Musica Para el Alma
martes, 31 de diciembre de 2019
LUCAS 2,16-21 CICLO A LO QUE ME DICE EL EVANGELIO
Miércoles, 1 de enero de 2020
Lo
que me dice el Evangelio de. Lucas (2,16-21): Ciclo A (María, por
su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón) *Es
para mí la Virgen María, la gran maestra de la contemplación, de la meditación
y del discernimiento. Es la Virgen María quien me invita y al mismo tiempo me
ayuda a caminar en el interior de mi propia vida, con estas palabras: La
Contemplación y La Meditación, son estas las palabras con las cuales estoy
invitado todos los días en las madrugadas a acompañar mi alma y mi vida en mis
ejercicios espirituales. El Señor me ha regalado la oportunidad de enamorarme
de sus palabras. Esto provoca dentro de mí lo que yo llamo desde mi pobre fe:
hacer de la contemplación de la palabra del Señor lo que me gusta, gustándome la
contemplación de la palabra del Señor es lo que hago, y esto provoca en mí algo
que no sé cómo explicar*,
《
*El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,
SANTO* 》
EVANGELIO DE LUCAS
Lecturas de Santa María Madre de Dios
Miércoles, 1 de enero de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (2,16-21):
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
LAS LAUDES MIÉRCOLES 1 DE ENERO 2020 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
Laudes - SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
2020
El siguiente es el
formulario que corresponde a laudes de la liturgia de las horas para el día,
miércoles, 1 de enero de 2020.
Las laudes
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Celebremos la
maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el
Señor.
Señor.
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el
Señor
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el
Señor
Himno
Entonad los aires
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
con voz celestial:
«Dios niño ha nacido
pobre en un portal.»
Anúnciale el ángel
la nueva al pastor,
que niño ha nacido
nuestro Salvador.
Adoran pastores
en sombras al Sol,
que niño ha nacido,
de una Virgen, Dios.
Haciéndose hombre,
al hombre salvó;
un niño ha nacido,
ha nacido Dios. Amén.
Salmodia
Antífona 1: Ha
brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de
Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
Salmo 62, 2-9
El alma sedienta de Dios
Madruga por Dios todo el que rechaza las obras de
las tinieblas.
Oh Dios, tú eres
mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Antífona 1: Ha
brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de
Jacob: la Virgen ha dado a luz al Salvador; te alabamos, Dios nuestro.
Antífona 2: Mirad,
María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.» Aleluya.
Dn 3,57-88.56
Toda la creación alabe al Señor
Alabad al Señor, sus siervos todos. (Ap 19,5)
Criaturas todas
del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor;
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Antífona 2: Mirad,
María nos ha engendrado al Salvador, ante quien Juan exclamó: «Éste es el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.» Aleluya
Antífona 3: La
Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado
tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad:
un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
Salmo 149
Alegría de los santos
Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran por su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)
Cantad al Señor un
cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Antífona 3: La
Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno, y la que lo ha engendrado
tiene, al mismo tiempo, el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad:
un prodigio tal no se ha visto nunca ni se verá de nuevo jamás. Aleluya.
Lectura Breve
Mi 5, 3. 4. 5a
El jefe de Israel
los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz.
Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará
el rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios; y él será
nuestra paz.
Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel. Él se alzará y pastoreará
el rebaño con el poder del Señor, con la majestad del nombre del Señor su Dios; y él será
nuestra paz.
