*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO ORDINARIO
MARTES DE LA SEMANA XXVI
Del Común de santos varones: para los santos que se distinguieron por el
ejercicio de las obras de misericordia. Salterio II
30 de septiembre
*SAN JERÓNIMO, presbítero y doctor de la iglesia (MEMORIA)*
Nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue
bautizado. Abrazó la vida ascética, marchó al Oriente y fue ordenado
presbítero. Volvió a Roma y fue secretario del papa Dámaso. Fue en esta época
cuando empezó su traducción latina de la Biblia. También promovió la vida
monástica. Más tarde se estableció en Belén, donde trabajó mucho por el bien de
la Iglesia. Escribió gran cantidad de obras, principalmente comentarios de la
sagrada Escritura. Murió en Belén el año 420.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta
de san jerónimo.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta
de san jerónimo.
Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38,
10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en
Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en
Sión.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como
hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Enséñame
Señor, a gustar y a comprender.
R. Porque me fío de tus mandatos.
PRIMERA
LECTURA
Del segundo
libro de los Reyes 17, 1-18
FIN DEL REINO
DE ISRAEL
Oseas,
hijo de Elá, subió al trono de Israel en Samaría el año doce del reinado de
Ajaz de Judá. Reinó nueve años. Hizo lo que el Señor reprueba, aunque no tanto
como los reyes de Israel predecesores suyos. Salmanasar, rey de Asiria, lo
atacó, y Oseas se le sometió pagándole tributo. Pero el rey de Asiria descubrió
que Oseas lo traicionaba: había enviado emisarios a Sais, al rey de Egipto, y
no pagó el tributo como hacía otros años. Entonces, el rey de Asiria lo apresó
y lo encerró en la cárcel.
El rey de
Asiria invadió el país y asedió a Samaría durante tres años. El año noveno de
Oséas, el rey de Asiria conquistó Samaría, deportó a los israelitas a Asiria y
los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las poblaciones de
Media. Eso sucedió porque, sirviendo a otros dioses, los israelitas habían
pecado contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto, del poder del
Faraón, rey de Egipto; procedieron según las costumbres de las naciones que el
Señor había expulsado ante ellos y que introdujeron los reyes nombrados por
ellos mismos. Los israelitas blasfemaron contra el Señor, su Dios; en todo
lugar habitado, desde las torres de vigilancia hasta las plazas fuertes, se
erigieron lugares de culto; erigieron cipos y estelas en las colinas altas y
bajo los árboles frondosos; allí quemaban incienso, como hacían las naciones
que el Señor había desterrado ante ellos. Obraron mal, irritando al Señor.
Dieron culto a los ídolos, cosa que el Señor les había prohibido.
El Señor
había advertido a Israel y Judá por medio de los profetas y videntes: «Volveos
de vuestro mal camino, guardad mis mandatos y preceptos, siguiendo la ley que
di a vuestros padres, que les comuniqué por medio de mis siervos los profetas.»
Pero no hicieron caso, sino que se pusieron tercos, como sus padres, que no
confiaron en el Señor, su Dios. Rechazaron sus mandatos y el pacto que había
hecho el Señor con sus padres y las advertencias que les hizo; se fueron tras
los ídolos vanos y se desvanecieron, imitando a las naciones vecinas, cosa que
el Señor les había prohibido.
Abandonaron
los preceptos del Señor, su Dios, se hicieron ídolos de fundición (los dos
becerros) y una estela; se postraron ante el ejército del cielo y dieron culto
a Baal. Sacrificaron en la hoguera a sus hijos e hijas, practicaron la
adivinación y la magia, y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba,
irritándolo. El Señor se irritó tanto contra Israel, que los arrojó de su
presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.
RESPONSORIO
Cf. Sir 48, 16. 18
R. El
pueblo no se convirtió ni dejó de pecar, hasta que fueron arrojados de su país
* y fueron dispersados por toda la tierra; Judá quedó diezmada.
V.
Algunos reyes obraron rectamente, otros hicieron males monstruosos.
R. Y
fueron dispersados por toda la tierra; Judá quedó diezmada.
SEGUNDA
LECTURA
Del prólogo al comentario de san Jerónimo, presbítero, sobre el
libro del profeta Isaías.
(Núms. 1. 2: CCL 73, 1-3)
IGNORAR LAS ESCRITURAS ES IGNORAR A CRISTO
Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Ocupaos en
examinar las Escrituras, y también: Buscad y hallaréis, para que no tenga que
decirme, como a los judíos: Estáis en un error; no entendéis las Escrituras ni
el poder de Dios. Pues si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de
Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el
poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es
ignorar a Cristo.
