Musica Para el Alma
sábado, 3 de mayo de 2025
JUAN 21,1-19 CICLO C
Lecturas
del III Domingo de Pascua
04 Mayo 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (21,1-19)*
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a
los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de
Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya
amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel
discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se
echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban
de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar
a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían
bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,
después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
(Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta
la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres)
*Algunas cosas de este
evangelio me llaman a la atención, puedo ver que cuando pierdo la esperanza y
entra dentro de mí la tristeza, hago lo mismo que hizo Pedro cuando dijo: Me
voy a pescar, (Voy hacer mi vida de siempre, trabajar, comer y
dormir) Y puedo ver que cuando el Señor llamo a Pedro por primera vez con
sus hermanos, ellos soltaron las redes y lo dejaron todo por el Señor. Y ahora
Pedro en este nuevo llamado, no tira las redes, es lo contrario, el viene con
la red cargada de abundante peses, signo de que hay un nuevo y gran motivo,
para celebrar, porque: El Rey de la Gloria esta Resucitado*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL DOMINGO 4
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre,
Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de todos los
pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y enciende mi
sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este Oficio, y
merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén
*DOMINGO SEMANA III DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de
la mañana)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Señor abre
mis labios
R. Y mi boca
proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos a
su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos.
Porque el Señor
es un Dios grande,
soberano de
todos los dioses:
tiene en su
mano las simas de la tierra,
son suyas
las cumbres de los montes;
suyo es el
mar, porque él lo hizo,
la tierra
firme que modelaron sus manos.
Venid,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque él
es nuestro Dios,
y nosotros
su pueblo,
el rebaño
que él guía.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día
de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron
de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante
cuarenta años
aquella
generación me repugnó, y dije:
Es un
pueblo de corazón extraviado,
que no
reconoce mi camino;
por eso he
jurado en mi cólera
que no
entrarán en mi descanso»
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: ESTABA
AL ALBA MARÍA
Estaba al
alba María,
llamándole
con sus lágrimas.
Vino la
Gloria del Padre
y amaneció
el primer día.
Envuelto en
la blanca túnica
de su
propia luz divina
-la sábana
de la muerte
dejada en
tumba vacía-,
Jesús,
alzado, reinaba;
pero ella
no lo veía.
Estaba al
alba María,
la fiel
esposa que aguarda.
Mueva el
Espíritu al aura
en el
jardín de la vida.
Las flores
huelan la Pascua
de la carne
sin mancilla,
y quede
quieta la esposa
sin
preguntas ni fatiga.
¡Ya está
delante el esposo,
venido de
la colina!
Estaba al
alba María,
porque era
la enamorada. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El
Señor reina vestido de majestad. Aleluya.
Salmo 92 -
GLORIA DEL DIOS CREADOR
El Señor
reina vestido de majestad,
el Señor,
vestido y ceñido de poder:
así está
firme el orbe y no vacila.
Tu trono
está firme desde siempre,
y tú eres
eterno.
Levantan
los ríos, Señor,
levantan
los ríos su voz,
levantan
los ríos su fragor;
pero más
que la voz de aguas caudalosas,
más potente
que el oleaje del mar,
más potente
en el cielo es el Señor.
Tus
mandatos son fieles y seguros;
la santidad
es el adorno de tu casa,
Señor, por
días sin término.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor
reina vestido de majestad. Aleluya.
Ant 2. La
creación será liberada para participar en la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Aleluya.
Cántico: TODA
LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3,57-88. 56
Creaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Ángeles del
Señor, bendecid al Señor;
cielos,
bendecid al Señor.
Aguas del
espacio, bendecid al Señor;
ejércitos
del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna,
bendecid al Señor;
astros del
cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y
rocío, bendecid al Señor;
vientos
todos, bendecid al Señor.
Fuego y
calor, bendecid al Señor;
fríos y
heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y
nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y
hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y
nieves, bendecid al Señor;
noche y
día, bendecid al Señor.
Luz y
tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y
nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la
tierra al Señor,
ensálcelo
con himnos por los siglos.
Montes y
cumbres, bendecid al Señor;
cuanto
germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales,
bendecid al Señor;
mares y
ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y
peces, bendecid al Señor;
aves del
cielo, bendecid al Señor.
Fieras y
ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Hijos de
los hombres, bendecid al Señor;
bendiga
Israel al Señor.
Sacerdotes
del Señor, bendecid al Señor;
siervos del
Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus
justos, bendecid al Señor;
santos y
humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías,
Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo
con himnos por los siglos.
Bendigamos
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo
con himnos por los siglos.