Responsorio Breve
V. El
Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
Primera Lectura
De la carta a los
Hebreos 2, 9-17
CRISTO ES SEMEJANTE
EN TODO A SUS HERMANOS
Hermanos: A Jesús,
a quien Dios puso momentáneamente bajo los ángeles, lo vemos ahora coronado de
gloria y de honor por haber padecido la muerte. Así, por amorosa dignación de
Dios, gustó la muerte en beneficio de todos. Pues como quisiese Dios, por quien
y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria,
convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a
guiarlos a la salvación, ya que tanto el que santifica como los que son
santificados tienen un mismo origen. Por esta razón no se avergüenza de
llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos; cantaré
en la asamblea tus loores.» Y también: «Pondré en él mi confianza.» Y en otro
lugar: «Aquí estoy con mis hijos, los hijos que Dios me ha dado.» Así pues,
como los hijos participan de la carne y de la sangre, también él entró a
participar de las mismas, para reducir a la impotencia, por su muerte, al que retenía el imperio de la muerte, es decir, al demonio, y librar a los que por temor a la muerte vivían toda su vida sometidos a esclavitud. Él no vino, ciertamente, en auxilio de los ángeles,
sino en auxilio de la descendencia de Abraham. Por eso debía ser semejante en todo a sus hermanos, para poderse apiadar de ellos y ser fiel pontífice ante Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
participar de las mismas, para reducir a la impotencia, por su muerte, al que retenía el imperio de la muerte, es decir, al demonio, y librar a los que por temor a la muerte vivían toda su vida sometidos a esclavitud. Él no vino, ciertamente, en auxilio de los ángeles,
sino en auxilio de la descendencia de Abraham. Por eso debía ser semejante en todo a sus hermanos, para poderse apiadar de ellos y ser fiel pontífice ante Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo.
Responsorio Lc 1, 28
R. Dichosa
eres, Virgen María, que llevaste en tu seno al Creador del universo. *
Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.
R. Engendraste al que te creó y permaneces virgen para siempre.
Segunda Lectura
De las cartas de san
Atanasio, obispo
(Carta a Epicteto, 5-9: PG 26,1058.1062-1066)
(Carta a Epicteto, 5-9: PG 26,1058.1062-1066)
LA PALABRA TOMÓ DE
MARÍA NUESTRA CONDICIÓN
La Palabra tendió
una mano a los hijos de Abrahán, como afirma el Apóstol, y por eso tenía que
parecerse en todo a sus hermanos y asumir un cuerpo semejante al nuestro. Por esta
razón, en verdad, María está presente en este misterio, para que de ella la
Palabra
tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros. La Escritura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; y se proclaman dichosos los pechos que amamantaron al Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrifico prescrito. El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» —para que no se creyese que se trataba de un cuerpo introducido desde el exterior—, sino de ti, para que creyéramos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella.
Las cosas sucedieron de esta forma para que la Palabra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrifico, la asumiese completamente, y revistiéndonos después a nosotros
de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar lo siguiente: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.
Estas cosas no son una ficción, como algunos juzgaron; ¡tal postura es inadmisible! Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre, y de él ha conseguido la salvación el hombre entero. Porque de ninguna forma es ficticia nuestra salvación ni afecta sólo al cuerpo, sino que la salvación de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo, se ha realizado
en aquel que es la Palabra. Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que todos nosotros hemos nacido de Adán. Lo que Juan afirma: La Palabra se hizo carne, tiene la misma significación, como se puede concluir de la idéntica forma de expresarse. En san Pablo encontramos escrito: Cristo se hizo por nosotros un maldito. Pues al cuerpo humano, por la unión y comunión con la Palabra, se le ha concedido un inmenso beneficio: de mortal se ha hecho inmortal, de animal se ha hecho espiritual, y de terreno ha penetrado las puertas del cielo. Por otra parte, la Trinidad, también después de la encarnación de la Palabra en María, siempre sigue siendo la Trinidad, no admitiendo ni aumentos ni disminuciones siempre es perfecta, y en la Trinidad se reconoce una única Deidad, y así la Iglesia confiesa a un único Dios, Padre de la Palabra.
tome un cuerpo, y, como propio, lo ofrezca por nosotros. La Escritura habla del parto y afirma: Lo envolvió en pañales; y se proclaman dichosos los pechos que amamantaron al Señor, y, por el nacimiento de este primogénito, fue ofrecido el sacrifico prescrito. El ángel Gabriel había anunciado esta concepción con palabras muy precisas, cuando dijo a María no simplemente «lo que nacerá en ti» —para que no se creyese que se trataba de un cuerpo introducido desde el exterior—, sino de ti, para que creyéramos que aquel que era engendrado en María procedía realmente de ella.
Las cosas sucedieron de esta forma para que la Palabra, tomando nuestra condición y ofreciéndola en sacrifico, la asumiese completamente, y revistiéndonos después a nosotros
de su condición, diese ocasión al Apóstol para afirmar lo siguiente: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad.
