*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*TIEMPO ORDINARIO*
VIERNES DE LA SEMANA XIV
Del Común de santos varones para los santos religiosos. Salterio II.
11 de julio
*SAN BENITO ABAD, patrono de Europa*. (MEMORIA).
Nació en Nursia, región de Umbría, hacia el año 480. Después de haber recibido
en Roma una adecuada formación, comenzó a practicar la vida eremítica en
Subiaco, donde reunió a algunos discípulos; más tarde se trasladó a Casino.
Allí fundó el célebre monasterio de Montecasino y escribió la Regla, cuya
difusión le valió el título de patriarca del monaquismo occidental. Murió el 21
de marzo del año 547, pero ya desde finales del siglo VIII en muchos lugares
comenzó a celebrarse su memoria el día de hoy.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta
de san Benito.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta
de san Benito.
Himno: VOSOTROS SOIS LUZ DEL MUNDO.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera;
si el Padre poda las ramas,
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca,
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
Dichosos, porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO.
Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa
contra gente sin piedad,
sálvame del hombre traidor y malvado.
Tú eres mi Dios y protector,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.
Ant 2. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38,
10-14. 17-20
Yo pensé: «En medio de mis días
tengo que marchar hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.»
Yo pensé: «Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
Levantan y enrollan mi vida
como una tienda de pastores.
Como un tejedor devanaba yo mi vida,
y me cortan la trama.»
Día y noche me estás acabando,
sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estas acabando.
Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo se consumen:
¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!
Me has curado, me has hecho revivir,
la amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía
y volviste la espalda a todos mis pecados.
El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
Los vivos, los vivos son quienes te alaban:
como yo ahora.
El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.
Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días en la casa del Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Protégenos, Señor, todos los días
de nuestra vida.
Ant 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en
Sión.
Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.
¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,
y a ti se te cumplen los votos,
porque tú escuchas las súplicas.
A ti acude todo mortal
a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonas.
Dichoso el que tú eliges y acercas
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa,
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes,
Dios, salvador nuestro;
tú, esperanza del confín de la tierra
y del océano remoto;
Tú que afianzas los montes con tu fuerza,
ceñido de poder;
tú que reprimes el estruendo del mar,
el estruendo de las olas
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe
se sobrecogen ante tus signos,
y a las puertas de la aurora y del ocaso
las llenas de júbilo.
Tú cuidas de la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales;
riegas los surcos, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes,
las rodadas de tu carro rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en
Sión.
LECTURA BREVE Rm 12, 1-2
Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como
hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os
ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo
perfecto.
RESPONSORIO BREVE
V. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Y sus pasos no vacilan.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Lleva en el corazón la ley de su Dios.
V. Mis ojos se consumen aguardando tu salvación.
R. Y tu promesa de justicia.
PRIMERA LECTURA
Del primer libro de Samuel 26, 5-25
MAGNANIMIDAD DE DAVID HACIA SAÚL
En aquellos días, fue David al lugar donde acampaba Saúl y observó el sitio en
que estaban acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl
en el centro del campamento, y la tropa estaba acampada a su alrededor. David
se dirigió a Ajimélec, hitita, y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y
les dijo:
«¿Quién quiere bajar conmigo al campamento de Saúl?»
Abisay respondió:
«Yo bajo contigo.»
David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa: Saúl dormía acostado en
el centro del campamento, con su lanza clavada en tierra a su cabecera; Abner y
la tropa dormían a su alrededor. Dijo entonces Abisay a David:
«Hoy ha puesto Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame ahora mismo que lo clave en
tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir.»
Pero David dijo a Abisay:
«No lo mates, pues ¿quién atentó contra el ungido del Señor y quedó impune?»
Y añadió David:
«Vive el Señor, que ha de ser él quien lo hiera, ya sea que llegue su día y
muera, o bien que baje al combate y perezca. Líbreme el Señor de levantar mi
mano contra su ungido. Ahora toma la lanza de su cabecera y el jarro de agua y
vámonos.»
Tomó David de la cabecera de Saúl la lanza y el jarro de agua y se fueron.
Nadie los vio, nadie se enteró, nadie se despertó. Todos dormían, porque se
había abatido sobre ellos el sopor profundo del Señor.
Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte, quedando un
gran espacio entre ellos. Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner,
diciendo:
«¿No me respondes, Abner?»
Abner respondió:
«¿Quién eres tú que me llamas?»
Dijo David:
«¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no has
custodiado al rey, tu señor? Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey,
tu señor. No está bien esto que has hecho. Vive el Señor, que sois reos de
muerte, por no haber velado sobre vuestro señor, el ungido del Señor. Mira
ahora, ¿dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su
cabecera?»
Reconoció Saúl la voz de David y preguntó:
«¿Es ésta tu voz, hijo mío, David?»
