Musica Para el Alma
sábado, 9 de abril de 2022
JUEN 12,1-11 CICLO C
*Lecturas del Lunes Santo*
Lunes, 11
de abril de 2022
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta
servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una
libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se
los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos
a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y
como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres
los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por
Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los
muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos,
por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(Y la
casa se llenó de la fragancia del perfume)
*Lázaro fue un hombre declarado muerto, que ya tenía
mal olor, y la alegría que siento es grande porque el Señor, tiene el poder, de
sacar de la muerte a uno declarado muerto y con mal olor. El Señor está
haciendo conmigo una obra de misericordia, no solo me está sacando de la
muerte, sino que no siente asco de mí, ni se cubre la nariz para limpiar mi mal
olor. Hay personas que han reservado para el Señor, el buen perfume de sus
oraciones, y en sus oración me tienen presente a mí y a mi familia; y me siento
agradecido del Señor que usa de misericordia conmigo*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL LUNES SANTO
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE
CUARESMA
LUNES SANTO
Del Propio del Tiempo. Salterio II
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y
mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A
Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid,
adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A
Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid,
adorémosle.
Himno: DIERON MUERTE AL HEREDERO
Dieron muerte al Heredero,
su oblación es haz de luz,
reina Dios desde el madero,
fulge el signo de la cruz.
En los cielos contemplamos
nuestra prenda tan locuaz
como símbolo divino
de salud, de amor, de paz.
¡Resplandece, brilla, avanza,
oh estandarte del gran Rey!
¡Oh cruz, única esperanza
y resumen de su ley!
Que presidas nuestra suerte
-cada cual con nuestra cruz-
y en la hora de la muerte
nos conduzcas a Jesús.
Gloria al Padre con el Hijo
y el Espíritu de amor;
las tres personas reciban
por la cruz igual honor. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Exclamó Jesús: «Siento en mi alma
angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo.»
Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE
CONTEMPLAR EL TEMPLO
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?
Las lágrimas son mi pan
noche y día,
mientras todo el día me repiten:
«¿Dónde está tu Dios?»
Recuerdo otros tiempos,
y mi alma desfallece de tristeza:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo,
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.
Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.
De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando sombrío,
hostigado por mi enemigo?
Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
«¿Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Exclamó
Jesús: «Siento en mi alma angustias de muerte; aguardad aquí y velad conmigo.»
Ant 2. Ahora
viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser arrojado
fuera.
Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD
SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16
Sálvanos, Dios del universo,
infunde tu terror a todas las naciones;
amenaza con tu mano al pueblo extranjero,
para que sienta tu poder.
Como les mostraste tu santidad al castigarnos,
muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:
para que sepan, como nosotros lo sabemos,
que no hay Dios fuera de ti.
Renueva los prodigios, repite los portentos,
exalta tu mano, robustece tu brazo.
Reúne a todas las tribus de Jacob
y dales su heredad como antiguamente.
Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,
de Israel, a quien nombraste tu primogénito.
Ten compasión de tu ciudad santa,
de Jerusalén, lugar de tu reposo.
Llena a Sión de tu majestad
y al templo de tu gloria.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ahora
viene el juicio de este mundo; ahora el señor de este mundo va a ser arrojado
fuera.
Ant 3. Jesús,
caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por
encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.
SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL
UNIVERSO.
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.
Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.
Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús,
caudillo y consumador de la fe, sufrió con toda constancia la cruz, pasando por
encima de su ignominia; y está sentado a la diestra del trono de Dios.
LECTURA BREVE Jr 11,
19-20
Yo como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que
contra mí planeaban: «Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la
tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más.» Pero tú, Señor de los
ejércitos, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu
venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos
has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De
entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos
has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos
has comprado, Señor, por tu sangre.
*PRIMERA LECTURA AÑO I*
Del libro del profeta
Isaías 52, 13--53, 12
EL SIERVO DEL SEÑOR,
MALTRATADO POR NUESTROS PECADOS
Mirad: mi siervo tendrá éxito, será enaltecido Y ensalzado sobremanera. Y, así
como muchos se horrorizaron de él, pues tan desfigurado estaba que ya ni
parecía hombre, no tenía ni aspecto humano, así también muchos pueblos se
admirarán de él y, a su vista, los reyes enmudecerán de asombro porque verán
algo jamás narrado y contemplarán algo inaudito.
¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció
ante nosotros como un débil brote, como raíz en tierra árida. Lo vimos sin
aspecto atrayente, sin gracia ni belleza, despreciado Y rechazado por los
hombres, como varón de dolores, acostumbrado a los sufrimientos, ante el cual
se desvía la mirada, discriminado y desestimado.
Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores: nosotros lo
estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue herido por nuestras
rebeldías, triturado por nuestros crímenes. Él soportó el castigo que nos trae
la paz, por sus llagas hemos sido curados. Todos errábamos como ovejas, cada
uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero
llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la
boca. Sin defensa, sin justicia se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo
arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron.
Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque
no había cometido crímenes, ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso
triturarlo con el sufrimiento y entregar su vida como expiación: verá su descendencia,
prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos, porque cargó sobre sí los crímenes de ellos. Le
daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre, porque se
entregó a sí mismo a la muerte y fue contado entre los malhechores; él tomó
sobre sí el pecado de las multitudes e intercedió por los pecadores.
RESPONSORIO Cf. Is 53, 7.
12
R. Fue conducido como oveja al
matadero, fue maltratado y se humilló, enmudecía y no abría la boca; fue
entregado a la muerte, * para dar la vida a su pueblo.
V. Se entregó a sí mismo a la muerte y
fue contado entre los malhechores.
R. Para dar la vida a su pueblo.
*PRIMERA
LECTURA II*
Del libro del profeta Jeremías 26, 1-15
JEREMÍAS EN PELIGRO DE MUERTE POR
PROFETIZAR LA RUINA DEL TEMPLO
Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino a
Jeremías esta palabra del Señor:
«Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo Y di a todos los ciudadanos de
Judá, que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande
decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de
su mala conducta, Y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus
malas acciones.
Les dirás: "Así dice el Señor: Si no me obedecéis -cumpliendo la ley que
os di en vuestra presencia y escuchando las palabras de mis siervos los
profetas, que os enviaba sin cesar Y vosotros no escuchabais-, entonces trataré
a este templo como al de Silo, y a esta ciudad la haré fórmula de maldición
para todos los pueblos de la tierra."»
Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras
en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le
había mandado decir al pueblo, lo prendieron los sacerdotes y los profetas y el
pueblo, diciendo:
«Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo
será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»
Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor. Se enteraron de lo
sucedido los príncipes de Judá y, subiendo del palacio real al templo del
Señor, se sentaron a juzgar junto a la Puerta Nueva. Los sacerdotes y los
profetas dijeron a los príncipes y al pueblo:
«Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como
lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo:
«El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras
que habéis oído. Ahora bien, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones,
escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la
amenaza que pronunció contra vosotros. Yo por mi parte estoy en vuestras manos:
haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis,
echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes.
Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros
oídos estas palabras.»
RESPONSORIO Jn 12,
27-28; Sal 41, 6
R. Ahora
mi alma está agitada, y ¿qué voy a decir? ¿Padre, líbrame de esta hora? ¡Pero
si precisamente para esto he llegado a esta hora! * Padre, glorifica tu nombre.
V. ¿Por
qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas?
R. Padre,
glorifica tu nombre.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón Güelferbitano 3: PLS 2, 545-546)
GLORIÉMONOS TAMBIÉN NOSOTROS EN LA CRUZ
DEL SEÑOR
La pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es origen de nuestra esperanza
en la gloria y nos enseña a sufrir. En efecto, ¿qué hay que no puedan esperar
de la bondad divina los corazones de los fieles, si por ellos el Hijo único de
Dios, eterno como el Padre, tuvo en poco el hacerse hombre, naciendo del linaje
humano, y quiso además morir de manos de los hombres, que él había creado?
Mucho es lo que Dios nos promete; pero es mucho más lo que recordamos que ha
hecho ya por nosotros. ¿Dónde estábamos o qué éramos, cuando Cristo murió por
nosotros, pecadores? ¿Quién dudará que el Señor ha de dar la vida a sus santos,
siendo así que les dio su misma muerte? ¿Por qué vacila la fragilidad humana en
creer que los hombres vivirán con Dios en el futuro?
Mucho más increíble es lo que ha sido ya realizado: que Dios ha muerto por los
hombres.