Por esto quiero imitar al amo de casa, que de su provisión saca lo nuevo y lo
antiguo, y a la esposa que dice en el Cantar de los cantares: He guardado para
ti, mi amado, lo nuevo y lo antiguo; y, así, expondré el libro de Isaías,
haciendo ver en él no sólo al profeta, sino también al evangelista y apóstol.
Él, en efecto, refiriéndose a sí mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué
hermosos son los pies de los que anuncian el bien, de los que anuncian la paz!
Y Dios le habla como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a
ese pueblo? Y él responde: Aquí estoy, mándame.
Nadie piense que yo quiero resumir en pocas palabras el contenido de este
libro, ya que él abarca todos los misterios del Señor: predice, en efecto, al
Emmanuel que nacerá de la Virgen, que realizará obras y signos admirables, que
morirá, será sepultado y resucitará del país de los muertos, y será el Salvador
de todos los hombres.
¿Para qué voy a hablar de física, de ética, de lógica? Este libro es como un
compendio de todas las Escrituras y encierra en sí cuanto es capaz de
pronunciar la lengua humana y sentir el hombre mortal. El mismo libro contiene
unas palabras que atestiguan su carácter misterioso y profundo: Cualquier
visión se os volverá —dice— como el texto de un libro sellado: se lo dan a uno
que sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee esto». Y él responde: «No puedo, porque
está sellado». Y se lo dan a uno que no sabe leer, diciéndole: «Por favor, lee
esto». Y el responde: «No sé leer».
Y si a alguno le parece débil esta argumentación, que oiga lo que dice el
Apóstol: Cuanto a los dotados del carisma de profecía, que hablen dos o tres, y
que los demás den su dictamen; y, si algún otro que está sentado recibiera una
revelación, que calle el que está hablando. ¿Qué razón tienen los profetas para
silenciar su boca, para callar o hablar, si el Espíritu es quien habla por boca
de ellos? Por consiguiente, si recibían del Espíritu lo que decían, las cosas
que comunicaban estaban llenas de sabiduría y de sentido. Lo que llegaba a
oídos de los profetas no era el sonido de una voz material, sino que era Dios
quien hablaba en su interior, como dice uno de ellos: El ángel que hablaba en
mí, y también: Que clama en nuestros corazones: «¡Padre!», y asimismo: Voy a
escuchar lo que dice el Señor.
RESPONSORIO 2Tm 3, 16-17; Pr 28, 7
R. Todas las partes de la Escritura están
inspiradas por Dios y son útiles para instruir y para educar en la buena
conducta, * así, el siervo de Dios se
hará perfecto y estará preparado para toda buena obra.
V. El que guarda la ley es hijo prudente.
R. Así, el siervo de Dios se hará perfecto y
estará preparado para toda buena obra.
*San Jerónimo*
Lecturas del Martes de la XXVI
Semana del Tiempo Ordinario
30
Sep 2025
Evangelio
de hoy
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (9,51-56):
Cuando
se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús
tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De
camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no
lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor,
¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y les regañó y dijo: «No sabéis de que espíritu sois. Porque el
Hijo del Hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos.»
Y se marcharon a otra aldea.
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Fue san jerónimo consuelo de los que sufrían, defensor de los
huérfanos y apoyo de las viudas.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Fue san Vicente consuelo de los que
sufrían, defensor de los huérfanos y apoyo de las viudas.
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos
enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días,
aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que concediste a san
Jerónimo saber gustar de la sagrada Escritura y vivirla intensamente, haz que
tu pueblo se alimente cada vez más en tu palabra y encuentre en ella la fuente
de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: CUANDO, SEÑOR, EL DÍA YA DECLINA
Cuando, Señor, el día ya declina,
quedaos con el hombre, que, en la noche
del tiempo y de la lucha en que camina,
turba su corazón con su reproche.
Disipad nuestras dudas, hombres santos,
que en el alto glorioso del camino
ya dejasteis atrás temores tantos
de perder vuestra fe en el Don divino.
Perdonad nuestros miedos, seguidores
del camino en la fe que os fue ofrecido,
hacednos con vosotros confesores
de la fe y del amor que habéis vivido.
Que tu amor, Padre santo, haga fuerte
nuestro amor, nuestra fe en tu Hijo amado;
que la hora suprema de la muerte
sea encuentro en la luz, don consumado. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No podéis servir a Dios y al
dinero.
Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Rm 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha
llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a
ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A
los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Lo que hicisteis con uno de mis humildes hermanos, conmigo lo
hicísteis», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Lo que hicisteis con uno de mis
humildes hermanos, conmigo lo hicísteis», dice el Señor.
PRECES
Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la
intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
grandezas.
Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu
beneplácito,
ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del
amor.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios, que concediste a san Jerónimo saber gustar de la sagrada
Escritura y vivirla intensamente, haz que tu pueblo se alimente cada vez más en
tu palabra y encuentre en ella la fuente de la vida. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y
es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.