Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SAN FRANCISCO DE PAULA, ERMITAÑO
Nacido en Paula (Calabria) el año 1416, fundó una
congregación de vida eremítica que después se transformó en la Orden de los
Mínimos, y que fue aprobada por la Santa Sede el año 1506. Murió en Tours
(Francia) el año 1507.
Miércoles, 1 de
abril de 2020.
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu
alabanza.
Antifona: Venid,
adoremos al Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día, mientras
dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos
al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Venid, adoremos al
Señor, aclamemos al Dios admirable en sus santos.
Himno
Este es el día del
Señor.
Este es el tiempo de la misericordia.
Delante de tus ojos
ya no enrojeceremos
a causa del antiguo
pecado de tu pueblo.
Arrancarás de cuajo
el corazón soberbio
y harás un pueblo humilde
de corazón sincero.
En medio de las gentes
nos guardas como un resto
para cantar tus obras
y adelantar tu reino.
Seremos raza nueva
para los cielos nuevos;
sacerdotal estirpe,
según tu Primogénito.
Caerán los opresores
y exultarán los siervos;
los hijos del oprobio
serán tus herederos.
Señalarás entonces
el día del regreso
para los que comían
su pan en el destierro.
¡Exulten mis entrañas!
¡Alégrese mi pueblo!
Porque el Señor que es justo
revoca sus decretos.
La salvación se anuncia
donde acechó el infierno,
porque el Señor habita
en medio de su pueblo.
Salmodia
Antífona 1: El
Señor les concedió una gloria eterna y su nombre no será nunca olvidado.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de
las tinieblas.
Oh Dios, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 2: Siervos
del Señor, bendecid al Señor eternamente.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 3: Que
los santos festejen su gloria y canten jubilosos en filas.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Lectura Breve
Rom 12, 1-2
Os exhorto, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa,
agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este
mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis
discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
Responsorio Breve
V. Lleva
en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la
ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la
ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al
Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Lleva en el corazón la
ley de su Dios.
Primera Lectura
Del libro de la
Sabiduría 5, 1-15
LOS JUSTOS,
VERDADEROS HIJOS DE DIOS
El justo estará en
pie sin temor delante de los que lo afligieron y despreciaron sus trabajos. Al
verlo, se estremecerán de pavor, atónitos ante la salvación imprevista; dirán entre
sí, arrepentidos, entre sollozos de angustia: «Éste es aquel de quien un día
nos reíamos con coplas injuriosas, nosotros, insensatos, su vida nos parecía
una locura, y su muerte una deshonra. ¿Cómo ahora lo cuentan entre los hijos de
Dios y comparte la herencia con los santos? Sí, nosotros nos salimos del camino
de la verdad, no nos iluminaba la luz de la justicia, para nosotros no salía el
sol; nos enredamos en los matorrales de la maldad y la perdición, recorrimos
desiertos intransitables, sin reconocer el camino del Señor. ¿De qué nos ha
servido nuestro orgullo? ¿Qué hemos sacado presumiendo de ricos? Todo aquello
pasó como una sombra, como un correo veloz; como nave que surca las
undosas aguas, sin que quede rastro de su travesía ni estela de su quilla en
las olas; o como pájaro que vuela por el aire sin dejar vestigio de su paso;
con su aleteo azota el aire leve, lo rasga con un chillido agudo, se abre
camino agitando las alas, y luego no queda
señal de su ruta; o como flecha disparada al blanco: cicatriza al momento el
aire hendido y no se sabe ya su trayectoria. Igual nosotros: nacimos y nos
eclipsamos, no dejamos ni una señal de virtud, nos malgastamos en nuestra
maldad.» Sí, la esperanza del impío es como tamo que arrebata el viento, como
escarcha menuda
que el vendaval arrastra; se disipa como humo al viento, pasa como el recuerdo
del huésped de una noche. Los justos, en cambio, viven eternamente, reciben de
Dios su recompensa el, Altísimo cuida de ellos.
1 Jn 3, 7. 8. 10
R. Que
nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo. * Quien
comete el pecado es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
V. En esto se reconocen los
hijos de Dios y los hijos del diablo.
R. Quien comete el pecado
es del diablo, pues el diablo peca desde el principio.
Segunda Lectura
De las cartas de san
Francisco de Paula
(Carta del año 1486: A. Galuzzi, Origini dell'Ordine dei Minimi, Roma 1967, pp.
121-122)
CONVERTÍOS CON
SINCERIDAD
Que nuestro Señor
Jesucristo, que remunera con suma esplendidez, os dé la recompensa de vuestras
fatigas.
Huid del mal, rechazad los peligros. Nosotros, y todos nuestros hermanos, aunque
indignos, pedimos constantemente a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y a la
Virgen María que estén siempre a vuestro lado para salvación de vuestras almas
y vuestros cuerpos.
Hermanos, os exhorto vehementemente a que os preocupéis con prudencia y
diligencia de la salvación de vuestras almas. La muerte es segura y la vida es breve
y se desvanece como el humo.