¿Quién es, en efecto, Cristo, sino aquella Palabra que existía al comienzo de
las cosas, que estaba con Dios y que era Dios? Esta Palabra de Dios se hizo
carne y puso su morada entre nosotros. Es que, si no hubiese tomado de nosotros
carne mortal, no hubiera podido morir por nosotros. De este modo el que era
inmortal pudo morir, de este modo quiso darnos la vida a nosotros, los
mortales; y ello para hacernos partícipes de su ser, después de haberse hecho
él partícipe del nuestro. Pues, del mismo modo que no había en nosotros
principio de vida, así no había en él principio de muerte. Admirable
intercambio, pues, el que realizó con esta recíproca participación: de nosotros
asumió la mortalidad, de él recibimos la vida.
Por tanto, no sólo no debemos avergonzarnos de la muerte del Señor, nuestro
Dios, sino, al contrario, debemos poner en ella toda nuestra confianza y toda
nuestra gloria, ya que al tomar de nosotros la mortalidad, cual la encontró en
nosotros, nos ofreció la máxima garantía de que nos daría la vida, que no
podemos tener por nosotros mismos. Pues quien tanto nos amó, hasta el grado de
sufrir el castigo que merecían nuestros pecados, siendo él mismo inocente,
¿cómo va ahora a negarnos, él, que nos ha justificado, lo que con esa justificación
nos ha merecido? ¿Cómo no va a dar el que es veraz en sus promesas el premio a
sus santos, él, que, sin culpa alguna, soportó el castigo de los pecadores?
Así pues, hermanos, reconozcamos animosamente, mejor aún, proclamemos que
Cristo fue crucificado por nosotros; digámoslo no con temor sino con gozo, no
con vergüenza sino con orgullo.
El apóstol Pablo se dio cuenta de este título de gloria y lo hizo prevalecer.
Él, que podía mencionar muchas cosas grandes y divinas de Cristo, no dijo que
se gloriaba en estas grandezas de Cristo -por ejemplo, en que es Dios junto con
el Padre, en que creó el mundo, en que, incluso siendo hombre como nosotros,
manifestó su dominio sobre el mundo-, sino: En cuanto a mí —dice—, líbreme Dios
de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO
R. Señor,
adoramos tu cruz y veneramos tu pasión gloriosa. * Ten misericordia de nosotros, tú
que por nosotros padeciste.
V. Muéstrate,
pues, amigo y defensor de los hombres que salvaste con tu sangre.
R. Ten
misericordia de nosotros, tú que por nosotros padeciste.
Lectura del santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta
servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una
libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se
los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos
a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y
como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres
los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por
Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los
muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos,
por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Padre justo, si es verdad que el mundo
no te ha conocido, yo si te he conocido y sé que tú me has enviado.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Padre
justo, si es verdad que el mundo no te ha conocido, yo si te he conocido y sé
que tú me has enviado.
PRECES
Acudamos a Cristo, nuestro Salvador, que
nos redimió con su muerte y resurrección, y digámosle:
*Señor, ten piedad de nosotros*.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que, elevado en la cruz, quisiste ser atravesado por la lanza del soldado,
sana nuestras heridas.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de
este árbol.
Tú que, clavado en la cruz, perdonaste al ladrón arrepentido,
perdónanos también a nosotros, pecadores.
Se pueden añadir algunas intenciones
libres
Como Cristo nos enseñó, pidamos al Padre que perdone nuestros pecados,
diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, mira la fragilidad de
nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo, levanta nuestra
esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en
la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo
mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi
auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: MUERE JESÚS DEL
GÓLGOTA EN LA CUMBRE
Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que le hería:
siente deshecho el corazón María
del dolor en la inmensa pesadumbre.
Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía;
tiembla la tierra; el luminar del día,
cegado a tanto horror, pierde su lumbre.
Se abren las tumbas, se desgarra el velo
y, a impulsos del amor, grande y fecundo,
parece estar la cruz, signo de duelo,
cerrando, augusta, con el pie el profundo,
con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Lo vimos sin aspecto
atrayente, sin gracia ni belleza.
Salmo 44 I - LAS NUPCIAS
DEL REY.
Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.
Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.
Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.
Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Lo vimos sin aspecto atrayente, sin
gracia ni belleza.
Ant 2. Le daré una multitud como parte,
porque se entregó a sí mismo a la muerte.
Salmo 44 II
Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.
Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»
Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán
por los siglos de los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Le daré una multitud como parte,
porque se entregó a sí mismo a la muerte.
Ant 3. Dios nos ha concedido la gloria de
su gracia en su querido Hijo, por el cual, por su sangre, hemos recibido la
redención.
