Musica Para el Alma
miércoles, 4 de junio de 2025
JUAN 17,20-26 CICLO C
Lecturas
del Jueves de la VII Semana de Pascua
05 Junio 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26)*
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al
cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por
los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú,
Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me
diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí,
para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has
enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que
los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la
que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo,
si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú
me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el
amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(«Que sean completamente uno »).
*Jesús, levantando los ojos al cielo, y hace
una oración al Padre: Padre santo, no sólo ruego por mis discípulos, sino
también por los que crean en mí por la palabra de mis discípulos; Jesús también
está orando por nosotros, porque nosotros tenemos un llamado de ser sus testigos
en este mundo en que vivimos, nos movemos y existimos. El deseo de Jesús es,
que seamos uno en él, uno con él y uno entre nosotros. Que seamos unos en Jesús
y con Jesús, es el testimonio que tenemos que dar, para que el mundo sepa que
somos enviados. Jesús llama al Padre, como Padre justo, porque él sabe que el
Padre, siempre nos dará lo que realmente necesitamos, no lo que nosotros
queremos, porque muchas veces lo que queremos es un poco más de día en esta
tierra y no sabemos que al desear mas días en esta tierra, estamos prolongando
el encuentro con el Padre. En siento memento en la oración de Jesús, pareciera
que le está exigiendo al Padre que nos cuide: Les he dado a conocer tu palabra y
les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como
también yo estoy con ellos*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
LAUDES Y VISPERAS DEL JUEVES 5
*LAS LAUDES Y
LAS VISPERAS*
Abre, Señor, mi boca para bendecir tu santo nombre; limpia mi corazón de
todos los pensamientos vanos, perversos y ajenos; ilumina mi entendimiento y
enciende mi sentimiento para que, digna, atenta y devotamente pueda recitar este
Oficio, y merezca ser escuchado en la presencia de tu divina majestad. Por
Cristo nuestro Señor. Amén
TIEMPO
PASCUAL
JUEVES DE LA SEMANA VII
Del Común de un mártrir. Salterio III
5 de junio
*SAN BONIFACIO, obispo y mártir. (MEMORIA)*
Nació en Inglaterra hacia el año 673; después de haber vivido como monje en el
monasterio de Exeter, el año 719 partió para Alemania, donde predicó la fe
cristiana, obteniendo excelentes resultados. Fue ordenado obispo y gobernó la
Iglesia de Maguncia. Con la ayuda de varios colaboradores, fundó o restauró
diversas Iglesias en Baviera, Turingia y Franconia. También convocó concilios y
promulgó leyes. El año 754, mientras evangelizaba a los frisones, fue asesinado
por unos paganos. Su cuerpo recibió sepultura en el monasterio de Fulda.
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.
Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. A Cristo, el Señor, que nos
prometió el Espíritu Santo, venid, adorémosle. Aleluya.
Himno: CONTIGO SUBE EL MUNDO CUANDO SUBES.
Contigo sube el mundo cuando subes,
y al son de tu alegría matutina
nos alzamos los muertos de las tumbas;
salvados respiramos vida pura,
bebiendo de tus labios el Espíritu.
Cuanto la lengua a proferir no alcanza
tu cuerpo nos lo dice, ¡Oh Traspasado!
Tu carne santa es luz de las estrellas,
victoria de los hombres, fuego y brisa,
y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo!
Cuanto el amor humano sueña y quiere,
en tu pecho, en tu médula, en tus llagas
vivo está, ¡oh Jesús glorificado!
En ti, Dios fuerte, Hijo primogénito,
callando, el corazón lo gusta y siente.
Lo que fue, lo que existe, lo que viene,
lo que en el Padre es vida incorruptible,
tu cuerpo lo ha heredado y nos lo entrega.
Tú nos haces presente la esperanza,
tú que eres nuestro hermano para siempre.
Cautivos de tu vuelo y exaltados
contigo hasta la diestra poderosa,
al Padre y al Espíritu alabamos;
como espigas que doblan la cabeza,
los hijos de la Iglesia te adoramos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Cantaremos danzando: Jerusalén, ciudad de Dios, todas mis fuentes
están en ti. Aleluya.
Salmo 86 - HIMNO A JERUSALÉN, MADRE DE TODOS LOS PUEBLOS.
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios!
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí.»
Se dirá de Sión: «Uno por uno
todos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado.»
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí.»
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cantaremos danzando: Jerusalén,
ciudad de Dios, todas mis fuentes están en ti. Aleluya.
