*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*Laudes - LUNES XXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025*
El siguiente es el formulario que corresponde a
laudes de la liturgia de las horas para el día, lunes, 25 de agosto de 2025.
*SAN JOSÉ DE CALASANZ, PRESBÍTERO*
Invitatorio
V. Señor,
ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Antifona: Entremos a la presencia del Señor, dándole gracias.
·
Salmo 94
Invitación a la alabanza divina
Animaos los unos a los otros, día tras día,
mientras dure este «hoy». (Hb 3,13)
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
(Se repite la antífona)
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
(Se repite la antífona)
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
(Se repite la antífona)
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.
(Se repite la antífona)
Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
“Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.”»
(Se repite la antífona)
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
(Se repite la antífona)
Laudes
Himno 1
Mis ojos, mis pobres ojos
que acaban de despertar
los hiciste para ver,
no sólo para llorar.
Haz que sepa adivinar
entre las sombras la luz,
que nunca me ciegue el mal
ni olvide que existes tú.
Que, cuando llegue el dolor,
que yo sé que llegará,
no se me enturbie el amor,
ni se me nuble la paz.
Sostén ahora mi fe, pues,
cuando llegue a tu hogar,
con mis ojos te veré
y mi llanto cesará. Amén.
Salmodia
Antífona 1: A ti te suplico, Señor; por la mañana escucharás mi voz.
Salmo 5, 2-10.12-13
Oración de la mañana de un justo
perseguido
Se alegrarán eternamente los que acogieron al Verbo en su interior. El
Verbo habita en ellos.
Señor, escucha mis palabras,
atiende a mis gemidos,
haz caso de mis gritos de auxilio,
Rey mío y Dios mío.
A ti te suplico, Señor;
por la mañana escucharás mi voz,
por la mañana te expongo mi causa,
y me quedo aguardando.
Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huésped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
Pero yo, por tu gran bondad,
entraré en tu casa,
me postraré ante tu templo santo
con toda reverencia.
Señor, guíame con tu justicia,
porque tengo enemigos;
alláname tu camino.
En su boca no hay sinceridad,
su corazón es perverso;
su garganta es un sepulcro abierto,
mientras halagan con la lengua.
Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor.
Antífona 2: Alabamos, Dios nuestro, tu nombre glorioso.
1Cro 29,10-13
Sólo a Dios honor y gloria
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. (Ef 1,3)
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra,
tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Por eso, Dios nuestro,
nosotros te damos gracias,
alabando tu nombre glorioso.
Antífona 3: Postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
Salmo 28
Manifestación de Dios en la tempestad
Vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi
predilecto» (Mt 3,17)
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Dios de la gloria ha tronado,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica,
la voz del Señor descuaja los cedros,
el Señor descuaja los cedros del Líbano.
Hace brincar al Líbano como a un novillo,
al Sarión como a una cría de búfalo.
La voz del Señor lanza llamas de fuego,
la voz del Señor sacude el desierto,
el Señor sacude el desierto de Cadés.
La voz del Señor retuerce los robles,
el Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor da fuerza a su pueblo,
el Señor bendice a su pueblo con la paz.
Lectura Breve
2Ts 3,10b-13
El que no trabaja, que no coma. Porque nos hemos
enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. Pues
a ésos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con
tranquilidad para ganarse el pan. Por vuestra parte, hermanos, no os canséis de
hacer el bien.
Responsorio Breve
R. Bendito
sea el Señor * Ahora y por siempre. Bendito.
V. El único que hace maravillas. * Ahora y por siempre. Gloria al
Padre. Bendito.
Primera Lectura
De la carta a los Efesios 4, 25-5, 7
SED IMITADORES DE DIOS
Hermanos: Dejaos de mentiras, hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos
miembros unos de otros. Si os indignáis, no lleguéis a pecar; que la puesta del
sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.
El ladrón, que no robe más; mejor será que se fatigue
trabajando honradamente con sus propias manos, para poder repartir con el
necesitado. No salga de vuestra boca palabra desedificante, sino la que sirva
para la necesaria edificación, comunicando la
gracia a los oyentes. Y no provoquéis más al Santo Espíritu de Dios, con el
cual fuisteis marcados para el día de la redención.
Desterrad de entre vosotros todo exacerbamiento, animosidad,
ira, pendencia, insulto y toda clase de maldad. Sed, por el contrario,
bondadosos y compasivos unos con otros, y perdonaos mutuamente como también
Dios os ha perdonado en Cristo.
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados que sois. Y vivid en el amor a ejemplo
de Cristo, que os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación de suave fragancia.