Estas cosas no son una ficción, como algunos juzgaron; ¡tal postura es inadmisible! Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre, y de él ha conseguido la salvación el hombre entero. Porque de ninguna forma es ficticia nuestra salvación ni afecta sólo al cuerpo, sino que la salvación de todo el hombre, es decir, alma y cuerpo, se ha realizado
en aquel que es la Palabra. Por lo tanto, el cuerpo que el Señor asumió de María era un verdadero cuerpo humano, conforme lo atestiguan las Escrituras; verdadero, digo, porque fue un cuerpo igual al nuestro. Pues María es nuestra hermana, ya que todos nosotros hemos nacido de Adán. Lo que Juan afirma: La Palabra se hizo carne, tiene la misma significación, como se puede concluir de la idéntica forma de expresarse. En san Pablo encontramos escrito: Cristo se hizo por nosotros un maldito. Pues al cuerpo humano, por la unión y comunión con la Palabra, se le ha concedido un inmenso beneficio: de mortal se ha hecho inmortal, de animal se ha hecho espiritual, y de terreno ha penetrado las puertas del cielo. Por otra parte, la Trinidad, también después de la encarnación de la Palabra en María, siempre sigue siendo la Trinidad, no admitiendo ni aumentos ni disminuciones siempre es perfecta, y en la Trinidad se reconoce una única Deidad, y así la Iglesia confiesa a un único Dios, Padre de la Palabra.
Responsorio
R. No
hay alabanza digna de ti, virginidad inmaculada y santa. * Porque
en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.
R. Porque en tu seno has llevado al que ni el cielo puede contener.
Lecturas de Santa María Madre de Dios
Miércoles,
1 de enero de 2020
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,16-21):
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Hoy
se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos
naturalezas: Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no
era, sin sufrir mezcla ni división.
naturalezas: Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no
era, sin sufrir mezcla ni división.
Benedictus Lc 1,
68-79
El Mesías y su
precursor
+
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y
al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Antifona: Hoy
se nos ha manifestado un misterio admirable: en Cristo se han unido dos
naturalezas: Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no
era, sin sufrir mezcla ni división.
naturalezas: Dios se ha hecho hombre y, sin dejar de ser lo que era, ha asumido lo que no
era, sin sufrir mezcla ni división.
Preces
Glorifiquemos a
Cristo, que ha nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, y supliquémosle,
diciendo:
Hijo de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, hijo admirable y príncipe de la paz, nacido de María Virgen, — concede al mundo entero una paz estable.
Rey y Dios nuestro, que al venir al mundo has dignificado al hombre, — haz que te honremos todos los días de nuestra vida con nuestra fe y nuestra conducta.
Tú que te has hecho semejante a nosotros, — concédenos ser semejantes a ti.
Tú que has querido ser ciudadano de nuestro mundo, — concédenos ser ciudadanos de tu reino.
Aquí se pueden añadir algunas intenciones libres.
Ya que somos de la familia de Dios, digamos con gran confianza a nuestro Padre del cielo:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que
estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oremos:
Dios y Señor
nuestro, que por la maternidad virginal de María entregaste a los hombres
los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquélla de quien
hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
los bienes de la salvación, concédenos experimentar la intercesión de aquélla de quien
hemos recibido a tu Hijo Jesucristo, el autor de la vida. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
R. Amén.
LAS LECTURAS DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS
Lecturas del tiempo de Navidad - Ciclo A
Lecturas de Santa María Madre de Dios
Miércoles, 1 de enero de 2020
Primera lectura
Lectura del
libro de los Números (6,22-27):
EL Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Palabra de Dios
EL Señor habló a Moisés:
«Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel:
“El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor te muestre tu rostro
y te conceda la paz”.
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré».
Palabra de Dios
Miércoles, 1 de enero de 2020
Salmo
Sal 66
R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga.
V/. Que Dios tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga
V/. Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
R/. Que Dios tenga piedad y nos bendiga
V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. R/.