Cántico: EL PLAN DIVINO
DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios nos ha concedido la gloria de
su gracia en su querido Hijo, por el cual, por su sangre, hemos recibido la
redención.
LECTURA
BREVE Rm 5, 8-9
Dios nos demuestra el amor que nos tiene en el hecho de que, siendo todavía
pecadores, murió Cristo por nosotros. Así que con mayor razón, ahora que hemos
sido justificados por su sangre, seremos salvados por él de la cólera divina.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo,
y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste
al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te
bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Así como Moisés levantó
en alto la serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo
del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Cántico de María. ALEGRÍA
DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Así como Moisés levantó en alto la
serpiente en el desierto, así deberá ser levantado en alto el Hijo del hombre,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
PRECES
Adoremos a Jesús, el
Salvador del género humano, que muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando
restauró la vida, y pidámosle humildemente:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a
tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo
con que tú nos consuelas.
Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su
vida,
para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de
cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir algunas
intenciones libres
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso
y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.
Movidos por el espíritu filial que Cristo nos mereció con su muerte, digamos al
Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, mira
la fragilidad de nuestra naturaleza y, con la fuerza de la pasión de tu Hijo,
levanta nuestra esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL LUNES SANTO. 11 DE ABRIL 2022
*Lecturas del Lunes Santo*
Lunes, 11 de abril de 2022
Primera
lectura
Lectura del
libro de Isaías (42,1-7):
Así dice el Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He
puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No
gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará,
la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No
vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley
esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y despliega los cielos, consolidó la tierra
con su vegetación, da el respiro al pueblo que la habita y el aliento a quienes
caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te he formé e
hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos
de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que
habitan en tinieblas».
Palabra de Dios
Salmo
Sal
26,1.2.3.13-14
R/. El Señor es mi luz
y mi salvación
El Señor es la defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.
Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
*Lecturas del Lunes Santo*
Lunes, 11
de abril de 2022
Evangelio
Lectura del
santo evangelio según san Juan (12,1-11):
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien
había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta
servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una
libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se
los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos
a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y
como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres
los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por
Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los
muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos,
por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(Y la
casa se llenó de la fragancia del perfume)
*Lázaro fue un hombre declarado muerto, que ya tenía
mal olor, y la alegría que siento es grande porque el Señor, tiene el poder, de
sacar de la muerte a uno declarado muerto y con mal olor. El Señor está
haciendo conmigo una obra de misericordia, no solo me está sacando de la
muerte, sino que no siente asco de mí, ni se cubre la nariz para limpiar mi mal
olor. Hay personas que han reservado para el Señor, el buen perfume de sus
oraciones, y en sus oración me tienen presente a mí y a mi familia; y me siento
agradecido del Señor que usa de misericordia conmigo*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
viernes, 8 de abril de 2022
LUCAS 22,14-23,56 CICLO C. LA PASION
*Lecturas del Domingo de Pasión - Ciclo C*
Domingo, 10 de abril de 2022
Evangelio
*Pasión de
nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (22,14–23,56)*
En aquel tiempo, los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los
escribas llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
No encuentro ninguna culpa en este hombre
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a
que se paguen tributos
al César, y diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilatos le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. El le responde:
+ «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las
cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se
mantenían a distancia, viendo todo esto.
C. Pero ellos insitían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea
hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que
era de la jurisdicción de Herodes,
que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio
C. Herodes, al vera a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo
que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún
milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le
contestó nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él,
poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se
hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados
entre si.
Pilato entregó a Jesús a su voluntad
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al
pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo
lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna
de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha
devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que le daré un
escarmiento y lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y
un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos
seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que
merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba
creciendo su griterío.
Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le
reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús
se lo entregó a su voluntad.
Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí.
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía
del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y
lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros
hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: "Bienaventuradas las
estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han
criado". Entonces empezarán a decirles a los montes: "Caed sobre
nosotros", y a las colinas: "Cubridnos"; porque, si esto hacen
con el leño verde, ¿que harán con el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él
y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
Este es el rey de los judíos
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el
Elegido».
