*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*MARTES
SEMANA IV DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Verdaderamente ha resucitado el
Señor. Aleluya.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. El que hace la voluntad de mi Padre entrará en el reino de los
cielos. Aleluya.
Salmo 100 - PROPÓSITO DE UN PRÍNCIPE JUSTO
Voy a cantar la bondad y la justicia,
para ti es mi música, Señor;
voy a explicar el camino perfecto:
¿Cuándo vendrás a mí?
Andaré con rectitud de corazón
dentro de mi casa;
no pondré mis ojos
en intenciones viles.
Aborrezco al que obra mal,
no se juntará conmigo;
lejos de mí el corazón torcido,
no aprobaré al malvado.
Al que en secreto difama a su prójimo
lo haré callar;
ojos engreídos, corazones arrogantes
no los soportaré.
Pongo mis ojos en los que son leales,
ellos vivirán conmigo;
el que sigue un camino perfecto,
ése me servirá.
No habitará en mi casa
quien comete fraudes;
el que dice mentiras
no durará en mi presencia.
Cada mañana haré callar
a los hombres malvados,
para excluir de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El que hace la voluntad de mi Padre
entrará en el reino de los cielos. Aleluya.
Ant 2. Conozcan los pueblos, Señor, tu
misericordia con nosotros. Aleluya.
Cántico: ORACIÓN DE AZARÍAS EN EL HORNO Dn 3, 26-27. 29. 34-41
Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
digno de alabanza y glorioso es tu nombre.
Porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros
y todas tus obras son verdad,
y rectos tus caminos,
y justos todos tus juicios.
Hemos pecado y cometido iniquidad
apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido.
Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre,
no rompas tu alianza,
no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abraham, tu amigo,
por Isaac, tu siervo,
por Israel, tu consagrado,
a quienes prometiste
multiplicar su descendencia
como las estrellas del cielo,
como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño
de todos los pueblos;
hoy estamos humillados por toda la tierra
a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes,
ni profetas, ni jefes;
ni holocausto, ni sacrificios,
ni ofrendas, ni incienso;
ni un sitio donde ofrecerte primicias,
para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito,
y nuestro espíritu humilde,
como un holocausto de carneros y toros
o una multitud de corderos cebados;
que éste sea hoy nuestro sacrificio,
y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían
no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón,
te respetamos y buscamos tu rostro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Conozcan los pueblos, Señor, tu
misericordia con nosotros. Aleluya.
Ant 3. El Señor es mi escudo y mi refugio.
Aleluya.
Salmo 143, 1-10 - ORACIÓN POR LA VICTORIA Y POR LA PAZ
Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea;
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?
¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
Señor, inclina tu cielo y desciende,
toca los montes, y echarán humo,
fulmina el rayo y dispérsalos,
dispara tus saetas y desbarátalos.
Extiende la mano desde arriba:
defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas,
de la mano de los extranjeros,
cuya boca dice falsedades,
cuya diestra jura en falso.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es mi escudo y mi refugio.
Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días se apareció a
los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos, efectivamente, dan
ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos la buena nueva: la
promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él ahora con nosotros,
sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: «Tú
eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre,y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere. Aleluya.
R. La muerte no tiene ya poder sobre él. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis 14, 1-13
EL CORDERO VICTORIOSO
Yo, Juan, tuve otra visión:
Vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro
mil, que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su
Padre. Y oí una voz que bajaba del cielo, como estruendo de grandes cataratas,
y como estampido de un trueno poderoso; y el sonido que oía era como de
arpistas tocando sus arpas. Cantaban un cántico nuevo ante el trono y ante los
cuatro seres y los ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, fuera de los
ciento cuarenta y cuatro mil, los rescatados de la tierra. Éstos son los que no
se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Éstos son el cortejo del Cordero,
adondequiera que vaya; son los rescatados de entre los hombres, primicias para
Dios y el Cordero; y en su boca no se encuentra mentira. Son irreprochables
ante el trono de Dios.
Vi luego otro ángel que volaba por lo más alto del cielo, y era portador de un
mensaje eterno, para anunciarlo a los moradores de la tierra, a todas las
naciones, tribus, lenguas y pueblos. Y decía con voz poderosa:
«Servid a Dios y dadle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adorad
al que ha creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.»