Respondió David:
«Mi voz es, oh rey, mi señor.»
Y añadió:
«¿Por qué persigue mi señor a su siervo? ¿Qué he hecho y qué maldad hay en mí?
Que el rey, mi señor, se digne escuchar ahora las palabras de su siervo: si es
el Señor quien te excita contra mí, que sea aplacado con una ofrenda, pero, si
son los hombres, malditos sean ante el Señor, porque me expulsan hoy para que
no participe en la heredad del Señor, diciéndose: "Que vaya a servir a
otros dioses." Que no caiga ahora mi sangre en tierra, lejos de la
presencia del Señor, pues ha salido el rey de Israel a cazar mi vida, como
quien persigue una perdiz por los montes.»
Respondió Saúl:
«He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal, ya que mi vida
ha sido preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente
equivocado.»
Respondió David:
«Aquí está la lanza del rey. Que pase uno de tus servidores a recogerla. El
Señor retribuirá a cada uno según su justicia y su fidelidad, pues hoy te
entregó el Señor en mis manos, pero yo no he querido alzar mi mano contra el
ungido del Señor. De igual modo que tu vida ha sido hoy de gran precio a mis
ojos, así será de gran precio la mía a los ojos del Señor, de suerte que me
libre de toda angustia.»
Dijo Saúl a David:
«Bendito seas, hijo mío, David. Triunfarás en todas tus empresas.»
David siguió por su camino y Saúl se volvió a su casa.
RESPONSORIO Sal 53, 5. 3. 8. 4
R. Unos insolentes se alzan contra mí, y hombres
violentos me persiguen a muerte; ¡oh Dios!, sálvame por tu nombre, * sal
por mí con tu poder.
V. Te ofreceré un sacrificio voluntario; ¡oh
Dios!, escucha mi súplica.
R. Sal por mí con tu poder.
SEGUNDA LECTURA
De la Regla de san Benito, abad
(Prólogo, 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75, 2-5. 162-163)
NO ANTEPONGAN NADA ABSOLUTAMENTE A CRISTO
Cuando emprendas alguna obra buena, lo primero que has de hacer es pedir
constantemente a Dios que sea él quien la lleve a término, y así nunca lo
contristaremos con nuestras malas acciones, a él, que se ha dignado contarnos
en el número de sus hijos, ya que en todo tiempo debemos someternos a él en el
uso de los bienes que pone a nuestra disposición, no sea que algún día, como un
padre que se enfada con sus hijos, nos desherede, o, como un amo temible, irritado
por nuestra maldad, nos entregue al castigo eterno, como a servidores perversos
que han rehusado seguirlo a la gloria.
Por lo tanto, despertémonos ya de una vez, obedientes a la llamada que nos hace
la Escritura: Ya es hora que despertéis del sueño. Y, abiertos nuestros ojos a
la luz divina, escuchemos bien atentos la advertencia que nos hace cada día la
voz de Dios: Hoy, si escucháis su voz, no endurezcáis el corazón; y también: El
que tenga oídos oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.
¿Y qué es lo que dice? Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del
Señor. Caminad mientras tenéis luz, para que las tinieblas de la muerte no os
sorprendan.
Y el Señor, buscando entre la multitud de los hombres a uno que realmente
quisiera ser operario suyo, dirige a todos esta invitación: ¿Hay alguien que
ame la vida y desee días de prosperidad? Y si tú, al oír esta invitación,
respondes: «Yo», entonces Dios te dice: «Si amas la vida verdadera y eterna,
guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el
bien, busca la paz y corre tras ella. Si así lo hacéis, mis ojos estarán sobre
vosotros y mis oídos atentos a vuestras plegarias; y, antes de que me
invoquéis, os diré: Aquí estoy.»
¿Qué hay para nosotros más dulce, hermanos muy amados, que esta voz del Señor
que nos invita? Ved cómo el Señor, con su amor paternal, nos muestra el camino
de la vida.
Ceñida, pues, nuestra cintura con la fe y la práctica de las buenas obras,
avancemos por sus caminos, tomando por guía el Evangelio, para que alcancemos a
ver a aquél que nos ha llamado a su reino. Porque, si queremos tener nuestra
morada en las estancias de su reino, hemos de tener presente que para llegar
allí hemos de caminar aprisa por el camino de las buenas obras.
Así como hay un celo malo, lleno de amargura, que separa de Dios y lleva al
infierno, así también hay un celo bueno, que separa de los vicios y lleva a
Dios y a la vida eterna. Éste es el celo que han de practicar con ferviente
amor los monjes, esto es: tengan por más dignos a los demás; soporten con una
paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales;
pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el
bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor
fraterno; vivan siempre en el temor y amor de Dios; amen a su abad con una
caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo, el cual
nos lleve a todos juntos a la vida eterna.