Ant 2. Como un pastor el Señor ha reunido
su rebaño. Aleluya.
Cántico: EL BUEN PASTOR ES EL DIOS ALTISIMO Y SAPIENTÍSIMO - Is 40,
10-17
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
¿Quién ha medido a puñados el mar
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
¿Quién ha medido el aliento del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
¿Con quién se aconsejó para entenderlo,
para que le enseñara el camino exacto,
para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
Mirad, las naciones son gotas de un cubo
y valen lo que el polvillo de balanza.
Mirad, las islas pesan lo que un grano,
el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan para el holocausto.
En su presencia, las naciones todas,
como si no existieran,
son ante él como nada y vacío.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como un pastor el Señor ha reunido
su rebaño. Aleluya.
Ant 3. El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
Salmo 98 - SANTO ES EL SEÑOR, NUESTRO DIOS.
El Señor reina, tiemblen las naciones;
sentado sobre querubines, vacile la tierra.
El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos.
Reconozcan tu nombre, grande y terrible:
Él es santo.
Reinas con poder y amas la justicia,
tú has establecido la rectitud;
tú administras la justicia y el derecho,
tú actúas en Jacob.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo.
Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor, y él respondía.
Dios les hablaba desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos y la ley que les dio.
Señor, Dios nuestro, tú les respondías,
tú eras para ellos un Dios de perdón
y un Dios vengador de sus maldades.
Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor es grande en Sión,
encumbrado sobre todos los pueblos. Aleluya.
LECTURA BREVE Rm 8, 10-11
Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo haya muerto por causa del
pecado, el espíritu tiene vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que
resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros
cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya. Aleluya.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. El que por nosotros colgó del madero.
R. Aleluya. Aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Señor ha resucitado del sepulcro. Aleluya.
Aleluya.
V. Dios
resucitó al Señor. Aleluya.
R. Y nos resucitará también a nosotros por su
poder. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Juan 5, 13-21
LA ORACIÓN POR LOS PECADORES
Queridos hermanos: Os he escrito estas cosas, a los que creéis en el nombre del
Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Y ésta es la seguridad y confianza que tenemos en él: que, si le pedimos algo
conforme con su voluntad, él nos escucha. Y, si sabemos que nos escucha en
todas nuestras peticiones, sabemos que tenemos conseguido todo lo que hayamos
pedido. El que vea a su hermano cometiendo pecado que no lleva a la muerte, que
ore y le dará vida. (Me refiero a pecados que no llevan a la muerte, pues hay
pecado que conduce a la muerte. No me refiero a este caso.) Toda injusticia es
pecado. Pero hay pecado que no va a la muerte.
Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca: el Nacido de Dios lo guarda y el
maligno no lo toca. Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está
bajo el influjo del maligno. Y sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha
dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero y para que estemos en
él, su verdadero Hijo, el cual es Dios verdadero y es vida eterna. Hijos míos,
guardaos de los ídolos.
RESPONSORIO 1Jn 5, 20; Jn 1, 18
R. Sabemos que el Hijo de Dios ha venido * y
nos ha dado inteligencia, para que conozcamos al Dios verdadero. Aleluya.
V. Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo unigénito,
que está en el seno del Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.
R. Y nos ha dado inteligencia, para que conozcamos
al Dios verdadero. Aleluya.
SEGUNDA
LECTURA
De las Cartas de san Bonifacio, obispo y mártir
(Carta 78; MGH, Epistolae 3, 352. 354)
PASTOR SOLÍCITO, QUE VELA SOBRE EL REBAÑO DE CRISTO
La Iglesia, que como una gran nave surca los mares de este mundo, y que es
azotada por las olas de las diversas pruebas de esta vida, no ha de ser
abandonada a sí misma, sino gobernada.
De ello nos dan ejemplo nuestros primeros padres Clemente y Cornelio y muchos
otros en la ciudad de Roma, Cipriano en Cartago, Atanasio en Alejandría, los
cuales, bajo el reinado de los emperadores paganos, gobernaban la nave de
Cristo, su amada esposa, que es la Iglesia, con sus enseñanzas, con su
protección, con sus trabajos y sufrimientos hasta derramar su sangre.
Al pensar en éstos y otros semejantes, me estremezco y me asalta el temor y el
terror, me cubre el espanto por mis pecados, y de buena gana abandonaría el gobierno
de la Iglesia que me ha sido confiado, si para ello encontrara apoyo en el
ejemplo de los Padres o en la sagrada Escritura.
