según la carne, es Hijo de Dios por la
voluntad y el poder del mismo Dios, nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por
Juan para cumplir así todo lo que Dios quiere; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente
crucificado bajo el poder de Poncio Pilato y del tetrarca Herodes (y de su divina y
bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para, mediante su resurrección, elevar su
estandarte para siempre en favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles,
reunidos todos en el único cuerpo de su Iglesia.
Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación; y sufrió
verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente.
Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún
teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y
palpadme, y daos cuenta de que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y, al punto, lo
tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo
capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor
comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque
espiritualmente estaba unido al Padre.
Quiero insistir acerca de estas cosas, queridos hermanos, aunque ya sé que las creéis.
y del amado Jesucristo establecida en Esmirna de Asia, la que ha alcanzado toda clase de
dones por la misericordia de Dios, la que está colmada de fe y de caridad y a la cual no
falta gracia alguna, la que es amadísima de Dios y portadora de santidad: mi más cordial
saludo en espíritu irreprochable y en la palabra de Dios.
Doy gracias a Jesucristo Dios, por haberos otorgado tan gran sabiduría; he podido ver,
en efecto, cómo os mantenéis estables e inconmovibles en vuestra fe, como si estuvierais
clavados en cuerpo y alma a la cruz del Señor Jesucristo, y cómo os mantenéis firmes en
la caridad por la sangre de Cristo, creyendo con fe plena y firme en nuestro Señor, el cual
procede verdaderamente de la estirpe de David, según la carne, es Hijo de Dios por la
voluntad y el poder del mismo Dios, nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por
Juan para cumplir así todo lo que Dios quiere; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente
crucificado bajo el poder de Poncio Pilato y del tetrarca Herodes (y de su divina y
bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para, mediante su resurrección, elevar su
estandarte para siempre en favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles,
reunidos todos en el único cuerpo de su Iglesia.
Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación; y sufrió
verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente.
Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún
teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y
palpadme, y daos cuenta de que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y, al punto, lo
tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo
capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor
comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque
espiritualmente estaba unido al Padre.
Quiero insistir acerca de estas cosas, queridos hermanos, aunque ya sé que las creéis.
Responsorio Ga 2, 19-20
R. En
virtud de la misma ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Y,
mientras vivo
en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí.
V. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.
en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, * que me amó hasta entregarse por mí.
V. Estoy crucificado con Cristo; vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
R. Que me amó hasta entregarse por mí.
Domingo, 3
de febrero de 2019
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,21-30):
En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían:
«¿No es este el hijo de José?».
Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».
Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca.
Y decían:
«¿No es este el hijo de José?».
Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».
Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Palabra del Señor
Canto
Evangélico
Antifona: Jesús,
hablando en Nazaret, donde se había criado, dijo: «Tened por cierto que
ningún profeta es bien recibido en su patria.»
ningún profeta es bien recibido en su patria.»
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Dios nos ama y sabe lo que nos hace falta;
aclamemos, pues, su poder y su bondad, abriendo, gozosos, nuestros corazones a
la alabanza:
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'.
Te bendecimos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
—Haz que te sirvamos con santidad y justicia.
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'.
Te bendecimos, Dios todopoderoso, Rey del universo, porque a nosotros, injustos y pecadores, nos has llamado al conocimiento de la verdad;
—Haz que te sirvamos con santidad y justicia.
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'
Vuélvete hacia nosotros, oh Dios, tú que has querido abrirnos la puerta de tu misericordia,
—y haz que nunca nos apartemos del camino que lleva a la vida.
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'
Ya que hoy celebramos la resurrección del Hijo de tu amor,
—haz que este día transcurra lleno de gozo espiritual.
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'
Da, Señor, a tus fieles el espíritu de oración y de alabanza,
—para que en toda ocasión te demos gracias.
'Te alabamos, Señor, y confiamos en ti'
Movidos ahora todos por el mismo Espíritu que nos da Cristo resucitado, acudamos a Dios, de quien somos verdaderos hijos, diciendo: Padre nuestro.
Padre
Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor, concédenos amarte con todo el corazón y que
nuestro amor se extienda también a
todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
Si preside el obispo, es conveniente que éste
bendiga al pueblo con la bendición solemne:
V. El Señor esté con
vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al
pueblo como el obispo, o bien con la bendición común:
V. El Señor esté con
vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
V. Podéis ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
R. Demos gracias a Dios.
En el rezo individual o en una celebración
comunitaria presidida por un ministro no ordenado, se dice:
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
R. Amén.