Bendito el
Señor en la bóveda del cielo,
alabado y
glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice
Gloria al Padre.
Ant. La
creación será liberada para participar en la gloriosa libertad de los hijos de
Dios. Aleluya.
Ant 3. El
nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.
Salmo 148 -
ALABANZA DEL DIOS CREADOR
Alabad al
Señor en el cielo,
alabad al
Señor en lo alto.
Alabadlo
todos sus ángeles,
alabadlo
todos sus ejércitos.
Alabadlo,
sol y luna;
alabadlo,
estrellas lucientes.
Alabadlo,
espacios celestes,
y aguas que
cuelgan en el cielo.
Alaben el
nombre del Señor,
porque él
lo mandó, y existieron.
Les dio
consistencia perpetua
y una ley
que no pasará.
Alabad al
Señor en la tierra,
cetáceos y
abismos del mar.
Rayos,
granizo, nieve y bruma,
viento
huracanado que cumple sus órdenes.
Montes y
todas las sierras,
árboles
frutales y cedros.
Fieras y
animales domésticos,
reptiles y
pájaros que vuelan.
Reyes y
pueblos del orbe,
príncipes y
jefes del mundo.
Los jóvenes
y también las doncellas,
los viejos
junto con los niños.
Alaben el
nombre del Señor,
el único
nombre sublime.
Su majestad
sobre el cielo y la tierra;
él acrece
el vigor de su pueblo.
Alabanza de
todos sus fieles,
de Israel,
su pueblo escogido.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
nombre del Señor es sublime sobre el cielo y la tierra. Aleluya.
LECTURA
BREVE Hch 10, 40-43
Dios
resucitó a Jesús al tercer día e hizo que se apareciese no a todo el pueblo,
sino a nosotros, que somos los testigos elegidos de antemano por Dios. Nosotros
hemos comido y bebido con él, después que Dios lo resucitó de entre los
muertos. Y él nos mandó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido constituido
por Dios juez de vivos y muertos. De él hablan todos los profetas y aseguran
que cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.
RESPONSORIO
BREVE
V. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
R. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Tú que
has resucitado de entre los muertos.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R. Cristo,
Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. Aleluya, aleluya.
V. Mi corazón se alegra. Aleluya.
R. Y te canto agradecido. Aleluya.
PRIMERA
LECTURA AÑO (I)
Del libro
del Apocalipsis Ap 6, 1-17
EL LIBRO DE
DIOS ES ABIERTO POR EL CORDERO
Yo, Juan, vi que el Cordero abrió el primero de los siete sellos; y vi y
escuché a uno de los cuatro seres que decía con voz como de trueno:
«Ven.»
Miré entonces y vi un caballo blanco. El que montaba sobre él tenía un arco, y
le fue dada una corona, y salió como vencedor para alcanzar más victorias.
Cuando abrió el Cordero el segundo sello, oí al segundo ser que decía:
«Ven.»
Salió otro caballo, bermejo; y al jinete se le dio el poder de desterrar la paz
de la tierra, de hacer que se degollasen unos a otros, y se le dio una gran
espada.
Cuando abrió el Cordero el tercer sello, oí al tercer ser que decía:
«Ven.»
Miré entonces y vi un caballo negro, cuyo jinete tenía una balanza en la mano.
Y oí algo como una voz, en medio de los cuatro seres, que decía:
«Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario;
pero no causes daño al aceite ni al vino.»
Cuando abrió el Cordero el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser que decía:
«Ven.»
Y miré y vi un caballo verdoso, cuyo jinete tenía por nombre Peste, y lo
acompañaba el príncipe del hades. Les fue dado poder sobre la cuarta parte de
la tierra, para matar por la espada y con el hambre y con la peste y con las
fieras de la tierra.
Cuando abrió el Cordero el quinto sello, vi al pie del altar las almas de los
que habían sido degollados por causa de la palabra de Dios y por el testimonio
que habían dado. Clamaban a grandes voces, diciendo:
«¿Hasta cuándo, Señor, santo y fiel a tus promesas, vas a estar sin hacer
justicia ni vengar nuestra sangre de los que moran sobre la tierra?»
Y a cada uno le fue dada una túnica blanca; y se les dijo que aguardasen
todavía por un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus
consiervos y hermanos que habían de ser muertos como ellos.