C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían
vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
Hoy estarás conmigo en el paraíso
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en
verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que
hicimos; en cambio, este no ha hecho nada».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le dijo:
+ «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra,
hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por
medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
*El Domingo
de Ramos es una celebración humilde que abre la puerta a los siete días en
los que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Jerusalén,
a donde Jesús quiso entrar montado en un asno, es la ciudad de la Pasión,
narrada en los Evangelios*
*La rama de
la palma es un símbolo de la victoria, el triunfo, la paz y la vida
eterna que se origina en el antiguo Oriente Próximo y el mundo mediterráneo*
*La rama
de olivo era el símbolo de la paz, y se usaba este símbolo como una oferta
de paz a ejércitos enemigos y los que eran vencidos, y pedían paz, cargaban
ramas de olivo en sus manos*
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a
la vida eterna.
R. Amén.
LAS LAUDES Y LAS VISPERAS DEL DOMINGO 10
*LAS LAUDES Y LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
TIEMPO DE CUARESMA
DOMINGO
DE LA PASIÓN DEL SEÑOR O DE RAMOS
Propio del Tiempo
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros
murió, venid, adorémosle.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros
murió, venid, adorémosle.
Himno: EL PUEBLO QUE FUE CAUTIVO
El pueblo que fue cautivo
y que tu mano libera
no encuentra mayor palmera
ni abunda en mejor olivo.
Viene con aire festivo
para enramar tu victoria,
y no te ha visto en su historia,
Dios de Israel, más cercano:
ni tu poder más a mano
ni más humilde tu gloria.
¡Gloria, alabanza y honor!
Gritad: «¡Hosanna!», y haceos
como los niños hebreos
al paso del Redentor.
¡Gloria y honor
al que viene en el nombre del Señor! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al
Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
Salmo 117 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El numeroso gentío, que había venido a la fiesta, aclamaba al
Señor: «Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo.»
Ant 2. Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte:
«Hosanna en el cielo.»
Cántico: QUE LA CREACIÓN ENTERA ALABE AL SEÑOR Dn 3, 52-57
Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito tu nombre, Santo y glorioso:
a él gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres en la bóveda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Con los ángeles y los niños, cantemos al triunfador de la muerte:
«Hosanna en el cielo.»
Ant 3. Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria
en las alturas.
Salmo 150 - ALABAD AL SEÑOR.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta, alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendito el que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria
en las alturas.
LECTURA BREVE Za 9, 9
Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti,
justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
RESPONSORIO BREVE
V. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. De entre toda raza, lengua, pueblo y nación.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Nos has comprado, Señor, por tu sangre.
V. Cuando
sea yo levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos hacia mí.
*PRIMERA LECTURA AÑO I*
Del libro del profeta Isaías 50, 4—51, 3
EL SIERVO DEL SEÑOR SOPORTA LA PRUEBA
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana despierta mi oído, para que escuche como los
iniciados. El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí
la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no
me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no
sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no
quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda,
¿quién me condenará? Mirad, todos se consumen como ropa, los roe la polilla.
¿Quién de vosotros teme al Señor y escucha la voz de su siervo? Aunque camine
en tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y se apoye
en su Dios. Atención, vosotros, los que atizáis el fuego y encendéis teas: id a
la hoguera de vuestro fuego, de las teas que habéis encendido. Así os tratará
mi mano, yaceréis en el tormento.
Escuchadme, los que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la
roca de donde os tallaron, la cantera de donde os extrajeron; mirad a Abraham,
vuestro Padre, y a Sara, que os dio a luz; cuando lo llamé, era uno, pero lo
bendije y lo multipliqué.
El Señor consuela a Sión, consuela a sus ruinas: convertirá su desierto en un
edén, su yermo en jardín del Señor; allí habrá gozo y alegría, con acción de
gracias al son de instrumentos.
RESPONSORIO Is 50, 5.6a; Lc 12, 50
R. El Señor me abrió el oído: yo no me resistí ni me eché
atrás: * ofrecí la espalda a los que me golpeaban.
V. Tengo que recibir un bautismo, y ¡qué impaciente estoy por
sumergirme en él!
R. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban.
*PRIMERA LECTURA AÑO II*
Del libro del profeta
Jeremías 22, 1-9; 23, 1.8
INVECTIVA CONTRA LOS
REYES PERVERSOS. PROMESA DE UN REY JUSTO, HIJO DE DAVID
Así dice el Señor:
«Baja al palacio real de Judá y proclama allí lo siguiente: Escuchad la palabra
del Señor, rey de Judá, que ocupas el trono de David, y también tus ministros y
el pueblo, que entra por estas puertas: Así dice el Señor:
"Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano del opresor; no
abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis sangre inocente
en este lugar.