Un segundo ángel lo siguió, diciendo:
«Cayó, cayó Babilonia la grande, la que dio a beber a todas las naciones del
vino perturbador de su prostitución.»
Un tercer ángel los siguió, diciendo con voz potente:
«El que adore a la Bestia y a su imagen, y reciba su marca en la frente o en la
mano, beberá del vino de la cólera de Dios, vino puro concentrado en la copa de
su ira. Y será atormentado con fuego y azufre ante los santos ángeles Y ante el
Cordero. Y la humareda de sus tormentos se eleva por los siglos de los siglos;
y no tienen reposo ni de día ni de noche los que adoran a la Bestia y a su
imagen y los que reciben la marca de su nombre.»
Aquí es necesaria la constancia de los santos, de aquellos que guardan los
mandamientos de Dios y la fidelidad a Jesús.
Oí una voz del cielo, que decía:
«Escribe: "Bienaventurados desde ahora los muertos que mueren en el
Señor." Si —dice el Espíritu—, que descansen ya de sus fatigas, pues sus
obras los acompañan.»
RESPONSORIO Cf. Ap 14, 7. 6. 7
R. Escuché en
el cielo las voces de muchos ángeles que decían: * «Servid
a Dios y dadle gloria; adorad al que ha creado el cielo y la tierra, el mar y
las fuentes de las aguas.» Aleluya.
V. Vi un ángel de Dios que volaba por lo más alto
del cielo, y que decía con voz poderosa:
R. «Servid a Dios y dadle gloria; adorad al que ha
creado el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.» Aleluya.
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones de san Pedro Crisólogo, obispo
(Sermón 108: PL 52, 499-500)
SÉ SACRIFICIO Y SACERDOTE PARA DIOS
Os exhorto por la misericordia de Dios. Pablo, o,
mejor dicho, Dios por boca de Pablo, nos exhorta porque prefiere ser amado
antes que temido. Nos exhorta porque prefiere ser padre antes que Señor. Nos
exhorta Dios, por su misericordia, para que no tenga que castigarnos por su
rigor.
Oye lo que dice el Señor: «Ved, ved en mí vuestro propio cuerpo, vuestros
miembros, vuestras entrañas, vuestros huesos, vuestra sangre. Y si teméis lo
que es de Dios, ¿por qué no amáis lo que es también vuestro? Si rehuís al que
es Señor, ¿por qué no recurrís al que es padre?
Quizás os avergüence la magnitud de mis sufrimientos, de los que vosotros
habéis sido la causa. No temáis. La cruz, más que herirme a mí, hirió a la
muerte. Estos clavos, más que infligirme dolor, fijan en mí un amor más grande
hacia vosotros. Estas heridas, más que hacerme gemir, os introducen más
profundamente en mi interior. La extensión de mi cuerpo en la cruz, más que
aumentar mi sufrimiento, sirve para prepararos un regazo más amplio. La efusión
de mi sangre, más que una pérdida para mí, es el precio de vuestra redención.
Venid, pues, volved a mí, y comprobaréis que soy padre, al ver cómo devuelvo
bien por mal, amor por injurias, tan gran caridad por tan graves heridas.»
Pero oigamos ya qué es lo que nos pide el Apóstol: Os exhorto —dice—, por la
misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos. Este ruego del Apóstol
promueve a todos los hombres a la altísima dignidad del sacerdocio. A presentar
vuestros cuerpos como hostia viva.
Inaudito ministerio del sacerdocio cristiano: el hombre es a la vez víctima y
sacerdote; el hombre no ha de buscar fuera de sí qué ofrecer a Dios, sino que
aporta consigo, en su misma persona, lo que ha de sacrificar a Dios; la víctima
y el sacerdote permanecen inalterados; la víctima es inmolada y continúa viva,
y el sacerdote oficiante no puede matarla.
Admirable sacrificio, en el que se ofrece el cuerpo sin que sea destruido, y la
sangre sin que sea derramada. Os exhorto —dice—, por la misericordia de Dios, a
presentar vuestros cuerpos como hostia viva.
Este sacrificio, hermanos, es semejante al de Cristo, quien inmoló su cuerpo
vivo por la vida del mundo: él hizo realmente de su cuerpo una hostia viva, ya
que fue muerto y ahora vive. Esta víctima admirable pagó su tributo a la
muerte, pero permanece viva, después de haber castigado a la muerte. Por esta
razón, los mártires nacen al morir, su fin significa el principio, al matarlos
se les dio la vida, y ahora brillan en el cielo, cuando se pensaba haberlos
suprimido en la tierra.