RESPONSORIO S. Gregorio Magno, Diálogos, lib. 2,
prólogo; 3
R. El bienaventurado Benito, habiendo dejado su
casa y sus bienes familiares y queriendo agradar sólo a Dios, buscó la manera
de llevar una vida santa, * y
habitó en la soledad, ante los ojos del Altísimo, que todo lo ve.
V. Sabiamente indocto, se retiró, consciente de su
ignorancia.
R. Y habitó en la soledad, ante los ojos del
Altísimo, que todo lo ve.
*Lecturas
del Viernes de la 14ª semana del Tiempo Ordinario*
Viernes,
11 de julio de 2025
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (10,16-23)*
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Mirad que os mando como ovejas entre
lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no
os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las
sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así
daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os
preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os
sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el
Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus
hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos
contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que
persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a
otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de
que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Hubo un hombre, venerable por su vida, Benito, que, como ya su
propio nombre lo insinúa, fue bendecido por Dios con los dones de su gracia.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Hubo un hombre, venerable por su
vida, Benito, que, como ya su propio nombre lo insinúa, fue bendecido por Dios
con los dones de su gracia.
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos
enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días,
aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado,
compadécete de nuestras debilidades.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos quieres sal de la tierra y luz del mundo,
ilumina nuestras vidas con tu propia luz.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servir con humildad a ti y a nuestros hermanos.
Señor Jesús, reflejo de la gloria del Padre e impronta de su ser,
haz que un día podamos contemplar la claridad de tu gloria.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Oremos ahora al Padre, como nos enseñó el mismo Jesús:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que constituiste al abad san Benito como un insigne
maestro para los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que,
anteponiendo tu amor a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el
camino de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: FELIZ QUIEN HA ESCUCHADO LA LLAMADA
Feliz quien ha escuchado la llamada
al pleno seguimiento del Maestro,
feliz porque él, con su mirada,
lo eligió como amigo y compañero.
Feliz el que ha abrazado la pobreza
para llenar de Dios su vida toda,
para servirlo a él con fortaleza,
con gozo y con amor a todas horas.
Feliz el mensajero de verdades
que marcha por caminos de la tierra,
predicando bondad contra maldades,
pregonando la paz contra las guerras. Amén.
SALMODIA
Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.
Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS
Oíd esto, todas las naciones,
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres;
mi boca hablará sabiamente,
y serán muy sensatas mis reflexiones;
prestaré oído al proverbio
y propondré mi problema al son de la cítara.
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y me acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate?
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa.
Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños.
El sepulcro es su morada perpetua
y su casa de edad en edad,
aunque hayan dado nombre a países.
El hombre no perdura en la opulencia,
sino que perece como los animales.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. No podéis servir a Dios y al
dinero.
Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Salmo 48 II
Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor,
y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura
y el abismo es su casa.
Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz.
El hombre rico e inconsciente
es como un animal que perece.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Atesorad tesoros en el cielo»,
dice el Señor.
Ant 3. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Digno es el Cordero degollado de
recibir el honor y la gloria.
LECTURA BREVE Rm 8, 28-30
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha
llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a
ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A
los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que
justificó, los glorificó.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor es justo y ama la justicia.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Los buenos verán su rostro.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor es justo y ama la justicia.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Este hombre recibió la bendición del Señor, la misericordia del
Dios de salvación; él es del grupo que busca al Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Este hombre recibió la bendición
del Señor, la misericordia del Dios de salvación; él es del grupo que busca al
Señor.
PRECES
Pidamos a Dios Padre, fuente de toda santidad, que con la
intercesión y el ejemplo de los santos nos ayude, y digamos:
Haz que seamos santos, porque tú, Señor, eres santo.
Padre santo, que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
haz que la Iglesia santa, extendida por los confines de la tierra, cante tus
grandezas.
Padre santo, que deseas que vivamos de una manera digna, buscando siempre tu
beneplácito,
ayúdanos a dar fruto de buenas obras.
Padre santo, que nos reconciliaste contigo por medio de Cristo,
guárdanos en tu nombre para que todos seamos uno.
Padre santo, que nos convocas al banquete de tu reino,
haz que comiendo el pan que ha bajado del cielo alcancemos la perfección del
amor.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Padre santo, perdona a los pecadores sus delitos
y admite a los difuntos en tu reino para que puedan contemplar tu rostro.
Porque nos llamamos y somos hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Dios nuestro, que constituiste al abad san Benito como un insigne
maestro para los que quieren entregarse a tu servicio, concédenos que,
anteponiendo tu amor a todas las cosas, corramos con un amor generoso por el
camino de tus mandamientos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.