Viernes, 7 de septiembre de 2018
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Lo
que me dice: El Evangelio de: (Lucas
5,33-39). (Nadie echa vino
nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y
los odres se estropean) *Puedo ver el interés del Señor en que se
conserven dos elementos “El vino y el odres”. El vino siempre es signo de
alegría, pero beber vino tiene su momento, no puedo beber vino en el trabajo de
bajo del sol de mediodía, mi cuerpo lo que esta es sediento de agua. Pero como
el vino es signo de alegría y mi cuerpo es el odre que conserva esa alegría, yo
puedo estar alegre en medio de mi trabajo, mi vida tiene la capacidad de
retener la alegría de sentirme amado desde antes de yo nacer, (El solo hecho de
vivir es un motivo para sonreír y no puede estar triste el corazón que tiene a
Dios). El Señor no quiere yo deje derrame el vino nuevo, por querer seguir
viviendo mi vieja vida, en esos placeres secundarios, que se desvanecen rápido.
Por ej. El acostarme con una mujer que no es la mía, es una alegría pasajera
que me dejará muy mal, con dolor de cabeza, resaca y el cargo de conciencia, de
que he tirado por el suelo, 20 años de salud familiar con mi esposa y mis
hijos, por un placer de 5 minutos, ¿qué fue lo que hice? y podría perder también, si Dios no viene en mi ayuda a mi
familia. Lo perdí todo, por 5 minutos de placer. El
vino añejo es para mí signo del amor de Dios, que atreves de su amor me roba el
corazón, me cautiva, me deleita, es una alegría que me embriaga, que me hace
ver cada día más la hermosura de mi esposa y de mis hijos, una alegría que me abre
los sentidos, y que no me produce resaca, ni dolor de cabeza. El Señor me
invita a cuidar esa alegría que él me regala cada día, que no le deje perder,
que no deje que se derrame por el suelo*.
《 *El que DESEA y QUIERE amar, con el
corazón según EL SEÑOR: llegará a ser, SANTO* 》