Cuando abrió el Cordero el sexto sello, tuve otra visión. Se produjo un gran
terremoto y el sol se volvió negro como un saco tejido de crines, la luna llena
se tornó como de sangre y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como
las brevas que deja caer la higuera sacudida por impetuoso viento. El cielo se
retiró como un rollo que se cierra, y todos los montes e islas fueron removidos
de su lugar. Los reyes de la tierra, los magnates y los tribunos, los ricos y
los poderosos, y todos, esclavos y hombres libres, se ocultaron en las cuevas y
en los riscos de los montes. Gritaban a los montes y a las rocas:
«Caed sobre nosotros y ocultadnos de la faz del que está sentado en el trono y
de la cólera del Cordero, porque ha llegado el Día grande de su ira; y ¿quién
podrá resistir?»
RESPONSORIO
Cf. Ap 6, 9. 10. 11
R. Escuché al pie del altar las voces
de los que habían sido degollados y clamaban: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y
fiel a tus promesas, vas a estar sin hacer justicia ni vengar nuestra
sangre? * Y se les dijo que aguardasen
todavía por un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus
hermanos. Aleluya.
V. Y a cada uno le fue dada una túnica
blanca.
R. Y se les dijo que aguardasen
todavía por un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus
hermanos. Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
De la
Apología primera de san Justino, mártir, en favor de los cristianos
(Cap. 66-67:
PG 6, 427-431)
LA
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA
Sólo pueden
participar de la eucaristía los que admiten como verdaderas nuestras enseñanzas,
han sido lavados en el baño de regeneración y del perdón de los pecados y viven
tal como Cristo nos enseñó.
Porque el
pan y la bebida que tomamos no los recibimos como pan y bebida corrientes, sino
que así como Jesucristo, nuestro salvador, se encarnó por la acción del Verbo
de Dios y tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así también se nos ha
enseñado que aquel alimento sobre el cual se ha pronunciado la acción de
gracias, usando de la plegaria que contiene sus mismas palabras, y del cual, después
de transformado, se nutre nuestra sangre y nuestra carne es la carne y la
sangre de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.
Los
apóstoles, en efecto, en sus comentarios llamados Evangelios, nos enseñan que
así lo mandó Jesús, ya que él, tomando pan y habiendo pronunciado la acción de
gracias, dijo: Haced esto en memoria mía; éste es mi cuerpo; del mismo modo,
tomando el cáliz y habiendo pronunciado la acción de gracias, dijo: Ésta es mi
sangre, y se lo entregó a ellos solos. A partir de entonces, nosotros celebramos
siempre el recuerdo de estas cosas; y, además, los que tenemos alguna posesión
socorremos a todos los necesitados, y así estamos siempre unidos. Y por todas
las cosas de las cuales nos alimentamos alabamos al Creador de todo, por medio
de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo.
Y, el día
llamado del sol, nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que habitamos en las
ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los apóstoles o los
escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite.
Después,
cuando ha acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus palabras
a la imitación de tan preclaros ejemplos.
Luego nos
ponemos todos de pie y elevamos nuestras preces; y, como ya hemos dicho, cuando
hemos terminado las preces, se trae pan, vino y agua; entonces el que preside
eleva, fervientemente, oraciones y acciones de gracias, y el pueblo aclama:
Amén. Seguidamente tiene lugar la distribución y comunicación, a cada uno de
los presentes, de los dones sobre los cuales se ha pronunciado la acción de
gracias, y los diáconos los llevan a los ausentes.
Los que
poseen bienes en abundancia, y desean ayudar a los demás, dan, según su
voluntad, lo que les parece bien, y lo que se recoge se pone a disposición del
que preside, para que socorra a los huérfanos y a las viudas y a todos los que,
por enfermedad u otra causa cualquiera, se hallan en necesidad, como también a
los que están encarcelados y a los viajeros de paso entre nosotros: en una
palabra, se ocupa de atender a todos los necesitados.
Nos
reunimos precisamente el día del sol, porque éste es el primer día de la
creación, cuando Dios empezó a obrar sobre las tinieblas y la materia, y
también porque es el día en que Jesucristo, nuestro salvador, resucitó de entre
los muertos. Lo crucificaron, en efecto, la vigilia del día de Saturno, y a la
mañana siguiente de ese día, es decir, en el día del sol, fue visto por sus
apóstoles y discípulos, a quienes enseñó estas mismas cosas que hemos puesto a
vuestra consideración.
RESPONSORIO
R. Jesús,
cuando iba a pasar de este mundo al Padre, * instituyó en memoria de su muerte
el sacramento de su cuerpo y de su sangre. Aleluya.
V. Y,
entregando su cuerpo como alimento y su sangre como bebida, dijo a sus
discípulos: «Haced esto en memoria mía.»
R.