Os exhorto —dice—, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos
como hostia viva, santa. Es lo que había cantado el profeta: No quisiste
sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo.
Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te ha
sido dado por el poder de Dios; revístete de la vestidura de santidad, cíñete
el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza;
que la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el
misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso
aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un
altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio.
Lo que pide Dios es la fe, no la muerte; tiene sed de tu buena intención, no de
sangre; se satisface con la buena voluntad, no con matanzas.
RESPONSORIO Ap 5, 9. 10
R. Eres digno,
Señor, de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado * y
por tu sangre nos compraste para Dios. Aleluya.
V. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un
reino de sacerdotes.
R. Y por tu sangre nos compraste para Dios.
Aleluya.
Lecturas del Martes de la
IV Semana de Pascua
13
Mayo 2025
Evangelio
*Lectura
del evangelio según san Juan (10,22-30)*
Se
celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y
Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo
francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas
dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar
nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra
del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Las obras que el Padre me concede realizar, las mismas que hago,
testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Las obras que el Padre me concede
realizar, las mismas que hago, testifican que el Padre me ha enviado. Aleluya.
PRECES
Oremos agradecidos a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, el
Cordero inmaculado que quitó el pecado del mundo y nos comunica su vida nueva,
y digámosle:
Autor de la vida, vivifícanos.
Dios, autor de la vida, acuérdate de la muerte y resurrección del Cordero
inmolado en la cruz
y atiende su continua intercesión por nosotros.
Haz, Señor, que, tirada fuera la vieja levadura de la malicia y de la
perversidad,
vivamos la Pascua de Cristo con panes ázimos de pureza y de verdad.
Que sepamos rechazar hoy el pecado de discordia y de envidia,
y seamos más sensibles a las necesidades de nuestros hermanos.
Concédenos vivir auténticamente el espíritu evangélico,
para que hoy y siempre sigamos el camino de tus mandatos.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Porque deseamos que la luz de Cristo alumbre a todos los hombres, pidamos al
Padre que su reino llegue a nosotros:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de
Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantadnos un cantar de Sión. Aleluya.
Salmo 136, 1-6 - JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA.
Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;
que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantadnos un cantar de Sión.
Aleluya.
Ant 2. En medio de los peligros me
conservaste la vida. Aleluya.
Salmo 137 - HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DE UN REY
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre;
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu izquierda contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. En medio de los peligros me
conservaste la vida. Aleluya.
Ant 3. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10.
12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la
gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Tuyos son, Señor, el poder y la
riqueza, la fuerza y la gloria. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada
por los hombres, pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como
piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un
sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por
Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya. Aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya.
Aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo conozco a mis ovejas y ellas me siguen, y yo les doy vida
eterna. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo conozco a mis ovejas y ellas me
siguen, y yo les doy vida eterna. Aleluya.
PRECES
Invoquemos a Cristo, que con su resurrección ha reanimado la
esperanza de su pueblo, y digámosle:
Señor Jesús, tú que siempre vives para interceder por nosotros, escúchanos.
Señor Jesús, de cuyo costado abierto salió sangre y agua,
haz de la Iglesia tu esposa inmaculada.
Pastor supremo de la Iglesia, que después de tu resurrección encomendaste a
Pedro, al confesarte su amor, el cuidado de tus ovejas,
concede al papa Francisco un amor ardiente y un celo apostólico.
Tú que concediste una pesca abundante a los discípulos que pescaban en el mar,
envía operarios que continúen su trabajo apostólico.
Tú que preparaste a la orilla del mar el pan y los peces para los discípulos,
no permitas que nuestros hermanos mueran de hambre por culpa nuestra.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Señor Jesús, nuevo Adán, que nos das la vida, transforma a nuestros difuntos a
imagen tuya,
para que compartan contigo la alegría de tu reino.
Sintiéndonos verdaderos hijos de Dios, digamos a nuestro Padre:
Padre nuestro...
ORACION
Dios todopoderoso, concédenos que la celebración de las fiestas de
Cristo resucitado aumente en nosotros la alegría de saber que estamos salvados.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.