Lecturas
del Viernes de la II Semana de Pascua.
02 Mayo 2025
Evangelio
*Lectura del santo evangelio según san Juan (6,1-15)*
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra
parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían
visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los
ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es
eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos
cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que
estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de
cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo
que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez
a la montaña él solo.
Palabra del Señor
*Que la Paz del Señor llegue primero a
vuestros corazones antes que mis palabras*
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
*Este
Milagro revela el corazón de Dios, quien se preocupa por todas nuestras
necesidades y no quiere que nada se pierda. Dios espera que nos pongamos al
servicio de su hijo Jesús. Dios nos deja ver que nuestro trabajo es obedecer en
todo a su Hijo, para nuestro bien, y el bien de los demás. Me
imagino entrando en esta asombrosa escena, compartiendo con Felipe que sabe calcular,
pero no sabía y no tenía ni la más mínima idea de que cuando: La Bendición de
Dios, entra en la ecuación matemática todo da infinito. Miro a Jesús mientras
ora, y mientras parte el pan, el asombro se va a ponderando de sus discípulos, a
quienes les toco completar este milagro llevándoles el pan y los pescado a las
personas que estaban sentado, nunca estas personas habían comido un pan y un
pescado tan bueno y tan sabroso, porque lo que Jesús bendice tiene sabor a
Gloria*.
*El que desea y quiere amar, con el corazón según
el Señor: llegará a ser, Santo*
V. El
Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.