Lo que me dice: El Santo Evangelio:
Viernes, 1 de junio de 2018 (Marcos
11,11-26) («Vio de lejos una higuera con
hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que
hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «Nunca jamás coma nadie
de ti.»). *Estoy tan acostumbrado a la vida que yo mismo
me he construido. Pero está tan mal
edificada, contaminada y llena de desorden, que la única manera de ordenar mi
vida es, que el Señor tire y voltee todo
dentro de mí, porque mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo, porque soy
hechura de DIOS. El Señor tiene hambre de mí y se me acerca, y descubre que
estoy cubierto de muchas hojas, que soy solo apariencia, de lejos aparento ser
cristiano, pero dentro de mí la salvia que corre no es el amor, sino que lo que
sube de mí, es un agrio, como la acides estomacal, porque vivo en la
apariencia, aparentar ser un buen cristiano, y pidiendo a DIOS que me haga
justicia del que me cae mal, y pidiendo a DIOS que cambie a las personas que me
hacen sufrir. Cuando él lo que desea y quiere de mí es que yo aprenda a amar al
enemigo. Esta maldición que el Señor lanza sobre mí, es como agrio de limón
sobre una herida, que pica mucho, a tal punto que de mis ojos brotan lágrimas,
pero al final limpia y sana. («Nunca jamás coma nadie de ti.») Esta maldición es para que se seque en mí, toda malicia cargada de una
oscuridad tan espesa, que me impide, que no me deja avanzar ni un paso a amar
al que yo siento que me hace daño. El Señor tiene que voltearme como a una
media, para que salga de mi todo lo que me aparta de entren en su amor y en la
obediencia a Su Palabra*.