Mas, puesto que las cosas son así y la verdad puede ser impugnada, pero no
vencida ni engañada, nuestra mente fatigada se refugia en aquellas palabras de
Salomón: Confía en el Señor con toda el alma, no te fíes de tu propia
inteligencia; en todos tus caminos piensa en él, y él allanará tus sendas. Y en
otro lugar: Torre fortísima es el nombre del Señor, en él espera el justo y es
socorrido. Mantengámonos en la justicia y preparemos nuestras almas para la
prueba; sepamos aguantar hasta el tiempo que Dios quiera y digámosle: Señor, tú
has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tengamos confianza en él, que es quien nos ha impuesto esta carga. Lo que no
podamos llevar por nosotros mismos, llevémoslo con la fuerza de aquel que es
todopoderoso y que ha dicho: Mi yugo es suave y mi carga ligera. Mantengámonos
firmes en la lucha en el día del Señor, ya que han venido sobre nosotros días
de angustia y aflicción. Muramos, si así lo quiere Dios, por las santas leyes
de nuestros padres, para que merezcamos como ellos conseguir la herencia
eterna.
No seamos perros mudos, no seamos centinelas silenciosos, no seamos mercenarios
que huyen del lobo, sino pastores solícitos que vigilan sobre el rebaño de
Cristo, anunciando el designio de Dios a los grandes y a los pequeños, a los
ricos y a los pobres, a los hombres de toda condición y de toda edad, en la
medida en que Dios nos dé fuerzas, a tiempo y a destiempo, tal como lo escribió
san Gregorio en su libro a los pastores de la Iglesia.
RESPONSORIO 1Ts 2, 8; Ga 4, 19
R. Queríamos daros no sólo el Evangelio de Dios,
sino incluso nuestro propio ser, * porque
habíais llegado a sernos muy queridos.
V. ¡Hijos míos!, por quienes sufro de nuevo
dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros.
R. Porque habíais llegado a sernos muy queridos.
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan
(17,20-26)*
En aquel tiempo, Jesús, levantando
los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino
también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean
uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria
que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en
mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has
enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que
los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la
que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo,
si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú
me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el
amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
CÁNTICO
EVANGÉLICO
Ant. Id y sed los maestros de todas las naciones; bautizadlas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Aleluya.
Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Id y sed los maestros de todas las
naciones; bautizadlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Aleluya.
PRECES
Bendigamos a Cristo, el Señor, por quien tenemos acceso al Padre
en el Espíritu Santo, y supliquémosle, diciendo:
Escúchanos, Señor Jesús.
Envíanos tu Espíritu, el huésped deseado de las almas,
y haz que nunca lo contristemos.
Tú que resucitaste de entre los muertos y estás sentado a la derecha de Dios,
intercede siempre por nosotros ante el Padre.
Haz que el Espíritu nos mantenga unidos a ti,
para que ni la tribulación ni la persecución ni los peligros nos separen nunca
de tu amor.
Enséñanos a amarnos mutuamente,
como tú nos amaste para gloria de Dios.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de sus dones,
para que nuestros pensamientos te sean gratos y nuestra voluntad esté siempre
sometida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Aleluya.
Himno: VEN, ESPÍRITU DIVINO.
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
SALMODIA
Ant 1. El Señor Dios le ha dado el trono de David, su padre. Aleluya.
Salmo 131 I - PROMESAS A LA CASA DE DAVID.
Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob:
«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.»
Oímos que estaba en Efrata,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.
Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder:
que tus sacerdotes se vistan de gala,
que tus fieles te aclamen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. El Señor Dios le ha dado el trono
de David, su padre. Aleluya.
Ant 2. Jesucristo es el único Soberano, el
Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.
Salmo 131 II.
El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono.
Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.»
Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.
Bendeciré sus provisiones,
a sus pobres los saciaré de pan;
vestiré a sus sacerdotes de gala,
y sus fieles aclamarán con vítores.
Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema.»
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Jesucristo es el único Soberano, el
Rey de los reyes y el Señor de los señores. Aleluya.
Ant 3. ¿Quién como tú, Señor, entre los
dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. ¿Quién como tú, Señor, entre los
dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos? Aleluya.
LECTURA BREVE 1Co 6, 19-20
¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en
vosotros. Lo habéis recibido de Dios, y por lo tanto no os pertenecéis a
vosotros mismos. Habéis sido comprados a precio. En verdad glorificad a Dios
con vuestro cuerpo.