Si cumplís estos mandatos, podréis entrar por estas puertas los reyes que
ocupáis el trono de Dios, montados en carros, de caballos, acompañados de
vuestros ministros y del pueblo. Y, si no cumplís estos mandatos, juro por mí
mismo —oráculo del Señor— que este palacio se convertirá en ruinas. Pues así
dice el Señor al palacio real de Judá:
Aunque fueras para mí como Galaad o la cumbre del Líbano, juro que haré de ti
un desierto, una ciudad deshabitada; consagraré a tus devastadores, cada uno
con sus armas, para que talen tus mejores cedros y los echen al fuego. Llegarán
muchos pueblos a esta ciudad, y se preguntarán unos a otros: '¿Por qué trató
así el Señor a esta gran ciudad?' Y responderán: 'Porque abandonaron la alianza
del Señor, su Dios, y sirvieron y adoraron a dioses extranjeros.'"
"¡Ay de los pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi
rebaño!" —oráculo del Señor—. Pues así dice el Señor, Dios de Israel, a
los pastores que pastorean a mi pueblo: "Vosotros dispersasteis mis
ovejas, las expulsasteis, no hicisteis cuenta de ellas; pues yo os tomaré
cuentas de vuestras malas acciones —oráculo del Señor—. Yo mismo reuniré el
resto de mis ovejas en todos los países adonde las expulsé, las volveré a traer
a sus dehesas, para que crezcan y se multipliquen. Les daré pastores que las
pastoreen: no temerán, ni se espantarán, ni se perderán —oráculo del Señor—.
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que daré a David un vástago
legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y ejercerá el derecho en la
tierra; en sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con
este nombre: 'El-Señor-nuestra-justicia'.
Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: 'Vive el Señor,
que sacó a los israelitas de Egipto', sino que se dirá: 'Vive el Señor, que
sacó a la estirpe de Israel del país del norte y de todos los países adonde los
expulsó, y los trajo a sus tierras."'»
RESPONSORIO
Za 9, 9; Jr 23, 5
R. Alégrate, hija de Sión; canta, hija
de Jerusalén. Mira a tu Rey que viene a ti; * modesto y
cabalgando en un asno.
V. Reinará como rey prudente, hará
justicia y ejercerá el derecho en la tierra.
R. Modesto y cabalgando en un asno.
SEGUNDA LECTURA
De las Disertaciones de San Andrés de Creta, obispo
(Disertación 9, Sobre el domingo de ramos: PG 97, 990-994)
BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR, EL REY DE ISRAEL.
Venid, subamos juntos al monte de los Olivos y salgamos al encuentro de Cristo,
que vuelve hoy desde Betania, y que se encamina por su propia voluntad hacia
aquella venerable y bienaventurada pasión, para llevar a término el misterio de
nuestra salvación.
Viene, en efecto, voluntariamente hacia Jerusalén, el mismo que, por amor a
nosotros, bajó del cielo para exaltarnos con él, como dice la Escritura, por
encima de todo principado, potestad, virtud y dominación, y de todo ser que
exista, a nosotros que yacíamos postrados.
Él viene, pero no como quien toma posesión de su gloria, con fasto y
ostentación. No gritará —dice la Escritura—, no clamará, no voceará por las
calles, sino que será manso y humilde, con apariencia insignificante, aunque le
ha sido preparada una entrada suntuosa.
Corramos, pues, con el que se dirige con presteza a la pasión, e imitemos a los
que salían a su encuentro. No para alfombrarle el camino con ramos de olivo,
tapices, mantos y ramas de palmera, sino para poner bajo sus pies nuestras
propias personas, con un espíritu humillado al máximo, con una mente y un
propósito sinceros, para que podamos así recibir a la Palabra que viene a
nosotros y dar cabida a Dios, a quien nadie puede contener.
Alegrémonos, por tanto, de que se nos haya mostrado con tanta mansedumbre aquel
que es manso y que sube sobre el ocaso de nuestra pequeñez, a tal extremo, que
vino y convivió con nosotros, para elevarnos hasta sí mismo, haciéndose de
nuestra familia.
Dice el salmo: Subió a lo más alto de los cielos, hacia oriente (hacia su
propia gloria y divinidad, interpreto yo), con las primicias de nuestra
naturaleza, hasta la cual se había abajado Impregnándose de ella; sin embargo,
no por ello abandona su inclinación hacia el género humano, sino que seguirá
cuidando de él para irlo elevando de gloria en gloria, desde lo ínfimo de la
tierra, hasta hacerlo partícipe de su propia sublimidad.
