Musica Para el Alma
lunes, 5 de mayo de 2025
JUAN 6,30-35 CICLO C
Lecturas
del Martes de la III Semana de Pascua
06 Mayo 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (6,30-35)*
En aquel tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del
cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio
pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre,
y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
*(Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no
tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás)*
*En ocasiones
he recibido regalos que no sé cómo usarlo, ni cuál es su utilidad y simplemente
lo guardo como si fuera un suvenir, sin imaginar el gran tesoro que tengo en
mis manos. Eso me pasa con el Señor, que es el pan vivo que ha bajado del
cielo, como un regalo de amor y de salvación para mí, pero no le doy el gran
valor que tiene. El Señor es el pan que me sostiene, es el pan que sacia mis
vacíos interiores, es un pan que se convierte en palabra porque me instruye, es
el pan que quiere está muy dentro de mí, es un pan vivo. Si verdaderamente
supiera que es lo que estoy comiendo, si verdaderamente amara la palabra hecha
carne que baja del cielo, no tendría miedo de entregar al Señor, todo lo que
tengo antes de que él me lo pida*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL MARTES 6
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar
este Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
*MARTES DE LA SEMANA III DE PASCUA*
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
INVITATORIO
Ant. Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Himno: ESTABA AL ALBA MARÍA
Estaba al alba María,
porque era la enamorada.
«¡María!», la voz amada.
«¡Rabbuní!», dice María.
El amor se hizo un abrazo
junto a las plantas benditas;
las llagas glorificadas
ríos de fuego y delicia;
Jesús, esposo divino,
María, esposa cautiva.
Estaba al alba María,
para una unción preparada.
Jesús en las azucenas
al claro del bello día.
En los brazos del Esposo
la Iglesia se regocija.
¡Gloria al Señor encontrado,
gloria al Dios de la alegría,
gloria al Amor más amado,
gloria y paz, y Pascua y dicha! ¡Aleluya!
Estaba al alba María,
es Pascua en la Iglesia santa. ¡Aleluya! Amén.
SALMODIA
Ant 1. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra
contigo. Aleluya.
Salmo 84 - NUESTRA SALVACIÓN ESTA CERCA
Señor, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu cólera,
has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo;
el Señor dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Tú nos devuelves la vida, y tu pueblo, Señor, se alegra
contigo. Aleluya.
Ant 2. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz.
Aleluya.
Càntico: HIMNO DESPUÉS DE LA VICTORIA SOBRE EL ENEMIGO Is 26, 1-4.
7-9. 12
Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes:
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua:
La senda del justo es recta.
Tú allanas el sendero del justo;
en la senda de tus juicios, Señor, te esperamos,
ansiando tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior madruga por ti,
porque tus juicios son luz de la tierra,
y aprenden justicia los habitantes del orbe.
Señor, tú nos darás la paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Confiamos en el Señor; él nos dará la luz y la paz. Aleluya.
Ant 3. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las
naciones. Aleluya.
Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. La tierra ha dado su fruto: que canten de alegría las
naciones. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 30-33
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Y durante muchos días
se apareció a los que con él habían subido de Galilea a Jerusalén: éstos,
efectivamente, dan ahora testimonio de él ante el pueblo. Y nosotros os damos
la buena nueva: la promesa que Dios hizo a nuestros padres la ha cumplido él
ahora con nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el
salmo segundo: «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy.»
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya, aleluya.
Primera Lectura
Del libro del Apocalipsis 8, 1-13
EL MUNDO ES CASTIGADO POR SIETE ÁNGELES
Cuando abrió el Cordero el séptimo
sello, se hizo un silencio en el cielo, como de media hora. Vi a los siete
ángeles que están en la presencia de Dios. Y se les dieron siete trompetas.
Vino otro ángel y se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro. Y se
le dio gran cantidad de incienso, para que lo ofreciese en representación de
las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del
trono. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios, de mano del ángel,
en representación de las oraciones de los santos.
Tomó entonces el ángel el incensario,
lo llenó con fuego del altar
y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos, estrépito, relámpagos y terremoto.
Los siete ángeles, que tenían las siete trompetas, se dispusieron a tocarlas.
Tocó el primero la trompeta; y hubo
pedrisco y fuego mezclados con sangre, que fueron arrojados sobre la tierra. La
tercera parte de la tierra quedó abrasada; quedó abrasada la tercera parte de
los árboles; y toda la hierba verde se quemó.
