Jueves, 1 de noviembre de 2018
Lo
que me dice: El Evangelio de Mateo 5,1-12.
(Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.) *Hay
una frase que he escuchado en alguna ocasión (Tiene un olor a limpio) Para
entrar en esta palabra tiene que existir en mi una disposición total y un
verdadero desprendimiento. De entregar mi corazón al Señor para que el, corte
lo que tenga que cortar, que el saque lo que tenga que sacar, que el arranque
lo que tenga que arrancar, y que el pode lo que tenga que podar. Porque con el
pasar de los años he convertido mi corazón en un gran depósito de cosas muy
feas, he guardado cosas que fermentan, he guardado cosas que se pudren, he
guardado cosas que huelen muy mal, y también he guardado mucho veneno en él.
Este tipo de limpieza que pido al Señor estoy muy consiente que es muy dolorosa,
este dolor es más fuerte que el que me saquen una muela sin anestesia. En un
corazón limpio no hay espacios, para el odio, no hay espacio para el
resentimiento, no hay espacio para la rebeldía, no hay espacio para el orgullo,
no hay espacio para la ira, no hay espacio para el juicio, no hay espacio para
chisme, no hay espacio para la prepotencia, no hay espacio para la ñoñerías, no
hay espacios para los antojos y capricho, no hay espacio para mí. El Señor que
me ama y viendo la necesidad que yo tengo de él, me hace una invitación a la
limpieza de mi corazón, con la seguridad que el medara toda la fuerza para que
yo comience esta limpieza*.
《 *El que DESEA y QUIERE amar, con el
corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO* 》