R/. Que
Dios tenga piedad y nos bendiga
Miércoles, 1 de enero de 2020
Segunda lectura
Lectura de
la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (4,4-7):
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios
Lecturas de Santa María Madre de Dios
Miércoles, 1 de enero de 2020
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Lucas (2,16-21):
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Palabra del Señor
lunes, 30 de diciembre de 2019
JUAN 1,1-18 CICLO A LO QUE ME DICE EL EVANGELIO
Martes,
31 de diciembre de 2019
Lo
que me dice el Evangelio de. Juan
(1,1-18): Ciclo A (Vino
a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les dio
poder de ser hijos de Dios). *Esta lectura para mí, tiene su centro en el amor
y en la misericordia del Dios creador, el Dios que hace, que las cosas sucedan.
Juan el Bautista nunca se cansó de gritar hasta ser decapitado: Arrepentíos y
cambiad de altitud, de mentalidad, de esa vida vacía. Dios manda a su hijo a mi
vida con la firme y clara decisión de hacer su hijo por adopción, e hizo que la
palabra se hiciera carne y pudiera habitar dentro de mi corazón. La buena
noticia para mí es que el Señor todo lo ha creado para mí, para que yo lo cuide
y lo disfrute: y a todo los que desean recibir " A su Hijo, y Su Palabra"
les da poder de ser hijo de Dios. El Señor atreves de su hijo me hace una
invitación para que me decida de una vez y para siempre entrar en la gracia de
amar su voluntad de corazón y comenzar a pertenecer al gran número de sus hijos*.
《
*El que DESEA y QUIERE amar, con el corazón según EL SEÑOR: llegará a ser,
SANTO* 》
EVANGELIO DE JUAN
Martes, 31 de diciembre de 2019
Evangelio
Comienzo
del santo evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
LAS LAUDES DEL MARTES 31 ORACIÓN PARA INICIAR EL DIA
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre;
limpia mi corazón de todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina
mi entendimiento y enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y
devotamente pueda recitar este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia
de tu divina majestad. Por Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO DE NAVIDAD
MARTES - DIA VII INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.
31 de diciembre
MARTES - DIA VII INFRAOCTAVA DE NAVIDAD
Del Propio de la Fiesta.
31 de diciembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: UN TAN HERMOSO DONCEL
Un tan hermoso Doncel
hoy ha nacido en el suelo,
que la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Es un Niño en quien se halla
hermosura tan sin par,
que no se pueden hartar
los ángeles de miralla.
Y aun lo menos que hay en él
es lo que mostró en el suelo,
pues la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Nació este hermoso Doncel
de una graciosa Doncella,
después de Dios la más bella
de todo lo que no es él.
Como al fin Madre de aquel
que es Rey del cielo y del suelo,
y que las lumbres del cielo
no lucen delante de él.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Is 4, 2-3
Aquel día, el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento para los supervivientes de Israel. A los que queden en Sión, a los restantes en Jerusalén, los llamarán santos: serán inscritos para vivir en Jerusalén.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. A Cristo, que por nosotros ha nacido, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: UN TAN HERMOSO DONCEL
Un tan hermoso Doncel
hoy ha nacido en el suelo,
que la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Es un Niño en quien se halla
hermosura tan sin par,
que no se pueden hartar
los ángeles de miralla.
Y aun lo menos que hay en él
es lo que mostró en el suelo,
pues la luna y sol del cielo
no lucen delante de él.
Nació este hermoso Doncel
de una graciosa Doncella,
después de Dios la más bella
de todo lo que no es él.
Como al fin Madre de aquel
que es Rey del cielo y del suelo,
y que las lumbres del cielo
no lucen delante de él.
Al Padre, al Hijo, al Amor,
alegres cantad, criaturas,
y resuene en las alturas
toda gloria y todo honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «¿A quién habéis visto, pastores? Hablad, contádnoslo, ¿quién se ha aparecido en la tierra?» «Hemos visto al recién nacido y a los coros de ángeles alabando al Señor.» Aleluya.
Ant 2. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. El ángel dijo a los pastores: «Os anuncio una gran alegría: hoy os ha nacido el Salvador del mundo.» Aleluya.
Ant 3. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hoy nos ha nacido un niño que se llamará Dios poderoso. Aleluya.
LECTURA BREVE Is 4, 2-3
Aquel día, el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento para los supervivientes de Israel. A los que queden en Sión, a los restantes en Jerusalén, los llamarán santos: serán inscritos para vivir en Jerusalén.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
V. Los confines de la tierra la han contemplado.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor revela su salvación. Aleluya, aleluya.