Tocó el segundo ángel la trompeta; y
algo así como una ingente montaña, ardiendo en llamas, fue arrojada al mar. Se
convirtió en sangre la tercera parte del mar; murió la tercera parte de los
seres vivos que hay en el mar; y la tercera parte de las naves fue
destruida.
Tocó el tercer ángel la trompeta; y
cayó del cielo una enorme estrella que ardía como una tea; y cayó sobre la
tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de las aguas. El nombre de
esta estrella es Ajenjo. Se convirtió en ajenjo la tercera parte de las aguas;
y
muchos de los hombres murieron a consecuencia de las aguas, porque se habían vuelto
amargas.
Tocó el cuarto ángel la trompeta; y fue
herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte
de las estrellas. Con eso se ensombreció la tercera parte de los astros; el día
perdió una tercera parte de su esplendor e igualmente la noche.
Y tuve otra visión. Oí un águila que
volaba en lo más alto de los cielos, clamando con poderosa voz: «¡Ay, ay, ay de
los habitantes de la tierra cuando suenen las trompetas de los tres ángeles que
están ya por sonar! »
Responsorio Ap 8, 3. 4; cf. 5, 8
R. El ángel se puso en pie junto al altar, con un incensario de oro.
Y se le dio gran cantidad de incienso; * y el humo del incienso subió a la
presencia de Dios. Aleluya.
V. Cada ángel tenía una copa de oro llena de incienso, que significaba
las oraciones de los santos.
R. Y el humo del incienso subió a la presencia de Dios. Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
De los
Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 34,
1-3. 5-6: CCL 41. 424-426)
CANTEMOS AL
SEÑOR EL CÁNTICO DEL AMOR
Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la
asamblea de los fieles. Se nos exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El
hombre nuevo sabe lo que significa este cántico nuevo. Un cántico es expresión
de alegría y, considerándolo con más atención, es una expresión de amor. Por
esto, el que es capaz de amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico
nuevo. Debemos, pues, conocer en qué consiste esta vida nueva, para que podamos
cantar el cántico nuevo. Todo, en efecto, está relacionado con el único reino,
el hombre nuevo, el cántico nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre
nuevo debe cantar el cántico nuevo porque pertenece al Testamento nuevo.
Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál sea el objeto
de su amor. No se nos dice que no amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero,
¿cómo podremos elegir, si antes no somos nosotros elegidos? Porque, para amar, primero
tenemos que ser amados. Oíd lo que dice el apóstol Juan: Él nos amó primero. Si
buscamos de dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la única razón que
encontramos es porque Dios lo amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de
nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol Pablo nos enseña de manera
aún más clara cómo Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios -dice- ha
sido derramado en nuestros corazones. ¿Por quién ha sido derramado? ¿Por
nosotros, quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el Espíritu Santo que
se nos ha dado.
Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza, amemos a Dios con el
amor que de él procede. Oíd con qué claridad expresa san Juan esta idea: Dios
es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él. Sería
poco decir: El amor es de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir lo
que el evangelista afirma: Dios es amor? Él lo afirma porque sabe lo que posee.
Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama hacia nosotros:
«Amadme y me poseeréis, porque no podéis amarme si no me poseéis.»
¡Oh, hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de universalidad,
semilla celestial y sagrada, que habéis nacido en Cristo a una vida nueva, a
una vida que viene de lo alto, escuchadme, mejor aún, cantad al Señor, junto
conmigo, un cántico nuevo. «Ya lo canto», me respondes. Sí, lo cantas, es
verdad, ya lo oigo. Pero, que tu vida no dé un testimonio contrario al que
proclama tu voz.
Cantad con la voz y con el corazón, con la boca y con vuestra
conducta: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas hay
que cantar de aquel a quien amáis? Porque, sin duda, queréis que vuestro canto
tenga por tema a aquel a quien amáis. ¿Os preguntáis cuáles son las alabanzas
que hay que cantar? Habéis oído: Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os
preguntáis qué alabanzas? Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Su
alabanza son los mismos que cantan.
¿Queréis alabar a Dios? Vivid de acuerdo con lo que pronuncian
vuestros labios. Vosotros mismos seréis la mejor alabanza que podáis
tributarle, si es buena vuestra conducta.