Instituyó en memoria de su muerte el sacramento de su cuerpo y de su sangre.
Aleluya.
Evangelio
*Lectura
del santo evangelio según san Juan (21,1-19)*
En aquel
tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de
Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás
apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos
discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya
amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no
sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel
discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se
echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban
de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar
a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces
grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían
bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el
pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos,
después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más
que éstos?»
Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis corderos.»
Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»
Él le dice: «Pastorea mis ovejas.»
Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le
contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.»
Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú
mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las
manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la
muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, añadió: «Sígueme.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. El
Mesías tenía que morir, y resucitar de entre los muertos al tercer día.
Aleluya.
Cántico de
Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea
el Señor, Dios de Israel,
porque ha
visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos
una fuerza de salvación
en la casa
de David, su siervo,
según lo
había predicho desde antiguo
por boca de
sus santos profetas:
Es la
salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la
mano de todos los que nos odian;
ha
realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando
su santa alianza
y el
juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para
concedernos que, libres de temor,
arrancados
de la mano de los enemigos,
le sirvamos
con santidad y justicia,
en su
presencia, todos nuestros días.
Y a ti,
niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás
delante del Señor
a preparar
sus caminos,
anunciando
a su pueblo la salvación,
el perdón
de sus pecados.
Por la
entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos
visitará el sol que nace de lo alto,
para
iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra
de muerte,
para guiar
nuestros pasos
por el
camino de la paz.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Mesías tenía que morir, y resucitar de entre los muertos al tercer día.
Aleluya.
PRECES
Oremos a
Cristo, autor de la vida, a quien Dios resucitó de entre los muertos, quien por
su poder nos resucitará también a nosotros, y digámosle:
*Cristo, vida
nuestra, sálvanos*.
Cristo, luz
esplendorosa que brillas en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que
han muerto,
concédenos
vivir hoy en tu alabanza.
Señor
Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz,
concédenos
que, unidos a ti en el dolor y en la muerte, resucitemos también contigo.
Hijo del
Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de
reyes y sacerdotes,
enséñanos a
ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.
Rey de la
gloria, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa,
para poder
contemplar tu rostro y ser semejantes a ti.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres
Dirijámonos
ahora al Padre con las palabras que el Espíritu del Señor resucitado pone en
nuestra boca:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor, que
tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido por la
resurrección de Jesucristo, y que la alegría de haber recobrado la dignidad de
la adopción filial le dé la firme esperanza de resucitar gloriosamente como
Jesucristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
II VÍSPERAS
(Oración de
la tarde)
INVOCACIÓN
INICIAL
V. Dios
mío, ven en mi auxilio
R. Señor,
date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: AL
FIN SERÁ LA PAZ Y LA CORONA
Al fin será
la paz y la corona,
los
vítores, las palmas sacudidas,
y un
aleluya inmenso como el cielo
para cantar
la gloria del Mesías.
Será el
estrecho abrazo de los hombres,
sin muerte,
sin pecado, sin envidia;
será el
amor perfecto del encuentro,
será como
quien llora de alegría.
Porque hoy
remonta el vuelo el sepultado
y va por el
sendero de la vida
a saciarse
de gozo junto al Padre
y a
preparar la mesa de familia.
Se fue,
pero volvía, se mostraba,
lo
abrazaban, hablaba, compartía;
y escondido
la Iglesia lo contempla,
lo adora
más presente todavía.
Hundimos en
sus ojos la mirada,
y ya es
nuestra la historia que principia,
nuestros
son los laureles de su frente,
aunque un
día le dimos las espinas.
Que el
tiempo y el espacio limitados
sumisos al
Espíritu se rindan,
y dejen
paso a Cristo omnipotente,
a quien
gozoso el mundo glorifica. Amén.
SALMODIA
Ant 1.
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas. Aleluya.
Salmo 109 -
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del
Señor a mi Señor:
«Siéntate a
mi derecha,
y haré de
tus enemigos
estrado de
tus pies.»
Desde Sión
extenderá el Señor
el poder de
tu cetro:
somete en
la batalla a tus enemigos.
«Eres
príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre
esplendores sagrados;
yo mismo te
engendré, como rocío,
antes de la
aurora.»
El Señor lo
ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres
sacerdote eterno
según el
rito de Melquisedec.»
El Señor a
tu derecha, el día de su ira,
quebrantará
a los reyes.
En su
camino beberá del torrente,
por eso
levantará la cabeza.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas. Aleluya.
Ant 2. El
Señor envió la redención a su pueblo. Aleluya.