Por otra parte, de lujuria, inmoralidad de cualquier género o codicia, entre
vosotros ni hablar; es impropio de gente consagrada. Y lo mismo obscenidades,
estupideces o chabacanerías, que están fuera de sitio; en lugar de eso, dad
gracias a Dios. Porque esto
que digo, tenedlo por sabido y resabido: nadie que se da a la lujuria, a la
inmoralidad o a la codicia, que es una idolatría, tendrá parte en el reino de
Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos: estas cosas
son las que atraen la reprobación de Dios
sobre los rebeldes. Por eso, no os hagáis cómplices de ellos.
Responsorio Ef 4, 30;
1Ts 5, 16. 18. 19
R. No
provoquéis al Santo Espíritu de Dios, * con el cual fuisteis marcados
para el día dela redención.
V. Alegraos siempre y dad gracias a Dios en toda ocasión; no impidáis
las manifestaciones del Espíritu.
R. Con el cual fuisteis marcados para el día de la redención.
Segunda Lectura
Del comentario de santo Tomás de Aquino,
presbítero, sobre el evangelio de san Juan
(Cap. 10, lect. 3)
EL RESTO DE ISRAEL PASTARÁ Y SE TENDERÁ SIN
SOBRESALTOS
Yo soy el buen Pastor. Es evidente que el oficio de
pastor compete a Cristo, pues, de la misma manera que el rebaño es guiado y
alimentado por el pastor, así Cristo alimenta a los fieles espiritualmente y
también con su cuerpo y su sangre. Andabais descarriados como ovejas -dice el
Apóstol-, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Pero ya que Cristo, por una parte, afirma que el pastor entra por la puerta y,
en otro lugar, dice que él es la puerta, y aquí añade que él es el pastor, debe
concluirse de todo ello, que Cristo entra por sí mismo. Y es cierto que Cristo
entra por sí mismo, pues él se
manifiesta a sí mismo, y por sí mismo conoce al Padre. Nosotros, en cambio,
entramos por él, pues es por él que alcanzamos la felicidad.
Pero, fíjate bien: nadie que no sea él es puerta, porque nadie sino él es luz
verdadera, a no ser por participación: No era él -es decir, Juan Bautista-la
luz, sino testigo de la luz. De Cristo, en cambio, se
dice: Era la luz verdadera; que alumbra a todo hombre. Por ello, de nadie puede
decirse que sea puerta; esta cualidad Cristo se la reservó para sí; el oficio,
en cambio, de pastor lo dio también a otros y quiso que lo tuvieran sus
miembros: por ello, Pedro fue pastor, y
pastores fueron también los otros apóstoles, y son pastores todos los buenos
obispos.
Os daré -dice la Escritura-pastores a mi gusto.
Pero, aunque los prelados de la Iglesia, que también son hijos, sean todos
llamados pastores, sin embargo, el Señor dice en singular: Yo soy el buen
Pastor; con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede
ser buen pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se
convierte en miembro del verdadero pastor.
El deber del buen pastor es la caridad; por eso dice: El buen pastor da la vida
por las ovejas. Conviene, pues, distinguir entre el buen pastor y el mal
pastor: el buen pastor es aquel que busca el bien de sus ovejas, en cambio, el
mal pastor es el que persigue su propio bien.
A los pastores que apacientan rebaños de ovejas no
se les exige exponer su propia vida a la muerte por el bien de su rebaño, pero,
en cambio, el pastor espiritual sí que debe renunciar a su vida corporal ante
el peligro de sus ovejas, porque la salvación espiritual
del rebaño es de más precio que la vida corporal del pastor. Es esto
precisamente lo que afirma el Señor: El buen pastor da la vida -la vida del
cuerpo-por las ovejas, es decir, por las que son suyas por razón de su
autoridad y de su amor. Ambas cosas se requieren: que
las ovejas le pertenezcan y que las ame, pues lo primero sin lo segundo no
sería suficiente.
De este proceder Cristo nos dio ejemplo: Si Cristo dio su vida por nosotros,
también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.
Responsorio Ez 34, 12;
Jn 10, 28
R. Buscaré
mis ovejas, * y las sacaré de todos los lugares por donde
se dispersaron en un día de oscuridad y nubarrones.
V. Mis ovejas nunca jamás perecerán, ni nadie las arrebatará de mis
manos.
R. Y las sacaré de todos los lugares por donde se dispersaron en un
día de oscuridad y nubarrones.