RESPONSORIO
Rm 6,4; 1Jn 3, 23; Jdt 16, 15
R. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. * Amémonos
mutuamente conforme al mandamiento que nos dio. Aleluya.
V. Cantemos un himno al Señor, cantemos a nuestro Dios un cántico
nuevo.
R. Amémonos mutuamente conforme al mandamiento que nos dio.
Aleluya.
Lecturas del Martes de la III
Semana de Pascua
06 Mayo 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio
según san Juan (6,30-35)*
En aquel
tiempo, el gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra?
Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del
cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio
pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo.
Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre,
y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Os lo
digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os
da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU
PRECURSOR Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Os lo
digo con toda verdad: Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os
da el verdadero pan del cielo. Aleluya.
PRECES
Alabemos a Cristo, que con su poder reconstruyó el templo
destruido de su cuerpo, y supliquémosle:
Concédenos, Señor, los frutos de tu resurrección.
Cristo Salvador, que en tu resurrección anunciaste la alegría a
las mujeres y a los apóstoles y salvaste al universo entero,
conviértenos en testigos de tu resurrección.
Tú que has prometido la resurrección universal y has anunciado una
vida nueva,
haz de nosotros mensajeros del Evangelio de la vida.
Tú que te apareciste repetidas veces a los apóstoles y les
comunicaste el Espíritu Santo,
renuévanos por el Espíritu consolador.
Tu que prometiste estar con tus discípulos hasta el fin del mundo,
quédate hoy con nosotros y sé siempre nuestro compañero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Concluyamos nuestra oración, diciendo juntos las palabras de
Jesús, nuestro maestro:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han
renacido por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia
que les has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido
ya purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y
al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén. Aleluya.
Himno: NOS REÚNE DE NUEVO EL MISTERIO
Nos reúne de nuevo el misterio
del Señor que resurge a la vida,
con su luz ilumina a la Iglesia,
como el sol al nacer cada día.
Resucita también nuestras almas,
que tu muerte libró del castigo
y vencieron contigo al pecado
en las aguas del santo bautismo.
Transfigura los cuerpos mortales
que contemplan tu rostro glorioso,
bella imagen del Dios invisible
que ha querido habitar con nosotros.
Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
que podamos salir a tu encuentro,
y a tu lado vivamos por siempre
dando gracias al Padre en el reino. Amén.
SALMODIA
Ant 1. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. La paz sea con vosotros; soy yo, no tengáis miedo. Aleluya.
Ant 2. Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN BRAZOS DE DIOS.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Espere Israel en el Señor. Aleluya.
Ant 3. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y
existió. Aleluya.
Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap. 4, 11; 5, 9-10. 12
Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. Tema al Señor la tierra entera, porque él lo dijo y existió.
Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 2, 4-5
Acercándoos al Señor, la piedra viva, rechazada por los hombres,
pero escogida y apreciada por Dios, también vosotros, como piedras vivas,
entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado,
para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al
mundo. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los
siglos. Amén.
Ant. El pan de Dios es el que ha bajado del cielo y da vida al
mundo. Aleluya.
PRECES
Aclamemos alegres a Cristo, que después de ser sepultado en el
seno de la tierra resucitó gloriosamente a vida nueva, y digámosle confiados:
Rey de la gloria, escúchanos.
Te rogamos, Señor, por los obispos, los presbíteros y los
diáconos: que sirvan con celo a tu pueblo
y lo conduzcan por los caminos del bien.
Te rogamos, Señor, por los que sirven a tu Iglesia con el estudio
de tu palabra:
que escudriñen tu doctrina con pureza de corazón y deseo de
adoctrinar a tu pueblo.
Te rogamos, Señor, por todos los fieles de la Iglesia: que
combatan bien el combate de la fe
y, habiendo corrido hasta la meta, alcancen la corona merecida.
Tú que en la cruz cancelaste la nota de cargo de nuestra deuda,
destruye también en nosotros toda clase de esclavitud y líbranos
de toda tiniebla.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que al bajar al lugar de los muertos abriste las puertas del
abismo,
recibe a nuestros hermanos difuntos en tu reino.
Terminemos nuestra oración con las palabras del Señor:
Padre nuestro...
ORACION
Señor, tú que abres las puertas del reino celestial a los que han renacido
por el agua y por el Espíritu Santo, acrecienta en tus hijos la gracia que les
has dado, para que no se vean privados de tus promesas los que han sido ya
purificados de sus culpas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna.
R. Amén.