Jueves, 13 de septiembre de 2018
.
Lo
que me dice: El Evangelio de: (Lucas
6,27-38). (A los que me
escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,
bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.) *Amad a
mi enemigo y Orad por mi enemigo, leerlo suena como tan fácil. Para mí, ponerlo
en práctica no es de lo más suave, de lo más cómodo, es difícil, doloroso y
complicado. Para mí es difícil, porque siempre me coloco como una persona buena,
y el ofendido, el agraviado, el atropellado, soy yo, y me coloco como el bueno
de la película. Mas tengo una invitación para entrar mi vida dentro de la
palabra “sinceridad” y esto me hará descubrir que el enemigo del Señor soy yo. ¿Por
qué soy enemigo del Señor? Porque en algunas ocasiones me ha dicho: que yo soy
un sepulcro blanqueado, que soy rasa de víbora, que soy ciego que guía ciego,
que no está bien echarle las cosas de los hijos a los peritos, que es muy
difícil que con todas mis riquezas pueda entrar en el reino de lo cielo, y
favorece a un camello ante que a mí, que yo nada más quiero al que me quiere,
que yo solo le presto al que yo veo que me puede pagar (los banco solo ofrecen
préstamo al que tiene mucho préstamo) Por eso el Señor me dice que escuche, que
él, me ama aunque yo sea su enemigo, que él me hace el bien aunque yo lo odie, que él me bendice aunque yo
lo maldiga, que el ora por mi aunque yo lo injurie, que aunque yo le pegue, el
me ofrece la otra mejilla, que aunque yo le arrebate el manto, el me regala su
túnica. La túnica es signo del bautismo, singo del perdón*.
《 *El que DESEA y QUIERE amar, con el
corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO* 》