RESPONSORIO BREVE
V. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
V. Os lo enseñará todo.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo.
R. El Espíritu Santo. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cuando venga el Espíritu de verdad, os conducirá a la verdad
completa y os anunciará las cosas futuras. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Cuando venga el Espíritu de verdad,
os conducirá a la verdad completa y os anunciará las cosas futuras. Aleluya.
PRECES
Glorifiquemos a Cristo, bendito por los siglos, y pidámosle que
envíe el Espíritu Santo a los que ha redimido con su muerte y resurrección;
digamos:
Salva, Señor, a los que has redimido.
Envía a la Iglesia el Espíritu de la unidad,
para que desaparezcan todas las disensiones, odios y divisiones.
Tú que libraste a los hombres del dominio de Satanás,
libra también al mundo de los males que lo afligen.
Tú que, dócil al Espíritu Santo, diste cumplimiento a tu misión,
haz que los sacerdotes encuentren en la oración la fuerza y la luz del Espíritu,
para ser fieles a su ministerio.
Que tu Espíritu guíe a los gobernantes,
para que busquen y realicen el bien común.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Tú que vives en la gloria del Padre,
acoge a los difuntos en tu reino.
Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos
enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Tu Espíritu, Señor, infunda en nosotros la fuerza de sus dones,
para que nuestros pensamientos te sean gratos y nuestra voluntad esté siempre
sometida a la tuya. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R. Amén.
LAS LECTURAS DEL JUEVES 5 DE JUNIO 2025
Lecturas
del Jueves de la VII Semana de Pascua
*San
Bonifacio, obispo y mártir*
05 Junio 2025
Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (22,30;23,6-11):
En aquellos días, queriendo el tribuno poner
en claro de qué acusaban a Pablo los judíos, mandó desatarlo, ordenó que se
reunieran los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno, bajó a Pablo y lo
presentó ante ellos.
Pablo sabía que una parte del Sanedrín eran fariseos y otra saduceos y gritó:
«Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo, y me juzgan porque espero la
resurrección de los muertos.»
Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, y la
asamblea quedó dividida. (Los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni
ángeles, ni espíritus, mientras que los fariseos admiten todo esto.) Se armó un
griterío, y algunos escribas del partido fariseo se pusieron en pie, porfiando:
«No encontramos ningún delito en este hombre; ¿y si le ha hablado un espíritu o
un ángel?»
El altercado arreciaba, y el tribuno, temiendo que hicieran pedazos a Pablo,
mandó bajar a la guarnición para sacarlo de allí y llevárselo al cuartel.
La noche siguiente, el Señor se le presentó y le dijo: «¡Ánimo! Lo mismo que
has dado testimonio a favor mío en Jerusalén tienes que darlo en Roma.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 15
R/. Protégeme, Dios mío, que me
refugio en ti
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R/.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.
Lecturas
del Jueves de la VII Semana de Pascua
05 Junio 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (17,20-26)*
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al
cielo, oró, diciendo: «Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por
los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú,
Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me
diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí,
para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has
enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, éste es mi deseo: que
los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la
que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo,
si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú
me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el
amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos.»
Palabra del Señor
*Que la
Paz del Señor llegue primero a vuestros corazones antes que mis palabras*
(«Que sean completamente uno »).
*Jesús, levantando los ojos al cielo, y hace
una oración al Padre: Padre santo, no sólo ruego por mis discípulos, sino
también por los que crean en mí por la palabra de mis discípulos; Jesús también
está orando por nosotros, porque nosotros tenemos un llamado de ser sus testigos
en este mundo en que vivimos, nos movemos y existimos. El deseo de Jesús es,
que seamos uno en él, uno con él y uno entre nosotros. Que seamos unos en Jesús
y con Jesús, es el testimonio que tenemos que dar, para que el mundo sepa que
somos enviados. Jesús llama al Padre, como Padre justo, porque él sabe que el
Padre, siempre nos dará lo que realmente necesitamos, no lo que nosotros
queremos, porque muchas veces lo que queremos es un poco más de día en esta
tierra y no sabemos que al desear mas días en esta tierra, estamos prolongando
el encuentro con el Padre. En siento memento en la oración de Jesús, pareciera
que le está exigiendo al Padre que nos cuide: Les he dado a conocer tu palabra y
les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como
también yo estoy con ellos*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón
según el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.