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Mateo (23,13-22)*
En
aquel tiempo, habló Jesús diciendo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis
vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren. ¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito y,
cuando lo conseguís, lo hacéis digno del fuego el doble que vosotros! ¡Ay de
vosotros, guías ciegos, que decís: «Jurar por el templo no obliga, jurar por el
oro del templo sí obliga!» ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo
que consagra el oro? O también: «Jurar por el altar no obliga, jurar por la
ofrenda que está en el altar sí obliga.» ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el
altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar jura también por todo lo
que está sobre él; quien jura por el templo jura también por el que habita en
él; y quien jura por el cielo jura por el trono de Dios y también por el que
está sentado en él.»
Palabra
del Señor
Canto Evangélico
Antifona: Bendito
sea el Señor, Dios nuestro.
Benedictus Lc 1, 68-79
El Mesías y su precursor
+ Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Proclamemos la grandeza de Cristo, lleno de gracia
y del Espíritu Santo, y acudamos a él, diciendo:
'Concédenos, Señor, tu Espíritu'.
Concédenos, Señor, un día lleno de paz, de alegría y de inocencia,
—para que, llegados a la noche, con gozo y limpios de pecado, podamos alabarte
nuevamente.
Que baje hoy a nosotros tu bondad
—y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz,
—para que durante todo el día sintamos cómo tu mano nos protege.
Mira con bondad a cuantos se han encomendado a nuestras oraciones
—y enriquécelos con toda clase de bienes del cuerpo y del alma.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Oremos:
Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe
nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y
tienda siempre a ti, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos
de los siglos.
Amén.
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Vísperas - LUNES XXI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO 2025
Invitatorio
Vísperas
Invocación
V. Dios
mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno
·
Himno 1
Hora de la tarde,
fin de las labores.
Amo de las viñas,
paga los trabajos de tus viñadores.
Al romper el día,
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.
Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.
Das al vespertino
lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.
A lo que sembramos
dale crecimiento.
Salmodia
Antífona 1: El Señor se complace en el pobre
Salmo 10
El Señor, esperanza del justo
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos
quedarán saciados. (Mt 5,6)
Al Señor me acojo, ¿por qué me decís:
«Escapa como un pájaro al monte,
porque los malvados tensan el arco,
ajustan las saetas a la cuerda,
para disparar en la sombra contra los buenos?
Cuando fallan los cimientos,
¿qué podrá hacer el justo?»
Pero el Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo,
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres.
El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre,
les tocará en suerte un viento huracanado.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro.
Antífona 2: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Salmo 14
¿Quién es justo ante el Señor?
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo (Hb 12,22)
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aun en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Antífona 3: Dios nos ha destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos.
Ef 1,3-10
El Dios salvador
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Lectura Breve
Col 1,9b-11
Conseguid un conocimiento perfecto de la voluntad
de Dios, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra
conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda
clase de obras buenas y aumentará vuestro conocimiento de Dios. El poder de su
gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con
alegría.
Responsorio Breve
R. Sáname,
Señor, * Porque he pecado contra ti. Sáname.
V. Yo dije: Señor, ten misericordia. * Porque he pecado contra ti.
Gloria al Padre. Sáname.
Canto Evangélico
Antifona: Proclama
mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado mi humillación.
Magnificat Lc 1, 46-55
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Preces
Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que,
recordando siempre su alianza, no
cesa de bendecirnos, y digámosle con ánimo confiado:
'Trata con bondad a tu pueblo, Señor'.
Salva a tu pueblo, Señor,
—y bendice tu heredad.
Congrega en la unidad a todos los cristianos,
—para que el mundo crea en Cristo, tu enviado.
Derrama tu gracia sobre nuestros familiares y amigos:
—que difundan en todas partes la fragancia de Cristo.
Muestra tu amor a los agonizantes:
—que puedan contemplar tu salvación.
Ten piedad de los que han muerto
—y acógelos en el descanso de Cristo.
Terminemos nuestra oración con la plegaria que nos enseñó el Señor:
Padre nuestro.
Padre Nuestro
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación,
y líbranos del mal.
Oración
Nuestro humilde servicio, Señor, proclame tu
grandeza, y, ya que por nuestra salvación te dignaste mirar la humillación de
la Virgen María, te rogamos nos enaltezcas llevándonos a la plenitud de la
salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Conclusión
Si preside el obispo, es conveniente que éste bendiga al pueblo con la
bendición solemne:
V. El
Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Que la paz de Dios, que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano,
custodie vuestro corazón y vuestra inteligencia en el amor y conocimiento de
Dios y de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si preside un presbítero o un diácono, bendice al pueblo como el obispo,
o bien con la bendición común:
V. El
Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R. Amén.
Si se despide a la comunidad, se añade la invitación:
V. Podéis
ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
En el rezo individual o en una celebración comunitaria presidida por un
ministro no ordenado, se dice:
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.