Centrad vuestro pensamiento en la pasión de nuestro Señor Jesucristo, que, por
el amor que nos tenía, bajó del cielo para redimirnos; que por nosotros sufrió
toda clase de tormentos de alma y cuerpo, y tampoco evitó suplicio alguno. Con
ello nos dejó un ejemplo soberano de paciencia y amor. Debemos, pues, tener paciencia
en las adversidades. Deponed toda clase de odio y de enemistades; tened buen
cuidado de que no salgan de vuestra boca palabras duras y, si alguna vez salen,
no seáis perezosos en pronunciar aquellas palabras que sean el remedio
saludable para
las heridas que ocasionaron vuestros labios: por tanto, perdonaos mutuamente y
olvidad para siempre la injuria que se os ha hecho.
El recuerdo del mal recibido es una injuria, complemento de la cólera, conservación
del pecado, odio a la justicia, flecha oxidada, veneno del alma, destrucción
del bien obrar, gusano de la mente, motivo de distracciones en la oración,
anulación de las peticiones que hacemos a Dios, enajenación de la caridad,
espina clavada en el alma, iniquidad que nunca duerme, pecado que nunca se
acaba y muerte cotidiana. Amad la paz, que es el mayor tesoro que se puede
desear. Ya sabéis que nuestros pecados provocan la ira de Dios; arrepentíos
para que os perdone por su misericordia. Lo que ocultamos a los hombres es
manifiesto a Dios; convertíos, pues, con sinceridad. Vivid de tal manera que
obtengáis la bendición del Señor, y la paz de Dios, nuestro Padre, esté siempre
con vosotros.
2 Co 4, 11. 16
R. Aun
viviendo, estamos continuamente entregados a la muerte por Jesús, * para
que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra vida mortal.
V. Aunque nuestra condición
física se vaya deshaciendo, nuestro interior se renueva día a día.
R. Para que también la vida
de Jesús se manifieste en nuestra vida mortal.
Miércoles,
1 de abril de 2020
Evangelio Y Reflexión
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,31-42):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la
verdad, y la verdad os hará libres». Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú:
“Seréis libres”?». Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo
no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el
Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán;
sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo
hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le
habéis oído a vuestro padre». Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin
embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché
a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre:
Dios». Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo
salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me
envió».
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Mira
que estoy a la puerta y llamo; si alguno escucha mi voz y me abre la puerta
entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo.
Benedictus Lc 1,
68-79
El Mesías y su
precursor
+
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Adoremos,
hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad
y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
*Tú solo eres santo, Señor*.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado, —
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor, — danos el
progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo, — ilumina
nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir, —
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser, — haz que un
día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús: Padre nuestro.
Padre nuestro, que
estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oremos:
Señor, Dios
nuestro, grandeza de los humildes, que has elevado a san Francisco de Paula a
la gloria de tus santos; concédenos, por su intercesión y a imitación suya,
alcanzar de tu misericordia el premio prometido a los humildes. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
SAN FRANCISCO DE PAULA, ERMITAÑO
Se retiró a la montaña, y ahí permaneció durante cinco años,
rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de hierbas silvestres y
durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Pronto, varios
hombres siguieron su ejemplo. Francisco tuvo que fundar varias casas para sus
religiosos y, en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que
cumplir siempre. Decía así: "Cuaresma perpetua". Esto quiere decir
que en la alimentación se debían hacer las mortificaciones que antiguamente se
hacían en cuaresma con el fin de fortificar la voluntad.
Miles de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo
e irse a la Comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula. Así como
San Francisco de Asís les había puesto a sus religiosos el nombre de
"hermanos menores", San Francisco de Paula les puso a los que
pertenecían a su comunidad el nombre de "hermanos Mínimos". El Divino
Espíritu le concedió a San Francisco de Paula el don de hacer milagros, de
hacer curaciones, y el don de profecía.
El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un
verdadero modelo para los que tienen que llamarles la atención a los
gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el
dinero que deberían emplear en favor de los pobres. Por muchos años nuestro
santo recorrió ciudades y pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y
en aquellos tiempos (como ahora) había alcaldes, gobernadores, ministros y
hasta jefes de Estado que abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos
para enriquecerse o para hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de
socorrer a los necesitados. A ellos les iba recordando San Francisco que a cada
uno le dirá Cristo en el día del juicio aquellas palabras que dijo en el Evangelio:
"Dame cuenta de tu administración".
También les recordaba esta frase del Apocalipsis: "He aquí
que tengo y traigo conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido
sus obras". Todo esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y
los llevaba a corregir los modos equivocados de proceder que habían tenido en
el pasado.
El santo logró convertir a Luis XI antes de su muerte. Este quedó
tan agradecido que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su
hijo, el futuro Carlos VIII, rey de Francia.
Murió el Santo, 2 de abril de 1507. El pueblo empezó
inmediatamente a proclamarlo como santo y los milagros empezaron a sucederse.
Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo
Pontífice León X, en 1519.