Así, pues, en vez de unas túnicas o unos ramos inanimados, en vez de unas ramas
de arbustos, que pronto pierden su verdor y que por poco tiempo recrean la
mirada, pongámonos nosotros mismos bajo los pies de Cristo, revestidos de su
gracia, mejor aún, de toda su persona, porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo; extendámonos tendidos a sus
pies, a manera de túnicas.
Nosotros, que antes éramos como escarlata por la inmundicia de nuestros
pecados, pero que después nos hemos vuelto blancos como la nieve con el baño
saludable del bautismo, ofrezcamos al vencedor de la muerte no ya ramas de
palmera, sino el botín de su victoria, que somos nosotros mismos.
Aclamémoslo también nosotros, como hacían los niños, agitando los ramos
espirituales del alma y diciéndole un día y otro: Bendito el que viene en
nombre del Señor, el rey de Israel.
RESPONSORIO Jn 12, 12. 13; Mt 21, 8. 9
R. Cuando la multitud se enteró de que Jesús llegaba a Jerusalén,
salió a su encuentro. Un inmenso gentío iba tendiendo sus mantos por el camino;
otros cortaban ramas de los árboles y alfombraban con ellas el camino y
gritaban: * «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!»
V. La muchedumbre que lo precedía y también la que iba detrás
gritaban:
R. «¡Viva el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!»
Lecturas
del Domingo de Pasión - Ciclo B
Domingo, 28 de marzo de 2021
Evangelio
*Pasión de
nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (15,1-39)*
C. Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas
y el Sanedrín en pleno, se reunieron, y, atando a Jesús, lo llevaron y lo
entregaron a Pilato. Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de
nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti.»
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la
fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal
Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta.
La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilato les contestó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero
los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de
Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?»
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, le soltó a Barrabás; y a Jesús,
después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados se lo
llevaron al interior del palacio –al pretorio– y reunieron a toda la compañía.
Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían
trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!»
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las
rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le
pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo. Y a uno que pasaba, de vuelta
del campo, a Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, lo forzaron a
llevar la cruz. Y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la
Calavera»), y le ofrecieron vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo
crucificaron y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que
se llevaba cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de
la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos
bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura
que dice: «Lo consideraron como un malhechor.» Los que pasaban lo injuriaban,
meneando la cabeza y diciendo:
S. «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate
a ti mismo bajando de la cruz.»
C. Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:
S. «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey
de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
C. También los que estaban crucificados con él lo insultaban. Al llegar el
mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media
tarde, jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí, Eloí, lamásabaktaní.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, está llamando a Elías.»
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una
caña, y le daba de beber, diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.»
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos,
de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado,
dijo:
S. «Realmente este hombre era Hijo de Dios.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a
su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres,
Señor.»
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Aclamemos con palmas de victoria al Señor que viene, y salgamos a
su encuentro con himnos y cantos, dándole gloria y diciendo: «Bendito eres,
Señor.»
PRECES
Adoremos a Cristo, que al entrar en Jerusalén fue aclamado por las
multitudes como rey y mesías; acojámosle también nosotros con gozo, diciendo:
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna a ti, Hijo de David y Rey eterno;
hosanna a ti, vencedor de la muerte y del mal.
Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria,
conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna.
Tú que convertiste el madero de la cruz en árbol de vida,
haz que los renacidos en el bautismo gocen de la abundancia de los frutos de
este árbol.
Salvador nuestro, que viniste a salvar a los pecadores,
conduce a tu reino a los que en ti creen, esperan y te aman.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Unidos fraternalmente, dirijámonos al Padre, diciendo con toda confianza:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros
imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su
pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al
Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: LLEVABA ROJA LA TÚNICA
Llevaba roja la túnica
y enrojecido el cabello.
¿De dónde, con pies sangrantes,
avanzas tú, Lagarero?
«Del monte de la batalla
y de la victoria vengo;
rojo fue mi atardecer,
blanco será mi lucero.»
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego.
También de blanco le vi
el vestido y el aliento;
bello como las estrellas,
como flor de cardo bello.
Rojo como la amapola
y blanco como un cordero:
carmesíes sus heridas
y blancos sus pensamientos.
Llevaba blanca la túnica,
blanca de amor y fuego.