PRIMERA
LECTURA
Del libro del Cantar de los cantares 2, 8—3, 5
LA ESPOSA HA OÍDO LA VOZ DEL ESPOSO, Y LO BUSCA
¡Escucho una voz...! Es mi amado que ya llega, saltando sobre los montes, brincando por las colinas. Es mi amado semejante a un venado, a un ágil cervatillo. Vedle aquí ya apostado detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las rejas. Empieza a hablar mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Porque, mira, ya ha pasado el invierno, ya han cesado las lluvias y se han ido. Brotan flores en los campos, el tiempo de canciones ha llegado, ya el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra. Apuntan ya los higos en la higuera, y las viñas en flor exhalan sus perfumes. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Paloma mía que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.»
Cazadnos las raposas, las raposas pequeñitas, que destrozan nuestras viñas, nuestras viñas florecidas. Mi amado es para mí, y yo para él; él pastorea entre azucenas.
Mientras sopla la brisa y las sombras se alargan, retorna, amado mío, imita al cervatillo por montes y quebradas.
En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué, y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué, y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad:
«¿Visteis al amor de mi alma?»
Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma: lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas.
¡Muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor, hasta que él quiera!
RESPONSORIO Ct 2, 10. 14; Sal 44, 11. 12
R. Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven; es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Escucha, hija, mira: inclina el oído; prendado está el rey de tu belleza.
R. Es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)
EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ
Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.
La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.
Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.
El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.
Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.
Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.
Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor?
En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.
Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.
Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 13.14. 17
R. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. * Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
V. Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz:
paz a vosotros, los que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.
R. Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
Del libro del Cantar de los cantares 2, 8—3, 5
LA ESPOSA HA OÍDO LA VOZ DEL ESPOSO, Y LO BUSCA
¡Escucho una voz...! Es mi amado que ya llega, saltando sobre los montes, brincando por las colinas. Es mi amado semejante a un venado, a un ágil cervatillo. Vedle aquí ya apostado detrás de nuestra cerca, mirando por las ventanas, atisbando por las rejas. Empieza a hablar mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. Porque, mira, ya ha pasado el invierno, ya han cesado las lluvias y se han ido. Brotan flores en los campos, el tiempo de canciones ha llegado, ya el arrullo de la tórtola se ha escuchado en nuestra tierra. Apuntan ya los higos en la higuera, y las viñas en flor exhalan sus perfumes. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven! Paloma mía que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame escuchar tu voz, permíteme ver tu rostro, porque es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.»
Cazadnos las raposas, las raposas pequeñitas, que destrozan nuestras viñas, nuestras viñas florecidas. Mi amado es para mí, y yo para él; él pastorea entre azucenas.
Mientras sopla la brisa y las sombras se alargan, retorna, amado mío, imita al cervatillo por montes y quebradas.
En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué, y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué, y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad:
«¿Visteis al amor de mi alma?»
Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma: lo abracé y ya no lo soltaré, hasta entrarlo en la casa de mi madre, en la alcoba de la que me llevó en sus entrañas.
¡Muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, os conjuro que no vayáis a molestar, que no despertéis al amor, hasta que él quiera!
RESPONSORIO Ct 2, 10. 14; Sal 44, 11. 12
R. Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven; es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
V. Escucha, hija, mira: inclina el oído; prendado está el rey de tu belleza.
R. Es muy dulce tu hablar y gracioso tu semblante.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san León Magno, papa
(Sermón 6 En la Natividad del Señor, 2-3. 5: PL 54, 213-216)
EL NACIMIENTO DEL SEÑOR ES EL NACIMIENTO DE LA PAZ
Aunque el estado de infancia, que el Hijo de Dios asumió sin considerarlo impropio de su grandeza, se haya transformado ya en estado de varón perfecto y aunque, una vez consumado el triunfo de la pasión y resurrección, haya llegado a su fin todo lo que era propio del estado de anonadamiento, que el Señor aceptó por nosotros, sin embargo, la fiesta de la Natividad renueva para nosotros los comienzos sagrados de la vida de Jesús, nacido de la Virgen María; y, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, se nos invita a celebrar también nuestro propio nacimiento como cristianos.