Salmo 110 -
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR
Doy gracias
al Señor de todo corazón,
en compañía
de los rectos, en la asamblea.
Grandes son
las obras del Señor,
dignas de
estudio para los que las aman.
Esplendor y
belleza son su obra,
su
generosidad dura por siempre;
ha hecho
maravillas memorables,
el Señor es
piadoso y clemente.
Él da
alimento a sus fieles,
recordando
siempre su alianza;
mostró a su
pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la
heredad de los gentiles.
Justicia y verdad
son las obras de sus manos,
todos sus
preceptos merecen confianza:
son
estables para siempre jamás,
se han de
cumplir con verdad y rectitud.
Envió la
redención a su pueblo,
ratificó
para siempre su alianza,
su nombre
es sagrado y temible.
Primicia de
la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen
juicio los que lo practican;
la alabanza
del Señor dura por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El
Señor envió la redención a su pueblo. Aleluya.
Ant 3.
Aleluya. Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y démosle gracias. Aleluya.
Cántico:
LAS BODAS DEL CORDERO - Cf. Ap 19,1-2, 5-7
El cántico
siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es
cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo
al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La
salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R.
Aleluya)
porque sus
juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Alabad al
Señor sus siervos todos.
(R.
Aleluya)
Los que le
teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Porque
reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R.
Aleluya)
Alegrémonos
y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya,
(aleluya).
Aleluya.
Llegó la
boda del cordero.
(R.
Aleluya)
Su esposa
se ha embellecido.
R. Aleluya,
(aleluya).
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Aleluya. Reina el Señor, nuestro Dios: alegrémonos y démosle gracias. Aleluya.
LECTURA
BREVE Hb 10, 12-14
Cristo,
habiendo ofrecido un solo sacrificio en expiación de los pecados, está sentado
para siempre a la diestra de Dios, y espera el tiempo que falta «hasta que sus
enemigos sean puestos por escabel de sus pies». Así, con una sola oblación, ha
llevado para siempre a la perfección en la gloria a los que ha santificado.
RESPONSORIO
BREVE
V.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
R.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
V. Y se ha
aparecido a Simón.
R. Aleluya,
aleluya.
V. Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R.
Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Jesús
explicó a los discípulos el misterio de la Pascua en todos los pasajes de la
Escritura, desde Moisés hasta los profetas. Aleluya.
Cántico de
María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi
alma la grandeza del Señor,
se alegra
mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora
me felicitarán todas las generaciones,
porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre
es santo,
y su
misericordia llega a sus fieles
de
generación en generación.
El hace
proezas con su brazo:
dispersa a
los soberbios de corazón,
derriba del
trono a los poderosos
y enaltece
a los humildes,
a los
hambrientos los colma de bienes
y a los
ricos los despide vacíos.
Auxilia a
Israel, su siervo,
acordándose
de su misericordia
-como lo
había prometido a nuestros padres-
en favor de
Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en
el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesús
explicó a los discípulos el misterio de la Pascua en todos los pasajes de la
Escritura, desde Moisés hasta los profetas. Aleluya.
PRECES
Oremos a
Cristo, el Señor, que murió y resucitó por los hombres, y ahora intercede por
nosotros, y digámosle:
Cristo, rey
victorioso, escucha nuestra oración.
Cristo, luz
y salvación de todos los pueblos,
derrama el
fuego del Espíritu Santo sobre los que has querido fueran testigos de tu
resurrección en el mundo.
Que el
pueblo de Israel te reconozca como el Mesías de su esperanza
y la tierra
toda se llene del conocimiento de tu gloria.
Consérvanos,
Señor, en la comunión de tu Iglesia
y haz que
con todos nuestros hermanos obtengamos el premio y el descanso de nuestros
trabajos.
Tú que has
vencido a la muerte, nuestro enemigo, destruye en nosotros el poder del mal, tu
enemigo,
para que
vivamos siempre para ti, vencedor inmortal.
Se pueden
añadir algunas intenciones libres
Cristo
Salvador, tú que te hiciste obediente hasta la muerte y has sido elevado a la
derecha del Padre,
recibe en
tu reino glorioso a nuestros hermanos difuntos.
Unamos
nuestra oración a la de Jesús, nuestro abogado ante el Padre, y digamos como él
nos enseñó:
Padre
nuestro...
ORACION
Señor, que
tu pueblo se regocije siempre al verse renovado y rejuvenecido por la
resurrección de Jesucristo, y que la alegría de haber recobrado la dignidad de
la adopción filial le dé la firme esperanza de resucitar gloriosamente como
Jesucristo. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor
nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.