Por toda la negra tierra
el chorro de sus veneros:
sangre preciosa su sangre
que hace blanco el sufrimiento.
¡Oh Cristo, de sangre roja!
¡Oh Cristo, dolor supremo!
A ti el clamor de los hombres,
en ti nuestros clavos fieros.
Llevaba roja la túnica,
roja de sangre y fuego. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Herido y humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
Salmo 109, 1-5. 7 - EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Herido y humillado, Dios lo exaltó con su diestra.
Ant 2. La sangre de Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
Salmo 113 B - HIMNO AL DIOS VERDADERO.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria;
por tu bondad, por tu lealtad.
¿Por qué han de decir las naciones:
«Dónde está su Dios»?
Nuestro Dios está en el cielo,
lo que quiere lo hace.
Sus ídolos, en cambio, son plata y oro,
hechura de manos humanas:
tienen boca, y no hablan;
tienen ojos, y no ven;
tienen orejas, y no oyen;
tienen nariz, y no huelen;
tienen manos, y no tocan;
tienen pies, y no andan;
no tiene voz su garganta:
que sean igual los que los hacen,
cuantos confían en ellos.
Israel confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
La casa de Aarón confía en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Los fieles del Señor confían en el Señor:
él es su auxilio y su escudo.
Que el Señor se acuerde de nosotros y nos bendiga,
bendiga a la casa de Israel,
bendiga a la casa de Aarón;
bendiga a los fieles del Señor,
pequeños y grandes.
Que el Señor os acreciente,
a vosotros y a vuestros hijos;
benditos seáis del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
El cielo pertenece al Señor,
la tierra se la ha dado a los hombres.
Los muertos ya no alaban al Señor,
ni los que bajan al silencio.
Nosotros, sí, bendeciremos al Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. La sangre de Cristo nos purificará, para dar culto al Dios vivo.
Ant 3. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al
pecado, vivamos para la justicia.
Cántico: PASIÓN VOLUNTARIA DE CRISTO, SIERVO DE DIOS 1Pe 2, 21b-24
Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas.
El no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando le insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
Sus heridas nos han curado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al
pecado, vivamos para la justicia.
LECTURA BREVE Hch 13, 26-30a
Hermanos, a vosotros envía Dios este mensaje de salvación. Los habitantes de
Jerusalén y sus jefes no reconocieron a Jesús, pero, al condenarlo a muerte,
dieron cumplimiento a las palabras de los profetas que se leen cada sábado. Y,
a pesar de que no encontraron en él causa alguna digna de muerte, pidieron a
Pilato que lo hiciera morir. Una vez que cumplieron todo lo que de él estaba
escrito, lo bajaron de la cruz y lo depositaron en un sepulcro. Pero Dios lo
resucitó de entre los muertos.
RESPONSORIO BREVE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas del rebaño"; pero, después de mi resurrección, iré delante de
vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. «Dice la Escritura: "Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas del rebaño"; pero, después de mi resurrección, iré delante de
vosotros a Galilea; allí me veréis», dice el Señor.
PRECES
Oremos humildemente al Salvador del género humano, que sube a
Jerusalén a sufrir su pasión para entrar así en la gloria, y digámosle:
Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con tu sangre.
Redentor nuestro, concédenos que por la penitencia nos unamos más plenamente a
tu pasión,
para que consigamos la gloria de la resurrección.
Concédenos la protección de tu Madre, consuelo de los afligidos,
para poder nosotros consolar a los que están atribulados, mediante el consuelo
con que tú nos consuelas.
Mira con bondad a aquellos a quienes hemos escandalizado con nuestros pecados,
ayúdalos a ellos y corrígenos a nosotros, para que resplandezca en todo tu
santidad y tu amor.
Tú que te humillaste, haciéndote obediente hasta la muerte y una muerte de
cruz,
concede a tus fieles obediencia y paciencia.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Haz que los difuntos sean transformados a semejanza de tu cuerpo glorioso,
y a nosotros concédenos también que un día participemos de su felicidad.
Porque la muerte de Cristo nos ha hecho agradables a Dios, nos atrevemos a orar
al Padre, diciendo:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que nuestro Salvador se
anonadase, haciéndose hombre y muriendo en la cruz, para que todos nosotros
imitáramos su ejemplo de humildad, concédenos seguir las enseñanzas de su
pasión, para que un día participemos en su resurrección gloriosa. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu
Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.