La generación de Cristo, en efecto, es el origen del pueblo cristiano, ya que el nacimiento de la cabeza incluye en sí el nacimiento de todo el cuerpo.
Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de los fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.
El creyente que en cualquier parte del mundo es regenerado en Cristo se libra de la culpa original y, al renacer, se transforma en un hombre nuevo; en adelante ya no cuenta la generación carnal de sus padres, sino la generación por la que ha renacido del Salvador, que quiso hacerse Hijo del hombre para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios.
Pues, si él no hubiera descendido por su humildad hasta nosotros, jamás ninguno de nosotros, por sus propios méritos, hubiera podido llegar hasta él.
Por eso la misma grandeza del don que nos ha sido otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva; así nos lo enseña el Apóstol, cuando dice: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado; el mejor modo de ofrecer a Dios nuestro homenaje religioso es, sin duda, ofrecerle lo que él mismo nos ha dado.
Y ¿qué cosa mejor podríamos encontrar entre los dones divinos, para honrar la fiesta de hoy, que aquella paz que anunciaron los ángeles en el nacimiento del Señor?
En efecto, esta paz es la que engendra hijos de Dios, la que alimenta el amor, la que es madre de la unidad. Ella es descanso para los santos y tabernáculo donde moran los invitados al reino eterno. El fruto propio de esta paz es que se unan a Dios aquellos que el Señor ha segregado del mundo.
Por tanto, que quienes traen su origen no de la sangre ni del deseo carnal ni de la voluntad del hombre, sino del mismo Dios, ofrezcan al Padre la concordia propia de los hijos que están animados por el deseo de la paz, y que todos los miembros de la familia de adopción vivan unidos en aquel que es el primogénito de la nueva creación, que no vino a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de aquel que lo envió. Pues los que han sido adoptados por la gracia del Padre, para ser sus herederos, no son los que viven en medio de discordias y contiendas, sino los que tienen un único pensar y un mismo querer. Los que han sido llamados a reproducir la única imagen del Padre deben tener una sola alma.
Por ello el nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; como lo dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, porque, tanto los judíos como los gentiles, por medio de él tenemos acceso al Padre en un solo Espíritu.
RESPONSORIO Ef 2, 13.14. 17
R. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. * Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
V. Y, cuando vino, anunció la buena nueva de la paz:
paz a vosotros, los que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca.
R. Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa.
Martes, 31
de diciembre de 2019
Evangelio
Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Se dejó ver con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, cantando: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.» Aleluya.
PRECES
Oremos a Cristo, cuya gracia ha aparecido a todos los hombres, y digámosle con humilde confianza:
Señor, ten piedad de nosotros.
Oh Cristo, nacido del Padre antes de todos los siglos, reflejo de su gloria e impronta de su ser, que sostienes el universo con tu palabra,
te pedimos que vivifiques nuestro día con tu Evangelio.
Tú que naciste en el momento culminante de la historia, para salvación del género humano y liberación de toda creatura,
concede a todos los hombres la verdadera libertad.
Tú que, siendo Hijo consubstancial del Padre, engendrado antes de la aurora quisiste nacer en Belén, para que se cumplieran las Escrituras,
haz que tu Iglesia realice los planes del Padre viviendo en pobreza.
Tú que eres Dios y hombre, Señor de David y también hijo suyo, miembro del pueblo de Israel y enviado a todas las naciones,
haz que Israel te reconozca como su Mesías y que los pueblos de la tierra entren en tu Iglesia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Alegres porque Jesucristo nos ha hecho hijos de Dios, digamos:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que en el nacimiento de tu Hijo nos has dado la fuente y la cumbre de toda religión, concédenos contarnos siempre en el rebaño de aquel en quien está la salvación de todo el género humano. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
San Silvestre, Papa
31 de Diciembre
31 de Diciembre
Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que
Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las
persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de
Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.
También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir la
antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán.
Durante su Pontificado se reunió en el Concilio de Nicea (año 325), en el cual
los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es
Dios, no es católico. Compusieron allí el Credo de Nicea. Dicen que a San
Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer
emperador cristiano.
El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de
diciembre del año 335.
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